Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Fishman
Fishman
Fishman
Libro electrónico132 páginas1 hora

Fishman

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Bobby Fishman intenta suicidarse. Todd Patrick salva su vida, afirmando ser el novio de su hermana. Pero la hermana de Bobby está muerta...¿realmente lo está? ¿Quién está detrás de los perfiles de Kathleen Fishman en internet?

IdiomaEspañol
EditorialChloe Gilholy
Fecha de lanzamiento17 nov 2022
ISBN9781667445397
Fishman
Autor

Chloe Gilholy

Chloe Gilholy is a healthcare worker from Oxfordshire. She published her first poem when she was eight and she hasn't stopped since. 

Lee más de Chloe Gilholy

Relacionado con Fishman

Libros electrónicos relacionados

Thrillers para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Fishman

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Fishman - Chloe Gilholy

    Capítulo Uno: Hola y Adiós,

    Mundo Cruel

    H

    ––––––––

    e escuchado que ahogarse es la manera más placentera de morir. Amo la sensación de estar bajo el agua, hace que uno se sienta ligero y libre. Nadie puede juzgarme aquí abajo. Mi nombre es Robert Fishman, algunas personas me dicen Bobby, pero en realidad no me gusta. Paso la mayor parte de mi tiempo jugando videojuegos. Tengo varias consolas. No salgo mucho de casa. No comí nada ayer. Y hoy, tuve mi última comida, tengo planes de no volver a comer jamás. Lo único que necesito en la vida es a mí mismo, y a mis videojuegos.

    Ahora que perdí el juego, todo ha terminado para mí. Es hora de desconectar mi miserable vida. Extrañaré los videojuegos, espero que le sean entregados a un ávido coleccionista.

    Me gusta mi soledad, pero odio sentirme solo. Todo el mundo me abandonó hace años. Los únicos amigos que tengo realmente son la insensibilidad, la tragedia y el vacío. Lo he estado pensando por años. Ya no tengo un lugar real en el mundo. No puedo ser el hazmerreír de la ciudad para siempre.

    Los videojuegos son lo único que me mantiene en pie hoy en día. Pero en los días en los que ni siquiera puedo levantarme por la mañana, me pregunto: ¿por qué sigo aquí? Ya no tengo ni idea de lo que está pasando en el mundo exterior. Ni siquiera sé si la Reina sigue viva.

    Sólo salgo una vez a la semana. Me escondo en los cementerios todos los domingos, luego camino por el acuario local o, cuando no hay nadie, admiro las flores en el parque. Me uniría al servicio de la iglesia... pero siento como si no fuera bienvenido allí.

    — ¡Compórtate como un hombre! ¡Grandísimo marica! —las palabras de Sarah resuenan en mi mente. Han pasado diez años desde el divorcio, y todavía puedo escuchar sus quejas haciendo eco en mi cabeza. Mi ex esposa siempre ha sido una dominatriz. Le gusta tener el control. Siempre discutíamos. No sé por qué sigue usando mi apellido. Dejó claro con sus acciones que sólo estaba interesada en mi dinero.

    No sé por qué. Recibo dinero del gobierno; 400 libras al mes. Con eso apenas puedo cubrir mis gastos. La única razón por la que logro salir adelante es porque mi abuelo siempre me envía dinero por banca en línea. Para ser un hombre de ochenta años, tiene más carisma que yo.

    Rara vez abro mi Facebook, pero cuando lo hago, veo fotos de él bailando en todos los clubes nocturnos de Inglaterra. Se ve como un viejo proxeneta con su gabardina y sus habanos. Es espeluznante en cierto modo, pero quiere irse de esta vida a lo grande. Me pregunto cuántos tíos y tías en pañales tengo. No ha reconocido a ningún hijo que no sea mi padre y el tío Ryan, y ambos están muertos. Mi padre murió de un coma diabético y mi tío Ryan murió en un accidente automovilístico. En ambos casos, los médicos culparon al alcohol.

    En cuanto a mi muerte, los médicos lo atribuirán a las drogas en los panqués de mi desayuno. Hablando de mi abuelo, me envió un mensaje desde su celular:

    — ¡Tienes que salir a tomar aire! —todas estas cosas que el abuelo y otras personas me dicen que haga. Está bien para ellos, no tienen depresión como yo. Sé que sólo intentan ayudar, pero empeoran las cosas. Ya me he decidido. He tenido suficiente. Es hora de irme.  

    No sé cómo describir mi depresión. Es una enfermedad, locura, o ambas. No sé cómo llegó allí, no se va. Es como una llama quemándome por dentro. Los monstruos siempre atormentándome. No puedo ver a estos monstruos y demonios hacer evidente su diversión, pero puedo sentirlos. Ya no me harán daño.

    Lejos de mi suburbana y podrida ciudad, respiro el aire holandés. Llegué aquí en tren. Ahora que estoy de pie sobre los muelles de Ámsterdam, estoy listo para hacerlo. Hay un bonito restaurante chino flotando junto al río. Su nombre El Palacio del Mar hace honor a su apariencia. Me alegro de haberlo elegido como el lugar para mi última cena. Es mejor que la repugnante comida para llevar de mi calle. Aquí venden buena comida. No he comido tanto en mucho tiempo.

    Mis pies están a solo un milímetro del agua, pienso en mis últimas palabras, le di las gracias a una mesera.

    Pero me pregunto: ¿por qué estoy agradecido? Miro lo que hay en mi bolsillo: un viejo conjunto de cuentas de rosario y un anillo de bodas. ¿Por qué debería estar agradecido? ¿Por todas las cosas que pudieron haber sido? ¿Debería sentirme agradecido por todas las cosas que me han sido arrebatadas?

    No tengo razones para quedarme. Es hora de irme. Estoy lleno por el festín, debería poder hundirme más rápido. No le tengo miedo al agua. Fantaseo con vivir junto al mar y tener mi propia piscina. Es curioso como todas estas ideas llegan a ti justo cuando estás a punto de morir.

    Abro los brazos. Mi cuerpo se inclina hacia adelante en el momento en el que salto. El agua me da la bienvenida cuando cierro los ojos y pienso en la muerte.

    Las salpicaduras de la superficie y las burbujas a mi alrededor se sienten eufóricas. No sé cuán hundido estoy, pero mi cuerpo se siente pesado y siento como si mis pulmones estuvieran a punto de estallar. Es la adrenalina que controla mi cuerpo. Tengo recuerdos tintados de azul y verde de cuando era más joven. Pero van y vienen tan rápido que no puedo encontrarles mucho sentido.

    Mi cuerpo se curva mientras mi cabeza se inclina debajo de una luz brillante. No sé si esto es normal, pero puedo ver una mano que viene hacia mí. Se acerca. Luego, dos manos se convierten en una sola. No puedo distinguir nada más allá de la mano y las luces. Esto podría ser el final, o también podría ser el efecto de haber comido pastelillos espaciales en el desayuno y el almuerzo. Ya no sé qué es lo que está pasando. Ya no me importa. Sé que el dolor pasará, y tendré mi final feliz. Estaré con mi hermana de nuevo, mi única verdadera amiga.

    Algo me oprime el pecho y me lleva hacia la luz. Mi visión se desvanece y se vuelve azul. Empieza a oscurecer, aquí es donde doy mi último aliento.

    Adiós, mundo cruel...no te extrañaré.

    DOS MANOS PRESIONAN mi pecho. Toso, escupo agua y siento dolor al abrir los ojos. Hay un joven jadeando sobre mí. Me sonríe como si fuera un buen amigo suyo, pero nunca antes había visto al sujeto. Parece una de esas estrellas de cine con esos músculos.

    — Estás a salvo —me dice—. Me alegra que mi abuela me enseñara a nadar. Y también es afortunado que estuviera aquí, ¿no, Bobby?

    Pongo los ojos en blanco. No me gusta que la gente me diga Bobby. Mi hermana y mis padres siempre me decían que era su pequeño Bobby. Sé que es sólo un apodo, pero me provoca una sensación de dolor, como si algo me arrastrara por el suelo. Cierro los ojos, deseando que sea sólo un sueño y que despierte como un espíritu libre de los dolores de la vida humana. Quiero estar con mi familia. 

    — ¿Quién eres? —le pregunto. Mis puños se cierran. Si tuviera la fuerza, lo golpearía. Mi rostro se siente congelado y hablar me resulta doloroso.

    Él me da una cachetada. No. Sigo vivo. Maldita sea.

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1