Pretendiendo ser Dom
Por Sky Corgan
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¿Qué sucede cuando alguien entra a un nuevo estilo de vida sin conocerlo? Talia está a punto de descubrirlo. Todo parece ser juegos y diversión hasta que se vuelve la pareja del Dominante equivocado.
Micah lleva un tiempo fuera del estilo de vida. No ha tenido suerte para encontrar a una sumisa estable. O lo dejan, o quieren más de lo que él puede ofrecerles.
Después de atender asuntos familiares, Micah trata de entrar en la escena local, fingiendo desinterés todo el tiempo. Pero cuando un enemigo del pasado aparece para contaminar su tiempo, esto se vuelve en un juego de voluntades y perseverancia. Talia se encuentra atrapada en medio, dividida entre el miedo y el deseo, el placer y el dolor, y la intriga por el nuevo extraño que bien pudiera ser su salvador o su ruina.
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Pretendiendo ser Dom - Sky Corgan
CAPÍTULO UNO
Mudarse apesta, y jamás lo hubiera hecho si no fuera por necesidad u obligación o cualquier otro estúpido sentimiento que causa que hagas algo que va completamente en contra de tus deseos. Pero esto no se puede evitar. Bueno, tal vez se pudo haber evitado si yo fuera un imbécil al cual no le importa nada. No puedo imaginar dejar que ella muera sin verme de nuevo. Se merece por lo menos eso.
La parte jodida es tener que verlo a él también. Él nos había golpeado a ambos cuando yo era un niño. Una vez, a ella la dejo al borde de la muerte. Por qué se quedó con él, es algo que nunca fui capaz de entender, pero una vez que tuve la edad suficiente, me largue de ahí. Él me hubiera corrido si yo no me hubiera ido. Siempre fui una maldita inconveniencia para él, simplemente algo que salió de su verga y que tuvo que tolerar durante dieciocho años. Tolerar es un término amable comparado con cómo me trató, cómo nos trataba.
Él debió ser el que terminara con cáncer, pero como dicen por ahí, los buenos mueren jóvenes, dejando al resto de nosotros atrás. Mi madre era una santa. Ella siempre lo ha sido. Trato de ser la madre perfecta, la esposa perfecta, la mujer perfecta, pero nunca fue suficiente para él. Le rogué que se fuera conmigo, pero ella no quiso. Verlos juntos mientras crecía fue mi primera probada de dominación y sumisión. Él era el alfa, ella el omega, y si yo no fuera su hijo, estoy seguro de que me hubiera matado en algún punto. Nuestra conexión sanguínea es lo único que lo detuvo de golpearme hasta matarme, y parecía que a menudo le gustaba revisar el color de mi sangre, para asegurarse de que yo fuera suyo.
Uno pensaría que con estos antecedentes, yo nunca le hubiera tomado el interés al BDSM, que mi mente estaría demasiado dañada por vivir en un infierno de dominación como para considerar hacer que alguien más sufra algo similar, pero bien dicen que cada hombre secretamente quiere casarse con su madre; más específicamente, a alguien como su madre. A pesar de que le jure a Dios que jamás sería un cabrón abusador como él, aun así ansiaba la necesidad de ser servido por mujeres, tanto domestica como sexualmente. Ansiaba la necesidad de dominar, y eventualmente en eso me convertí, en un Dominante.
Tal vez la mudanza sea lo mejor. Las cosas han estado de la mierda para mí desde hace tiempo. En mis ocho años como Dominante, solo he tenido una buena sumisa. Eso fue en el comienzo, y el estúpido de yo deje que mis sentimientos se apoderaran de mí. Cuando las cosas se pusieron muy serias entre nosotros, ella me había pedido que cambiáramos la dinámica de nuestra relación, reemplazando el término de sumisa con la palabra novia. Las cosas fueron cuesta abajo desde ahí cuando comencé a perder el control sobre ella. Aún me recrimino por dejar que las cosas llegaran a ese punto. Ella fue la que se me escapo, no como una mujer, sino como una sumisa. Cuando quise cambiar las cosas a como estaban antes, ella se negó, y la relación se desmoronó. Mi cuerpo aún la desea de vez en cuando, ella era la sumisa perfecta. Pero eso termino. Después de que rompimos la relación, ella dejo de hablarme. La busque como un cachorrito patético y enfermo de amor durante un mes... hasta que consiguió otro novio.
Nadie me ha satisfecho como ella desde entonces. Quizás mis estándares están muy altos. Tal vez he estado comparando a todas las demás con ella, y han fallado la prueba. Desde Hannah, mis sumisas de prueba han sido o muy encimosas o solo quieren jugar en este estilo de vida. Aunque sienta la necesidad de dominar, también me gusta tener mi espacio. No quiero a alguien a mi alrededor veinticuatro/siete. Pero tampoco quiero a alguien que solo vendrá a jugar cuando le apetezca. Ese no es el comportamiento de una sumisa. Eso es cederles el control. Es gracioso como la gente cree que son sumisas pero en realidad no lo son. Lo mismo pasa con los Dominantes. Hay mucha gente falsa allá afuera, tantos hombres que o no tienen todas las cualidades dominantes o llevan las cosas al extremo y solo usan su título para arremeter contra víctimas inocentes.
Fue mi última sumisa de prueba que finalmente me hizo querer alejarme de este estilo de vida. Ella era muy distante, pero era muy lista y tenía un cuerpo espectacular. Nunca llegue a poseerla por completo cuando me entere que tenía otro Dominante a mis espaldas. Maldita perra. Con tanta gente dándole un mal nombre a este estilo de vida, o rompiendo las reglas para llenar sus propias agendas, cual es el punto en continuar. Parece que hay más gente falsa, más paja que trigo, más paja que agujas. Estaba cansado de buscar a la chica perfecta, a la sumisa perfecta.
Así que después de que regrese y me asenté en mi ciudad natal, me dedique a coger como loco. Los condones abundaban mientras acumulaba muescas en mi cabecera, tantos que si fuera literal, ya hubiera tenido que reemplazar la cabecera varias veces. No importa con cuantas mujeres haya dormido, siempre dejo sus camas sintiéndome vacío. Algo no estaba bien dentro de mí, y ninguna cantidad de sexo iba a cambiar eso.
Me asenté en mi nuevo trabajo, fui a visitar a mi madre, y evite a mi padre lo mejor que pude. De solo verlo se enciende un fuego dentro de mí que quería consumirme y matarlo. El demonio de la ira se despertaba, y tenía que recordarme todos los años de terapia que tomo domarlo. Pero ya no intentara lastimarme ahora. Sería un estúpido si lo hiciera. Porque si así fuera, lo quebraría.
En aquel entonces, yo era un delgaducho pedazo de mierda. Era fácil para él vencerme y golpearme. Ahora, yo ya había subido varios kilos, y no eran de grasa. Horas de levantamientos sin descanso en el gimnasio habían hecho que mi cuerpo luciera esculpido sobre piedra, y podía golpear igual de duro. Nadie más me golpearía.
Había otras ventajas de estar en forma. Las mujeres llegaban fácilmente, y yo las usaba como papel de baño. Usar y desechar. A las que se aferraban a mí, las desechaba rápidamente con indiferencia. Mi cuerpo no era lo único que había crecido durante tantos años. Mi ego estaba por las nubes, y me había convertido en una especie de arrogante hijo de puta.
Durante mis primeras semanas de regreso, revise mis alrededores y tuve una probadita de las mujeres en el área. Muchas cosas habían cambiado en los ocho años que estuve lejos. Todos los amigos que conocí antes se mudaron o se casaron y tuvieron hijos. Me hizo sentir como el único impar, pero tener una familia jamás estuvo en mis planes, y no estaba particularmente interesado en salir con un montón de amas de casa y padres que probablemente pasaban la mayor parte de su tiempo hablando de sus mocosos.
Llevar mujeres a la cama rápidamente se estaba volviendo aburrido, y tenía otro antojo que estaba saliendo a la superficie de nuevo. Por muy enfermizo que fuera, ver a mi mamá y a mi papá juntos me recordó a las cosas que me hacen falta en mi vida, no las típicas cosas que a la mayoría de la gente le falta en sus mundanas vidas, sino antojos más oscuros.
Pero sabía que no tenía que buscar lo que en realidad quería, esa decepción estaría esperando a la vuelta de la esquina, como siempre que me siento débil e intento reintegrarme en el estilo de vida. A pesar de la persistente voz en mi cabeza que me dice que lo olvide, me encuentro frente a mi computadora, buscando una página web fetichista para encontrar una reunión para cenar.
―Mierda, ―refunfuño después de anotar la dirección de la próxima reunión. ¿Por qué no puedo mantenerme lejos? ¿Por qué no puedo simplemente masturbarme y coger como un chico normal? Esto no puede dejar nada bueno. Jamás ha sido así.
Exhausto gracias a un largo día de aburrido trabajo como vendedor de seguros médicos, me dejo caer en mi cama y meto mi mano en mi bóxer, tomando mi verga y llenando mi mente de pensamientos sobre ella. Hannah. La sumisa perfecta. Ella cocinaba, limpiaba y cogía como una Diosa. Mi mente va derechito a los recuerdos de sus torneados muslos al mismo tiempo que saco mi verga y comienzo a frotarla lentamente, la forma en que esos muslos temblaban cuando pasaba mi lengua por el interior, acercándome al calor de su núcleo de placer. Casi con solo tocarla era suficiente para ponerla al borde del éxtasis; ella estaba tan en sintonía conmigo. Nunca antes había estado tan en sincronía con una mujer en todas las maneras posibles. Y luego, sus jodidos sentimientos se interpusieron y lo arruinaron todo. No solo los suyos, los míos también. La había deseado demasiado, en todo el sentido de la palabra. Y había temido tanto perderla que estaba dispuesto a darle lo que quisiera para mantenerla a mi lado. Pero al darle lo que fuera que la hiciera feliz, yo había perdido lo que me hacía feliz a mí. La escala de nuestra relación estaba desbalanceada, y el peso de nuestras diferentes necesidades fue nuestra perdida.
Suspire ante mi flácida hombría, sintiéndome derrotado por el recuerdo de Hannah. Incluso después de tantos años, aún podía inspirar o destruir mi placer con un solo pensamiento. Esta noche fue destructivo. No fue posible continuar. Por eso trataba de no pensar en ella tanto como me fuera posible. Ella aún aparecía en mi mente cuando consideraba este estilo de vida, probablemente porque aún tenía la esperanza de encontrar a alguien como ella, alguien que pudiera invocar la parte más profunda de mi Dominador interior, alguien a quien pudiera poseer por completo.
* * *
Incertidumbre y molestia me acompañaron todo el camino que conduje a la locación de la reunión. ¿Pero qué demonios estaba haciendo? Esta mierda iba a ser decepcionante. Siempre lo era. Aun así, continúe avanzando, siguiendo la voz profesional de la mujer que me daba direcciones desde el GPS. Para distraerme, trate de imaginar cómo luciría en persona. Ella probablemente era del tipo de mujeres que usan faldas ajustadas y blusas, con cabello castaño corto y lentes. Mmm, sí, lentes.
―Pff, ―refunfuñe. Vaya momento para tener una erección. Eso podría volver un poco incomodas las introducciones. Hola, soy Micah, ¿te molestaría atender mi verga?
. La mitad de las mujeres ahí probablemente se apresurarían a hacerlo. La mayoría de ellas estaban hambrientas por algo más que simple dominación.
E estacione enfrente del restaurante mexicano donde la reunión tenía lugar y espere dentro del carro hasta que mi erección desapareció. Llegaría tarde, pero no me importa. De todas maneras, esto solo era una pedida de tiempo, algo que ayudaría a pasar otra tarde aburrida.
Entre en el lugar y camine a la parte trasera, hacia el área privada, sin saber que esperar. Luego me di cuenta de que la página web decía que el grupo era casual, así que me puse un pantalón de mezclilla y una playera ajustada. No tenía sentido ir muy informal, por so encontraba algo de interés.
Caras amigables me saludaron, y fui bienvenido con presentaciones antes de que tomara asiento en una silla vacía al final de la mesa. No paso mucho tiempo antes de que me diera cuenta de que todos venían acompañados. Dominante/sumisa. Domina/esclavo. Yo era el que desencajaba. Pero no importaba. De todas maneras, no había venido para regresar al estilo de vida. Solo estaba matando el tiempo e intentando hacer amigos. Necesitaba amigos. No podía continuar cogiendo con la mitad de la ciudad.
La