Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Dulce Reencuentro
Dulce Reencuentro
Dulce Reencuentro
Libro electrónico93 páginas2 horas

Dulce Reencuentro

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

En Dulce reencuentro, el destino encuentra la nostalgia. Jade nunca olvidó a su ex novio, que terminó todo y la cambió por su carrera. Pero la receta de un gran amor nunca se deshace. Qué sucede cuando los dos se reencuentran? Alex está sobrecargado y el estrés de ser director jurídico de un gran banco ha cobrado su precio. Cuando él decide repensar su propia vida, la invitación al casamiento de su hermana parece una buena oportunidad para volver a su ciudad natal en busca de una rutina más tranquila. También parece la ocasión perfecta para un reencuentro…

IdiomaEspañol
EditorialA. C. Meyer
Fecha de lanzamiento16 dic 2020
ISBN9781071580080
Dulce Reencuentro

Lee más de A. C. Meyer

Relacionado con Dulce Reencuentro

Libros electrónicos relacionados

Romance contemporáneo para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Dulce Reencuentro

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Dulce Reencuentro - A. C. Meyer

    Nostalgia

    Dulce reencuentro

    A.C. Meyer

    1

    Jade

    — Está perfecto, Jade! — Oigo a Safira, mi hermana más pequeña y mejor amiga, decir detrás mío al verme colocar los noviecitos en la parte superior del pastel.

    Me paro a su lado, limpiando mis manos con el trapo de cocina que estaba sobre el mostrador y evalúo mi trabajo con una sonrisa en el rostro: un lindísimo pastel de cinco capas con masa de bizcochuelo y relleno de trufas de chocolate blanco, cubierto con pasta americana trabajada con detalles de encaje. Una bonita cinta en marfil satinado, del color exacto de la cobertura y adornada con un moño milimétricamente construído, envuelve los pasteles con los números uno, tres y cinco. Debo concordar con ella, es perfecto.

    — No puedo creer que terminé. Creo que éste fue uno de los más demorados — digo y sonrío, mientras ella pasa el brazo alrededor de mi cintura y me abraza, observando aún el precioso pastel.

    — Pasé sólo para decir hola. Estoy yendo a la clase. Puedo robar un recién casado de allí? — Ella parpadea los ojos, tan azules como la piedra que tiene su nombre, y balancea los largos cabellos rubios ondulados en dirección a la bandeja donde mil quinientos recién casados están preparados.

    — Sabía que tenías un interés — digo, riendo. — Claro, puedes tomarlo. Vas a salir con Paulo hoy? — pregunto, refiriéndome al joven con quien ella estaba saliendo hace algún tiempo.

    — Irá a buscarme a la facultad. Probablemente vayamos a cenar. Puedes dejarlo que yo anuncio, hermanita — dice ella y parpadea mientras sale de la cocina con algunos recién casados en la mano.

    Sonrío con la broma, pero me siento orgullosa de lo buen chica que es mi hermana. Ella, nuestro padre y yo somos muy unidos. Papi era el gran responsable de esa unión y de que hayamos recibido nombres tan... exóticos. Él es dueño de una pequeña joyería en la ciudad y, cuando nacimos, decía que éramos lo más precioso que él tenía, juntamente con nuestra madre, que partió cuando yo tenía diez y Safira, seis años.

    Pensar en mi madre me trae una sonrisa tristona al rostro. Fue gracias a ella que descubrí mi habilidad en la cocina. Desde muy pequeña, yo la ayudaba a cocinar y cuando ella se fue, luego de muchos intentos poco hábiles de mi padre — para ser delicada y no decir que su comida era horrible — asumí la responsabilidad de cocinar para nosotros tres, con la ayuda del antiguo cuaderno de recetas de ella. Conforme fui creciendo, pasé a crear mis propias recetas y, a los dieciocho años, descubrí que mi verdadera pasión eran los pasteles de casamiento. No existe nada más maravilloso que crear, a partir de ingredientes simples como harina, leche y huevos, verdaderas obras de arte que formarán parte de uno de los días más especiales de una pareja.

    Recojo los elementos sucios de arriba del mostrador y los llevo hacia el fregadero grande, sonriendo mientras comienzo a lavar la vajilla. Pensar en la felicidad de las parejas que buscan diariamente el Sueño de Jade, mi tienda de pasteles, me hace recordar que fue el amor lo que me hizo abrir este negocio y decidirme a trabajar con novias. Más específicamente, el amor por un hombre cuatro años mayor, con una sonrisa matadora y una mirada que me hace estremecer hasta el día de hoy, sólo de recordarlo. Conocí a Alex en una fiesta a la que no quería ir, casi a las cuatro de la mañana, cuando estaba lista para irme a casa. Él no era mi tipo. Siempre preferí a los rubios, con el rostro liso — sin barba — y de temperamento tranquilo. Alex tenía los cabellos bien oscuros como los míos, cortados a máquina, barba candado y una intensidad sin igual. Pasamos el resto de la madrugada bailando, abrazados como si hubiéramos sido hechos el uno para el otro. Las palabras entre nosotros, en aquel momento, no eran necesarias.

    Éramos opuestos. Mi timidez contrastaba con la simpatía de él. Él era seductor y yo romántica. A él le encantaban los deportes, escuchaba rock y era adicto a las actividades al aire libre, mientras que yo creía que subir los cinco escalones que llevaban hacia la recepción de mi edifício era suficiente ejercicio, amaba a los Backstreet Boys y vivía con la nariz metida entre los libros, principalmente los de recetas. Yo veía en Alex una especie de luciérnaga, que brillaba y encantaba a todos a su alrededor, al contrario mío, que era la oruga que aún no se había convertido en mariposa. A pesar de nuestras diferencias, extrañamente, encajábamos con una perfección que yo jamás había visto... o mejor, había presenciado sólo una vez, hace muchos y muchos años, mientras mi madre estaba viva. Alex y yo teníamos una enorme sintonía, y la química que nos unía era explosiva. Jamás fui besada con tanta pasión y entrega como cuando estábamos juntos. Él despertaba lo mejor de mí y me hacía creer que yo podía lograr todo lo que yo quisiera, simplemente por tenerlo a mi lado.

    Durante los pocos meses en los que estuvimos juntos, creé innumerables recetas de dulces y pasteles, desarrollé técnicas y estudié con ahínco la mejor forma de trabajar con los ingredientes para decorar. Él fue mi conejillo de indias y probó la mayor parte de mis experimentos, siempre dándome una opinión imparcial e incentivándome a continuar y mejorar. Hasta que el destino decidió que necesitábamos continuar por separado. Alex se mudó a Brasilia por trabajo, y yo me quedé y me recogí las mangas para construir el Sueño de Jade.

    No fue fácil. A pesar de que la relación había sido lo que muchos considerarían como un romance juvenil debido al corto período de tiempo que estuvimos juntos, la separación dolió y mucho. Amé a Alex con todo mi corazón y sé que él también me amó de la misma forma. No sólo lo extrañé a él, el hombre que me completaba y me hacía sentir tan especial, sino también los momentos que pasamos juntos. Los momentos divertidos y felices que yo recordaba con tanto cariño. Y, a pesar de haber sufrido con su partida y haber sentido su falta todos los días, escogí seguir adelante y hacer de ese amor el principal ingrediente de los pasteles que ofrezco a mis novias.

    Algunas personas relacionan la nostalgia con la soledad. Yo creo que esa palabra tan especial, que en algunos idiomas no tiene siquiera traducción

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1