DESDE hace unos años lleva una vida plácida y retirada en su residencia de Sintra (Portugal), pero hubo un tiempo en el que la crónica social de nuestro país no podía entenderse sin la presencia de Carmen Martínez-Bordiú. Lo tenía todo para ocupar las portadas: apellido con pedigrí, belleza, carisma… y también una rebeldía y unas ganas de romper con todos los códigos de la estricta sociedad de la época a la que pertenecía que hicieron todavía más mítica su vida.
Ahora llega a los 73