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Sucede a diario: Micros de terror urbano
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Libro electrónico96 páginas1 hora

Sucede a diario: Micros de terror urbano

Calificación: 3 de 5 estrellas

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Información de este libro electrónico

Sucede a diario es un libro corto pero contundente. No amaga los puñetazos sino para pegar más duro. Los 27 microrelatos de terror se hacen cortos y demuestran que se puede decir mucho en poco espacio. Tenemos tragedias familiares (amor muy destructivo e incluso caníbal), relatos fantásticos con seres no exactamente humanos, transacciones que van más allá de lo pactado (o no, según cómo se mire), VENGANZA (así, con letras mayúsculas), bromas que salen un poquito mal...Y sangre, y cuchillos y...Todo lo que esperan y más. Los micros también tienen corazón y sentido del humor. Y te dan la satisfacción de que por poco rato que tengas para leer te da tiempo a leerte uno o dos enteros. El único pero, es que no sea más largo. Espero que Frank Spoiler publique más relatos, porque imaginación y calidad no le faltan. Lo bueno si breve, dos veces bueno es una vez más cierto. Se lo recomiendo. Reseña de Olga Núñez Miret.

IdiomaEspañol
EditorialFrank Spoiler
Fecha de lanzamiento12 mar 2015
ISBN9781482036244
Sucede a diario: Micros de terror urbano

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    Sucede a diario - Frank Spoiler

    Reservado todos los derechos -2015- ® Frank Spoiler

    Dedicatoria

    Dedicado a mis dos grandes amores y

    mis dos mayores orgullos

    mis dos hijos: Élida Ángela

    Y Óliver Alejandro Sánchez Oyarce

    Los dos seres a los que más amo en este mundo.

    Ellos son mi fuerza y por ellos lucho y vivo

    Agradecimientos

    MI AGRADECIMIENTO A todos los compañeros y amigos de este gran grupo al que pertenecemos la gran mayoría Escritores Indies y a todos los que, desde twitter me siguen apoyando noche y día. ¡muchas gracias compañeros!

    Dos menciones especiales, Pilar Alberdi, ella fue la primera persona que creyó en estos relatos y me apoyó decisivamente con una excelente entrevista y una envidiable reseña. Y cómo no, a esa inestimable amiga mía, Manuela Herrero Palomar que con su magnífico optimismo no deja de tuitear mis libros ni un solo día.

    ¡Gracias compañeras!

    También quiero dar las gracias a ese gran amigo

    Sin el cual este libro (ni ningún otro) fuese sido posible.

    ¡Muchas gracias Ricardo Plantagenet Médano!

    Una Muerte Inconveniente

    Me fallan las fuerzas, no sé si podré conseguirlo. La vida se me escapa por esta herida. No sé qué pudo ocurrir. Intento ir hacia atrás en el tiempo para ver que sucedió y no lo entiendo.  Me duele. Mis ojos se retraen, parecen girarse dentro de mí intentando comprender por qué muero. Solo salí de casa a comprar la cena para mi familia. Llegué al cajero y saqué cincuenta euros. Ahora mi mano derecha que tengo sobre el costado izquierdo está surcada de sangre que corre por mis dedos. ¡Dios cómo duele! ¿Qué decía?

    Recuerdo que salí de la tienda, con pollo asado, macarrones para los niños y patatas asadas para Irene y para mí. Estaba cerca de casa cuando sentí un pinchazo en un costado. Me invadió un frío intenso y ahora estoy aquí con la mano empapada de sangre.

    ─¡Mierda, muérete ya cabrón ─escucho. Y yo con ese dolor en el costado. La cabeza me da vueltas. Todo se oscurece. Como pude palpé el suelo. La bolsa con la comida no estaba.

    ─Antonio, coño, déjalo ya! ─grita alguien─ ¿No ves que ya reventó el cabrón?

    Siento unas patadas en mis riñones, pero ya sin dolor.

    ―¡Púdrete en los infiernos cabrón, mira que sólo llevar 35 cochinos euros y un pollo!

    Es lo último que escucho a lo lejos antes de cerrar los ojos para siempre.

    Una Mala Idea

    Juan es el chico más guapo y solicitado por las chicas del instituto, pensaba Ana mientras lo miraba desde el otro lado de la mesa. Estaba enamorada de él desde la guardería. Esta noche será para mi sola. Solos los dos en mi casa.

    ─¿No comes, cariño?, lo hice expresamente para ti. Cielo, no te hagas de rogar que yo sé que es tu plato preferido: Espaguetis a la Carbonara, con carne de ternera y jamón. ¡Está buenísimo! ─dijo, mientras se llevaba el tenedor con los espaguetis a la boca.

    A Juan no parecía importarle. Seguía con la mirada fija en el plato.

    ─¿Amor, estás enfadado conmigo? ¡Tuve que hacerlo! ¿Lo sabes, verdad?

    Juan pareció hundir más la cabeza entre los hombros. A ella le parecía que estaba cansado de escucharla.

    La ira empezó a adueñarse de Ana.  Histérica fue hacia él. Le agarró del cabello y tiró hacia atrás para ver sus ojos. Los ojos con los que había soñado tantos años y deseado que algún día solo la miraran a ella. Pero estaban quietos, ausentes.

    La furia de Ana creció y en un paroxismo de ira hundió el tenedor en uno y en otro de manera repetida mientras gritaba con rabia:

    ─¡Toma, toma, toma, ya no podrás mirar a otras, cabrón!

    El cuerpo de Juan parecía un muñeco. Quieto y tieso, con la sonrisa congelada desde

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