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El Caso de Billy B.
El Caso de Billy B.
El Caso de Billy B.
Libro electrónico371 páginas4 horas

El Caso de Billy B.

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Habiendo nacido con labio leporino y de una madre que no lo deseaba y lo abandona a los seis meses de edad, parece ser que Billy tiene todo en su contra desde el principio. Su padre, Chris, un soldado del Ejército estadounidense, se ve obligado a renunciar a su trabajo para cuidar al bebé. Desde el comienzo, Chris y Billy sienten la falta de apoyo familiar y de diferentes departamentos estatales. Solo, Chris se esfuerza en equilibrar la monoparentalidad con su vida social, estableciendo una relación con la cuidadora de Billy, Stella, quien resulta ser mentalmente inestable. Chris se da cuenta de que ella abusa de Billy y decide irse de su casa. Las cosas van de mal en peor para él y Billy, pues teme que sus vidas puedan correr peligro. Sin autoridad alguna a la cual recurrir, Chris se ve en la necesidad de idear un plan para escapar de Stella junto a Billy para siempre.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento21 oct 2020
ISBN9781071572078
El Caso de Billy B.
Autor

Cindy Vine

Born in Cape Town, South Africa, I have traveled to many different countries working as an international school teacher. Following a bout with breast cancer and being ripped off yet again, I wrote a self-help book called Fear, Phobias and frozen Feet, which deals with how to break the pattern of bad relationships in our lives. Last year, I self-published Stop the world, I need to pee! It's a fictional tale of how a headstrong woman manages to escape from an abusive husband. Currently, I am teaching at an international school in Tanzania. The Case of Billy B is my third book.

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    Vista previa del libro

    El Caso de Billy B. - Cindy Vine

    El Caso de

    Billy B. 

    ––––––––

    por

    Cindy Vine

    ––––––––

    Inspirado en una historia real

    ––––––––

    2

    3

    Este libro está dedicado a Kenny Thorp, dueño del coraje de un león.

    4

    Índice

    Agradecimientos

    Plegaria antes de nacer (Louis MacNeice)

    Capítulo 1: Billy

    Capítulo 2: Carly

    Capítulo 3: Chris

    Capítulo 4: Billy

    Capítulo 5: Carly

    Capítulo 6: Chris

    Capítulo 7: Billy

    Capítulo 8: Carly

    Capítulo 9: Chris

    Capítulo 10: Billy

    Capítulo 11: Carly

    Capítulo 12: Chris

    Capítulo 13: Billy

    Capítulo 14: Carly

    Capítulo 15: Chris

    Capítulo 16: Billy

    Capítulo 17: Chris

    Capítulo 18: Billy

    Capítulo 19: Chris

    Capítulo 20: Billy

    Capítulo 21: Chris

    5

    Capítulo 22: Billy

    Capítulo 23: Chris

    Capítulo 24: Billy

    Capítulo 25: Chris

    Capítulo 26: Billy

    Capítulo 27: Chris

    Capítulo 28: Stella

    Capítulo 29: Billy

    Capítulo 30: Chris

    Capítulo 31: Stella

    Capítulo 32: Billy

    Capítulo 33: Chris

    Capítulo 34: Billy

    Capítulo 35: Chris

    Capítulo 36: Stella

    Capítulo 37: Billy

    Capítulo 38: Chris

    Capítulo 39: Billy

    Capítulo 40: Chris

    Capítulo 41: Billy

    Capítulo 42: Chris

    Capítulo 43: Billy

    Capítulo 44: Chris

    Capítulo 45: Billy

    Capítulo 46: Stella

    6

    Capítulo 47: Chris

    Epílogo: Billy, a los catorce años

    7

    Agradecimientos

    Agradezco especialmente a Rich Thorp, un completo desconocido que compartió conmigo parte de su historia y que estuvo feliz de que la usara como base de esta trama.

    A mi querido amigo Robert Stark, quien revisa mi uso de la gramática, ortografía y otros formalismos literarios, y que siempre está presente cada vez que necesito una observación positiva.

    A Charlie Campbell, quien se aseguró de que mi redacción fuera estadounidense, me dio excelentes ideas, y sin él nunca podría haber terminado este libro.

    A Diane Bowe y su pluma mágica por editar mi copia de prueba de lectura y hacerme incluso más estadounidense.

    A mis hijos, quienes aguantaron mis miradas ausentes y mi falta de atención, y que siempre creen en mí y apoyan todos mis esfuerzos. Los quiero a todos.

    8

    Plegaria antes de nacer

    (Louis MacNeice)

    Aún no he nacido; óyeme.

    No dejes que el vampiro chupasangre o la rata o el armiño o el monstruo se pie zambo se acerquen a mí.

    Aún no he nacido, consuélame.

    Temo que la raza humana con muros altos me encierre, con sustancias fuertes me drogue, con mentiras sabias me atraiga,

    sobre potros negros me atormente, en baños de sangre me sumerja.

    Aún no he nacido; dame

    Agua que me acaricie, hierba que crezca para mí, árboles que me

    hablen, cielos que me canten, pájaros y una luz blanca en lo profundo de mi mente que me guíe.

    Aún no he nacido; perdóname

    Por los pecados que en mí el mundo cometa, por mis palabras cuando me expresen, por mis pensamientos cuando me proyecten, por mi deslealtad engendrada por traidores superiores a mí,

    por mi vida cuando asesinen mediante mis manos, por mi muerte cuando vivan mi vida.

    Aún no he nacido; ensáyame

    En los papeles que debo hacer y las señales que debo seguir

    9

    cuando los viejos me regañen, los burócratas me intimiden con bravatas, las montañas me rechacen, los amantes se rían de mí, las olas

    blancas me llamen a la locura y el desierto me llame al desastre y el mendigo rehúse mi regalo y mis hijos me maldigan.

    Aún no he nacido; óyeme,

    No dejes que el hombre que sea una bestia o que crea ser Dios se acerque a mí.

    Aún no he nacido; lléname

    De fuerza contra quienes quieran congelar mi humanidad, quieran convertirme en un autómata letal, quieran que sea una pieza en una máquina, un objeto con

    un rostro, una cosa, y contra todos quienes quieran disipar mi integridad, quieran hacerme volar cual vilano de acá para allá o de allá para acá

    y como agua retenida en las manos quieran dejarme caer.

    No permitas que me conviertan en una piedra y me dejen caer.

    De lo contrario, mátame.

    10

    Capítulo 1

    Billy

    Oscuridad. No se filtra la luz, solo hay una oscuridad espesa para tener que intuir lo que hay alrededor. No hay nada que hacer estando encerrado en este espacio reducido. Huele un poco a humedad. El ruido es constante. ¿Quién dijo que había silencio en la oscuridad? Es como una especie de cámara donde se pueden probar diferentes equipos de música y revisar la calidad del sonido. Los ruidos y sonidos vienen de todas partes, penetran en mis pensamientos y no me dejan dormir. Tictacs, golpeteos, balbuceos, silbidos. La vida en un sonido envolvente.

    Y entonces oigo el ruido que más pavor me da. Discusiones, gritos, peleas. Sonidos sordos lo suficientemente fuertes para que entren en mi espacio e invadan mis oídos. Estoy protegido en mi cámara de sonido. Sé que estoy a salvo, pero aún siento que mi corazón late más rápido a medida que los sonidos sordos se intensifican fuera de mi refugio. Mis músculos se ponen tensos; estoy listo para devolver el golpe y defenderme si me atacan.

    Hay pasos, oigo un portazo y el arranque de un automóvil en la entrada. Mi mundo se sacude mientras empieza el llanto. Desearía poder ofrecer algún consuelo, pero no sé cómo, atrapado en mi cueva oscura. Puedo acercarme, pero no puedo tocarlos. Hay una barrera que me tiene encerrado en mi espacio. Tirar del cordón no me liberará. Lo he intentado antes. Tengo una sensación

    11

    momentánea de pánico antes de que me prepare para lo que sé que va a pasar. Cierro los ojos y pongo los pies contra la pared haciendo presión para evitar caer disparado dentro de mi cámara, mientras empiezan los puñetazos.

    12

    Capítulo 2

    Carly

    —¿Por qué, por qué, por qué? —gritó Carly dándole puñetazos a su barriga abultada—. ¿Por qué me embaracé? —Se puso de perfil y se miró en el espejo del pasillo—. ¡Mi cuerpo, acabado! ¡Se fue a la mierda! —exclamó dándole otro puñetazo a su redonda barriga antes de desplomarse en el suelo.

    No había nada que pudiera hacer. El bebé había sido deseado. No es que hubiera sido un accidente o algo así. Se conocieron en una fiesta de veintiún años y no esperaron mucho para escabullirse del resto e irse hacia los arbustos. El sexo debería haberse quedado solo en eso, pero no, ella quiso ir hasta el final y casarse. Por suerte, el cabrón estaba fuera la mayor parte del tiempo, peleando por Dios y los Estados Unidos y quién sabe qué más. Ella podría haber seguido haciendo striptease, ganando más dinero, sin preocupaciones, pero entonces él regresó de Kuwait y quería tener un hijo.

    Se secó el rostro manchado de lágrimas con la manga de su enorme suéter. Podría haberse negado. Debería haberse negado. Debería haberle contado sobre los otros. Diablos, la vida como mujer de un militar era solitaria. Era demasiado joven para estar sola. Pero ahora había regresado y ella estaba embarazada. Él esperaba que fuera mujer de un solo hombre. Sim embargo, la excitación y la adrenalina desenfrenada de haber dormido con otro hombre en la cama del esposo eran alucinantemente increíbles para dejar de

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    hacerlo. Y ahora el embarazo había ahuyentado a varios de sus amantes.

    —¡Maldita sea! —exclamó golpeando su barriga una última vez antes de ponerse de pie y caminar por el pasillo hacia el baño, donde se mojó la cara—. Tal vez debería dejar de ver a los otros hasta que esta cosa salga —masculló pasando los dedos de forma inconsciente por su cabello mientras miraba fijamente su reflejo en el espejo del baño. Notó que su rostro parecía estar poniéndose más redondo y que había un leve indicio de la aparición de una papada—. Si quiere esta cosa maldita, que la tenga. Luego podré recuperar mi vida. Eso es lo único que soy, ¡una jodida incubadora!

    Se dio vuelta cuando oyó que se cerraba la puerta de entrada. Obviamente, Chris solo había conducido hasta el final del camino de entrada y luego había regresado. Carly suspiró. Era muy predecible. Tal vez ese era parte del problema. Siempre era así. Todos los días había alguna pelea por una cosa u otra: que bebiera alcohol estando embarazada, que coqueteara con los amigos de él, que no se preocupara de cocinarle, que la casa siempre estuviera hecha un desastre. Cuando lo pensaba, la lista era interminable. Desde luego, el matrimonio no estaba yendo como él lo había pensado tampoco.

    —Lástima, ¡ni que precisamente estuviera divirtiéndome aquí! —Se lavó el rostro manchado de lágrimas y se echó un último vistazo—. Mmm, ¿debería verte con una expresión triste y deprimida, una sonrisa falsa o con cara de Me importan un carajo tú y lo que pienses?

    A veces, Carly pensaba que la vida era todo un teatro;

    14

    una telenovela donde ella era una de las estrellas.

    —¡Carly, Carly! —gritó Chris con frenesí al chocar contra la mesilla ubicada junto a la puerta de entrada—. Siento haber gritado y haberme puesto tan furioso. Solo quiero que seamos una familia. Sé que no me engañaste. Por Dios, soy un cabrón celoso. Lo siento, ¿está bien?

    Abrió los brazos hacia Carly, quien estaba junto a la puerta del baño. No se acercó a él de inmediato, decidida a hacerlo sufrir un poco. Cruzó los brazos sobre los pechos, intentando adoptar un aire despreocupado. Su corazón latía muy fuerte al ver la mirada desesperada de Chris. Siempre la hacía sentir culpable con esa mirada.

    Se acercó a él con una sonrisa tensa y puso la cabeza sobre su pecho firme. Si solo supieras, pensaba para sí misma, sintiendo que Chris estaba teniendo una erección mientras ella lo rozaba. Los hombres son simplemente muy predecibles. Un roce accidental en la zona de la ingle y se olvidan de lo que estaban discutiendo. El sexo era una herramienta bastante útil. Carly respondió con una pequeña sonrisa forzada. En la adolescencia había aprendido las distintas formas en que se podía utilizar el sexo para conseguir lo que se deseaba. Se podía utilizar como distracción, venganza, poder, para aliviar la culpa y convencer a alguien de darnos lo que quisiéramos. Desde luego, el sexo también podía servir para el placer. Hay quienes dicen que tiene que ver enteramente con el amor. Por un minuto, Carly no lo creyó así. El sexo también tenía fines reproductivos. Relajó los brazos y se frotó la barriga.

    —¿Estás segura si tenemos sexo ahora? ¿No le

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    haremos daño al bebé? —le susurró Chris en el oído, como si temiera que el bebé pudiera oír su pregunta.

    —Tal vez no deberíamos —le respondió Carly también en un susurro, pensando que no había tenido tiempo para ducharse aún después de la visita matutina que le hizo el infante de marina de la casa de al lado mientras Chris entrenaba en el gimnasio—. Leí en alguna parte que si tenemos sexo a estas alturas del embarazo el bebé tendrá daño cerebral. Creo que es porque el pene hace presión sobre el cráneo aún blando del bebé o algo así.

    Carly sonrió de satisfacción, contenta con su creativa mentira. Borró su sonrisa cuando vio un atisbo de decepción reemplazado rápidamente por una sonrisa comprensiva de parte de Chris. El hecho de que fuera tan confiado le quitaba toda la gracia de mentirle. La hacía sentir mal.

    —Está bien, Carly —dijo Chris—. Tomaré una ducha fría. ¿Amigos?  ¿Me perdonas?

    La miró fijamente por un minuto, esperando a ver si cambiaba de parecer, pero Carly ya se dirigía a la cocina para buscar una cerveza del refrigerador. De seguro el líquido frío curaría todas las heridas y le haría sentir mejor por engañar a Chris nuevamente. Dios, era tan jodidamente crédulo y siempre estaba dispuesto a complacer. Realmente patético, pensaba Carly llevándose la lata de cerveza fría a la mejilla.

    —No deberías beber alcohol. No le hace bien al bebé —murmuró Chris por encima del hombro mientras se dirigía al baño para ducharse.

    Carly abrió la cerveza e hizo un gesto obsceno con el dedo a espaldas de Chris mientras este se alejaba.

    16

    —Maldito cabrón beato —dijo mofándose en voz baja mientras Chris cerraba la puerta del baño—. ¿Quién murió y lo convirtió en Dios? Que haya ayudado a hacer un bebé no le da derecho a controlar mi vida. Cabrón.

    Bebió un sorbo de cerveza y disfrutó el frescor del líquido dorado que bajaba por su garganta. La verdad era que estaba cansada de estar casada, de ser la esposa de un militar y de estar embarazada.

    —Cuando esta cosa salga, me iré. Será agua pasada —murmuró sorbiendo la lata de forma ruidosa.

    17

    Capítulo 3

    Chris

    Está bien, soy superficial. Me atraen las chicas de piernas largas y delgadas, tetas grandes y que sean increíblemente atractivas. No voy a decir que los ojos, una sonrisa preciosa o una personalidad seductora son suficientes para mí. Para mí, siempre ha sido el envase. Hombre, solo quiero que los demás me envidien, me admiren y vean lo que tengo y lo que ellos no tienen. Estaba lo suficientemente a la altura para conseguir una chica jodidamente atractiva. De todos los hombres disponibles en esa boda, y créanme que había muchos, Carly me eligió a mí. Ella siempre decía que nos conocimos en una fiesta de veintiún años, pero estoy seguro de que fue en una boda. Era la boda de un militar, por lo que había grupos de muchachos jóvenes y bien parecidos dando vueltas con sus botellas de cerveza hasta quedar completamente borrachos; una variedad de hombres que se paseaban y de entre los que una chica atractiva podía elegir alguno. Lo admito, entreno y creo que no estoy nada mal. Probablemente piensen que soy egocéntrico, pero solo expongo los hechos. Las mujeres eran contadas en esa boda, no muchas estaban buenas, y Carly... bueno, se destacaba entre las demás. Creo que me enamoré el minuto en que llamó mi atención, sonrió y llevó su largo cabello al hombro. Supe entonces, en ese momento, que Carly era mi media naranja.

    Creo que empecé a excitarme mientras caminaba

    18

    hacia ella, antes de que hubiéramos intercambiado alguna palabra. Sabía que la deseaba más que cualquier cosa. Y cuando habló, su voz era tan sensual que se me hizo un nudo en el corazón. Dios, era tan atractiva. Sabía con certeza que la amaría y que me haría sufrir, aun así, la deseaba, si eso tiene algún sentido. Era como si no pudiera controlarme, y la verdad es que no puedo recordar mucho más sobre esa boda. Mis hormonas tomaron el control de mi cerebro. Me presenté; ella dijo que su nombre era Caroline pero que todos la llamaban Carly. Hacía que las flores del jardín parecieran más hermosas, que el sol brillara más y el cielo se viera más azul. Hablar con Carly me ayudó a borrar la dura realidad de la vida como soldado profesional. Coqueteamos. Reímos. Fuimos detrás de unos arbustos y follamos con locura, como perros en celo. Fue genial.

    Quería casarme antes de mi próxima misión. Todos mis amigos se estaban casando y yo no quería quedarme atrás. Parecía ser lo correcto en ese momento y quería asegurarme de que Carly fuera mía. No soy el tipo de hombre que le guste compartir. Vi cómo la miraban los otros muchachos y sabía que cuando me alejara nuevamente, otro se la llevaría. Nos casamos y vivíamos bien. Cuando regresé de Kuwait, decidimos tener un bebé y formar una familia. Entonces me enviaron a Panamá y sentí que las cosas habían cambiado entre nosotros. No estoy seguro si se aburría sin mí, pero a veces no tenía noticias suyas durante días. Estaba atrapado en Panamá y me sentía completamente impotente, ya que no había manera de poder ubicarla. ¿Saben cómo entra el pánico y tener que esperar lo peor? Bueno,

    19

    imaginaba que un violador la había asesinado y que yacía en

    un charco de sangre seca, descomponiéndose lentamente mientras yo estaba desplegado en Panamá. Finalmente, logré contactarme con su amiga, quien me dijo que Carly había salido por el fin de semana con otra amiga. Dios, ¿por qué no me cuenta estas cosas?

    Sentía que me estaba poniendo cada vez más paranoico. ¿Quién era esa otra amiga? ¿Por qué no me contaba dónde estaba y a dónde iba? ¿Qué me estaba ocultando? Cuando hablaba con ella por teléfono, trataba de analizar cada matiz, cualquier indicio de que pudiera estar en algo turbio. Dios, estaba empezando a desconfiar mucho. Me odiaba por eso. Pero amaba a Carly y ansiaba convertirme en padre. Siempre se escuchan esas historias terribles de abortos espontáneos, y me aterraba la idea de que pudiera perder el bebé. Solo deseaba que dejara de beber, que fuera más cuidadosa y que estuviera más entusiasmada con el embarazo. Eso era lo peor de estar desplegado. No se tiene control sobre los seres queridos en casa. Así que, aunque se esté casado y se tengan amigos, la ansiedad hace que uno se sienta como si fuera la persona más solitaria del mundo.

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    Capítulo 4

    Billy

    Entre silbidos y balbuceos, golpeteos y tics, puedo oír su voz, que me reconforta y alegra. Sus palabras no tienen sentido, pues nunca presto mucha atención al contenido o a lo que diga. Es solo el sonido de su voz a lo que me siento tan conectado. Es como si ella fuera yo y yo ella, aunque sé que yo soy yo. Hay veces en que de repente me asusto y solo puedo oír el sonido melodioso de su voz que me calma.

    Me aterra abandonar mi cueva segura, mi refugio. No sé qué hay al otro lado de estas paredes. El instinto me dice que la salida de mi refugio va a ser dolorosa, tanto para la mujer de la voz suave como para mí. Eso es lo que me asusta. La pesadilla interminable de no saber lo que está por venir y entender que, sea lo que sea, no va a ser particularmente grato. Sin embargo, siento la conexión entre la mujer y yo, y sé que estará ahí para ayudarme durante mi vida afuera. Saber eso me hace sentir seguro y me da la confianza para abandonar mi refugio, mi cueva oscura.

    Mis movimientos son cada vez más limitados. Ya no puedo estirarme ni flexionar los músculos. A decir verdad, se está volviendo un poco incómodo. Menos mal los puñetazos se han detenido. Ya no parece haber suficiente líquido que me proteja de ellos, y me está aterrando la idea de herirme o lastimarme. La mujer parece estar más relajada. A veces la oigo reír. No reconozco las otras voces, las de los extraños, pero no siento ninguna conexión con ellos.

    21

    Los silbidos, balbuceos, golpeteos y tics continúan a mi alrededor y se infiltran en mi cueva. Me pregunto si hay más tranquilidad al otro lado.

    22

    Capítulo 5

    Carly

    El corazón de Carly saltó cuando oyó que sonaba el teléfono en el pasillo.

    —Por favor, que no sea él. Por favor, que no responda él. Por favor, por favor, por favor... —se repetía en voz baja mientras salía apresurada del dormitorio para contestar la llamada antes de que llegara Chris—. Demasiado tarde; mierda, mierda, mierda —soltó en voz baja al oír que Chris atendía el teléfono.

    —Aló, habla Chris. ¿Aló? ¿Aló? ¿Hay alguien ahí? ¿Aló? —Chris colgó el auricular y se dio vuelta para ver a Carly, quien estaba detrás de él, con el rostro pálido—. ¿Qué pasa? —preguntó con inquietud—. ¿Estás esperando una llamada? No estoy seguro si son niños jugando a hacer bromas telefónicas, pero han colgado muchas veces el teléfono cada vez que he contestado. ¿Te ha estado ocurriendo lo mismo? —Carly negó lentamente con la cabeza y se encogió de hombros mientras Chris pasaba frente a ella para alcanzar su chaqueta—. Voy al cobertizo; quiero ver si tengo algunas de las herramientas que necesito para reparar la casa. ¿Estás segura de que estás bien? No te veo bien, nena.

    —Estoy bien, es solo que el bebé me está incomodando —respondió Carly con voz monocorde, deseando que Chris saliera de casa antes de que el teléfono sonara otra vez.

    23

    Carajo, le había dicho que no llamara cuando Chris estuviera en casa de permiso, ¿pero escuchó? De ninguna manera, pero eso es lo que probablemente le atraía de él. Que fuera un poco exaltado, que nunca siguiera las reglas; por Dios, su tipo de hombre, lo que Chris solía ser antes de que repentinamente madurara estando con ella y quisiera convertirse en padre. Vaya, ¿de qué se trataba todo eso? Un deseo repentino de dejar su marca en el mundo. Si él hablaba, Chris reconocería su voz inmediatamente. Se suponía

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