Tía Carmen: Tribulaciones de la tía Picos
Por María Luz Gómez
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Miscelánea: biografía, versos y cuentos, todo ilustrado; libro familiar, para toda edad y gusto. Biografía de una tía, que incluye parte de sus versos y cuentos.
La biografía de una tía de mi marido, que cuidé en su ancianidad, y a la que juzgaba persona interesante. Escribía versos, de los que incluyo algunos, y contaba cuentos a sus numerosos sobrinos, inventados, o más o menos clásicos, a su aire. Todo ello ilustrado a color.
María Luz Gómez
María Luz Gómez es una anciana paralítica que entretiene sus forzados ocios escribiendo en el ordenador historias que juzga interesantes y desea compartir. Es madrileña y en Madrid vivió toda su vida. Estudió en el colegio del Sagrado Corazón. Después, idiomas y pintura. Empezó la carrera de Filosofía y Letras, que no terminó por su pronta boda con un médico. Su matrimonio fue feliz y dio muchos frutos: siete hijos. Nunca trabajó, sino en su casa. Cuidó de hijos y nietos. A sus queridos padres no pudo dedicarles la atención que merecían por falta de tiempo. En cambio, más adelante pudo cuidar de su suegra y dos tías de su marido que solo la tenían a ella. Hoy es viuda y necesita cuidadoras. Tiene diez nietos -uno adoptado, etíope- y cinco bisnietos. Su numerosa familia y su fe cristiana la hacen seguir feliz.
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Tía Carmen - María Luz Gómez
Biografía de la protagonista
Carmen nació en 1896 en Monforte de Lemos, provincia de Lugo, (una de las cuatro provincias de Galicia-España).. Y murió en Madrid en 1.995; o sea a los 99 años.
¡Terra de Lemos, terra de demos!: yeren as pedras, ladran os cas, y pican as herbas, que tén barrabás
. (Traducción del gallego al castellano: Tierra de Lemos, tierra de demonios: hieren las piedras, ladran los perros, y pican las hierbas, que tienen a Barrabás). Dijo, en una historieta de las muchas que Carmen solía contar, un fulano gallego recién llegado a Monforte; que fue a hacer sus necesidades al campo, y tropezó con unas piedras, le ladró un perro, y se sentó sobre unas ortigas.
Carmen era la séptima de nueve hermanos, hijos de un matrimonio que vivía en una finca rural, el Pacio de Bolmente
, situada junto a dicha aldea, próxima a Monforte. El padre era el médico municipal del Concejo, y ejercía en la finca en la que tenía su consultorio, visitando a sus numerosos clientes a lomos de una hermosa yegua blanca, a la que el llamaba Cuca, y los paisanos la caballería de D. Gumersindo
.
El abuelo paterno, Tomás, también era médico, y había ejercido, como hacía ahora su hijo, la medicina en y desde el Pacio
. En la actualidad estaba jubilado, y había pasado la antorcha
a Gumersindo. Tomás estudió la carrera de medicina en Madrid, y su hijo en Santiago de Compostela.
Visitando Gumersindo en Monforte cuando era estudiante, a un amigo de Santiago al que llamaban Pepito, que cursaba derechoí, conoció a las hermanas de aquel. Y de la menor, Dolores (a la que llamaban Lola, o Lolita, como es frecuente en España), se enamoró perdidamente, siendo correspondido.
Los padres de su amada, Diego y Pepita, ya fallecidos, fueron terratenientes y poseedores de muchas fincas (Gullade, Proendos, La Huerta…), con cuyas rentas vivían holgadamente.
Pepita, la hermana mayor, nunca se casó. Cuando aún vivían sus padres (que murieron relativamente jóvenes, en el espacio de quince días: la madre de una grave enfermedad hepática, y el padre, parece ser que de pena, poco después), ella tenía novio. Pero a sus padres nunca les gustó aquel muchacho, y se opusieron a la boda; aconsejando a su hija que terminara con aquellas relaciones que no le convenían. Pero Pepita estaba enamorada, y no se decidió a hacerlo. Como era muy obediente, y respetaba la opinión de sus padres aunque la considerase equivocada, no hablaba de boda, ni mencionaba al novio en casa.
Sin embargo al quedar huérfana, decidió acabar con aquel chico; porque con motivo de la muerte de sus padres le escribió una carta, en la que en lugar de darle el pésame le daba la enhorabuena: porque ya eran libres para casarse
. Pepita, que estaba profundamente apenada, consideró que sus padres tenían toda la razón del mundo: no podría ser feliz con aquel hombre, porque no tenía corazón. Decepcionada, no volvió a enamorarse, y nunca se casó.
Los tres hermanos estaban muy unidos, y endulzaban su pena con su mutuo cariño. Pepito había dejado la carrera a medias. No quiso seguir estudiando tras la muerte de sus padres por no dejar solas a sus hermanas; Consideraba que no necesitaría ejercerla, ya que las fincas daban renta suficiente para vivir holgadamente. Además, el trabajo que en realidad le gustaba a él, no era defender pleitos, sino cultivar la tierra. Pero en las ridiculas costumbres de la época, aquello era indigno de un señor. Así que, por no dar qué decir, se acercaba a la Huerta
a caballo, muy elegante con su levita, y acompañado de un criado como espolique
. Y al llegar a la finca, se cambiaba de ropa en la caseta que tenían allí para guardar los muebles de jardín y las herramientas, y se ponía a ahorrar trabajo al contratado hortelano, disfrutando muchísimo de su preciosa finca; que además de huerta, tenía jardín, árboles centenarios, y estaba cruzada por el caudaloso río Cabe, abundante en pesca.
Además de su gusto por el campo, Pepito era un gran aficionado a la lectura. Tenía una espléndida biblioteca, era muy culto, y tenía un carácter encantador.
En la actualidad era el cabeza de familia, y Pepita la señora de la casa. Y los dos hicieron de padres de Lolita, que contaba trece años al quedarse huérfana. Ella los adoraba a ambos, aunque secretamente sentía una predilección por su hermano, que no se confesaba ni a sí