Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Siempre fuiste tú
Siempre fuiste tú
Siempre fuiste tú
Libro electrónico109 páginas1 hora

Siempre fuiste tú

Calificación: 5 de 5 estrellas

5/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

ABBEY
Siempre he tenido claro que quería casarme con Garret, uno de los mejores amigos de mi hermano mayor. Rubio, alto, guapo… Es espectacular. El problema es que da la sensación de que no sabe ni que existo y, a pesar de todos mis esfuerzos, prefiere salir con una mujer distinta cada día. Para empeorar todo esto, está Will…, el otro mejor amigo de mi hermano, quien parece estar decidido a seguirme como una sombra e irritarme con sus constantes pullas, y por quien comienzo a sentirme atraída…

WILL
Llevo toda la vida enamorado de Abbey: es dulce, preciosa y saca lo mejor de mí. ¿El problema? Dice estar locamente enamorada de Garret. Lo que ella no sabe es que estoy dispuesto a darlo todo para que se dé cuenta de que yo soy el hombre de su vida.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 jul 2022
ISBN9788419301260
Siempre fuiste tú

Lee más de Emily Delevigne

Relacionado con Siempre fuiste tú

Libros electrónicos relacionados

Romance contemporáneo para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Siempre fuiste tú

Calificación: 5 de 5 estrellas
5/5

5 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Siempre fuiste tú - Emily Delevigne

    1

    Abbey

    Odiaba los deportes.

    Con toda mi alma. Y no era que yo fuera precisamente torpe, pero aborrecía con cada poro de mi ser sudar, esforzarme y notar cómo mis pulmones me amenazaban con dejarme sin respirar. Era como ser testigo del colapso y no poder hacer nada por evitarlo.

    Mi hermano, Stephen, de hecho, solía reírse de mí y de mis constantes expresiones faciales cuando iba a correr con él. Yo le respondía enseñándole el dedo o tirándole el objeto más cercano que tuviese, que podía ser una botella, una piedra o cualquier cosa que encontrara por la calle.

    Recordar que al día siguiente iba a ir a correr con él provocó que me estremeciera, porque, además, que yo me animase a acompañarlo ocurría como mucho dos veces al año, en navidad, cuando todos nos reuníamos.

    Y aquellas navidades no iban a ser diferentes.

    Y, sin embargo, allí estaba yo.

    Abbey Winters, dispuesta a jugarme el cuello por una chorrada.

    En una clase magistral de judo, con el corazón aporreándome el pecho y un sudor frío recorriéndome la espalda. ¿Quién demonios me había metido en aquel lío? Yo. Solamente yo. Porque así era desde pequeña: impulsiva, alocada y con la horrible tendencia a actuar antes de pensar. Y, una vez más, pagaría cara aquella osadía que había heredado de mi tía.

    Pero todo tenía una razón. Por muy impulsiva que fuera, si yo decidía llevar algo a cabo era porque había una razón de peso detrás de mis tejemanejes. Aun así, en ningún momento había pensado en la posibilidad de que mi compañera en aquella clase tuviera una estatura cercana al metro ochenta, brazos rollizos y una cara de no haber pegado ojo en toda la

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1