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Piezas de vida
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Piezas de vida
Libro electrónico105 páginas1 hora

Piezas de vida

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En este libro, el lector encontrará doce relatos que se desarrollan en entornos diferentes de México, en situaciones extremas relacionadas con la injusticia, la desigualdad social y el drama personal de distintos personajes, quienes nos llevan a pensar que, muchas veces, la vida no es fácil ni justa, pero siempre vale la pena vivirla.

A través de la escritura, la autora se ha robado fragmentos de vida de personas especiales; con algunas convivió años, mientras que con otras sólo unos minutos, pero influyeron en ella, como huellas en la arena.

Así nació Piezas de vida.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 may 2023
ISBN9798223796220
Piezas de vida

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    Piezas de vida - Laura Domingo Ballina

    Prefacio

    La vida se forma de pequeños momentos, de encuentros, de logros y tropiezos, como pequeñas partes que se van uniendo en sincronía, como un patrón continuo de crecimiento de muchos colores, texturas y emociones; desde pequeños detalles a grandes experiencias; de alegrías y tristezas. Un modelo que crece como una espiral mientras vivimos y coleccionamos experiencias.

    Estoy formada de todas esas piezas, mis vivencias, que muchas veces son trocitos de las vidas de personas extraordinarias que he encontrado en el camino. Me gustaría darles voz y transmitirlas. Unas sucedieron en unos pocos minutos, otras me acompañaron durante años. Algunas me hacen feliz, otras despiertan mi melancolía por tratarse de personas a las que amé, y algunas me divierten al recordar los eventos, pero todas me marcaron y cambiaron el rumbo de mi camino. Todos los relatos tienen una parte real y el resto es ficción, porque uno de los placeres de escribir es poder contar las cosas que suceden en la imaginación. También es tener permiso de robarte piezas de vida de otros y hacerlas propias.

    Así, te presento Piezas de vida. Relatos para compartir, doce relatos que narran historias significativas, atesoradas en mi memoria y que ahora he decidido contar. Gracias por dejarme compartirlas contigo; en ellas te regalo un pedacito de mí.

    Sobrevivir

    —Madre, nos tenemos que ir. Se lo llevaron.

    ¿A qui? ¿Qui se’l va emportar?

    —A papá. Lo detuvieron los falangistas. Prepara a Jordi; creo que podremos salir como refugiados a Francia. Se está formando una gran columna que custodiarán los soldados hasta la frontera. Caminaremos varios días. Hay que llevar agua, comida y lo que haya de valor.

    Valga’m déu. La que ens esperes.

    —Esperemos que todo salga bien y que los amigos en el exilio puedan ayudarnos. Papá se las arreglará… siempre lo hace.

    Que així sigui, Montse —deseó Carmen con todo su corazón.

    Montserrat tomó en brazos a su hermanito de tan solo cinco años, le puso ropa de abrigo, porque les esperaba una larga caminata. Tendrían que cruzar por los Pirineos.

    Al iniciar el trayecto llevaban sus tesoros, joyas, ropa, libros y hasta sus perros. Conforme pasaban los días, para mitigar el hambre y conseguir un mejor lugar para pasar la noche intercambiaron parte de sus pertenencias por privilegios; otras las abandonaron en el camino, porque el cansancio les impedía seguir cargándolas.

    Fueron de los casi cuatrocientos mil españoles que huyeron del franquismo a Francia.

    Carmen había cosido billetes en el forro de sus abrigos para ocultarlos. Cuando Franco asumió el poder, emitió una nueva moneda, por lo que el dinero que llevaban perdió todo su valor. Abatidos, hicieron una fogata con los billetes para calentarse.

    Lograron llegar con sus amigos, los Giraud, a Toulouse. Estaban en un país desconocido, con un idioma que no hablaban, con una situación migratoria irregular y preocupados por su padre detenido.

    Montserrat aprendió pronto el francés. Era inteligente; sus ojos verdes y cabello rubio la hacían confundirse con las locales. Aprovechó sus habilidades con la máquina de escribir para conseguir trabajo como secretaria en un taller de costura. Carmen era analfabeta y tuvo que hacerse pasar por muda, porque nomás no podía con la pronunciación. Consiguió una máquina de coser para hacer arreglos a la ropa de los vecinos a cambio de unas monedas. Con estos ingresos, la familia podía sobrevivir.

    Los Giraud consiguieron un acta de nacimiento falsa; así, Jordi cambió su nombre y nacionalidad. Ahora era Georges Dominique y empezó a ir a la escuela. A pesar de su inteligencia y empeño, era el peor de la clase, pues no conocía ni la bandera, ni el himno, ni sus héroes; ni siquiera respondía cuando lo llamaban, porque no le gustaba su nuevo nombre. Peleaba con los niños que se burlaban de su acento. A menudo la maestra pedía a hablar con la madre del pequeño. En esos casos, Montse era quien recibía las quejas y prometía que el niño mejoraría su desempeño.

    Rafael logró escapar de la prisión y reunirse con su familia en Toulouse. Debía esconderse por un tiempo, hasta conseguir una nueva identidad. Explicó a Georges todos los sacrificios que hacían y lo que arriesgaban para que él pudiera ir a la escuela. Le pidió que hiciera un esfuerzo para adaptarse a esa nueva vida, ya que solo así podrían sobrevivir.

    Surgió una nueva amenaza, llamada Hitler. Cuando Alemania ocupó Francia, tuvieron que abandonar a su familia de acogida y mudarse a las afueras de París. Rafael, además del francés, catalán y español, hablaba alemán, por lo que pronto resultó útil para la resistencia, traduciendo mensajes o llevando recados. Carmen y Monserrat encontraron trabajo en una fábrica de uniformes militares. Georges iba ya en la escuela primaria. Se había esforzado muchísimo, leía y escribía en francés; era muy bueno en matemáticas.

    Un día llegó orgulloso a casa: había sido seleccionado para representar a su escuela en un concurso sobre la historia de Francia. Carmen se sintió tan orgullosa de su pequeño, que sacó una de las conservas de manzana que tenía escondidas para premiarlo. Cuando llegó Rafael, preguntó por el motivo del festejo. Se puso furioso y, perdiendo el control, le dio una paliza.

    —¡Qué no ves que somos refugiados, que estamos escondidos, que no tenemos papeles y tú quieres destacar! No puedes participar en ese concurso, ni llamar la atención. Solo pasando desapercibidos podremos sobrevivir.

    Con la guerra, Georges aprendió lo que era el hambre, las carencias y el miedo. Ese día, además, supo que la vida no es justa. Por el maldito concurso, la policía francesa descubrió que eran españoles ilegales, así que fueron llevados a un campo de refugiados y el niño nuevamente cambió de escuela.

    Una tarde, mientras Rafael reparaba un vehículo, llegó un grupo de soldados alemanes. Les habían encomendado que encontraran un cocinero. Un alto mando del ejército alemán visitaría el campo y el cocinero estaba enfermo. Les dijeron que él podría ayudar a encontrar a alguien que preparara la cena para el Hauptsturmführer de las SS. Con su cinismo característico, Rafael les dijo que era un excelente cocinero. Sin averiguar más, le informaron que tenía que ir a preparar la cena, de inmediato. Él dijo que antes debía ir a su casa. Aprovechó para preguntarle a Carmen, quien era la que cocinaba delicioso, cómo podría preparar una cena. Rápidamente anotó todo lo que le dijo su mujer y se fue a la cocina de los alemanes.

    Preparó pollos inyectados en vino blanco, rellenos de papas, apio y tocino, en una salsa de hierbas finas y espolvoreados de pimentón. La cena fue un éxito y Rafael se quedó con el puesto de cocinero. La familia se vio favorecida con ese trabajo, que les aseguraba, al menos, las sobras para sobrevivir.

    Con el tiempo, lograron salir del campo de refugiados, llegar a Marsella y luego a Lisboa, donde pudieron conseguir un barco que los llevara a México.

    La historia se repetía. Georges cambió su nombre; ahora sería Jorge. Entró a estudiar la secundaria al Colegio Franco Español. Obviamente era el mejor en francés, pero el peor en español, porque su conocimiento del idioma se limitaba a cuando salió de Barcelona, siendo un niño.

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