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El Reto del Billonario: La Trilogía del Billonario
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El Reto del Billonario: La Trilogía del Billonario
Libro electrónico51 páginas53 minutos

El Reto del Billonario: La Trilogía del Billonario

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Cuando Mía Harrison aceptó participar en la fiesta de Subasta a una Secretaria para Caridad, no espera más que un poco de horas extra en su paga. Pero cuando a Mía la gana el billonario sexy Garret Fabel, recibe mucho más que solo una noche de diversión.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento19 sept 2019
ISBN9781071506080
El Reto del Billonario: La Trilogía del Billonario

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    El Reto del Billonario - K. Matthew

    Estaba parada en el escenario, toda arreglada como las demás perras falsas a la par mía. ¿Por qué accedí a esto? A través del tiempo, tenía que estármelo recordando. Esto podría ser una función benéfica, pero yo definitivamente no lo estaba haciendo de gratis. Aun así, parada bajo las calientes luces que nos alumbraban, siendo subastada como un pedazo de carne, rápidamente estaba empezando a arrepentirme de mi decisión de seguir el juego.

    La fiesta anual de Subasta a una Secretaria para Caridad. Era la primera vez que mi jefa había podido participar—la primera vez que su pequeña firma de relaciones públicas había hecho suficiente dinero para ameritar participar en tal evento.

    Cuando me lanzó la idea, me encogí por dentro. ¿Por qué no se lo pides a Charlise? Rápidamente la referí a la vivaz pasante de diecinueve años recién contratada. Ahora, esa chica podría conseguir bastante dinero para caridad. Una cosa tan bonita. Por qué mi jefa quería mandar a la anticuada de casi treinta años que soy yo, era incomprensible para mí.

    Charlise no es mi secretaria, me recodó la Sra. Eddison.

    Podríamos fingir. Traté de no verme muy feliz con la idea.

    Vamos Mía, será divertido, me aseguró. Podrás vestirte elegante y arreglarte el cabello y las uñas y conocer hombres muy ricos. Quien sabe, hasta puede que consigas un novio millonario.

    Muy poco probable, pensé. Aunque ya habían pasado siete años desde mi asqueroso divorcio, yo aún odiaba a los hombres. A todos ellos.  Ricos, pobres, atractivos, feos, inteligentes, tontos. Todos eran despreciables para mí. Agradables para mirar, buenos algunos, pero no merecían mi tiempo.

    Y en cuanto al cabello y las uñas, creo que ella no me presta mucha atención. Puedo contar con los dedos de una mano, las veces que he lucido mi cabello de otra forma que no sea sujetado en una cola. Y la cantidad de veces que me he arreglado las uñas en la vida es cero. Nunca he sido una chica muy femenina. Simplemente no es mi estilo.  Mucho trabajo.

    Si la señora Eddison no me hubiera dado para esas cosas, nunca me las hubiera hecho. Aún después de todos los tratamientos de belleza y los mimos, no me sentía como una princesa. De hecho, el calor de las lámparas arriba de nosotras me estaba haciendo sentir como una escultura de cera derritiéndose. Las capas de maquillaje pintadas en mi cara, aceitosas e incómodas, estaban empezando a caerse con el sudor. Mi largo cabello oscuro, normalmente lacio y sin vida, empezaba a picar por la gran cantidad de fijador que era necesaria para mantener los rizos que el peluquero logró de alguna manera. Podía sentir los ganchos que lo sujetaban lejos de mi cara deslizarse de su posición original. Para el final de la noche, me vería como un desastre. Estaba segura de ello.

    Enfocarme en mi incomodidad era lo único manteniendo mi ataque de ansiedad bajo control. Allí estaba yo, al menos cinco años mayor que todas las demás secretarias, y la más pesada por mucho. Estaba segura de que todos los demás jefes habían sido lo suficientemente inteligentes cómo para escoger a sus empleadas más atractivas. No es posible que todas estas chicas sean secretarias. La que estaba a mi derecha se miraba como la Barbie Malibú, con cabello rubio brilloso, senos grandes y un trasero del que podías rebotar. A mi izquierda estaba una chica que fácilmente podría haber sido una super modelo. Me preguntaba si la Sra. Eddison se daba cuenta ahora del

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