Su Posesión
Por Sky Corgan y Roxy Sinclaire
4/5
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Información de este libro electrónico
Amory Mikhailov viene de una mala parte de la ciudad donde sus padres son propietarios de una pequeña tienda de abarrotes que a duras penas les ha ayudado a pagar las cuentas durante los últimos años. Cuando Giovanni Bianchi envía a sus matones para chantajear el negocio, no tienen otra opción más que pagar por su “protección”. Pero cuando el precio se vuelve muy alto, y la seguridad de su padre está en riesgo, Amory decide hacerles una oferta diferente.
Ryder Bianchi vive una vida encantadora. Ha pasado los últimos años intentado mantenerse fuera del negocio sórdido de su padre hasta que él se presenta en su puerta con un regalo en la forma de Amory. Giovanni le dice a Ryder que puede hacer lo que sea que quiera con ella, y Ryder planea hacer justamente eso.
Este es una historia ardiente y única. Si te gustan los hombres autoritarios con mentes sucias, entonces consigue una copia y descubre que se siente ser Su Posesión.
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- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5ESPECTACULAR ME ENCANTO BELLISIMA NO DEJEN DE LEERLA POR FAVOR NO SE ARREPENTIRAN
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Su Posesión - Sky Corgan
CAPÍTULO UNO
AMORY
He estado en esta habitación un millón de veces antes, pero por primera vez, se siente como una prisión. Quizás es porque estoy sentada en una silla en medio de la habitación. Es un lugar extraño para colocar una silla, pero parece apropiado considerando el intercambio.
Observo todas las cajas apiladas a mí alrededor, añorando la comodidad de la familiaridad. El contenido de la tienda cambia cada semana, pero siempre puedo esperar ver estas cajas aquí. Papitas, dulces y paletas, las cosas típicas por las que la gente viene a la pequeña tienda de mis padres.
Hoy, todo me parece foráneo. Justo ahora, estoy sola en la habitación, y el ambiente esta tan tenso que siento que me estoy sofocando. El aire frio serpentea hasta mis pulmones para ahogarme. Algo aprieta mi corazón. Nunca he estado más nerviosa en toda mi vida.
Me aliso el frente de la falda floreada que estoy vistiendo sobre mis rodillas, tratando de cubrirme hasta los tobillos. Hubo una docena de atuendos que pude haberme puesto hoy, pero quería mostrar un aire de modestia. Una falda larga de cintura alta. Una camisa de manga larga roja para hacer juego con las rosas de la falda. Incluso me puse unas medias opacas para que no se viera nada más allá de la falda. Traigo puestos unos lentes de sol de micas grandes a pesar de estar dentro de la habitación. A duras penas puedo ver algo, pero los necesito para ocultar mis ojeras por la falta de sueño. Eso y el hecho de que probablemente el maquillaje que me puse este todo embarrado por tanto llorar. El corrector puede cubrir hasta cierto punto, pero juro que no existe el rímel a prueba de agua.
Ahora que lo pienso, no debí de ponerme maquillaje en lo absoluto. Pero no importa. No hará que Giovanni Bianchi mágicamente decida no llevarme con él. Me ha visto en toda clase de ropa, con o sin maquillaje. Debería contarlo como una bendición que me quisiera, para empezar. De otra manera, quien sabe que es lo que le habría pasado a mis padres; a su tienda. No quería que la perdieran. Es el trabajo de todas sus vidas.
Recuerdo la historia que mi padre solía contarme cuando yo era una niña sobre lo duro que habían trabajado él y mi madre para cumplir su sueño de ser propietarios de una tienda de abarrotes. Era una historia llena de romance y maravillas. De chiquita, quise ser parte de esa historia, así que me ofrecía para trabajar en la tienda en cada rato libre que tuviera. La tienda se volvió parte de mí como lo era de ellos. Había evolucionado de ser solo paredes de ladrillo y azulejo con ventanas, hasta volverse parte de nuestra familia. Si la pedíamos, estaríamos devastados.
Mis padres se mudaron aquí mucho tiempo antes de que yo naciera. La historia dice que los padres de mi madre odiaban a mi padre; hasta el día de hoy, no he conocido a mis abuelos paternos ni maternos. Se negaban a dejar que ellos dos se casaran, así que mi padre uso todo el dinero que había ahorrado de su trabajo como conserje para volar a los Estados Unidos. Mi madre siempre soñó con ir a la ciudad de Nueva York, así que ahí aterrizaron, pero terminaron estableciéndose en el Bronx. Ninguno de ellos hablaba una pizca de inglés cuando llegaron aquí, así que les fue difícil establecerse por sí mismos. Inicialmente, ambos vivían del poco dinero que le quedaba a mi padre. Luego, ambos comenzaron a trabajar esporádicamente. Mi madre es una costurera maravillosa, así que le dio un buen uso a sus habilidades. Mi padre trabajaba como obrero cada que encontraba la oportunidad. Dijo que después de varios años de luchar por pagar las cuentas y sobrevivir, se volvió un chiste personal para ellos el decir que algún día abrirían una tienda de abarrotes y que nunca tendrían que preocuparse por la comida de nuevo.
Eventualmente, mi padre encontró un trabajo estable en una estación de gasolina y mi madre en un taller de costura. Vivieron una vida pobre, compartiendo un departamento de una habitación de 160 metros cuadrados y exprimiendo cada centavo que tenían. No fue hasta dos años después de que yo nací que habían ahorrado suficiente dinero para convertir su chiste personal en una realidad. Queriendo una mejor vida para nosotros, decidieron abrir un negocio ellos mismos. Compraron una pequeña tienda en la esquina de la Avenida Arlington y la calle W 254 y pasaron todo su tiempo haciendo que se convirtiera en la mejor tienda de abarrotes del vecindario.
A la tienda le fue bien por un rato. Solo dos años después de la apertura, mis padres juntaron el dinero suficiente para cambiarnos de departamento, a uno de dos habitaciones. Aun así, pasábamos más tiempo en la tienda que en nuestra casa. Prácticamente me criaron ahí. Algunos de mis primeros recuerdos incluyen ayudar a mi madre a llenar los estantes y jugar en el agua de una de las tuberías rotas detrás del edificio.
Mis padres nunca sacaron suficiente dinero de la tienda para considerarnos adinerados, pero teníamos todo lo que necesitábamos. Las cosas fueron bien durante mi infancia, pero para cuando llegue a la adolescencia, el vecindario en donde estaba la tienda comenzó a caer en picada. La mayoría de los clientes regulares se mudaron. Los rufianes llegaron a tomar su lugar. No solo tuvimos que lidiar con las ventas bajas, sino que también tuvimos que preocuparnos de que nos robaran. Mi padre finalmente comenzó a gastar en asegurar el lugar cuando le robaron a mi madre con una pistola. Fue un evento tan traumático que mi padre hablo sobre cerrar la tienda. En retrospectiva, probablemente debieron haberlo hecho. Porque si así hubiera sido, no estaríamos en el problema en el que estamos hoy. Pero mi madre, con su enorme corazón, lo convenció de que permaneciéramos abiertos, de que las cosas cambian todo el tiempo y que solo necesitamos superar el declive económico de la zona. Insistió en que el negocio mejoraría eventualmente, así que decidieron permanecer abiertos.
Eventualmente, el negocio si se estabilizo, aunque a duras penas era suficiente para mantener la tienda y a mi familia a flote. Durante un tiempo, pensamos que todo estaría bien, pero pronto, una nueva amenaza llegó a la ciudad. Comenzó con matones en nuestra puerta haciendo amenazas y rompiendo cosas. Mis padres llamaron a la policía varias veces, pero se hicieron de la vista gorda. Luego la fuente de la discordia se apareció. Giovanni Bianchi. Don de la mafia. Pervertido. Imbécil. Los matones eran suyos, enviados para inculcarle miedo a mis padres. Les ofreció protección
a mis padres por una cuota no muy baja. Y con protección
me refiero a que dejaría de mandar a sus matones a acosarnos en nuestra tienda. Si mis padres no pagaban, prometió destruirlos.
Por supuesto, mis padres le dijeron todo esto a la policía. Pero lo que no descubrieron sino hasta tiempo después, es que Giovanni tenía gente dentro. El departamento de policía no le importaba una mierda lo que él estuviera haciendo mientras que nadie muriera y que los negocios grandes con gran influencia estuvieran fuera de su alcance. Así que, básicamente, Giovanni tenía todo el poder.
Mis padres no tenían otra opción más que pagar o mudarse. Hartos con todas las desgracias que se habían encontrado en los últimos años, mi padre finalmente decidió poner en venta la tienda. Pero nadie estaba interesado en comprar un negocio en apuros en una mala zona de la ciudad. Así que estábamos atorados. Estábamos atorados, y las cuotas de protección de Giovanni fueron aumentando gradualmente mientras que nuestras ganancias menguaron hasta volverse nulas y estábamos hundidos en deudas.
Y eso nos lleva hasta hace dos semanas. Los gorilas de Giovanni pasaron a la tienda por su visita mensual. Mi padre se negó a pagarles; no podía pagarles. El mismo Giovanni hizo una gran aparición unos días después, amenazando con saquear la tienda y romper cada hueso en el cuerpo de mi padre. Hizo un chiste al aire sobre cómo me llevaría a mí en vez del dinero. Yo estaba parada detrás del mostrador. Ver a un hombre del doble del tamaño de mi padre con su puño aferrado a la camisa de mi padre, había alzado mi miedo hasta un límite que nunca había experimentado. Y en ese momento, todo lo que me interesaba era salvar a mi padre. Ni siquiera pensé antes de decir