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Primal
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Libro electrónico113 páginas2 horas

Primal

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SORIN
Soy un gigoló. Siempre lo he sido. Es fácil cuando tú luces como yo. Las chicas caen sobre sus rodillas ante mí rogando chupar mi verga, y yo las dejo. Sólo tengo una regla: nunca con la misma chica dos veces.

WINTER
He estado mirándolo desde que empecé a venir aquí. Sentada cerca de la barra como una acosadora, deseando que él se dé cuenta. Todo lo que siempre obtengo es una mirada y una sonrisa.

A veces me pregunto qué es lo que hago aquí. Esto no es lo que soy. Siempre he sido una chica buena. Pero hay algo en este lugar que me arrastra hacia aquí. Algo en él que me arrastra hacia él.

SORIN
Ella piensa que no me doy cuenta, pero lo hago. La lujuria en sus ojos no se pierde en los míos. Ella piensa que no estoy interesado. Sólo estoy pensando por la oportunidad correcta. Me como a chicas como ella en el desayuno, y estoy apunto de ponerle su mundo de cabeza.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento16 may 2019
ISBN9781547585038
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    Primal - Sky Corgan

    CAPÍTULO UNO

    WINTER

    A veces me pregunto qué hago aquí. Esto no es lo que soy. Siempre he sido una chica buena. No estoy diciendo que las personas que vienen aquí son malas. El estereotipo de personas que usualmente frecuentan clubes BDSM es bastante incorrecto. Hay enfermeras, militares, gente regular. Esta gente vive vidas normales fuera del club. Ellos vienen aquí por... ¿Qué? ¿Para estar rodeados de gente que piensa igual y disfruta esa perversión? ¿Para mezclarse? ¿Es por eso que estoy yo aquí? Ciertamente no me estoy mezclando. De hecho, he estado en el mismo banquillo la mayor parte de la noche.

    Eso es lo que hago cada vez que vengo aquí.

    Le hecho una mirada a mi mejor amigo. Él parece estar muy aburrido, sus ojos fijos en algo a la distancia. Me toma un momento darme cuenta que no está mirando algo. Es probable, que esté perdido en sus pensamientos o preguntándose porqué estamos aquí.

    Dios lo bendiga porque se está divirtiendo con esto. Hemos discutido, en algunas ocasiones, cómo es que nada pasa cada vez que venimos, aunque siempre está de acuerdo en acompañarme, y sigo queriendo venir.

    No lo entiendo, realmente no. Todo lo que sé es que estoy atraída a este lugar. Me atrae porque es todo lo que no soy y todo lo que siempre he querido ser.

    Me levanto la parte de arriba de mi corsé, viendo a mi amplio escote. Lo compré sólo para mostrarlo aquí. Los paneles de la parte de enfrente son de cuero negro falso. Los de los lados están hechos de malla de encaje. Hay una larga cuerda que encaja hacia abajo la parte trasera del corsé y cuelga por mis omóplatos como un gran arco. He combinado el corsé con una mini falda de cuero falso que compré en una tienda de descuento. Parezco toda una gatita sensual, pero no tengo garras. El outfit es sólo para mostrar. Los compré para sentirme sexi. Y me siento sexi con ello, creo que no tengo la atención que pensaba iba a tener. No como la atención que he recibido vistiendo de manera regular.

    Eso es, probablemente, porque estoy acompañada por un chico. Un chico heterosexual. Las personas de aquí deben pensar que es mi novio o mi esposo o mi dominante. Nada más alejado de la verdad.

    Simón y yo hemos sido prácticamente inseparables desde que empezamos a trabajar en Telemarketing del Este hace un año atrás. Angela, mi mejor amiga antes que él, se mudó de estado por la colegiatura. Él no se pudo haber parado en mi vida en un mejor momento – un momento en el que me encontraba sola y sintiéndome miserable.

    Nunca he tenido muchos amigos. Una vez que me gradué, todos empezaron a trasladarse. En vez de salir más y tratar de hacer nuevos amigos, me aferré desesperadamente a los que me quedaban. Angela fue la última en irse. Después de que ella se fue, no tenía a nadie.

    Simón y yo estábamos en el mismo entrenamiento. Si me hubieses preguntado tiempo atrás cuando nos conocimos por primera vez si pensaba en que fuéramos a ser tan unidos, hubiera dicho que de ninguna manera. Somos de dos mundos diferentes. Él es un amante de los cómics, y yo soy una chica fresa. No tenemos nada en común además de amar las películas de terror y el hecho de que ambos somos tímidos y socialmente raros.

    Nos arrastré hasta aquí para cambiar eso. O tal vez para echar a alguno de nosotros. O tal vez para probar algo nuevo. Si quiera yo lo sé. Supongo que no durará mucho siendo nuevo, creo, porque es la cuarta vez que venimos. Bueno, desde que he venido. La primera vez, vine sola para ver el lugar. Estuve veinte minutos enteros antes de empezar a sentirme abrumada por la atmósfera y di una vuelta en U hacia la puerta. Desde entonces Simón viene conmigo. Y cada vez que hemos venido, se vuelve más y más aburrido.

    Frunzo el ceño cuando me dirijo hacia la barra para mover la tapa del enfriador de vino, revisando en mi memoria las visitas en mi cabeza.

    La primera vez, ni siquiera me di cuenta de mí alrededor. Caminé directo hacia el bar a donde estábamos sentados, que es hacia la izquierda cuando tú entras al club. Esa vez, estaba vistiendo un corsé brillante de PVC y pantalones que le iban. Tiré de un banquillo y ordené una botella de agua al barman. Mis ojos repasaron el lugar tímidamente, mirando todas las nuevas señales. Estaban mostrando pornografía en la televisión como muestran el fútbol en un bar deportivo. Supuse que tiene sentido porque es un club sexual. Había unas personas semidesnudas caminando. Algunos completamente desnudos. La música sonaba fuerte, pero nadie estaba en la pista de baile que ocupa un cuarto del total del espacio del club.

    Desde que los celulares no están permitidos, me acerqué y agarré un volante de la barra, leyéndolo meticulosamente pensé que ni siquiera le estaba dando importancia a su contenido. Fue una buena distracción de lo nerviosa que me estaba sintiendo. No estaba segura de lo que esperaba, pero sabía lo que quería que pasara. Esperaba por un fuerte, sexi dominante que se me acerque. Para que me invite a su mazmorra secreta y que haga todas las cosas que he leído en las novelas eróticas que me encantan.

    No pasó mucho antes de que me cansara. Me di cuenta de que lo llaman ficción por una razón.

    Me veía muy provocadora, pero nadie se me acercaba. Si siquiera insinuaban que querían acercarse. Mierda, nadie siquiera miraba en mi dirección.

    La emoción se convirtió en desilusión. Suspiré internamente mientras volvía a poner en su lugar el volante que había leído. Con menos de media página escrita entre derecho y el revés, no me entretuve mucho. Y no habían más volantes en el bar, así que estaba perdida en las cosas para hacer. Creo que no me acordaba porqué, explorar no parece ser una buena opción en ese momento. Me sentía segura cerca de la puerta, donde podía ver, lo que pensé que era, todo el club.

    Había arrugado mi botella con agua y la puse cerca del borde de la barra para que el barman pudiera alcanzarla fácilmente. Luego agarré mi cartera y me volteé para irme, dándole al club una última mirada. Y fue cuando lo vi a él.

    Soy una mujer escogedora. Siempre lo he sido. Escogiendo comida. Escogiendo ropa. Y especialmente escogiendo hombres. Puede haber cientos de hombres en una habitación y las posibilidades de que encuentre alguno atractivo son escasas. Es una de las razones importantes por la que he estado soltera por mucho tiempo. Bueno, eso y el hecho de que soy socialmente rara. Cada vez que un chico guapo trata de hablarme, me pongo nerviosa y tartamudeo. Lo llamo el síndrome del idiota. Definitivamente tengo ese síndrome elevado a la máxima potencia cuando un hombre atractivo se acerca.

    No estaba remotamente cerca a este chico, y podía sentir el calor apoderándose de mi cuerpo. Él era el perpetuo hombre de ensueño de toda americana. Pero algo oscuro, la versión más ruda. Su cabello estaba elegantemente descuidado y lo suficientemente largo para enredar tus dedos y jalar. Tenía la línea de la barbilla marcada como si estuviera descuidada por días. No puedo decir de qué color son sus cabellos y sus ojos por lo tenue de la luz, pero eso no me interesa por que el resto de él estaba jodidamente delicioso. Vestía una camiseta ploma ajustada al cuerpo y un par de pantalones que parecía que estaban hechos para su trasero. Me babeé mientras me imaginaba agarrando ese trasero. Sólo pude echar un vistazo antes de que desapareciera de mi vista. Mis ojos vieron esa parte trasera por unos buenos cinco minutos, junto con la oleada de esperanza en que él se volteara y se diese cuenta de mí.

    Se volteó y se dio cuenta de mí, sus ojos encontrándose con los míos por una fracción de segundos. Me sonrió cortésmente – por lo menos, pienso que me sonrió a mí, puede que sonriera a cualquiera en el área que yo estaba – y luego continuó con la conversación que estaba teniendo. Exhalé el aire que ni siquiera había notado que estaba sosteniendo, y con eso, toda esperanza abandonó mi cuerpo. El chico no tenía intención de acercarse y hablarme, y estaba harta de ser ignorada. Dejé el club malhumorada.

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