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Aislada Navidad
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Libro electrónico121 páginas2 horas

Aislada Navidad

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"Conmovedora historia de amor y milagros." - Autora de Bestsellers Chantel Rhondeau. 

Imagínate prometer que nunca volverás a celebrar la Navidad solo para encontrarte con tu guapo esposo en una cabaña rica en pasados navideños.

Juliette Martin no está feliz cuando su esposo, Gabe, la sorprende con un árbol de Navidad en su escapada de invierno. El dolor que lleva por su hijo de seis años la abruma y lo único que quiere es esconderse de las festividades.

Cuando Juliette y Gabe se encuentran atrapados por la nieve, descubren a un niño pequeño y su cachorro detrás de la pila de leña. ¿Quién los puso allí? ¿Estos dos pequeños callejeros y un milagro navideño podrán restaurar la fe de Juliette en el poder del amor?

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento17 ene 2022
ISBN9781507150467
Aislada Navidad
Autor

Rachelle Ayala

Rachelle Ayala is the author of dramatic romantic suspense and humor-laden, sexy contemporary romances. Her heroines are feisty, her heroes hot. Needless to say, she's very happy with her job.Rachelle is an active member of online critique group, Critique Circle, and a volunteer for the World Literary Cafe. She is a very happy woman and lives in California with her husband. She has three children and has taught violin and made mountain dulcimers.Visit her at: http://www.rachelleayala.net and download free books at http://rachelleayala.net/free-books

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    Aislada Navidad - Rachelle Ayala

    Halagos para Aislada Navidad

    "Aislada Navidad es una historia profundamente sentida y muy inspiradora de elegir volver a vivir tras una tragedia personal." – Amber McCallister

    Conmovedora historia de amor y milagros.

    – Chantel Rhondeau

    Una historia de esperanza, perdón, y seguir adelante cuando piensas que ya no puedes hacerlo. – Rebecca Austin

    Este libro es tan verdadero, tan emotivo, y tan mágico que hace que quieras leerlo varias veces.

    – Elisabete C.F. Martins

    Una novela sentida y edificante que te absorbe y hace que esperes un milagro. – Sharon Coady

    Los milagros suceden de muchas maneras.

    – Jessica Cassidy

    Este sentido cuento de navidad te dejará queriendo encontrar tu propio perro callejero. – Corissa Palfrey

    ¡Un reconfortante cuento de vacaciones! – Michele Shriver

    Triste, dulce, y bastante realista. – Linda Scarchuk

    Lloré, reí, y me encanta un libro que puede evocar todas mis emociones. – Brandi Pletcher

    Ms. Ayala fue capaz de sorprenderme, y eso es algo muy bueno. – Tope Awofeso

    La historia más dulce y tierna... – Vera Neves

    Aislada

    Navidad

    Rachelle Ayala

    Amiga Books

    >>><<<

    ––––––––

    ...te atrapa y te hace esperar milagros.

    – Sharon Coady

    Copyright © 2016 Rachelle Ayala

    Todos los derechos reservados.

    Traducido del original por Cinta García de la Rosa

    http://cintagarcia.com

    ISBN-13: 978-1507851012

    ISBN-10: 1507851014

    Ninguna parte de este libro debe ser usada o reproducida de cualquier forma sin permiso escrito de la autora, excepto en el caso de breves citas insertadas en artículos críticos o reseñas.

    Los personajes y eventos descritos en este libro son ficticios. Cualquier similitud con eventos reales o personas reales, vivas o muertas, es pura coincidencia y no fue la intención de la autora.

    Todas las marcas pertenecen a sus respectivos propietarios y son usadas sin permiso bajo la ley del uso justo de marcas.

    Las canciones mencionadas pertenecen a los propietarios de sus derechos y a los artistas. No se citan letras ni se infringen los derechos.

    Contacta con Rachelle en https://smarturl.it/ContactRachelle

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    Libros Gratis: http://rachelleayala.net/free-books

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    Dedicatoria

    Para todas las personas que echan de menos a alguien.

    Que veáis y sintáis vuestro milagro personal.

    Capítulo Uno

    La pequeña cabaña era casi perfecta. Remota, escondida detrás de pinos y abetos, rústica, y privada. Montones de nieve llevada por el viento estaban apiladas a cada lado del limpio camino, y el tejado de chapa cubierto de nieve se inclinaba en un ángulo muy inclinado, justo como en los Alpes. Tan pronto como su marido, Gabe, apagó el motor, Juliette Martin se abalanzó contra la puerta de su Mercedes Benz para abrirla. Ella no le había hablado durante las últimas dos horas de viaje, no desde que él mencionara el árbol de navidad. 

    Como era de esperar, había un árbol parpadeante con luces en la ventana de la cabaña. Juliette sacó su teléfono móvil para llamar a la empresa administradora. 

    –Ah, se ve encantadora, ¿no te parece? –Su marido masajeaba sus hombros. 

    –Encantadora o no, especifiqué que nada de decoraciones navideñas. Necesitan quitar el árbol. 

    Ella habló con administración mientras Gabe sacaba la llave de su cajita de seguridad. 

    –Entremos a calentarnos –dijo él. –Sigo sin entender por qué no quieres un árbol. No es que tenga alguno de nuestros adornos. 

    Una punzada de dolor se alojó en su garganta. Realmente Gabe no lo entendía. O era eso, o bien se había cansado de que ella fuera un desastre emocional. Esta escapada se suponía que debía revivir su matrimonio. Por lo que parecía, era más como el último respiro de una ballena varada. 

    –No quiero árbol. Ni adornos. Nada–. Ella siguió a Gabe dentro de la cabaña. –Pensé que se lo habrías dicho. 

    Que era por lo que estaba tan enfadada con él. Él había querido que ellos tuvieran un árbol. Lo sabía cuando lo mencionó dos horas antes y, maldita sea, sabía exactamente como se sentía ella. 

    Él acarició con sus dedos el cuello de Juliette y la miró a los ojos. –Oye, pensé que te animaría. Venir nosotros aquí para crear nuevos recuerdos. 

    Juliette se derritió, un poco. Su marido era un hombre amable, un poco insensible, pero su frente estaba arrugada de preocupación y, asumámoslo, estaba tan guapo como siempre. Solo que nada, nada, se llevaría la muerte de Jeremiah. Nada.

    –Ningún recuerdo sustituirá a Miah–. Ella bajó la cara antes de que él pudiera ver las gotas de lágrimas en sus ojos.

    La pasada Nochebuena había sido la última para Jeremiah... y la pasó en el hospital infantil. Había estado tan débil con la leucemia que no pudo levantar la cabeza cuando adornaron el delgado arbolito de su habitación. Pero había sonreído antes los adornos que ella le había hecho. Y ella había sido estúpida y pensó que Dios escucharía sus plegarias y les concedería un milagro.

    Ella recordaba bien la estrella que había colocado encima. Una que ella había llamado la Estrella Milagrosa. Era algo muy pequeño y muy tonto, por supuesto. Estaba hecha de cartón pintado de blanco y salpicado de purpurina plateada.

    –Estás pensando en la Estrella Milagrosa, ¿verdad? –Gabe acarició su mejilla, metiendo un mechón de su pelo detrás de su oreja.

    Ella se separó de él. Ella no merecía su atención y cariño. No cuando su corazón estaba aplastado bajo el peso de la culpa. Ella no había querido a Jeremiah cuando descubrió que se había quedado embarazada. El momento no había sido el adecuado. En realidad, ella había deseado un aborto. Pero para cuando nació, ella se enamoró locamente de su pequeño Miah. Una lástima que Dios tuviera otros planes para él, planes que incluían golpearle con la leucemia cuando tenía cuatro años y permitirle vivir dos años antes de que su cuerpo se rindiera el día antes de Navidad.

    –Saca esta mierda de aquí–. Ella atacó al árbol de navidad, tirando la estrella de la cima. –Nunca jamás volveré a celebrar la navidad.

    –Oye, oye, no rompas nada –Gabe la alejó del árbol y la rodeó con sus brazos. –No celebraremos la navidad, pero necesitas controlarte.

    –Déjame hibernar todo diciembre y despertarme después de Año Nuevo, cuando todos los árboles se hayan descompuesto y la gente esté pensando en la declaración de la renta en vez de en el ponche de huevo.

    Juliette no pudo evitar los sollozos de otro inminente colapso nervioso. Los últimos días de la vida de Jeremiah habían estado llenos de falsa alegría navideña. Él había escrito su lista de deseos navideños, había sido saludado por Papá Noel y sus elfos, todos ellos llevando mascarillas, e incluso se le permitió que abriera un regalo.

    Había elegido un perro de peluche, uno

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