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Enredos desastrosos
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Enredos desastrosos
Libro electrónico289 páginas4 horas

Enredos desastrosos

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Escrito por la autora más vendida de USA Today, K.L. Middleton

Ella tiene un sueño...

La estilista de veintiún años, Tiffany Banks, creía que su vida estaba planeada hasta que sus compañeros de trabajo la convencieron de audicionar para American Icon, un popular reality de canto. Desafortunadamente, sus sueños de fama se ven amenazados cuando uno de los jueces, un chico malo del rock, Ransom, está empeñado en interponerse en su camino.

Él no se detendrá hasta obtener lo que quiere...

Después de ganar American Icon hace cuatro años y firmar por su alma, la vida de Ransom se convirtió en una mezcla borrosa de alcohol, conciertos y mujeres. Después, cuando fue presionado para convertirse en uno de los jueces en el programa para salvar su carrera, se encuentra cara a cara con Tiffany, la bella e inocente amiga de su hermana, y decide hacer todo lo posible para evitar que cometa los mismos errores que él cometió y arruine su vida, sin importar las consecuencias.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento17 ago 2020
ISBN9781071557693
Enredos desastrosos
Autor

K.L. Middleton

New York Times and USA Today bestselling author, K.L. Middleton (Kristen Middleton) lives in the Midwest with her husband and daughters. She has written over thirty-nine books, including The Biker series, under pen name of Cassie Alexandra. She writes horror, romance, fantasy, and suspense. Visit her website at www.kristenmiddleton.com to learn more about her books.

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    Enredos desastrosos - K.L. Middleton

    Para mi familia y lectores

    Besos y abrazos

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    Índice

    Prólogo

    Capítulo uno

    Capítulo dos

    Capítulo tres

    Capítulo cuatro

    Capítulo cinco

    Capítulo seis

    Capítulo siete

    Capítulo ocho

    Capítulo nueve

    Capítulo diez

    Capítulo once

    Capítulo doce

    Capítulo trece

    Capítulo catorce

    Capítulo quince

    Capítulo dieciséis

    Capítulo diecisiete

    Capítulo dieciocho

    Capítulo diecinueve

    Capítulo veinte

    Capítulo veintiuno

    Capítulo veintidós

    Capítulo veintitrés

    Capítulo veinticuatro

    Capítulo veinticinco

    Capítulo veintiséis

    Capítulo veintisiete

    Capítulo veintiocho

    Capítulo veintinueve

    Capítulo treinta

    Capítulo treinta y uno

    Canciones

    Prólogo

    Ransom

    Destapé de nuevo la botella de Patron y di otro trago, observando a las dos chicas que giraban en mi cama king size, gimiendo de placer mientras sus lenguas bailaban entre los muslos una de la otra. La escena parecía sacada de una porno: dos hermosas chicas, ambas excitadas y pidiéndome que me uniera a ellas. Era una fantasía por la que muchos hombres darían hasta un brazo por vivir.  Diablos, solía ser la mía.  En esa época, sin embargo, era tan solo otra noche de domingo más en mi condominio en L.A.

    ¿O era lunes?

    La morena, una famosa modelo de lencería, levantó la cabeza y me lanzó una sensual sonrisa. "¿No vas a unirte a nosotras, Ransom?, ronroneó.

    Tratando de concentrarme, moví mi mano hacia la imagen borrosa. Nah, respondí con voz gruesa. Paso esta vez.

    Ella lamió sus labios de manera sugestiva. ¿Estás seguro? ¿O vamos a tener que seguir rogándote?.

    Sonreí sin muchas ganas. En realidad no estoy seguro de nada, dulzura.

    Soltó unas risitas, pensando que estaba coqueteando con ella, y después continuó dándole placer a la pelirroja que me estaba observando con ojos deseosos y llenos de adoración. Pasé mi mano por mi cara, tratando de recordar su nombre.

    ¿Ginger? ¿Canela?

    En realidad no me importaba. Para mí, esta chica era tan solo otra grouppie sin cara, una que atrajo mi atención durante la fiesta de cumpleaños del baterista, Vance, un par de horas antes. Ella usaba un tipo de top halter plateado, sus pezones se notaban a través de él cuando se lanzó sobre mi regazo, susurrando cosas sucias en mi oído, hasta que, finalmente, se ofreció a hacerme un oral. Muy obligado, acepte su oferta en el baño, pero al final tuve que alejarla. No podía mantener una erección observando una chica que me veía como algo que yo no era.

    Un dios.

    De ninguna manera era un dios. Los dioses no eran miserables ni dominados por otros.

    Y yo era ambas cosas.

    Desde el exterior, mi vida era eso de lo que los sueños están hechos. Era una celebridad asquerosamente rica, con hordas de mujeres, drogas y alcohol a mi disposición. Poseía muchos carros, cuatro casas, un avión privado y una pequeña isla en el Caribe. Yo era lo máximo. Una estrella de rock estadounidense ganadora de un Grammy.

    Claro, un maldito chiste...

    No era nada más que un prisionero, poseído por las letras chiquitas en mis contratos y los representantes que me trataban como un niño a los 25. No tenía permitido escribir mi propia música, planear mis propias giras ni tomar alguna otra decisión más importante acerca de mi vida, dejando de lado la carrera. Diablos, ni siquiera podía salir a la puerta de mi casa sin ser observado y castigado por alguno de los tipos de relaciones públicas. Lo único que podía controlar era tirarme a la perdición, así que lo hacía tanto como fuera posible. Desde mi punto de vista, el hecho de que aún tuviera control sobre lo que le hacía a mi cuerpo era lo que evitaba que me ahogara en su piscina de reglas no negociables. O, quizá, era lo que me estaba hundiendo cada vez más rápido; ya ni siquiera lo sabía. La terrible verdad era que incluso aunque quisiera alejarme de toda la gloria y el estrellato, mi cara estaba estampada en todos lados en las revistas, en la televisión, en las listas de éxitos y hasta en los anuncios de los baños. No podía ir a ningún lado sin ser seguido por reporteros o fanáticos. Carajo, necesitaba guardaespaldas tan solo para ir a McDonald’s por una malteada. Después de todo eso, además tenía que lidiar con las locas y obsesionadas acosadoras que juraban un amor eterno por mí, convencidas de que éramos almas gemelas. U otros fanáticos que simplemente querían destruirme.

    ¿Por qué?

    Yo era Ransom, un icono para algunos, el epítome del pecado y la corrupción para otros. En realidad, era una marioneta con demasiadas cuerdas y ninguna hada madrina a la vista.

    Capítulo Uno

    Tiffany

    ¡Tiff!, gritó Sinclair. ¿Ya estás lista? ¡Vamos a llegar tarde!.

    Mis manos temblaban mientras observaba ciegamente el espejo, tratando de no vomitar. En tan solo cuestión de dos horas pasé del vértigo al terror más allá de lo imaginable. No era suficientemente tonta como para creer que iba a obtener algo mejor. Al menos no en las siguientes horas.

    Aún puedes retractarte, pensé, golpeando el suelo nerviosamente con mi pie. Ahórrate la humillación.

    Ella tocó la puerta. ¿Cariño?.

    Suspiré y me paré derecha. Oh, diablos, no puedo decepcionar a Sinclair.

    Estoy lista, dije, abriendo la puerta.

    Luces genial, dijo ella, dando un paso hacia atrás y afirmando con la cabeza.

    Gracias, respondí, dando un paso hacia Félix, que me observaba con aversión. Entrecerré los ojos y fruncí el ceño. Eres lindo, pero no creas que se me olvida que todo es un engaño.

    Supongo que tiene que ir al baño, dijo Sinclair, sonriendo con admiración a su gato.

    Félix.

    Era el único gato que conocía que utilizaba un baño y tenía poca tolerancia porque otros usaran su baño. Sinclair lo había entrenado de alguna manera para hacerlo cuando era un gatito, y yo cometí el error de entrar cuando lo estaba usando hace un par de meses. Me gruñó y después el tonto animal orinó sobre mi nuevo bolso de diseñador, dejando claro su mensaje. Aunque yo no quería hacer otra cosa más que aventarlo por el balcón, me mantuve tranquila, lo que fue bueno porque al otro día Sinclair fue y reemplazó el bolso de $300 para el que había ahorrado durante toda la primavera.

    Félix frotó su cuerpo contra la pierna de Sinclair y después entró como la realeza al baño.

    Yo puse los ojos en blanco.

    Me gusta este atuendo, dijo ella, afirmando de nuevo con la cabeza. Ahora luces como una mezcla entre cantante de country y una estrella de rock.

    ¿Crees?, pregunté, mordiendo mi labio inferior.

    Ya lo creo que sí. Tú también deberías creerlo, dijo ella, ajustando una de mis rizos. Te lo digo yo: ya pareces una estrella.

    Yo pensaba que lucía más como una Barbie Vaquera, pero me guardaba esa opinión para mí misma. Sinclair había pasado horas rizando mi cabello rubio y maquillándome con precisión detallada. Con mis manos temblorosas, nunca habría podido hacer nada de esto si no fuera por ella. Bueno, gracias por toda tu ayuda, respondí. Solo quisiera no estar tan estúpidamente nerviosa.

    ¿Por qué? Amiga, luces hermosa, sexy y lista para comerte al mundo.

    Yo reí entre dientes. Bueno, las apariencias engañan.

    Sí, pero tu voz no. Una vez que abras esa boca que tienes y comiences cantar, los vas a volver locos.

    ¿Y qué pasa si estoy demasiado nerviosa como para cantar?.

    Puso su mano sobre mi hombro. No lo estarás. Solo tranquilízate, Tiffany. Luces genial y tu voz es impresionante. Inclinó la cabeza y afirmó, de hecho, luces preciosa e inocente. Los jueces lo amarán.

    Después de navegar por el armario muchas veces para esta decisión de último minuto, escogí una falda de mezclilla corta, una blusa blanca sin estampado con una camisola azul y botas vaqueras cafés.

    Sinclair colocó un guardapelo plateado alrededor de mi cuello. Estoy segura de que esto también te dará suerte.

    Toqué el guardapelo de mi madre. Me lo dio en el hospital hace tres años, justo antes de morir por un extraño tipo de cáncer de mama. Dentro de la joya se encontraba una imagen de mis hermosos padres rubios el día de su boda. Desafortunadamente, cinco años después de esa fotografía mi padre fue asesinado por un conductor ebrio. Por lo que me explicó mi madre, había salido a correr temprano un sábado en la mañana cerca de mi tercer cumpleaños, cuando alguien lo atropelló, dejándola a ella como una devastada viuda a los 28 años de edad. Afortunadamente para mí, mi madre salió de una ligera depresión, determinada a asegurarse de que yo creciera en una atmósfera llena de risas y amor.

    Y lo logró.

    Me crio ella sola, a la vez que asistía a la universidad y trabajaba los fines de semana en una tienda cercana. Eventualmente se graduó y comenzó a enseñar historia a estudiantes de preparatoria, cosa que ella adoraba. Entonces, después de que me gradué de la preparatoria y comencé con la escuela de belleza, le diagnosticaron cáncer, y la perdí poco tiempo después de eso. Pero, ella nunca se quejó. Ni siquiera cuando pasó por todos los tratamientos de quimioterapia. De hecho, desde que puedo recordar, siempre tuvo una vida alegre, convirtiéndome en el centro de la suya. Solo deseaba que estuviera aquí y ahora para ayudarme a calmar mis nervios, como lo hizo tantas veces en el pasado.

    "¿Estás realmente tan nerviosa?", preguntó Sinclair, sacando un cepillo de su bolso. Cepilló su largo cabello castaño y la observé, deseando tener tanta confianza como ella. Tener la apariencia de una supermodelo y un novio rico, obviamente, tampoco haría daño.

    Mucho. Probablemente quedaré en ridículo y me echarán.

    Ella se rio. Vas a dejarlos sin aire, Tiff. Verán esos enormes ojos azules, escucharán tu hermosa voz y quedarán sin habla. Desearía poder verlo.

    Suspiré. Cierto.

    Volteó hacia mí, me tomó por los hombros y me sacudió juguetonamente. "Deja de pensar de esa manera. Tienes que entrar ahí y creer que y solo tú serás la próxima ‘American Icon’. Tengo total fe en ti".

    American Icon, Un espectáculo-competencia de canto de formato real que había viajado alrededor de Estados Unidos buscando a su próxima gran estrella. El ganador tendría un contrato para un disco y 2 millones de dólares por adelantado. Ya habían lanzado la carrera de seis personas afortunadas, que ahora eran tan ricas y exitosas que se habían convertido en los nombres de la casa.

    Sonreí agradecida. Desearía tener tu confianza.

    Solo deja de pensar así. De hecho, sé que esto es un cliché estúpido, pero si realmente estás tan asustada, trata de imaginar a los jueces en ropa interior. En serio.

    Me reí. Claro, con mi suerte, los jueces estarán buenísimos y yo estaré babeando.

    "Ok, incluso mejor. Pretende que son tus amantes mientras cantas y entonces podrás seducir esos votos".

    Abrí una botella de agua y sacudí mi cabeza. Es fácil para ti decirlo. Aún no puedo creer que me hayas convencido.

    Cuando seas rica y famosa, me vas a agradecer. Ahora, vámonos antes de que Jesse haga un berrinche por hacerlo esperar.

    Levanté las cejas. ¿Jesse conducirá?.

    Insistió en hacerlo cuando escuchó las noticias. Espera conocer a Taylor Blake.

    Taylor Blake, el conductor de American Icon, estaba buenísimo. También tenía la reputación de ser un completo canalla cuando se trataba de mujeres. Los rumores decían que había usado más mujeres que gel para el cabello.

    ¿Sabe Jesse en lo que se está metiendo?, pregunté, pensando en las largas filas de concursantes que siempre aparecían en televisión.

    Sí, él lo dijo. También dijo que era mejor que ver pinturas secarse. Literalmente, me imagino que Daniel está pintando su nueva casa y necesitaba una excusa para escapar. Ya conoces a Jesse, odia cualquier tipo de trabajo físico. Tiene miedo de ensuciarse las uñas.

    Seguro. Así que, ¿cómo les va a los tórtolos?.

    Bien, creo, dijo Sinclair. Aunque Jesse se ha estado quejando de la sugerencia de Daniel de ir a un crucero a Alaska.

    ¿Por qué se quejaría de eso?.

    Dijo algo acerca de un asilo flotante y que no quería que muchos viejos lo estuvieran observando.

    ¿En serio? ¿Él dijo eso?.

    Sinclair afirmó. Jesse es dulce, pero también es muy superficial. Lo conozco, y estoy segura de que no es fácil vivir con él, al menos no para Daniel. De cualquier forma, ¿estás lista para irnos?, preguntó, tomando sus llaves de la mesita para café.

    No...

    Traté de tragar ese bulto de miedo en mi garganta. Supongo.

    Ella tomó mi mano y me jaló hacia la puerta. Relájate. Esto va a ser divertido.

    Me detuve abruptamente. Espera.

    Entrecerró sus ojos verdes. ¿Ahora qué?.

    Yo... yo no creo realmente poder hacer esto, chillé.

    Sí, sí puedes.

    Negué fuertemente con la cabeza. No, en serio, creo que voy a vomitar si trato de hacerlo.

    Me miró alarmada. No te atrevas, arruinarás el maquillaje.

    Me alejé de ella. No... no puedo hacer esto, Sinclair. Siento haberte hecho perder el tiempo esta mañana.

    Ella levantó un dedo. Tú puedes hacer esto, ¿y sabes por qué?.

    Abrí la boca para protestar, pero ella continuó.

    Porque Dios te dio esa voz por una razón. Hasta donde sé, es un regalo, uno que se supone que debes compartir con el mundo. Ahora, vas a marchar en frente de esos jueces con tu cabeza bien levantada. Después vas a abrir tu boca y harás que se abran sus bocas. Te lo juro: este es tu destino, tu momento para brillar, puedo sentirlo. Ahora, avanza, querida, porque no te voy a dejar perder esta oportunidad. Tal vez no la vuelvas a tener.

    Me sonrojé. ¿De verdad crees eso?.

    Por supuesto que lo creo y no se me ocurre otra manera para hacer que tú lo creas también.

    No tienes que decir nada más, respondí, aferrándome a mi bolso. Simplemente vámonos y hagamos esto antes de que cambie de opinión otra vez.

    Bien. Mmm, por cierto, dijo sonriendo encantadoramente. Escuché que Ransom es uno de los jueces, y quiero que trates de obtener su autógrafo.

    Sentí que se secaba mi garganta. ¿Ransom?.

    Sí, y le dije a mi amiga que le llevaría un autógrafo para su hija. Está completamente enamorada de ese chico.

    ¿Ransom?, repetí incrédula.

    Asintió con la cabeza. Sí, ¿no es grandioso? Es uno de los ganadores originales de Icon. Además, es de California. Es uno de nuestros paisanos.

    "No. No es tan grandioso", le dije, bajando el bolso.

    ¿Por qué?.

    Porque, contesté. Era muy buena amiga de su hermana y... solo digamos que es un completo idiota. Nunca ganaré si es uno de los jueces.

    Abrió la boca con sorpresa. "¿De verdad conoces a Ransom?".

    Desafortunadamente, dije, recordando la forma en que solía molestarme y llamarme Tiffy Taffy o Taffy. También solía perseguirnos con pistolas de agua y aterrorizarnos en la noche durante nuestras pijamadas.

    Guau, dijo, sacudiendo su cabeza sin creerlo aún. Eres afortunada.

    Resoplé. Créeme, no hay nada de suerte en esto. De cualquier manera, estoy segura de que debe haber algún tipo de regla en contra de conocer a algunos de los jueces.

    ¿Cuándo fue la última vez que lo viste?.

    Dudé. Creo que tenía como catorce.

    ¿Catorce años?, agitó sus manos. Él probablemente ni siquiera te recuerda.

    Me recuerda, créeme, dije, pensando en la última vez que estuvimos juntos. Logré quedar como tonta y el pensamiento de enfrentarlo me estaba causando más problema que el concurso en sí.

    No eran amigos, ¿cierto?.

    No.

    Entonces a quién le importa si lo conoces. No eran amigos y nadie necesita saber que eras amiga de su hermana. Además, ha conocido a tantas personas siendo famoso que tal vez no te reconozca.

    Esperemos que no.

    Guau, aún no puedo creer que conozcas a Ransom, dijo Sinclair, burlona. ¿Cuáles son las probabilidades de eso?.

    ¿Qué dicen acerca de Ransom?, preguntó Jesse, al llegar a la puerta. ¿Y por qué se tardan tanto? Este calor está arruinando mi cabello.

    Sinclair caminó hacia él y comenzó a molestarlo con su cabello. Ya íbamos de salida, dijo. ¿Sabías que Tiffany conoció a Ransom cuando eran chicos?.

    Sus ojos se abrieron. ¿Están bromeando? ¿Conoces a Ransom?.

    Me encogí de hombros. Un poco.

    Tomó sus lentes de sol y los limpió con el borde de su camisa. "Me encantaría ponerle las manos

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