LANDRU EL ASESINO DE VIUDAS
Frecuentemente se le considera como el Jack el Destripador francés, pero en realidad los dos fueron personajes completamente diferentes. Del legendario criminal londinense no se sabe con certeza casi nada, excepto por el rastro que dejaba a través de los cuerpos destrozados de sus víctimas, mientras que del francés Henri Désiré Landru se tiene constancia de todos los detalles de su vida, aunque fue guillotinado sin que se hubiera encontrado el cadáver de ninguna de las mujeres que sin duda asesinó.
Landru fue, en efecto, un depredador en serie de mujeres, casi todas viudas o solteras, en un período especialmente difícil durante la Primera Guerra Mundial. Primero les ofrecía el consuelo y la compañía que ellas estaban buscando, para desvalijarlas después de, quién sabe en cuántos casos, hacerlas desaparecer. Su juicio concentró tanta atención en el París de 1920 que opacó el interés por las consecuencias de las negociaciones de paz. Aún hoy, un siglo después de esos crímenes, no es posible afirmar con seguridad cuántas fueron sus víctimas. Decenas de canciones, de libros, de obras de teatro, de programas de televisión, recuerdan frecuentemente a este extraño personaje que cautivó al público con su impresionante desparpajo ante los jueces que lo condenaron a muerte.
Henri Désiré Landru nació en París en 1869. Su padre –que se suicidaría en 1912, se cree que a causa de las andanzas de su hijo– era un modesto operario, chofer en una fundición, y su madre ejercía de costurera a domicilio. En las calles del distrito cuarto de París, alrededor de la catedral de Notre
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