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La Suma de Mis Partes: Testimonio de una Sobreviviente de Trastorno de Identidad Disociativa
La Suma de Mis Partes: Testimonio de una Sobreviviente de Trastorno de Identidad Disociativa
La Suma de Mis Partes: Testimonio de una Sobreviviente de Trastorno de Identidad Disociativa
Libro electrónico322 páginas6 horas

La Suma de Mis Partes: Testimonio de una Sobreviviente de Trastorno de Identidad Disociativa

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Para su primer día en el kínder, Olga Trujillo ya había sobrevivido años de abuso y violentas violaciones a manos de su tiránico padre. Durante los siguientes diez años, ella desarrollaría la capacidad de entumecerse ante el abuso constante dividiéndose en distintas "partes" mentales. El trastorno de identidad disociativa (TID) había comenzado a arraigarse, protegiendo la mente de Olga de las trágicas realidades de su infancia. En La suma de mis partes, Olga revela la historia de su vida por primera vez, relatando su heroico recorrido de sobreviviente a intercesora y su admirable recuperación del TID. Previamente conocido como trastorno de personalidad múltiple, el TID es de¿nido por la presencia de dos o más identidades. En este cautivador relato, Olga lucha por desenterrar recuerdos de su infancia e identidades paralelas, Olga a los cinco años, Olga a los trece, surgen y exigen ser sanadas. Este valiente e inolvidable testimonio traza el triunfo de la autora a pesar de las condiciones más devastadoras e inspirará a cualquier persona cuya vida haya sido afectada por el trauma.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 ago 2019
ISBN9781733308014
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    Libro que narra la cruda realidad de muchos niños y niñas, también enseña la diferencia que pueden hacer las personas como un vecino, un maestro etc., al mirarlos, al tratarlos con respeto y cariño.
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    Un libro crudo pero lleno de esperanza y mucha información que enriquece la practica clínica.
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    Es tan importante conocer que no estamos en el mundo con sentimientos y pensamiento que nos hace sentir fuera de contexto. Olga Trujillo nos lleva a lo largo de su historia de como sobrevivió, como se atrevió a reconocer sus síntomas e ir practicando cada día las habilidades y estrategias resolutivas para no depender de otras personas en cuestión de sus actividades de autocuidado y aprender a confiar de las personas que rodean pero también poner limites en el trato y en lo que puede realizar por demás.

Vista previa del libro

La Suma de Mis Partes - Olga Trujillo

¡El libro de Olga es absolutamente extraordinario! Es un relato asombroso de sanación que seguramente ayudará a cualquier profesional en el campo de ayuda quien quiera tener una mayor comprensión sobre el TID, la complejidad de la dinámica del abuso sexual infantil y el proceso de sanación. Este libro nos proporciona una perspectiva única acerca del poder de una relación terapéutica, de la increíble travesía a la sanación y de la magnífica fuerza y mecanismos de supervivencia de las/os sobrevivientes de trauma. Olga, gracias por compartir esto con el mundo.

—Josephine V. Serrata, Ph.D. Psicóloga Certificada

––––––––

"Sincero, profundo e inspirador, como su autora.

En La suma de mis partes Olga Trujillo comparte su vida y nos brinda la posibilidad de entender el desarrollo y evolución del Trastorno de identidad disociativo. Una historia atravesada tanto por el dolor como por la esperanza. Un relato que refleja la importancia de un comprometido proceso terapéutico, así como de todas aquellas miradas llenas de amor que tienen la fuerza suficiente como para transformar la vida."

—Lic. Luciana Rossi, miembro titular del Centro de terapia cognitiva de Buenos Aires

Copyright © 2019 por Olga Trujillo

Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción, distribución o trasmisión de esta publicación de ninguna manera ni por medio alguno, lo que incluye fotocopiar, grabar o usar cualquier otro método o mecanismo electrónico, a menos que se haga con autorización por escrito de la autora, que sean citas breves incluidas en artículos de análisis crítico sobre la publicación, o en el caso de otros usos con un fin comercial expresado dentro de lo que está permitido por la Ley de Derechos de Autor. Cualquier solicitud de permiso debe ser enviada por escrito a la autora, indicando en el encabezamiento lo siguiente Solicitud de Reproducción, a la siguiente dirección electrónica:

olga@olgatrujillo.com o escribiendo un mensaje a la página web de la autora http://olgatrujillo.com/contact/

––––––––

Nota de la editora: En esta obra algunos nombres de personas, lugares y eventos fueron cambiados con la intención de respetar la privacidad o de crear ciertas atmósferas que pudieran facilitar la comprensión del contenido.

El diseño de este libro fue realizado por ©2019 BookDesignTemplates.com

Información para ordenar el libro:

Ventas al por mayor: Se conceden descuentos especiales para compras al por mayor realizadas por corporaciones, asociaciones o cualquier otra persona o entidad. Si le interesa recibir información más detallada sobre cómo realizar un pedido, puede ponerse en contacto con la autora, escribiéndole al correo electrónico arriba provisto.

La Suma de Mis Partes / Olga Trujillo. – 1a edición.

ISBN 978-1-7333080-1-4

Nota al lector

Nota de la editora: Para la autora es de suma importancia el uso de un lenguaje inclusivo en cuanto al género, haciendo honor a la existencia de identidades múltiples y actitudes en cuanto a la orientación sexual de las personas. Sin embargo, aunque su preferencia normalmente hubiera sido usar en esta traducción una de las opciones que reflejan una actitud inclusiva de ambos géneros (como podría ser el uso de la x, @ o las/los), la autora ha elegido, no obstante, el empleo de un uso más tradicional del idioma español, con el objetivo de evitar cualquier posible confusión para aquellos/as lectores/as que tal vez no se hallen familiarizados/as con dichas opciones inclusivas. Los/as lectores/as observarán en ocasiones, a lo largo del libro, el uso de os/as en aquellas instancias que hacerlo se volvió necesario con el propósito de resaltar el hecho de que se hace referencia ambos géneros.

Dedico este libro a Doña Graciela, mi vecina, y a quienes le siguieron: directores de programas para jóvenes, maestros, entrenadores, tutores y padres de amistades. Sus actos de bondad, por pequeños que puedan haberles parecido, y la motivación cotidiana que de ellos recibí, me ayudaron a sobrevivir e hicieron posible que pudiera llegar a convertirme en la persona que soy hoy.

Agradecimientos

Mi compañera Casey y yo hemos creado un hogar lleno de amor en el que he hallado más felicidad de la que jamás creí posible. Es aquí que pude encontrar la paz y fortaleza necesarias para poder escribir con claridad y humildad. Sin su apoyo y su amor no me hubiera sido posible escribir este libro.

Decir gracias no podría siquiera empezar a expresar lo agradecida que estoy a mi psiquiatra por andar el sendero conmigo. Siempre voy a sentirme agradecida por la profundidad y el alcance de su compasión y por su dedicación a mi proceso de sanación.

Gracias Dr. Rich Chefetz (Dr. Summer) por salvarme la vida. Nuestro trabajo en terapia es lo mejor que he hecho y sigo cosechando los beneficios muchos años después de ese tiempo juntos.

Angela Autry Gorden recordó que hace como diecisiete años yo tenía el sueño de escribir un libro y ella me ha ayudado a lo largo de todo este proceso, con infinita bondad y paciencia. También gracias a ella fue que pasé de no saber cómo lo haría, a confiar en que yo poseía capacidad para escribirlo. ¡Angela sin dudas tiene un talento indiscutible!

El profundo conocimiento de Jess Beebe y sus maravillosas contribuciones al manuscrito hicieron posible en gran medida que este sea un libro claro y entendible.

Gracias, Heidi Notario, una amiga increíble y parte de mi familia elegida por todo su apoyo para que mi libro sea traducido al español.

¡Gracias Marisela Chaplin por cuidar tan bien de mi libro como lo tradujo al español!

Finalmente, gracias a Rosemi Mederos por editar esta traducción al español de mi libro con tanto cuidado.

Prólogo

Aveces siento como que pertenezco a un club secreto cuyos miembros se entienden entre sí de una manera que otras personas no se entenderían. Cuando hablo con otros miembros de este club, les podría decir que, Mi mente parecía una casa con muchas puertas. Los miembros de este club me podrían responder que la mente de ellos era como un autobús o un gavetero.

Ser capaz de conversar con alguien y poder mencionar algo relacionado con las partes que conforman mi yo y que la persona que está sentada frente a mí me pueda responder de forma afirmativa con un simple gesto de cabeza, es algo indescriptible para mí. Son este tipo de momentos que me permiten saber que no me encuentro sola.

En 1993 se me diagnosticó con trastorno de identidad disociativo (TID) cuando tenía treinta y un años de edad. Llevo ya desde entonces muchos años aprendiendo sobre la condición de TID: qué es, cómo afecta mi vida, cómo llegaron a formarse distintas partes de mí misma y cómo, aún teniendo TID, me es posible vivir una vida normal y llena de alegría. En este libro describo en detalle mi historia.

Por veinte años me he dedicado profesionalmente a ofrecer charlas y a asesorar sobre cómo educar sobre el tema del trauma y cómo diseñar sistemas comunitarios de apoyo para supervivientes de violencia. En conferencias y reuniones en que he participado a lo largo del país, tuve la oportunidad de conocer a personas que me dijeron que ellas, también, padecen de TID. Cuando eso ha sucedido, nos hemos puesto de inmediato en la búsqueda de algún sitio tranquilo para hablar y empezamos a comparar nuestras experiencias.

Hace poco conocí a una mujer que se sentía devastada porque hacía poco tiempo la habían diagnosticado con TID. Le dije, Recuerdo cuando estaba en la misma situación que estás ahora. Tenía miedo de mí misma, pero pronto entendí que continuaba siendo la misma persona de siempre, a diferencia de que ahora tenía más conocimiento de mí misma. La mujer me miró con los ojos llenos de lágrimas y me dijo, Nunca se me había ocurrido verlo de esa manera.

Lo que espero al escribir sobre mi experiencia de TID es que otras personas que hayan sido diagnosticadas con esta condición puedan sentir que no están solas y puedan adquirir más información sobre el trastorno. Estas personas necesitan saber que la manera creativa que les hizo posible sobrellevar su trauma no es su culpa. Me entristece que este club al que pertenecemos sea secreto, pues no debería serlo. Quiero ponerle cara humana a lo que algunos piensan es una enfermedad psiquiátrica de horror y misterio.

Existe una mala fama que es asociada al TID (y a su forma más extrema de expresión: el trastorno de personalidad múltiple) y es mi propósito que se llegue a ver más allá de la etiqueta y, en mi caso específico, que puedan verme a mí; a una mujer de éxito, elocuente, cuya condición de TID hizo posible sobrevivir. Muchas otras personas como yo han logrado triunfar a pesar de, o tal vez precisamente gracias a, haber desarrollado TID. Podemos vivir (y vivimos) unas vidas plenas y felices, a pesar de lo que nos hicieron. Somos más que la legendaria suma de nuestras partes.

Este libro está basado solamente en mi experiencia personal y no pretende describir ni definir la experiencia de nadie más. Toda persona que tiene TID los experimenta de una manera diferente y única. Mi esperanza es poder ayudar a que, partiendo de mi experiencia personal, el TID pueda llegar a entenderse mejor, ya sea si usted como lector/a padece de esta condición o si conoce a alguien que la padece.

Si usted ha sido diagnosticado/a con TID, espero que este libro le sirva para poder comunicar a otras personas hasta qué punto su experiencia es similar a la mía y/o cómo es la suya diferente. Y si usted tiene un compañero/a de trabajo que padece de TID o se encuentra en una relación íntima con alguien que tiene esta condición; me gustaría que recuerdes que esa persona es la experta con respecto a su situación y es quien está mejor capacitada para explicar cómo se siente y lo que piensa. Probablemente la experiencia de otras personas que también tienen TID va a ser en gran medida similar a la mía, aunque tal vez es posible que sea muy diferente.

...

Este libro está basado en mis recuerdos de lo que aconteció. Algunos de estos hechos sucedieron hace ya más de cuarenta años, cuando yo era muy joven. Como sabemos, los recuerdos no son siempre perfectos. Además, la mayoría de los estudiosos del cerebro y de cómo se desarrollan los recuerdos son de la opinión de que los niños/as, a edades tan tempranas como los tres años de edad, no son capaces de retener recuerdos a la manera ni en la secuencia que acontecen los hechos en la vida cotidiana. Encima de esto, estudios también han revelado que el trauma cambia la forma en que el cerebro captura en la memoria los recuerdos.

Muchas cosas serias acontecieron que estaban repletas de terror y violencia y quedaron grabadas en mi mente cuando yo era muy joven; y los recuerdos que retengo de esos hechos son vívidos y detallados. Aunque no pueda recordar la fecha exacta de un acontecimiento cuando la fecha no tenía importancia ni puedo recordar el año exacto en que algo ocurrió si era algo que sucedía a menudo, aún así mis recuerdos de eventos traumáticos son mucho más confiables que mis recuerdos de cosas cotidianas.

Cuando hablo ante un público, les digo, como en broma, que mi excelente e increíble memoria es como un súper poder con el que fui dotada. Incluso a mí misma a veces me sorprende y me consterna la habilidad que tengo de recordar los hechos que recuerdo. Puedo sentir y puedo verlos cuando escribo sobre ellos. El trauma que sufrí también me enseñó a hacerme híper-vigilante y, todavía hoy, poseo la capacidad de captar una gran cantidad de información sobre el entorno que me rodea, lo cual constituye una manera de esquivar o evitar cualquier posible peligro.

A lo largo de este libro van a notar que además de haber captado los detalles de sucesos traumáticos, mi mente también recolectó en detalle algunos recuerdos no traumáticos. Por ejemplo, recuerdo con detalle cómo pasaba el día con mi vecina. Ella era amable y dulce, y cuando escribo sobre esto puedo sentir su abrazo. Me aferré a ella casi desesperadamente y a lo que me enseñó. Y hoy la recuerdo de una forma tan vívida tal vez precisamente porque el recuerdo de haberla perdido también permanece con una claridad dolorosa. A menudo, cuando el recuerdo de un buen momento era capturado, era para contrarrestar un evento traumático que estaba, de alguna manera, vinculado al buen recuerdo de una persona o una fecha; de esta manera me era posible concentrarme en ciertos sentimientos positivos cuando la violencia que estaba sufriendo se volvía demasiado difícil.

...

Para poder entender el trastorno de identidad disociativo tenemos que comenzar por comprender qué es la disociación, la cual es un estado de la mente con el cual todos estamos familiarizados. La disociación es un proceso natural de la mente que resulta en la desconexión de ciertos aspectos del pensamiento de la persona, lo que ocurre dentro de un conjunto y secuencia de experiencias y síntomas.

La mayoría de las personas experimentamos un tipo leve de disociación en nuestras vidas cotidianas, como por ejemplo, cuando soñamos despiertas, cuando nos sumergimos transportándonos a una película o un libro, o cuando regresamos a la casa manejando por el mismo camino de siempre con la mente ausente del timón, como si fuéramos en ‘piloto automático’.

En todos estos ejemplos de disociación está ocurriendo una forma de amnesia simple. Hay quienes experimentan niveles más altos de estos síntomas, aunque estos se consideren moderados y su presencia no necesariamente signifique que la persona tenga una enfermedad por disociación. Hay quienes, sin embargo, poseen síntomas de naturaleza más severa, como es tener distintas personalidades o identidades que se han formado dentro de sus mentes.

Lo último mencionado ocurre principalmente en personas que han sufrido situaciones traumáticas difíciles de las cuales no se podían escapar físicamente y se vieron forzadas a ‘huir’ dentro de sus cabezas. De manera instintiva sus mentes aislaron ciertas emociones, sensaciones, reacciones o acciones (incluso su sentido identidad propia).

Cuando los niños usan la disociación, lo hacen más comúnmente como un mecanismo de defensa sumamente eficaz contra el dolor físico y emocional agudos, o contra la espera ansiosa característica de la anticipación de ese dolor. A menudo se habla de los trastornos por disociación como un método sumamente creativo de supervivencia. El mismo resulta ser una estrategia efectiva porque cuando la persona se disocia, cierta cantidad de información (especialmente aquella que está relacionada con circunstancias conectadas al suceso traumático) no se mezcla con otra información relacionada con acontecimientos y sucesos diarios como es ir a la escuela, hacer nuevos amigos o practicar deportes. La información traumática es contenida en la conciencia periférica, manteniéndola de esta manera a distancia de la conciencia inmediata de la persona, y ahí es retenida por un tiempo, idealmente hasta que la persona posee la fuerza o entendimiento para poder confrontar la experiencia.

Si el abuso persiste, como ocurrió en mi caso, la disociación ocurre de manera habitual, se fortalece y se vuelve necesaria para el funcionamiento de la persona. Esta estrategia eficaz se puede convertir en un modo de vida o en una reacción que se activa de manera automática ante determinadas situaciones. En otras palabras, la persona se disocia automáticamente cuando recibe una señal o experimenta en el entorno que le rodea un acontecimiento que se asemeja a un suceso traumático que le ocurrió con anterioridad. La persona se siente amenazada o ansiosa, aún si la situación o el entorno circundantes puedan no parecer a otras personas una amenaza.

Por ejemplo, en mi caso, si alguien se paraba a una distancia muy cercana de mí, yo lo percibía de una manera similar a cuando había sido agredida sexualmente, pues la agresión había comenzado con el hecho de la persona haberse encontrado a una distancia más cercana de mí que la debida. La similitud entre estas situaciones se convertía para mí en un desencadenador emocional, pues yo la percibía como una amenaza que causaba de manera instintiva que mi mente se disociara.

Lo que hoy día se conoce como TID se solía conocer (y todavía muchas personas siguen usando ese nombre) como trastorno de personalidad múltiple (TPM). En realidad, el TPM es sólo un caso extremo de las múltiples formas que el TID puede manifestarse. Como puede leerse en DSM-IV: Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales, un diagnóstico profesional y oficial de TID requiere lo siguiente:

La existencia de dos o más estados de identidad[1] o personalidades diferentes; donde cada uno sigue un patrón propio relativamente duradero de percibir el entorno, de relacionarse con el mismo, de pensar sobre el mismo y sobre sí.

Al menos dos de estos estados de identidad o personalidades toman control del comportamiento de la persona múltiples veces.

La persona en su estado normal no puede recordar información de importancia sobre sí misma, la cual es demasiada en volumen como para achacársela a un olvido normal.[2]

El cambio que ocurre de una personalidad a otra no está causado por los efectos fisiológicos que puede provocar el consumo o empleo de alguna sustancia (por ejemplo: la pérdida de memoria o el comportamiento caótico que puede provocar una intoxicación alcohólica) o que pueden causar ciertas condiciones médicas que afectarían a la persona en su totalidad (por ejemplo: la presencia de convulsiones parciales complejas). Nota: Si se está hablando de menores, estos síntomas no pueden ser atribuidos a amistades imaginarias u otros juegos de la imaginación.

En mi caso, desarrollé el trastorno de identidad disociativo (TID) por haber sufrido una infancia trágicamente violenta. Me disociaba para protegerme de las violaciones y agresiones sexuales que me infligía mi familia. Cuando una trasgresión resultaba demasiado traumática como para poder pasar por ella y luego ser capaz de vivir con el recuerdo de la misma, me aislaba cognitivamente de mi cuerpo para observar el incidente desde una distancia, desde fuera de mí. Estar fuera de mi cuerpo me permitía observar la agresión como si le estuviera sucediendo a otra persona, a alguien que se me parecía. La persona que me estaba agrediendo sólo podía ver en mí una mirada profundamente ausente. Una vez concluida la experiencia, la colocaba en mi mente en la pequeña habitación que le correspondía y cerraba la puerta con llave, como si estuviera editando una escena de una película. Al principio solía colocar incidentes completos en una de las habitaciones dentro de mi conciencia. Pero cuando las agresiones se volvieron más brutales y ensañadas, era incapaz de verlas en su totalidad, incluso desde la distancia. Por esa razón mi subconsciente comenzó a fragmentar las experiencias para volverlas más pequeñas y a colocar estos fragmentos parciales de experiencias en grupos de habitaciones que estaban conectadas entre sí. Una de las habitaciones contenía el olor, otra, la forma de mirar de mi padre y otra la soledad profunda y desesperación que luego yo sentía. Cada una de las habitaciones debía permanecer cerrada hasta que yo sufriera de nuevo otra agresión, otro dolor, otra mirada o sensación similar; o hasta que volviera a encontrarme en una situación que fuera parecida a aquellas contenidas en las habitaciones, las cuales estaban cerradas tras una puerta bajo llave.

Con el paso del tiempo y las continuas agresiones, estas habitaciones se convirtieron en partes de mi mente que funcionaban por separado. Es decir, las experiencias traumáticas formaron aspectos separados dentro de mi conciencia. Me gusta referirme a los mismos como ‘mis partes’. Por ejemplo, una de las partes estaba relacionada con la etapa de mi vida cuando tenía tres años de edad, la cual contenía el primer recuerdo de cuando fui violada por mi padre;  esta etapa de tres años luego liberó, durante los siguientes veintiocho años, al resto de mi ser para que no tenga idea o noción de ese acontecimiento.

En vez de haberme desarrollado como una persona entera, cuyos recuerdos e identidad existen de forma cohesiva e integrada, de acceso fácil para mi mente cotidiana, crecí, por el contrario, como compuesta por muchas partes de mí misma, por lo que algunas personas llaman ‘egos alternativos’ y otras ‘estados de la personalidad’. En la segunda mitad del libro, en la cual explico de forma detallada cómo llegué a conocer a mis partes, hago referencia a algunas de ellas usando nombres que están relacionados a edades específicas: ‘tres’, ‘siete’ y así, respectivamente.

Es posible que puedan ver cómo este truco de la disociación también podía ser útil para mí de otras maneras. Mi mente también era capaz de crear partes (o habitaciones) que estaban totalmente equipadas para albergar situaciones específicas, partes a las cuales yo podía acceder cuando me resultara útil. Por ejemplo, una de mis partes o personalidades podía ser una estudiante excelente, una atleta de éxito, una abogada o una amiga.

Algunas habitaciones solamente guardaban una emoción intensa, mientras otras estaban más desarrolladas con pensamientos y sentimientos vinculados al rol que jugaba esta habitación o personalidad. Algunas habitaciones permanecían cerradas bajo llave a menos que yo necesitara ayuda para sobrevivir una experiencia traumática, como por ejemplo, si necesitaba saber cómo actuar o qué decir para sobrevivir ser agredida. Esta separación entre las habitaciones hacía posible que una de mis partes pudiera extraer información de una experiencia previa sin que todo mi ser tuviera que recordarla.

La forma de TID que tengo se caracteriza por lo que se conoce como co-conciencia[3]. Esto quiere decir que hay un yo central al que siempre se regresa de esos estados de aislamiento. Muchas de mis partes solían tener mucha influencia sobre cómo yo me sentía tanto a nivel emocional como físico y no siempre tuve control sobre las mismas o ni siquiera sabía que existían. Algunas partes emergieron y luego desaparecieron, o se volvieron integradas al yo central, aunque mi yo central siempre existió y permaneció presente. Es por eso que para referirme a mis habitaciones o mis partes me gusta usar la analogía de una casa, en la que todas las puertas cerradas están directamente conectadas a una habitación central, la qual sería mi yo central. Cuando yo era una niña y una joven, las puertas se abrían y cerraban independientemente de mi yo central. Entonces fue una bendición que no tuviera conocimiento de las habitaciones que estaban cerradas con llave, hasta que, mediante tratamientos de terapia, comencé a sanar y llegué a volverme lo suficientemente fuerte como para, entonces, poder saber de ellas.

Después de haber ganado la fuerza suficiente para saber de estas habitaciones y poder tener acceso al contenido de las mismas, desarrollé una co-conciencia, o una conciencia compartida de todas mis partes para así poder comunicarme. Mi yo central permaneció como la autoridad central, la cual negociaba e integraba a las diferentes partes. Mediante la terapia que recibí, mi yo central pudo empezar a derribar las paredes de las habitaciones. Ahora, la casa consta fundamentalmente del yo central, el cual constituye un área abierta con tal vez una o dos habitaciones que todavía quedan por ser exploradas.

El objetivo que persigo con este libro es contar una historia de sanación y resiliencia. Sin embargo, para que puedan entender el contexto dentro del cual llegó a desarrollarse mi TID, y tratando de volverles testigos de cómo se forma en una persona el TID como un mecanismo de defensa, incluyo en este libro la descripción de partes del trauma que sobreviví. Creo que conocer el grado de violencia que sufrí es clave para poder llegar a comprender cómo sobreviví y entender la importancia que en mi vida tuvieron actos sencillos de bondad y cariño que me mostraron personas a las que conocí fuera de mi familia.

He reflexionado mucho sobre cuánto incluir en este libro respecto a la violencia que viví y he atenuado las escenas tanto como me fue posible. Como sobreviviente de violencia, en general debo tener cuidado con lo que leo o miro. Por eso he tratado, tanto como pude, de evitar proveer descripciones que fueran demasiado detalladas, con el objetivo de evitar provocarles reacciones adversas a quienes de ustedes pueden haber pasado por experiencias similares. Aunque he tratado de tener esto en cuenta, sé que incluso la más mínima mención de violencia podría desencadenar reacciones adversas en personas que tienen mucha sensibilidad. La mayoría de estas escenas violentas aparecen en los primeros seis capítulos; mientras que los capítulos venideros se concentran en describir el proceso de deshacer las consecuencias psicológicas y emocionales que dejó en mí mi pasado violento y llegar a aceptar que tenía TID.

Tal vez a usted le resulte más fácil leer tan sólo por encima las escenas violentas que aparecen en los primeros capítulos; y si todavía le resulta demasiado difícil, puede saltarse estos capítulos y empezar a leer desde el capítulo 7. Tal vez quieras pedirle a algún amigo/a que censure las escenas violentas tachándolas con un marcador.

Durante mi infancia, algunas personas se destacaron por ser guardianas de mi condición humana. Estas relaciones y conexiones, simples y cotidianas, hicieron posible que yo sobreviviera y me ayudaron a conservar mi auto respeto, dignidad, ambición, compasión y, más tarde, cuando ya estuve lista, el sentido del humor.

Tengo la esperanza de que este libro pueda ayudar a quienes conocen y aman a personas que tienen TID: sus familiares, parejas, compañeros de trabajo y amistades. También espero que quienes son responsables de intervenir en aquellas familias donde existe violencia puedan obtener de este libro un enfoque más específico sobre el tema, para que puedan realizar su importante trabajo, tras ganar un mejor entendimiento sobre el trauma. Espero sobre todo que aquellos de ustedes que tienen TID sepan que este trastorno es una estrategia de supervivencia asombrosa. Deben sentirse orgullosos/as de haber sobrevivido.

El trauma ha afectado mi vida inmensamente, como posiblemente haya también afectado la suya, pero he aprendido que mi vida se extiende más allá del dolor y de la oscuridad. Las personas sobrevivientes de trauma estan llenas de vida, de creatividad, de valor y de amor. Somos más que una suma fragmentada de partes.

Cómo sobreviví el infierno

1

Mi madre colgó el teléfono en la pared de la cocina y comenzó a subir las escaleras hacia mi habitación. Era una tarde cálida y húmeda, y nuestra casa no tenía aire acondicionado. Se alejó del ventilador que la había estado refrescando en la cocina y al caminar por el pasillo largo oyó sonar desde la sala al ventilador que refrescaba a mi padre.

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