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Información de este libro electrónico

Dos madres solas, de mediana edad deciden entrometerse para ayudar a sus hijos, con consecuencias muy divertidas.

Descripción del libro.
 

¿En realidad algún día se van los hijos? 
Fenella Fisher y Suki Rabinowitz son madres solas de mediana edad, cuyos hijos se han ido de casa para empezar sus propias vidas y carreras. Pero el hijo de Suki, Josh es un adicto a la cocaína y supuestamente engendró un bebé en una visita al Reino Unido; y a la hija de Fenella, Kirsty la acaba de cortar el novio y se siente desgraciada. Fenella y Suki deciden que necesitan entrometerse para ayudar a sus hijos y traman un plan para corregir el desastre de Josh y encontrar un hombre adecuado para Kirsty, con algunas consecuencias divertidas. Después de entrevistar prospectos para Kirsty en el Restaurante y Bar Waves, descubren que es muy difícil encontrar un hombre bueno. Una lectura divertida y desenfadada.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento8 nov 2018
ISBN9781547551750
Cu@8
Autor

Cindy Vine

Born in Cape Town, South Africa, I have traveled to many different countries working as an international school teacher. Following a bout with breast cancer and being ripped off yet again, I wrote a self-help book called Fear, Phobias and frozen Feet, which deals with how to break the pattern of bad relationships in our lives. Last year, I self-published Stop the world, I need to pee! It's a fictional tale of how a headstrong woman manages to escape from an abusive husband. Currently, I am teaching at an international school in Tanzania. The Case of Billy B is my third book.

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    Vista previa del libro

    Cu@8 - Cindy Vine

    Dedicatoria

    Este libro está dedicado a un increíble amigo, quien tristemente falleció por un choque diabético el 16 de enero del 2012. Cris Advincula no sólo era un talentoso artista gráfico, quien diseñó la mayoría de las portadas de mis libros; también era un gran poeta, que escribió poesía desde su alma. Cris tenía la habilidad de poner en palabras las imágenes que diseñaba. Era extraordinario. Cris, sé que estarás muy ocupado en el cielo haciendo photoshop de imágenes para crear retratos excepcionales de los ángeles y cautivándolos con tu hermosa poesía. Te extrañaremos profundamente. Incluyo un poema que Cris publicó en Hubpages.com dos semanas antes de morir. Fue como si lo presintiera.

    ––––––––

    i want to die on a rainy day

    i want to die on a rainy day. when the river overflows, so shall my life. trickling down the moistened earth to find home among cocooned seeds.

    i want to die on a rainy day. on a wednesday, middle of the week. only the dogs will sense the rapture and moving on will not be an affair even if i roam the streets naked.

    i want to die on a rainy day. lying down on a bench under

    iii

    a tree in a park somewhere. while strangers grapple with umbrellas, my final breath shall find the greying clouds past dreamcatching leaves.

    i want to die on a rainy day. and i will play the guitar as i ebb. certainly not sunshine on my shoulders. definitely.

    (stale cigarettes, anyone?)

    Cris Advincula

    quiero morir un día lluvioso

    quiero morir un día lluvioso. que cuando el río se desborde, también mi vida lo haga. filtrándose por la tierra húmeda para encontrar su hogar entre semillas en capullo.

    quiero morir un día lluvioso. un miércoles, a media semana. sólo los perros sentirán el rapto y seguir mi camino no será asunto de nadie, aun si deambulara por las calles desnudo.

    quiero morir un día lluvioso recostado sobre una banca

    iii

    debajo de un árbol en un parque, en alguna parte. mientras extraños forcejean con los paraguas, mi último aliento encontrará nubes grisáceas más allá de las hojas atrapasueños.

    quiero morir un día lluvioso, y tocar la guitarra mientras voy menguando, desde luego el sol no brillará sobre mis hombros. sin duda alguna

    (¿alguien gusta cigarrilloss rancios?)

    Cris Advincula

    iv

    TAMBIÉN POR CINDY VINE

    Novelas

    Stop the world, I need to pee!

    The Case of Billy B

    Not Telling

    Defective

    Guía de Viaje

    The Great Mountain to Mountain Safari

    ––––––––

    Auto ayuda

    How to say no to sex and other survival tips for the suddenly single

    ESCRITO COMO CINDY VAN DEN HEUVEL

    Fear, Phobias and Frozen Feet

    ––––––––

    www.cindyvine.com

    Agradecimientos

    Tessa Lashansky ha sido mi mejor amiga desde que teníamos dos años de edad. Aun cuando el personaje de Suki Rabinowitz no está basado en Tessa, Tessa me proporcionó valiosas ideas e información de la vida de una mujer judía ortodoxa. Desde el principio Tessa ha apoyado mis esfuerzos como escritora. ¡Tessa eres impresionante!

    Glynnis y Paul Green, siempre que estoy en Ciudad del Cabo me permiten abusar de su hospitalidad y tomar ideas y tramas potenciales de ustedes. Los amo, a los dos.

    Cris Advincula, moriste antes de que terminara este libro. ¿Cómo podré agradecerte todo tu apoyo y tus sorprendentes y creativas portadas?

    Robert Stark, mi extraordinario amigo, corrector y editor. De forma consistente deja de lado su propia escritura para ayudarme con la mía. Jamás habría publicado un libro si no fuera por Rob, su guía y apoyo. Muchas gracias.

    Mis tres fantásticos hijos, Kerri, Tony y Siobhan. Son mi inspiración.

    Capítulo 1

    Migraña. Para Fenella era como si una aguja caliente le taladrara el centro del ojo, hasta llegar directo al cerebro.

    El dolor era tan fuerte como para hacer que uno vomitara en el acto, Fenella pensó amargamente mientras se tapaba el ojo afectado con una mano. Odiaba las malditas migrañas y se sentía aliviada por sólo padecerlas unas pocas veces al año. Pobres desgraciados los que tienen tumores cerebrales. ¿Te imaginas sufrir este dolor a cada hora de cada día? Preferiría que me pusieran a dormir como si fuera un perro enfermo, se dijo a sí misma, mientras se recostaba despacio en su cama, en la habitación oscura.

    Lo último que se le antojaba a Fenella, en ese momento, era ir a comer con Suki. Suki lo entendería; por lo general a ella le daban migrañas con más frecuencia. Habían sido amigas desde que tenían dos años, jugando en la parte trasera del estudio de baile de su madre. No era la compañía de Suki lo que la hacía querer cancelar, sino la idea del ruido, el resplandor del mediodía y el olor a comida.

    En la mañana, cuando se cepilló los dientes sintió náuseas, lo que la hizo pensar en las náuseas matutinas del embarazo. Cepillarse los dientes fue un suplicio durante sus tres embarazos.

    No había forma de que pudiera estar embarazada, a menos que un extraterrestre hubiera venido a visitarla cuando dormía. De cualquier forma, a los cincuenta ya era un tanto vieja. Aunque amaba a los bebés, siempre era

    ––––––––

    3

    bueno regresarlos a sus mamás cuando lloraban o se ensuciaban.

    Sentía que la migraña punzaba silenciosa en su cabeza, nublaba su cerebro y sus pensamientos, llenándole la cabeza de dolor. Fenella gimió. Cualquier movimiento repentino traía olas de nausea y mareo. El Tramadol que había tomado probablemente haría un poco riesgoso que manejara. Tomarlo esa mañana la había noqueado, haciéndola sentir como un boxeador de segunda al final de una pelea contra el campeón mundial de peso completo. Media hora después de haber tragado la cápsula, había colapsado en su cama hecha un guiñapo, teniendo apenas tiempo de encender el ventilador. Había despertado sintiéndose un poco atontada, la cabeza aun punzaba y se tomó otra pastilla. Con suerte, empezaría a surtir efecto pronto. ¡Maldita migraña, qué forma de pasar el primer día de vacaciones escolares!

    Pensándolo bien, Suki se enojaría si le cancelaba. Le molestaba cualquier forma de rechazo y probablemente utilizaría la falta de Fenella para tomárselo muy personal.

    Sonó el teléfono, un sonido discordante que hizo que Fenella apretara los dientes. De verdad tenía que cambiar el tono del teléfono a algo más agradable. Una de sus canciones favoritas de rock de los ochentas sería mejor. Caitlyn siempre amenazaba con cambiarlo, pero nunca estaba en casa para hacerlo. Nunca estaba en casa para recoger su habitación o incluso para arreglarse. El desorden de Caitlyn era una fuente constante de tensión.

    La casa se sentía en paz ya que Caitlyn se había ido de vacaciones. Caitlyn nunca había podido hacer nada en silencio. Nunca podía cerrar una puerta, siempre tenía que azotarla. Nunca podía tararear una canción en el iPod, siempre tenía que cantarla a todo pulmón, como si

    4

    estuviera en el escenario, delante de un enorme público.

    Estudiar drama definitivamente era la mejor opción de carrera para ella; se desenvolvía muy bien en todo tipo de drama.  Lo heredó de su padre. Fenella alcanzó el teléfono, rogando que fuera Suki para cancelar la comida. No era ella. El Hola Ma de Kirsty retumbó en su oído. Fenella siempre había pensado que estaría sola cuando sus tres hijos dejaran el nido. Alex estaba en el extranjero, en América, haciendo un internado en un hotel; Kirsty había trabajado unos años en Asia y había ahorrado suficiente para comprar su propia casa y Caitlyn, que todavía estudiaba, estaba más tiempo fuera que en casa. Sin embargo, los tres eran muy buenos para mantenerse en contacto y, no había tiempo de sentirse sola. De hecho, en días como éste, con una mega migraña punzándole en la cabeza, un poco menos de contacto estaría bien. Hola Kirsty, ¿qué tal?

    ¿Estás bien? Suenas un poco mal, preguntó Kirsty, con voz ansiosa. No mal, sólo es una de esas terribles migrañas que a veces me dan. Además, es el primer día de vacaciones. Típico, ¿no? Sólo es mi mala suerte. Fenella se masajeó la frente, tal vez necesitaba un masaje para que se le quitara. Hacía un par de años la habían tenido que inyectar para que se le quitara la migraña. Esa vez le duró toda una semana y pensaba que la cabeza le explotaría. En retrospectiva, esta no estaba tan mal. De hecho, ya se sentía un poco mejor. Después de todo, quizá si podría ir a comer con Suki.

    Si empeora tendrás que ir al doctor. ¿Te conté del tío de Grant, o no?

    El que tenía dolor de cabeza y que resultó ser un tumor cerebral y murió el fin de semana.

    Justo lo que necesitaba oír, pensó secamente Fenella.

    5

    Un mes, Ma. Murió después de un mes. Siempre exageras.

    ¿Cómo está Grant? el intermitente novio de Kirsty. Fenella sospechaba que de eso se trataría la llamada de Kirsty. Kirsty parecía pensar que Fenella era un tipo de gurú de las relaciones, un oráculo que podría interpretar todas las palabras y acciones de Grant. Seguro que los oídos le zumbaban cada vez que se mencionaba su nombre.

    Grant ha estado actuando raro. No sé qué leer en él. ¿Debería preocuparme?. Aquí viene, pensó Fenella: Grant... Grant... Grant.

    ¿Ahora qué hizo?. Fenella fingió un poco de interés. En su mente, Grant era el típico compromiso fóbico de casi treinta años. No era muy diferente a otros de su edad. De hecho, si yo tuviera una novia sobre analizadora, seguramente también me comportaría raro, pensó.

    No puedo decirlo a ciencia cierta. Parece distante.  Es decir, cuando me visita parece que tiene prisa por irse y luego es cauteloso cuando le pregunto a donde va. Ya sabes, siempre soy yo la que se queda en su casa, él nunca quiere quedarse en la mía. Grant era un maniático del orden y Kirsty tenía más ropa en el piso que en el closet, lo que era parte del problema. Es probable que ese desorden le sacara ronchas. Anoche le hice sus albóndigas favoritas de cenar y no quiso comerlas. Dijo que no tenía hambre, que estaba cansado y que se acostaría temprano.

    Tal vez tuvo un mal día en el trabajo. Tienes que dejar de inferir tanto y de romperte la cabeza con eso. Tal vez ya había cenado o no se le antojaban albóndigas.

    ––––––––

    6

    ––––––––

    Ma, siempre quiere albóndigas.  Hay algo más. Lo sé. Hoy estaba chateando con Fred y Fred me dijo que anoche fue a casa de Grant y que ¡estuvieron jugando X-box hasta las dos de la mañana!.

    Tu odias el X-box.

    Ya se Ma, pero ese no es el punto. Me mintió. Dijo que estaba cansado y que se acostaría temprano. ¿Cómo puedo confiar en él si me miente?.

    Entonces termina de una vez con él. Y que esta vez sea en serio. Por lo general Fenella tenía sus reservas al dar sus consejos. Había aprendido, de la manera más dura, a no decir nada malo sobre Grant cuando Kirsty se enojaba con él, porque cuando las cosas se arreglaban entre ellos, Kirsty le reprochaba a Fenella lo que había dicho de él. Fenella no podría ganar, era mejor estar de acuerdo o no ponerse de ningún lado. Pero con esta migraña, no podrían molestarla.

    Pero lo amo, y creo que él si me ama. Fenella suspiró. ¿Te ha dicho que te ama?

    Hubo un silencio, obviamente Kirsty estaba pensando muy bien su respuesta.

    Bueno...si...algo así. Si. Ha dicho que me ama. No últimamente, pero sí lo hizo antes.

    Bueno, entonces está bien. Dale un poco de espacio. Tal vez tiene algún problema en el trabajo.

    En realidad si lo tiene. Tiene un nuevo gerente que está haciéndolo pasarla mal, y parece que no le agrada. No entiendo por qué, porque a todo mundo le cae bien Grant, y es tan trabajador, y trabaja tanto. Fenella podía oír a Kirsty mezclando algo en un tazón. Seguro está en la cocina.

    ¿Estás en la cocina?

    7

    ––––––––

    Kirsty rió. "Sí, estoy haciendo el postre favorito de Grant. ¡Tal vez lo pueda endulzar un poco!

    Fenella se masajeó la sien. ¿Alguna vez has pensado que tal vez estás esforzándote demasiado? Deja de cocinar para él. Deja que él haga algo por ti, para variar, deja que él te busque.

    Ma, cuando amas a alguien disfrutas hacer cosas para ellos. Eso lo aprendí de ti. Fenella pudo escuchar cuando encendió la licuadora y el ruido la hizo apretar los dientes. Esta migraña no era un juego.

    Bien, entonces aprende de mí, no te pierdas en la relación. Aférrate a quien eres y no cambies para hacerlo feliz. Tú también necesitas ser feliz.

    Soy feliz. A veces, y como una idea tardía Kirsty añadió Muchas veces. Cuando estamos bien es muy muy bueno.

    Y ¿cuándo están mal?

    Te llamo por teléfono. Para eso están las mamás. Kirsty dijo eso con una risita. ¿Ya tomaste algo para la migraña?.

    8

    Capítulo 2

    Quien haya dicho que cuando los hijos se van de casa una deja de preocuparse por ellos, estaba mintiendo. Fenella se echó agua fría en la cara. Sí, se sentía un poco mejor, finalmente parecía que el Tramadol estaba hacienda efecto, pero ahora podía sentir la preocupación acumulándose como serpientes hibernando enroscadas en la boca del estómago. Era una preocupona nata; siempre había algo por qué preocuparse. La semana pasada fue el guardia de seguridad que, entró a la cocina mientras ella estaba en el baño, y se robó su Blackberry. Al menos, reaccionó rápido, llamó a la compañía de seguridad y le devolvieron el teléfono esa misma noche. Pero ahora, cada guardia de seguridad merecía otro vistazo y siempre había la posibilidad de que el nuevo pudiera entrar. Fenella no lo podía creer; todavía se sorprendía, la hacía sentirse mal del estómago. Uno paga buenas cantidades para que esta gente nos proteja de los criminales, cuando ellos mismos son criminales. Gracias a Dios había recuperado el teléfono. Todos esos contactos; hubiera sido un brete conseguirlos de nuevo. Con suerte, la casa estaría segura cuando saliera para ir a comer. Contrólate Fenella se reprendió firmemente a sí misma. Si tan solo Kirsty encontrara un hombre decente podría dejar de preocuparme por ella. Sería algo que tachar de mi lista de preocupaciones.

    9

    Hablar sola era un hábito que Fenella había desarrollado con los años. Sus hijos pensaban que estaba medio loca. Fenella consideraba que era un comportamiento perfectamente normal. Al menos me tomo el tiempo para discutir todo antes de tomar una decisión, se justificaba, Aunque sea conmigo misma.  Aunque se puso lo primero que sacó del armario, Fenella sabía que no había forma de llegar a tiempo a la comida. La Ley de Murphy dictaba que cuando tienes prisa los conductores más viejos y lentos deciden salir a pasear al mismo tiempo, haciendo el tráfico lento y obstruyendo el camino. A Suki no le gustaba esperar; no estaría impresionada. Algo más que añadir a la lista de preocupaciones, pensó Fenella sonriendo tristemente. ¡Esa maldita lista nunca se acorta!

    Con el sordo remanente de la migraña aun punzando en el ojo, Fenella se enfrentó al tráfico y tuvo la agradable sorpresa de descubrir que todos los conductores lentos se habían tomado el día y no obstruían el tráfico. Las calles estaban bastante vacías y a Fenella le tomó poco tiempo llegar al restaurant donde Suki y ella habían acordado reunirse. Fenella nunca había estado ahí; Suki había descubierto este lugar cuando se reunió con otra amiga. No había parado de hablar de los calamares a la parrilla, del excelente servicio y de la impresionante vista del Océano Índico. Al parecer, el dueño tampoco estaba mal. Fenella se estacionó en un lugar vacío, al frente del restaurante, evitando apenas a un par de corredores que parecía estuvieran derritiéndose con el calor. ¿Por qué la gente se impone la tortura de correr? Fenella no tenía idea. Nunca parecían disfrutarlo, las expresiones de sus caras por lo general mostraban un terrible dolor. Definitivamente no era gente sonriente y feliz. Pero cada quien lo suyo. Tal vez había un cierto placer masoquista al correr sin rumbo

    10

    bajo el sol. Tomó una inhalación profunda y olfateó el aire marino. Era hora de enfrentar la ira de Suki Rabinowitz.

    Suki ya estaba sentada en una mesa, mirando fijamente su teléfono, la cara desencajada. Suki no era de las que se impresionan fácilmente; había sido una joven alocada y, según lo que su madre siempre decía, la causa de sus múltiples canas. Fenella pensó que, si algo había impresionado a Suki, debía ser algo grave. "Hola, ¿qué pasa? Te vez como si hubieras visto algo realmente

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