Conocí a Marina Castaño al inicio de su relación con el escritor y Premio Nobel Camilo José Cela. Relación que hizo correr ríos de tinta debido a la diferencia de edad de la pareja. Marina tenía 27 años, una hija fruto de su primer matrimonio, y Cela, 68, estaba casado y tenía un hijo. Pasarían años antes de que consiguieran la anulación de sus anteriores matrimonios: se casaron por la iglesia en la finca que el escritor tenía en Guadalajara. En esos años y hasta la muerte del Nobel, Marina sufrió muchas críticas, no solo por parte de la familia de su marido, también de algunos periodistas que la convirtieron en el objetivo de sus dardos.
Pasados los años, ya viuda, Marina volvió a contraer matrimonio con el cirujano cardiovascular Enrique Puras, con quien vive en una de las zonas más exclusivas de Madrid, aunque bastante alejada de los focos, lo que no le impide seguir colaborando en el diario “La Razón” y en “Espejo Público”.
-Marina, cuánto tiempo sin verla.
-Muchísimo, hay que ver cómo pasan los años, sobre todo por la interrupción que supuso la pandemia. Yo estuve meses sin ver a mi hija