Shot
Tengo la mirada fría puesta en el enorme ventanal por el que los caminantes cruzan como si formaran parte de una proyección expuesta en el MOMA de Nueva York. Podría estar ahí perfectamente o en cualquiera de las cafeterías que han poblado el barrio de Williamsburg de Brooklyn, aquel desde el que hace años miraba el de Manhattan como si estuviera en los restos de una fábrica propia de . Nada queda de eso ahora. Los edificios blancos con cristaleras azuladas parecen más propios de los bloques horteras que llenan la primera línea de la playa de Benidorm. La mirada de una chica choca contra la mía, desde fuera, y me devuelve a la realidad. ¿Es ella? Por un momento dudo, pero no. Tan solo ha mirado unos instantes al interior y ha seguido de largo. Dentro
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