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Amor de Paisajismo: Amor en Eureka
Amor de Paisajismo: Amor en Eureka
Amor de Paisajismo: Amor en Eureka
Libro electrónico233 páginas4 horas

Amor de Paisajismo: Amor en Eureka

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Él quiere olvidar. Ella quiere ser suficiente.

Nathaniel Pierce huyó de su hogar y de los dolorosos recuerdos del pasado. Se ha recreado a sí mismo en Eureka Springs. Ya no es un veterinario, él es Nate el paisajista. Cuando la vieja Lilly Connor muere, toda la ciudad lo hace cuidar de la nieta de ella.

Lilly Ramírez nunca supo que le pusieron su nombre por su abuela. De hecho, no sabía que existía. Se dirige a Eureka Springs en contra de los deseos de su madre para aprender sobre el lado oculto de su familia, y con suerte encontrarle dirección a su vida. El pequeño pueblo no es nada como ella lo esperaba, es mucho mejor. La única desventaja es el hombre sexy y pecaminoso que siente la necesidad de juzgarla por cosas que estuvieron fuera de su control.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento28 jul 2021
ISBN9781667408699
Amor de Paisajismo: Amor en Eureka

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    Amor de Paisajismo - River Ford

    Para todas las mujeres fuertes y luchadoras allí fuera que no necesitan un hombre pero no les importaría que uno bueno esté dispuesto a sostener su mano en su viaje por la vida.

    ~River Ford

    CAPÍTULO 1

    CAPÍTULO 2

    CAPÍTULO 3

    CAPÍTULO 4

    CAPÍTULO 5

    CAPÍTULO 6

    CAPÍTULO 7

    CAPÍTULO 8

    CAPÍTULO 9

    CAPÍTULO 10

    CAPÍTULO 11

    CAPÍTULO 12

    CAPÍTULO 13

    CAPÍTULO 14

    CAPÍTULO 15

    CAPÍTULO 16

    CAPÍTULO 17

    CAPÍTULO 18

    CAPÍTULO 19

    CAPÍTULO 20

    EPÍLOGO

    CAPÍTULO 1

    Febrero

    La mujer en la cama del hospital cerró sus ojos con fuerza. Su pelo gris encrespado alrededor de su cabeza, los pequeños mechones atrapando las corrientes de aire. Nate escuchó su respiración fatigosa, los pitidos de varias máquinas y el silbido rítmico del oxígeno. Lilly Connor habría sufrido esto sola si él no hubiese estado allí.

    Deja de fruncir el ceño, creí que te habíamos curado de eso. Su voz era suave, pero aún acarreaba la picardía a la que él se había acostumbrado a lo largo de los últimos dos años.

    Prometo mejorar. Él tomó su mano. Su piel era seca como papel y suelta sobre sus nudillos. ¿Cómo te sientes?

    Como si fuese a terminar pronto. Le llevó un largo tiempo pestañear.

    No digas eso.

    Eh, es tiempo, y me alegrará por fin estar con mi Josiah otra vez. Ella suspiró y trató de sentarse. Nate la ayudó a acomodar las almohadas hasta que estuviese más cómoda. Sólo tengo un arrepentimiento.

    Él asintió. Sabía exactamente a qué se refería. Todos estos años, y nunca había podido reparar la grieta con su única hija, Abby. Debido a eso, nunca había conocido a sus nietos. Aun así, cambió su testamento para que una de ellos, una tal Lilliana Ramirez de Dallas, heredara todo.

    Anteriormente, había estado escrito para que fuera al cuñado de la Sra. Lilly –el jefe de Nate, Brandon Connor. A Nate no podía importarle menos la pequeña cabaña o el desorden que la llenaba, y sabía que su jefe tampoco la quería. Pero no creía que la joven Lilly mereciera nada de la dulce mujer que lo había adoptado como propio.

    La nieta nunca la había visitado. Nunca llamó o escribió cartas que él supiera. Ninguno de ellos lo había hecho.

    Nathaniel, dije que pararas. Lo regañó de nuevo, y él trató de apartar sus pensamientos. Sé que no lo apruebas, pero no es asunto tuyo.

    Sí, señora.

    Ahora, necesito tu ayuda. Le hizo señas para que se acercara como si no quisiera que nadie escuchara. Necesito que ejercites a Gypsy hasta que Lilly venga. No confío en nadie más.

    Sabes que amo a Gyp tanto como tú. Nate pensó en la yegua que la Sra. Lilly había alojado en un rancho en las afueras de la ciudad. La anciana, como él llamaba al caballo, estaba envejeciendo pero era tan gentil como siempre. Se preguntó qué haría la joven Lilly con el caballo.

    Hay una cosa más. La Sra. Lilly tenía un destello en sus ojos. Del tipo que siempre significaban problemas para él. Tendrás que enseñarle a mi nieta a cabalgar. Podrá vivir en Texas, pero no logro encontrar ningún rastro de que haya estado cerca de caballos alguna vez.

    Nate se encogió. Sra. Lilly, no creo que–

    Ella levantó sus manos como si fuese a agitarlas hacia él, pero a medio camino hacia arriba cayeron de vuelta a la cama. No, escucha. Ella será nueva aquí y no conocerá a nadie. Necesitará a alguien que la ayude.

    Alguien se ofrecerá. Él tragó un nudo en su garganta.

    Te estoy pidiendo que te ofrezcas. La Sra. Lilly se marchitó en las almohadas. El poco color que tenía, se desvaneció. Por favor, hazlo por mí.

    Nate apretó la mano huesuda de la mujer. Ella se había desvivido para hacerlo sentir bienvenido los últimos dos años. Para hacerlo sonreír cuando él creía que no lo volvería a hacer. Era la única que sabía por qué había dejado su hogar en Colorado.

    Lo último que necesitaba era tropezar con la nieta prodigio. Pero la Sra. Lilly se había convertido en una abuela sustituta. Lo menos que podía hacer era honrar su último deseo.

    De acuerdo.

    Bien. Ella palmeó su mano. Una última cosa. Perdónate y continúa con tu vida. Eres demasiado joven para estar deprimiéndote así.

    No creo–, comenzó él.

    No, piensas demasiado y no sientes. Tu esposa no habría querido eso para ti.

    Probablemente no. La tristeza familiar probó que sentía más de lo que le gustaría.

    Entonces haznos un favor a todos y comienza a sonreír.

    Sí, señora. Practicó una sólo para ella. Se sintió antinatural, pero después de que ella partiera no podría saber si él lo volvía a hacer.

    * * *

    Fines de junio

    Lilly Ramirez se inclinó hacia adelante, sujetando el volante con ambas manos. La dinámica de su familia había cambiado de la noche a la mañana, y su cabeza aún le daba vueltas. Había estado en el trabajo cuando un abogado la encontró y le entregó un largo sobre con papeles.

    Gracias a Dios que su jefe había estado cerca para ayudarla a sobrellevar la conmoción de lo que contenían. Lilly nunca conoció a su abuela viviendo en algún lugar en Arkansas. Ahora había muerto, y era demasiado tarde para conocerla.

    Después de un partido de gritos sobre mantener secretos con Abby, su mamá, Lilly regresó a su departamento y empacó un bolso. Dio vueltas y vueltas en la cama por algunas horas antes de abandonar Dallas y dirigirse hacia Eureka Springs, Arkansas.

    Condujo por seis horas completas, deteniéndose sólo por gasolina y baños. Ahora estaba cansada y de mal humor, además de estar puramente emocional.

    La carretera había dado paso a colinas, caminos sinuosos. Para complicar más las cosas, su GPS se vivía desviando, y los autos se acumulaban detrás de ella mientras avanzaba lentamente. Si no podía encontrar la casa de su abuela pronto, tendría que conducir de vuelta hacia la ciudad y pedir direcciones. Lilly no tenía ganas de hablar con nadie en su estado sensible.

    Abby había dejado en claro que no quería que Lilly fuera a Eureka Springs. Su última advertencia aún resonaba en sus oídos. No volveré a hablar contigo si vas a ese pueblo. No después de la manera en que trataron a tu padre.

    Aunque se preocupaba por el ultimátum, Lilly debía saber más acerca de su abuela materna. Se fue, sabiendo que Abby no estaba bromeando o lanzando amenazas ociosas. El hecho de que Abby haya escondido la existencia de su propia madre por veintiocho años de la vida de Lilly era prueba de eso.

    Una lágrima perdida se escapó y ella la secó. Incluso en su enojo, no podía negar su miedo. ¿Y si su decisión terminaba con la relación con su madre? Había estado tensa por años, evidente por el rechazo de Lilly de llamar mamá a Abby.

    Tendría que confiar en que Papi pudiera convencerla.

    "Ayúdame". Ella susurró una súplica de ayuda. Sacudiendo su cabeza, trató de calmarse. Lilly sólo recaía en el español cuando estaba cansada, frustrada, o enojada. O cuando estaba visitando la familia de su papi en México. Sus pensamientos volvieron a la abuela desconocida.

    Abuela Connor, no me dejes perderla por esto. Lilly había comenzado la conversación con su abuela a una hora del viaje. La ayudaba a calmarse. Lilly le contó acerca de su vida y sus preocupaciones, luego hizo preguntas, esperando que la pequeña casa pudiera contener las respuestas.

    Si podía encontrarla alguna vez.

    Una paz invadió su corazón. Respiró hondo temblorosamente y relajó su agarre en el volante. Desviando.... La voz monótona destrozó el momento de calma.

    ¡Arggg! Eso es todo. Lilly golpeó la consola.

    Encontró un camino de grava y se detuvo para dejar pasar los otros autos. Luego volvió hacia Eureka Springs. Era tiempo de rendirse y pedir ayuda.

    Lilly se estacionó en una pequeña tienda de regalos en el límite de la ciudad. Parecía que vendía rocas y vidrios rotos. Afuera los establos contenían lo que parecía polvo de roca, guijarros, pequeñas piedras, hasta grandes ejemplares de especímenes grandes tamaño jardín.

    La corta caminata desde el auto a la puerta le recordó que no había manejado lo suficientemente lejos hacia el norte para el verano. Arkansas era igual de caluroso y húmedo como su hogar, y sólo se pondría más caluroso a mediados del verano.

    La tienda estaba dividida en secciones, la primera desordenada con baratijas y ropas deportivas rojas y blancas, todo impreso con Vamos Razorbacks o la imagen de algún cerdo. Pasó por el área principal que contenía un poco de todo y caminó derecho hacia la registradora y la mujer que la observaba.

    Disculpa. Estoy buscando la dirección County Road ciento diecisiete. Lilly notó dos perros descansando sobre una almohada enorme detrás del mostrador. Uno pequeño, uno grande. Ni siquiera le lanzaron una mirada, claramente acostumbrados a que los extraños entraran y salieran de la tienda.

    La mujer continuó observándola boquiabierta por encima del borde de sus anteojos por otro segundo más. Tú debes ser la nieta de la Sra. Lilly.

    Lilly entrecerró los ojos. Sí. ¿Cómo supiste?

    Pueblo chico, y todos hemos estado esperando conocerte. La mujer sonrió, caminó alrededor del mostrador, y atrajo a Lilly a un abrazo. La Sra. Lilly hablaba de ti todo el tiempo. Desearía que la hubieses conocido.

    No era un abrazo entre extraños. Esta mujer la apretó fuerte como si estuviese sosteniendo algo querido. Eso sorprendió tanto a Lilly que un nudo subió por su garganta, y las lágrimas se reunieron de nuevo. Pestañeó para que se vayan y permitirse abrazar a la otra mujer antes de alejarse.

    Yo también. ¿Cuál es su nombre?

    Lo siento. Soy Florence DeWitt. Puedes llamarme Flo. La mitad del pueblo ha estado observando y esperándote desde el funeral la primera semana de marzo.

    ¿Qué?. Lilly no sabía qué pensar. Habían tenido tres meses y medio para anticipar su llegada mientras ella no era consciente de su existencia. Se sentía raro pensar que la gente podría reconocerla cuando ella no conocería a nadie.

    Como dije, pueblo chico. Flo agitó su mano en el aire. La voz se corre, y para cuando el funeral de la Sra. Lilly finalizó, todos sabíamos que te había dejado todo a ti. Siéntete libre de pedir cualquier ayuda que puedas necesitar.

    Lilly trató de no estremecerse. ¿El pueblo se preguntaba por qué ella y no Abby? ¿O alguno de sus hermanos mayores? Eso era lo que había enfurecido más a Abby cuando se enteró de los detalles del testamento. Lilly desvió ese tren de pensamientos. Ahora mismo, sólo quiero encontrar la casa y dormir un poco. Simplemente fue una noche de locos y un viaje demasiado largo.

    Flo la miró con simpatía. Seguro que lo fue. La casa no es difícil de encontrar una vez que sabes qué estás buscando. Sacó un trozo de papel y dibujó un mapa. Señalaba las líneas a medida que hablaba. Vuelve a la 62, pasando la capilla Thomcrown, y atravesando el puente. A ochocientos metros o un kilómetro llegarás a la estación de servicio, allí gira hacia la izquierda. Ciento diecisiete es la primera calle hacia la izquierda luego de eso. Lo de la Sra. Lilly está al final de la calle.

    Gracias. Sé que pasé la estación de servicio varias veces ya. Tomó el mapa y se dirigió hacia la puerta.

    ¿Lilly? No creo que haya comida en la casa. Vivo en la misma calle. Apuntó hacia la pared opuesta a ella. Puse mi dirección en el mapa. Comemos alrededor de las siete.

    Lilly sintió el nudo otra vez. Abby había sido tajante con que nadie iba a acoger su cabello negro azabache y su piel morena, pero esta mujer era cariñosa y amable. Ya se sentía más en casa aquí que en la mini mansión de sus padres. Asintió a Flo, con miedo de decir algo, y se apuró a volver a su auto.

    Sintiéndose mucho más esperanzada, volvió a la carretera. Quizás este verano no sería tan malo como pensó. Su jefe le dijo que se tomara todo el tiempo que necesitara para lidiar con la sucesión de su abuela. Planeaba hacerlo rápido, pero quizás se quedaría por aquí un poco más. Podría aprender sobre este lado oculto de la familia. Un verano sin Abby respirándole en la nuca para que consiga un trabajo de verdad, como decía ella, sería lindo también. Lilly podría incluso descubrir cómo pelear por sus propios sueños.

    Dobló en la estación de servicio y esta vez encontró la pequeña calle de tierra con facilidad. Aunque conducía despacio, disfrutando el dosel que formaban los árboles sobre la carretera, un rastro de polvo crecía detrás de ella. A pesar de eso, el mundo era verde hacia donde mirara.

    Pasó un par de casas antes de llegar al buzón al final con el nombre Connor en él. Lilly no podía ver la casa, pero un pequeño campo salpicado de árboles y flores silvestres se hacía paso hacia una colina gentil, escondiendo lo que yacía detrás. Había suficiente espacio para plantar flores, quizás hasta para poner un invernadero o dos.

    No seas tonta. Empujó el pensamiento hacia lo más profundo de su mente, pero ese destello de esperanza se duplicó. Si poseía toda esta tierra, sus metas podrían ser más alcanzables de lo que había pensado.

    La casa estaba junto al límite de un bosque, casi desapareciendo entre los árboles. Había un manchón de tierra para estacionar y varios lechos de flores descuidados, pero era la casa lo que llamaba su atención. El revestimiento de madera prensada era de un gris mate, con adorno color crema que había visto días mejores y más brillantes. Rocas de río delineaban el patio delantero, y la barandilla del porche estaba cubierta de hiedra y flores que deberían estar enrejadas pero vagaban libremente. Una mecedora vieja en el porche delantero se veía como un buen lugar para sumergirse en la paz y tranquilidad que sólo la naturaleza podía ofrecer.

    Incluso solitaria y olvidada, era la cosa más hermosa que había visto. Su aspecto ligeramente salvaje era todo lo contrario a la casa completamente cuidada de sus padres. Eso la enamoró aún más.

    Los jardines contenían puntos brillantes de color que se asomaban a través de las malas hierbas, llamando a la amante de las plantas en ella a que se ensuciara las manos.

    Más tarde.

    Tomó su celular y llamó a su mamá. Fue directo a la casilla de voz.

    Abby, logré llegar a Eureka Springs. Sólo quería avisarte. Llámame. Hizo una pausa, pensando en todas las peleas que habían tenido en los últimos años. Te quiero.

    Presionó el botón de finalizar la llamada y agarró su cartera. La puerta de tela metálica hizo un hermoso sonido cuando la abrió. Su mano tembló mientras levantaba la llave. Le tomó dos intentos antes de que pudiera quitarle el seguro a la puerta.

    Dentro estaba oscuro. El olor espeso a casa encerrada, mezclado con muebles viejos y años de cocinar comida sureña grasienta, le dio la bienvenida. Lilly lo reconoció por lo que era –el aroma de la mujer que nunca conocería.

    Lilly accionó el interruptor de luz para revelar el lugar acogedor repleto de muebles antiguos, montones de tapetes, y otras chucherías. El agotamiento se instaló. Se movió por la casa, abriendo las ventanas para dejar salir la pesadez, antes de encontrar la cama de su abuela y tirarse en ella. Ni siquiera el calor le molestaba mientras sucumbía al tan necesitado sueño.

    CAPÍTULO 2

    Martes

    Nate mentalmente sacudió un puño a la Sra. Lilly en el cielo. Cómo se había metido en su vida desde allí arriba estaba más allá de él. Y aun así ella había estado allí por los últimos dos meses. Ella había mandado pequeños recordatorios por todo el pueblo sobre la vida de la que él había escapado. Él había salvado a un perro callejero

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