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Operación propósito de Año nuevo
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Libro electrónico94 páginas1 hora

Operación propósito de Año nuevo

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Los propósitos de Año Nuevo son tan aburridos. Perder peso. Conseguir un ascenso.

Tonterías. Tengo uno mejor.

Ser como un tipo.

Estoy cansada de que se aprovechen de mí. Que los hombres me hagan creer que realmente les agrado solo para decepcionarme. Es mi turno de usarlos como mi juguete.

Al menos... eso es lo que me había dicho a mí misma.

Entonces conocí a Matt. Mi primera víctima. Él era solo otro idiota rico que quería pasar un buen momento, pasar la noche y luego desaparecer al día siguiente.

Excepto que... siguió llamándome después.

Bueno, lo pagará. No dejaré que se salga con la suya. ¡Comienza la Operación propósito de Año nuevo!

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento25 jun 2021
ISBN9781667405155
Operación propósito de Año nuevo

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    Operación propósito de Año nuevo - Sky Corgan

    CAPÍTULO UNO

    BELLA

    ––––––––

    —¿Estás segura de que quieres ir, Bella? Sabes que será un manicomio, ¿no? ¿La noche más loca del año? Yo casi nunca salgo en víspera de año nuevo. Es cuando los novatos salen a divertirse.

    —¿Los novatos? Lo haces parecer como si bebieras todos los días. Estoy muy segura de que somos novatas, amiga.

    Al otro lado de la línea telefónica, Maggie rio tímidamente, lo que me hizo reír. Maggie había sido mi mejor amiga desde nuestro primer año en la universidad y a los veinticuatro años, era una amistad que se fortalecía. Nos habíamos apoyado en enfermedades, pseudo-novios horribles, discusiones familiares y trabajos indeseables. Fue porque éramos tan buenas amigas que pude convencer a Maggie para que saliera conmigo esa noche, posiblemente la noche más loca del año para ir a cualquier parte. Para nada era el alma de las fiestas, pero en esta víspera de Año Nuevo en particular, tenía una buena razón para hacerlo. Dicha buena razón medía alrededor de uno ochenta de estatura, cabello rubio arenoso y tenía hoyuelos cuando sonreía. Incluso pensar en Eli me hacía sonrojar, y estaba casi segura de que Maggie podía advertirlo en mi voz. La única pregunta era si ella lo adivinaría o no. 

    —Oh, Dios mío, se trata de un muchacho, ¿no es así?

    Lo adivinó. Eso era lo que pasaba con Maggie. Era el tipo de mujer que la gente tendía a considerar como una romántica sin remedio, y algunas veces, eso era precisamente lo que era, pero ¿otras veces? Otras veces era así, como ahora, es decir, sumamente perspicaz. Eso, combinado con el hecho de que me conocía desde hacía mucho tiempo, y no había forma de que mis intenciones para la noche pasaran desapercibidas. Incluso si quisiera, de lo cual no estaba totalmente segura. Un apoyo nunca venía mal, no que yo supiera.

    —¿Bella? —dijo con su mejor voz premonitoria —, ¿Me estás ocultando? ¿Lo has estado haciendo?

    —Mmm, ¿tal vez un poco?

    —Escúpelo, entonces.

    —La verdad no es nada, ¿de acuerdo?

    —No. No estoy de acuerdo. Si quieres que vaya esta noche, me dirás por qué quieres hacerlo. ¡Debí saber que tramabas algo! ¡Nunca quieres salir en estas fechas!

    Una vez más, me conocía demasiado bien. Así que confesé, confesé todo lo que había estado almacenando dentro de mí durante los últimos meses. Eli era entrenador en mi gimnasio. Él fue, de hecho, la razón por la que decidí desembolsar mucho dinero por un entrenador personal. No estaba exactamente lo que se dice en forma impecable, pero tampoco estaba tan mal, ni mis finanzas eran tales que pudiera permitirme gastar cuatrocientos dólares más al mes en ejercicio. Sin embargo, cuando entré al gimnasio de mi vecindario para inscribirme, había sido Eli quien había procesado mi información, y después de una hora, había firmado un contrato por el valor de un año en sesiones personales con él. Había querido que la tierra me tragara después de darme cuenta de que nadie termina en una relación con su entrenador, pero a medida que pasaban las semanas, mi mente había comenzado a dudar en ese punto. Estaba bastante segura de que no estaba fuera de lo posible que un entrenador coqueteara con una de sus clientes, pero la forma en que Eli lo había estado haciendo conmigo parecía más que un flirteo cualquiera. Cuando durante nuestra última sesión me invitó a la fiesta de un amigo, mi vacilación casi había desaparecido. Había algo allí y quería ver qué era. Tenía tantas ganas que convencí a Maggie y vertí mi figura de metro sesenta y cinco en un pequeño vestido de cóctel negro que era lo suficientemente ajustado como para no tener dudas sobre mi capacidad para respirar. Un corto viaje en taxi para pasar por mi mejor amiga y ambas estábamos en medio de una fiesta en el almacén, algo muy inusual para mí. Hasta este punto, tenía tanta prisa por llegar allí como para pensar mucho en cómo sería la fiesta en sí, lo cual fue una bendición. Sin embargo, ahora que estábamos allí, el pánico comenzaba a infiltrarse en mi sangre. La gente en esta fiesta estaba mucho, mucho más a la moda que yo, más de lo que yo había estado en toda mi vida. Si este era el tipo de mujer que Eli buscaba, se llevaría una decepcionante sorpresa.

    —Mmm, ¿Bella?

    —¿Qué? Esto es genial, ¿no? Nunca había estado en una fiesta como esta.

    —Sí —dijo Maggie con incertidumbre, subiendo sus gafas de montura metálica por su nariz pecosa y mirando a su alrededor con duda—, yo tampoco. Sin embargo, algo no me gusta.

    —¡Oh, vamos! No estarás incómoda, ¿o sí? ¿Lo estás? ¿Te molesta algo?

    Maggie se encogió de hombros y me dio una mirada que se suponía reconfortante. Baste decir que no me lo pareció. Mirando a mi alrededor a la inmensa multitud de personas y al edificio arenoso y descuidado, sentí náuseas. No discutiría con ella si dijera que quería irse. Me había imaginado un apartamento cálido con un puñado de personas. Eli nos recibiría en la puerta y sería tan encantador que Maggie me daría su bendición allí mismo. Él caería rendido a mis pies, y los dos nos embarcaríamos en una relación en ese mismo momento. En vez de eso, estaba en un gigantesco edificio hecho de hojalata corrugada, lleno de gente en colores alegres, con niveles extremos de intoxicación. Básicamente, parecía una gran fiesta, y cualquier esperanza que tuviera de encontrar a Eli se estaba desvaneciendo rápidamente.

    —¿De verdad crees que podrás encontrarlo aquí? —Maggie se esforzó por hacerse oír por encima del rugido de nuestros compañeros de fiesta —. ¡Este lugar es un manicomio!

    —No estoy segura. Eso espero.

    —¡Si lo logras, será mejor que lo aproveches!

    —¿Qué quieres decir?

    —Quiero decir, que será mejor que te salgas con la tuya, ¡que comience a fluir el romance! No he venido hasta aquí para que te ignore.

    —¡Maggie! No te dejaría sola aquí. Solo estamos aquí para verlo, eso es todo.

    —De ninguna manera. En el escenario ideal, lo llevas a casa y te aseguras de que nunca quiera estar con otra mujer, y yo puedo ir a casa con mi DVR. Ganar-ganar.

    Mi rostro se sonrojó, y estaba a punto de decirle que hablara en voz baja cuando sentí una mano en mi hombro. Me di la vuelta, de

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