La cabaña
Por Sky Corgan
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El sueño de toda chica es ser rescatada por un apuesto desconocido. Cuando me desperté y vi a Kit Green junto a mí, pensé que era un ángel. No ví sus alas negras.
¿Qué está haciendo aquí en el bosque completamente solo? No se lo pregunto al principio. Estoy demasiado distraída por la intriga y el deseo. Si no fuera por él, estaría muerta. Quiero agradecerle con mi cuerpo.
Pero las cosas pierden sentido rápidamente. Esta cabaña está llena de secretos. Hace frío afuera, pero comienzo a pensar que él vino aquí a quemar sus pecados.
Advertencia: La Cabaña es un romance oscuro. Esta historia incluye temas como las dificultades del desorden de estrés postraumático y encontrar una razón para vivir cuando nada parece tener importancia.
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La cabaña - Sky Corgan
CAPÍTULO UNO
KIT
Los sueños siempre son iguales. De repente hay una pistola en mi mano. Estoy junto a los demás soldados, disparándole al enemigo. Mi hermano está a unos metros delante de mí. Puedo verlo, pero no le pongo atención. Mi atención está en mantenerme vivo. Haciendo mi trabajo. Protegiendo a mi país.
Sé lo que viene. Siento el malestar acumulándose en mi estómago mientras lo espero. Aún peor que el que ya sentía en ese terrible día. En ese entonces, no sabía lo que ocurriría. Nuestras vidas siempre estaban en peligro. Cada aliento que tomábamos podía ser el último por culpa de una bala bien dirigida o por una mina o por una bomba. La adrenalina, el miedo y la determinación era lo que nos matenía con vida. La dirección de nuestros superiores y la esperanza de que nuestro plan pudiera efectuarse con la menor cantidad de pérdidas.
Pero el sueño es diferente. Es como correr de algo horrible, pero sin poder escapar. El pánico está ahí, pero tus piernas no se mueven. El monstruo sigue acercándose y estás atrapado.
Ese día, mis ojos estaban en el enemigo. Pero en el sueño, estoy enfocado completamente en mi hermano. El arma está sobre su hombro y la dispara rápidamente. Él ni siquiera sabe lo que viene, pero yo sí.
Yo grito, pero él no puede oírme. Los disparos son demasiado ruidosos. Todo es ensordecedor. Es como si yo fuera mudo. Nadie me pone atención aunque soy el único soldado que ya no dispara.
Vuelan a mi hermano en pedazos justo frente a mis ojos. La desesperación que siento es como lava, quemándome por dentro. Pero no tengo tiempo para ser emocional, porque tengo otro trabajo que hacer.
El arma ya no está en mis manos. En su lugar hay torniquetes y suturas y todo lo que necesito para atender a mis amigos y curarlos. Uno tras otro, ellos mueren a pesar de mis esfuerzos. Soy el médico de combate más inútil que ha existido.
Imágenes de sus familias llorando pasan por mi mente. Gente que nunca he visto antes. Caras que saco de lugares al azar, que mi psique dañada ha recopilado para torturarme por toda la eternidad. Ellos me culpan a mí. Dicen que si hubiera sido mejor, sus seres queridos seguirían vivos. Dicen que debí haber muerto yo.
Me levanto gritando, cubierto de sudor frío, igual que siempre. Noche tras noche.
Mi psicólogo dice que eventualmente parará, pero ya han pasado dos años. No puedo soportar dos años más de esto. Estoy roto y no me reconozco a mí mismo. Soy la cáscara de la persona que solía ser antes de la guerra. La mayoría de los días, intento no sentir nada en absoluto. Tomo mis antidepresivos. Veo televisión todo el día como un anciano, intentando entrar en otros mundos y en otras vidas para poder fingir que la mía no existe. Pero no importa qué medicamentos me den para detener las pesadillas, nunca funcionan. He intentado todas las opciones. Sólo queda una, si quiero encontrar paz.
El silencio de mi departamento es insoportable mientras empaco mis maletas. Enciendo la radio para ahogar mis pensamientos. Mis dudas. Aparece una canción que a mi hermano le encantaba. Lo tomo como una señal de que estoy haciendo lo correcto, pero aún así no puedo forzarme a escucharla. De repente recuerdo a Rob cantando la letra mientras íbamos a la tienda de la esquina en el auto para que yo le comprara una cerveza. Las lágrimas llenan mis ojos mientras pienso que no pudo llegar a cumplir 21 años. ¿En qué tipo de mundo vivimos dónde un niño es considerado lo suficientemente grade para matar gente pero no para tomar?
-Mierda. -Seco mis ojos con mi manga antes de agarrar la foto familiar de la mesita de noche para meterla en mi mochila.
Ya no soporto esto. No puedo pensar en estas cosas, pero tampoco puedo irme simplemente.
Cargo todo en el auto y luego vuelvo adentro para hacer la cosa más cliché del mundo. Escribo una nota para mi madre, pero no le explico por qué tengo que hacer esto. Ella sabe por qué. Ella entenderá. En lugar de eso, redacto una corta disculpa y luego hago una lista de todas mis cuentas y contraseñas para que pueda tener acceso a todo lo que necesite para lidiar con mis pertenencias. Le digo que no vaya a la cabaña. Que sólo mande a las autoridades cuando encuentre la nota. No necesita verme.
Dejo la nota en mi cama y luego observo mi departamento por última vez. Las paredes están vacías y grises, como mi vida desde ese día. No voy a extrañar este lugar. No voy a extrañar nada de mi vida.
Subo a mi auto y voy a la florería para comprar el bouquet más grande y extravagante que tengan. Gasto todo lo que puedo ya que no tengo nada más que comprar, incluso aunque mi madre lo encuentre sospechoso.
Quién diría que las flores pueden ser tan caras, que alguien pagaría tanto dinero para ver algo hermoso marchitarse lentamente y morir frente a sus ojos. Estas son el tipo de cosas que uno no piensa a menos de que hayas vivido lo que yo. La gente no se fija en las sutiles maldades del mundo. O tal vez sólo estoy pensando demasiado. Sólo son flores.
Pongo el bouquet en el asiento del pasajero y conduzco hasta la casa de mi madre. La culpa me golpea mientras me estanciono frente a su condominio. Ella ha sufrido casi tantas pérdidas como yo.
Mi padre se fue después de que mi hermano murió. Ella siempre había sido nuestro apoyo, animándonos en nuestra decisión de hacer nuestras carreras en el ejército. Nuestro padre no quería que fuéramos. Él culpó a mi madre por la muerte de mi hermano, por darle ánimos cuando debió advertirnos de los peligros del ejército. Él me culpó por ser la influencia que hizo que Rob se enlistara. Desde que éramos pequeños, Rob siempre intentó copiar todo lo que yo hacía. Nunca dejó de hacerlo.
Esta vez, yo iba a seguirlo a él.
Suspiro mientras apago el motor, forzándome a sonreír y viéndome en el espejo para verificar que se vea genuino. No lo parece. ¿Cómo alguien puede fingir estar feliz sintiéndose como yo? Pero estoy seguro de que cuando vea a mi madre a la cara, podré fingir mejor.
Tomo el bouquet del asiento del pasajero, lo llevo hasta la puerta y toco dos veces. Escucho pasos que se acercan antes de que la puerta se abra. Mi madre sonríe y la sorprendo con las flores.
-¡Kit! -Sus ojos se hacen grandes mientras ve el florero lleno de lirios y rosas. -No te hubieras molestado.
-Tengo que consentir a mi chica favorita. -Le guiño el ojo antes de darle las flores.
-Tu chica favorita. -Ella repite y ríe. -Preferiría que dijeras eso sobre alguien más.
Nunca lo haré. Tal vez en otra vida, podría haber tenido todo lo que ella quería para mí. Una esposa. Hijos. En otra vida, Rob seguiría con nosotros. Viviríamos a unas casas de distancia y nuestros hijos crecerían juntos. Pero no en esta vida.
-Voy a ir a la cabaña por unos días. Sólo quería pasar antes de ir. -Le aviso.
Como era de esperarse, su cara se llena de preocupación. -¿Estás seguro que es una buena idea? ¿No dijo tu terapeuta que no debes estar solo?
-Sí, lo dijo. -Yo suspiro. -Pero creo que estar sólo es justo lo que necesito ahora.
-No creo que sea buena idea. -Mamá deja el jarrón sobre la barra que divide la cocina y la sala y me empuja hasta el sofá.
-He intentado todo. -Le confieso. -Tal vez estar en algún lugar donde tenga buenos recuerdos pueda ayudarme.
Quedan pocas cosas de nuestra antigua vida. Mamá vendió la casa después del divorcio y vino a vivir aquí. Todas las cosas de mi hermano están almacenadas. Ninguno de los dos ha tenido el corazón para revisarlas. Yo sólo pago la renta del almacén cada mes.
-A ti y a Rob les gustaba mucho acampar e ir de caza con tu abuelo. -Una sonrisa aparece en el rostro de mi madre. -Pero es algo tarde en el año para ir a acampar. El meteorólogo dice que se acerca una tormenta de nieve.
-Estaré bien, mamá.
-¿Quieres que vaya contigo? -Ella se levanta de inmediato. Puedo ver que de verdad no quiere ir. Demonios, ¿quién querría ir a una cabaña en medio del bosque sin electricidad o agua en esta época del año? El lugar es viejo. Sólo alguien loco querría quedarse ahí sabiendo que una tormenta de nieve se acercaba. O alguien que quisiera morir.
-Sé cuánto te gusta el frío. -Le doy un jalón al cuello de mi camiseta. Debe tener el termostato a casi treinta grados. Ya estoy sudando.
-Quien sabe, a lo mejor me divierto. -Ella se encoge de hombros. -Tengo tanto tiempo de no ir. Espero que no hayan forzado la cerradura.
-No lo llamaría 'forzar'. -El abuelo