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Chicos Malos de Alquiler: Ryker: Chicos Malos de Alquiler
Chicos Malos de Alquiler: Ryker: Chicos Malos de Alquiler
Chicos Malos de Alquiler: Ryker: Chicos Malos de Alquiler
Libro electrónico190 páginas2 horas

Chicos Malos de Alquiler: Ryker: Chicos Malos de Alquiler

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Información de este libro electrónico

"Sexi y explosivo. Una versión moderna de la historia de Romeo y Julieta con un sorprendente giro."

La florista Terri Martin tiene una vida tranquila y pacífica. Quizás demasiado tranquila y demasiado pacífica, porque no puede recordar la última vez que estuvo en una relación sentimental.

Terri llama a Chicos Malos de Alquiler para alquilar una cita para su fiesta de cumpleaños. Va a cumplir treinta años. Pero antes de que pueda alquilar uno, conoce a Ryker Slade, un motero que se está ocultando de su club de moteros.

Viejas venganzas resurgen y pronto Terri tiene más entre manos de lo que puede controlar cuando comprende que su amor por Ryker está tan condenado como el de Romeo y Julieta.

Ryker cree que tiene una forma de escapar, pero ¿puede escapar Terri a su destino, o encontrará a su amante muerto antes de que ella despierte?

Chicos Malos de Alquiler son historias divertidas y excitantes, donde el amor es inesperado pero siempre delicioso. Pueden leerse como historias independientes, pero para disfrutarlas aún más, por favor, aseguraos de echarle un vistazo a los demás libros de la serie.
Libro #1: Ryker & Terri (Romance del Club de Moteros)
Libro #2: Ken & Jolie (Romance de Vacaciones Hawaianas)
Libro #3: Nick & Carol (Sexi Romance Navideño)

La serie Chicos Malos de Alquiler ha recibido el premio Valley Books Reviewers Choice 2016.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento21 feb 2019
ISBN9781547531868
Chicos Malos de Alquiler: Ryker: Chicos Malos de Alquiler
Autor

Rachelle Ayala

Rachelle Ayala is the author of dramatic romantic suspense and humor-laden, sexy contemporary romances. Her heroines are feisty, her heroes hot. Needless to say, she's very happy with her job.Rachelle is an active member of online critique group, Critique Circle, and a volunteer for the World Literary Cafe. She is a very happy woman and lives in California with her husband. She has three children and has taught violin and made mountain dulcimers.Visit her at: http://www.rachelleayala.net and download free books at http://rachelleayala.net/free-books

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    Chicos Malos de Alquiler - Rachelle Ayala

    CHICOS MALOS DE ALQUILER:

    RYKER

    Serie Chicos Malos de Alquiler - Libro Uno

    Rachelle Ayala

    Amiga Brook Press

    © 2018 Rachelle Ayala

    Traducido del original por Cinta Garcia de la Rosa

    http://cintagarcia.com

    Todos los derechos reservados.

    ––––––––

    Ninguna parte de este libro debe ser usada o reproducida de ninguna manera sin el permiso por escrito de la autora, excepto en el caso de breves citas incluidas en artículos críticos o reseñas.

    Los personajes y sucesos descritos en este libro son ficticios. Cualquier similitud con sucesos o personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia y no es la intención de la autora.

    Todas las marcas pertenecen a sus respectivos dueños y están usadas sin permiso, según la ley del uso justo de marcas.

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    Halagos para Chicos Malos de Alquiler: Ryker

    Esta es la historia de un amor salvajemente inolvidable, y a la vez puramente honesto, que destruirá las fuertes defensas alrededor de tu protegido corazón. – Amber McCallister

    Motocicletas, reyertas familiares, y amor; una historia de dos extraños que se encuentran y descubren que han empezado una reyerta familiar que ahora intentan detener antes de que les maten. Una versión moderna de Romeo y Julieta con un sorprendente giro. – Angelica Berglund

    ¡Encuentros inesperados y sórdidos pasados demuestran que el destino sabe lo que está haciendo! – Corissa Palfrey

    El amor es inmortal. El amor es poderoso y no teme nada. La historia de amor de Ryker y Terri es única. – Jessica Cassidy

    He disfrutado con esta divertida versión de Romeo y Julieta. – Marie Smith Fowler

    Un refrescante cambio de la mayoría de novelas románticas. Rachelle continúa haciendo que me pregunte qué pasará y si el final me sorprenderá. – Patricia A. Conley-Shepard

    Pícara, divertida, y aventurera, lo que hará que te preguntes si recuerdas tu primer beso. – Terri Merkel

    La perfecta combinación de amor, humor, y picardía que hará que sigas suspirando desde el principio hasta el final. – Yomari Suárez-Rivera

    Divertido, sexi, picante. – Kris Woltzen

    Serie Chicos Malos de Alquiler

    Ryker, Libro #1

    Ken, Libro #2

    Nick, Libro #3

    Liam, Libro #4

    Gage, Libro #5

    Dedicatoria

    A Terri Merkel, me haces sonreír y ayudas a que mi club de fans brille. Gracias, querida.

    Capítulo Uno

    –Chicos Malos de Alquiler. ¿En qué puedo ayudarle?

    Rex Carter flotaba sobre una colchoneta de corcho en el centro de su piscina. Su vida era buena, pensó mientras miraba su palaciega mansión mediterránea en una aislada urbanización a las afueras de San Francisco.

    –Señor Carter, mi nombre es Terri Martin, pero puede llamarme Terr, porque puedo ser terroríficamente buena o aterrorizar a la gente, dependiendo de a quien le pregunte –retumbó una voz femenina con personalidad a través del auricular. –Quiero alquilar a un chico malo.

    –Ha llamado a la agencia adecuada. ¿Qué tipo de chico malo está buscando?

    –He estado mirando en su página web y debo decir que tiene toda una colección, pero es difícil de decir. Todos son tan tentadores que no consigo decidirme.

    –Para eso estoy yo aquí –la tranquilizó Rex. Como propietario de Chicos Malos de Alquiler, Rex era el responsable de contratar y entrenar a sus chicos malos, así como de emparejarlos con potenciales clientes. –Hábleme más de usted y qué hizo que se decidiera a contratar a uno de nuestros Chicos Malos Certificados.

    –Voy a cumplir treinta años dentro de una semana –dijo Terr, su voz demasiado alta, como si estuviera dando un discurso. –Y sigo soltera sin ninguna relación a la vista. Estoy segura de que recibe muchas llamadas como la mía.

    Rex retiró ligeramente el auricular de su oído y asintió como si la mujer estuviera justo delante de él.

    –Todo el tiempo. Mujeres maravillosas, inteligentes, y atractivas como usted merecen el acompañante perfecto para esa ocasión especial, ya sea una boda, una fiesta, o una reunión familiar. Dígame la hora y el lugar, y yo le encontraré el Chico Malo perfecto.

    –Genial. ¿Podemos empezar con mi fiesta de cumpleaños? Mis padres van a dar una fiesta sorpresa en el club de campo la semana que viene. Han invitado a todos mis compañeros de trabajo y de estudios, incluyendo a mi clase de preescolar. Todo el mundo y sus parejas, citas, y acompañantes.

    –Hacemos fiestas todo el tiempo. ¿Qué tipo de mensaje quiere lanzar a los demás? –Rex repasó el inventario en su mente. –Tengo un Chico Malo Billonario que terminará un trabajo dentro de tres días, un Chico Malo Médico que vuelve de vacaciones mañana, y un Chico Malo Futbolista por si acaso su padre es un loco de los deportes.

    –En realidad, no quiero que piensen que he cazado a un hombre de éxito–. La voz de Terri bajó hasta ser un rugido. –Quiero a su más infame Chico Malo de Club de Moteros. Tiene a varios en su página web.

    –Hmm... Voy a tener que revisar el inventario. Una convención de escritoras de literatura romántica está en la ciudad y los Chicos Malos del Club de Moteros están todos reservados. ¿Qué le parece un Abogado de Daños Personales o un Rockero Punk? Incluso tengo uno con un piercing en la nariz.

    –Tengo mis esperanzas puestas en una Harley–. Esta vez Terri, o Terror, rugió de verdad. –Me encanta como retumban esas motos.

    –Podría apañármelas para conseguirle un perro basset hound llamado Harley –dijo Rex. –Tengo varios cachorros, ¿o qué tal un Gran Danés? Estoy seguro de que sus padres y amigos quedarán impresionados con el Gran Danés.

    –Quiero un hombre, no un perro–. Ahora Terror sonaba como si estuviera golpeando el suelo con los pies. –Si no puede cumplir mis deseos, llamaré a otra agencia. Estoy segura de que a Gemas Llamativas le quedan algunos moteros.

    –Si realmente quiere dejar en shock a sus padres, claro. Ella tiene unas cuantas Chicas Malas Moteras que estarán contentas de darle una vuelta.

    –De verdad, de verdad que quiero a un Chico Malo –dijo Terror con voz ronca, como si fuera el Padrino puesto de esteroides. –Y si no puede encontrarme uno, pues usted se lo pierde, Rex Carter.

    La llamada terminó y una diminuta nube flotó sobre la piscina, apagando los rayos del sol. Rex lanzó un brazo sobre su cabeza en un gesto dramático más propio de Hamlet al ser traicionado por su mejor amigo, Horacio.

    La colchoneta se ladeó, lanzando a Rex, su tableta, su teléfono móvil, auriculares, gafas de sol, y su bebida a la brillante piscina azul.

    Capítulo Dos

    Ryker Slade rebuscó en su cartera y vació sus alforjas, dejando caer unas monedas al suelo sobre el que había dormido dentro de un granero abandonado. Su tanque estaba casi vacío, pero cuando tenía que elegir entre comer o llenar su Harley... bueno, su moto siempre iba primero.

    Habían pasado cinco años desde que dejara el Club de Moteros Lobos Metálicos. Se había unido a los Marines y fue destinado a Oriente Medio para servir a su país. Había luchado contra grupos milicianos empeñados en destruir la civilización occidental, había rescatado a huérfanos, y había liberado a rehenes. Todo había terminado hacía tres meses, cuando un trozo de metralla le alcanzó en el muslo izquierdo. Ahora solo era otro veterano de guerra que había vuelto a casa y buscaba trabajo en una economía que se había hundido poco después de que le dieran el alta en el hospital de veteranos.

    Reunió unos cuantos billetes arrugados, cinco de un dólar y uno de diez, luego enrolló su saco de dormir de segunda mano. En unos minutos había recogido todas sus pertenencias en sus alforjas y había guardado su pistola en la funda enganchada a su bota.

    El interior del granero todavía estaba helado por la mañana, a pesar de que era principios de abril, y no se sorprendería si un banco de niebla persistiera hasta cerca del mediodía. Todo era muy diferente a los crudos días y noches de Afganistán.

    Ryker dispuso las perneras de su pantalón sobre sus botas y subió la cremallera de su chaqueta de cuero. Tenía varias ofertas para ocupar puestos de guardia de seguridad, pero con su dolorida pierna esa sería su última opción. Ya había estado en todas las ferias de trabajo militar del estado antes de dirigirse a casa en la zona de la bahía de San Francisco. Se figuró que si tenía que ser un indigente, bien podría serlo cerca de su hogar, situado entre las secuoyas rojas, las pequeñas granjas, y las vistas panorámicas a lo largo de las montañas Santa Cruz.

    No es que pudiera aparecer en La Honda, donde su madre y sus tres hermanos aún vivían. Él había tomado una decisión y les había dado la espalda hacía cinco años. Se buscó la vida con el Tío Sam, y eso fue todo.

    Después de recoger sus pertenencias, Ryker llevó su motocicleta hasta el camino de asfalto. Nunca dejaba de darle las gracias a su amigo Axe, quien había mantenido su Harley en perfectas condiciones mientras él estuvo fuera. El cromo brillaba y el cuero estaba bien lubricado. Ryker se puso el casco y arrancó el ronroneante motor.

    Se detuvo en una gasolinera y llenó el tanque, dejándole con un poco menos de dos dólares, no suficiente ni para un café pequeño.

    El estómago de Ryker rugió en protesta mientras pagaba la gasolina y se alejaba a zancadas de los pretzels y los donuts que languidecían en el mostrador de plástico.

    Podía permitirse esperar un poco más, porque hoy era el día en que conseguiría un trabajo.

    Cuatro horas más tarde, su suerte no había cambiado, y le dolía el estómago al intentar digerirse a sí mismo. Ryker escondió su moto detrás de un grupo de secuoyas. Sacó una lata de café vacía y un letrero desgastado que decía Veterano hambriento. Tengan compasión. Dios les bendiga, y que estaba decorado con una cruz y la bandera americana.

    Poniéndose un par de gafas de sol arañadas, alisó su cabello aplastado por el sudor y el casco, y se caló una gorra de béisbol hasta las cejas.

    Intentó parecer orgulloso y seguro de sí mismo, como lo haría un Marine, mientras se dirigía al divisor de la mediana en el carril de la izquierda hacia Cooper’s Hangout. Este era un restaurante de carretera metido debajo de gigantescos grupos de secuoyas, donde moteros, hípsters, artistas locales, y emprendedores de Silicon Valley se reunían para disfrutar de las tortitas, las hamburguesas, cerveza o vino, y revueltos rústicos; todo respetuoso con el medio ambiente, sostenible, orgánico, y caro.

    Mientras la muchedumbre de la hora del almuerzo entraba en el aparcamiento, Ryker se quedó quieto como una estatua, sosteniendo su letrero. No miraba a los ojos a ninguno de los conductores, sino que esperaba silenciosamente que algún alma caritativa bajara la ventanilla.

    Siempre les daba las gracias con un simple Que Dios le bendiga, y silenciosamente guardaba el dinero. A veces una ventanilla se bajaba y un hijo de puta que se creía con derechos le soltaba una fresca. –Busca trabajo, vagabundo inútil.

    Una vez, una mujer sacudió un billete de veinte dólares delante de él, pero cuando fue a darle las gracias, ella se lo quitó y le golpeó en la cabeza con un paraguas cerrado. –Tú eres lo que falla en América –había dicho ella. –Siempre queréis que os lo regalen todo.

    Ryker observó el desfile de Mercedes, BMWs, todoterrenos, y últimos modelos de coches que entraban en el aparcamiento. El sol había salido por encima de las secuoyas y hacía calor sobre el pavimento.

    Nadie bajaba la ventanilla.

    Capítulo Tres

    Terri miró con rabia por encima del menú a su mejor amiga, Jolie Becker. –No voy a ponerme un vestido rosa bebé, ni siquiera si Vera Wang es la diseñadora. De ninguna manera.

    –Pero mi tema es cuentos rosa de fantasía–. Jolie dejó su menú y miró a Terri parpadeando. –El rosa es mi color favorito.

    –Es demasiado. ¿Quién habría imaginado que había más de cincuenta tonos de rosa? –dijo Terri, su mirada paseándose por sus amigas comunes y compañeras víctimas damas de honor: Nikki, Leanna, y Sherelle. –Además, no quiero parecer un elefante rosa.

    Las cinco amigas estaban sentadas en un reservado cerca de la ventana delantera de Cooper’s Hangout, su restaurante favorito de estilo mixto recargado y leñador, que servía desde hamburguesas veganas a hamburguesas de bisonte.

    –¿El término correcto no es elefante blanco? –dijo Sherelle Edwards frunciendo el ceño mientras hojeaba el libro de muestras de telas. Ella era

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