Al descubierto
Por Jessa James
4.5/5
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Información de este libro electrónico
Cuando a Penny, una periodista de revista, se le ofrece la oportunidad de investigar las subastas de vírgenes en el Club V, ella la toma sin dudarlo. Especialmente, cuando se da cuenta de que el hombre a quien estará entrevistando es Pete Wilson, el chico que la sedujo en la universidad y la hizo ser objeto del ridículo. Ahora ambos son adultos, y él es el objetivo. Penny quiere vengarse. ¿Podrá ella dejar al descubierto el bajo mundo del Club V para la revista Expose? ¿O la investigación dejará al descubierto sus cuerpos y sus corazones? Si te gusta leer sobre alfas billonarios, mujeres osadas y momentos sexys en clubes, sigue leyendo…
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Al descubierto - Jessa James
Autor
1
Pete
Miré la calle por la ventana de mi oficina mientras la lluvia caía. Era Nueva York en su época más asquerosa, y yo estaba agradecido de estar cubierto, a pesar de que tendría una conversación que no deseaba tener con mis socios de negocio.
—¿Qué sucede? —preguntó Jake mientras entraba en mi oficina y se echaba en una de las sillas de cuero como si fuera dueño del lugar. Bueno, él sí era dueño de una tercera parte del lugar, pero no de mi oficina.
Yo me encogí de hombros ligeramente.
—Esperaremos a Neil antes de comenzar.
Como si lo hubiéramos invocado, Neil apareció en la puerta.
—¿Llamaste?
—Siéntate —le dije, señalándole la otra silla al frente de mi escritorio. Esperé a que ambos estuvieran sentados, pero me mantuve de pie en el mismo lugar. Ambos eran demasiado alfas, algo que hacía un poco difícil el hecho de trabajar juntos a veces, pero yo quería recordarles quién era el cerebro detrás del Club V y que sin mí todo nuestro imperio podría derrumbarse. Mantuve mi postura al lado de la ventana, con mis brazos cruzados en mi pecho. Sabía que tenía una figura imponente y quería que lo tuvieran en mente mientras les decía lo que había descubierto.
Lo que mis amigos de la universidad, y ahora socios de negocios, no comprendían era que estábamos sobre una castillo de naipes que podría colapsar en cualquier momento. Un mal movimiento, y podríamos desmoronarnos. Yo había estado apagando incendios, pagándole tareas a personas y manteniendo nuestra política de prohibiciones por mucho tiempo. Pero tuvimos situaciones difíciles recientemente, y era hora de que supieran lo que había estado sucediendo detrás de bastidores y lo que sospechaba que se nos avecinaba.
—Voy a ir al grano —comencé a hablar—. ¿Recuerdan el agente que atrapamos en la subasta hace algunas semanas?
Los dos asintieron al mismo tiempo.
—Bueno, eso ya fue arreglado. Solo digamos que quería un descuento en nuestro negocio.
—Problema resulto, entonces —dijo Neil con ademán de su mano.
Yo sacudí mi cabeza.
—No tan rápido. Ese fue el tercero en muchos meses. Estamos atrayendo la atención y tengo el presentimiento de que somos un secreto a voces entre muchos del buró de investigaciones. Tendremos que estar al máximo rendimiento y asegurarnos de mantener oculto este lugar. Tendremos que disimular ser un club exclusivo para caballeros
por un tiempo. Seguir promocionándolo para cierto tipo de personas. Mientras más importantes e influyentes, mejor. Las personas que tienen algo que perder tienden a no hablar sobre lo que sucede aquí.
Jake asintió.
—Tengo algunos eventos pronto, como la Gala del Met. Un par de subastas de caridad. Tengo el presentimiento de que obtendremos más miembros del tipo que buscas en esos eventos.
Rasqué mi barbilla.
—Tenemos la delantera. No estoy preocupado por que nos encuentre el FBI o alguna otra agencia, tengan en mente que nada de lo que hacemos aquí es ilegal. Es solo… cómo podrían ser retratados en los medios.
—Tenemos mucho invertido en el negocio, tiempo, dinero y nuestro sustento como para dejar que algo malo ocurra ahora —añadió Neil.
—Solo quiero asegurarme de que ustedes sepan lo ocurrido con el agente y que estamos avanzando como si nada hubiera sucedido. Me he encargado de los detalles y creo que estaremos bien, por ahora. Solo tenemos que manejar cuidadosamente nuestra publicidad —dije yo.
—¿Cuál es el plan para eso? —preguntó Jake mientras suavizaba su cola de caballo. El hombre seguía igual de impecable y se arreglaba constantemente, incluso cuando no había mujeres alrededor para impresionar.
—Bueno, tengo un artículo de una revista en la agenda. Todavía estamos planeándolo, pero me ha contactado uno de los editores. Será una buena exposición para el tipo de clientela que estamos buscando, y creo que servirá para convencer al vecindario de que las actividades son legales. La circulación no es muy grande, pero llega al área y al público que queremos alcanzar.
Me soné los nudillos y miré de nuevo por la ventana, estaba más nervioso por la propuesta de la revista de lo que les comenté a mis socios.
—De cualquier modo, ¿qué tienen en la agenda esta semana?
Neil se recostó en su silla.
—Yo tengo que estar en el local de Las Vegas este fin de semana para una enorme despedida de soltero y soltera que habrá allí.
Levanté una ceja.
—¿Despedida de soltera? No tenemos muchas de esas. ¿Todos miembros del club?
Neil asintió.
—Los solteros, sí, y también parece que la novia está interesada en unirse al club. Ella traerá a sus damas de honor al viaje, y esperamos asegurarnos que algunas de ellas ingresen como nuevos miembros esta semana. Un par de actrices y una modelo. A ellas le gusta la idea del sexo al aire libre: solo tenemos que venderles lo que tenemos para ofrecer.
—Si alguien puede hacerlo, ese eres tú. ¿Qué tal tú, Jake?
Jake bostezó y colocó sus manos detrás de su cabeza.
—Voy a llevar a mi chica al club de Atlanta. Quiero mostrarle un poco todo para que vea lo que hacemos. Y creo que a ella puede interesarle un poco lo que tenemos que ofrecer ahí.
—¿Es esta la chica que conociste aquí? —Neil giró y le preguntó a Jake.
Él asintió.
—Y después de un mes con mi collar, ella es salvaje y está lista para disfrutar este estilo de vida.
Puse mis ojos en blanco.
—Bien por ti. Solo asegúrate de trabajar un poco mientras estés ahí, ¿de acuerdo?
Jake guiñó el ojo.
—Sí, trabajaré un poco.
—Entonces supongo que eso es todo —dije, sacudiendo mi cabeza—. No les quitaré más de su tiempo.
Los chicos salieron de la oficina dejándome con mis pensamientos. A pesar de lo mucho que los había tranquilizado, yo todavía tenía preguntas sobre lo que sucedería con el FBI y los policías locales. Estábamos haciendo todo lo que podíamos para mantener el nivel del Club V en todo los Estados Unidos, pero podía sentir que se nos cerraban las puertas. Sabía que pronto alguien querría dinero regularmente para mantenerse callado. No era que no pudiéramos afrontar ese tipo de cosas, pero nuestro negocio era legítimo, y odiaba tener que pelear con uñas y dientes para mantener a las autoridades lejos del lugar.
Todo se reducía a las vírgenes. Había sido mi mejor idea, lo que había puesto al Club V en el mapa. En medio de todos los clubes exclusivos de sexo que aparecían por el país y por todo el mundo, nosotros éramos los únicos haciendo algo diferente. Bueno, no éramos el primer club que ofrecía vírgenes, ni tampoco éramos los primeros en tener una subasta de élite, pero nosotros sí éramos los primeros en hacerlo legalmente.
Los contratos eran la clave. Me había tomado meses trabajarlos con los mejores abogados de la ciudad. Todo tenía que estar por escrito y tenía que ser perfecto. No podíamos tener ningún vacío legal. Dios sabía que el tipo de hombre que deseaba comprar vírgenes era de los que solían tener arrepentimiento de comprador y pedían su dinero de regreso, sin importar cómo fuera la experiencia. Los contratos aseguraban que lo que sea que sucediera, sucediera. Nosotros éramos responsables por la transacción en la subasta. Nosotros proporcionábamos las mujeres vírgenes que querían entrar a la subasta y usar el collar, tras verificar la edad legal. Los hombres aceptaban un código de conducta, no era muy estricto, pero dejaba en claro lo que se esperaba de ellos en el trato que le darían a la mujer por la cual estarían ofertando.
Consentimiento total.
Insistíamos en que los postores pasaran por un seminario. Ellos tenían que probarse con nosotros. Había algunos hombres que pasaban nuestro proceso de selección sobre los cuales tenía dudas, pero en general, yo me sentía bien al dejar que las vírgenes entraran en la habitación de la subasta.
Nuestras vírgenes siempre eran seleccionadas con mucho cuidado. Usualmente acudían a nosotros por su cuenta, y solo eran raras las ocasiones cuando nos acercábamos nosotros a una en particular, y eso sucedía porque había sido recomendada por una amiga que ya había estado antes en la subasta.
Nosotros teníamos una psicóloga clínica en el personal que evaluaba completamente a las mujeres antes de