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Irrealidades a doble espacio: La sonrisa irónica de un naufrago
Irrealidades a doble espacio: La sonrisa irónica de un naufrago
Irrealidades a doble espacio: La sonrisa irónica de un naufrago
Libro electrónico316 páginas1 hora

Irrealidades a doble espacio: La sonrisa irónica de un naufrago

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Información de este libro electrónico

 

Irrealidades a doble espacio una selecta recopilación de los mejores y más variados micros y relatos del autor Frank Spoiler, donde sonreirán, sentirán algún que otro estremecimiento  de miedo o tal vez pueda sacarles algunos que otros recuerdos o nostalgias de tiempos pasados. 

IdiomaEspañol
EditorialFrank Spoiler
Fecha de lanzamiento12 mar 2015
ISBN9781508449096
Irrealidades a doble espacio: La sonrisa irónica de un naufrago

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    Irrealidades a doble espacio - Frank Spoiler

    Agradecimientos

    Mi más profundo agradecimiento a mis queridos

    amigos

    Ricardo Plantagenet Médano, Karina Delprato,

    Isabelle Lebais, Inma Flores, Marta Barral, Isabel

    María Oliva Yanes, Olga Artigas y Arturo Fraga

    Salazar. sin los cuales no me habría sido posible

    escribir estos relatos, ya que ellos han sido mi mayor

    apoyo e inspiración para hacerlo, empujándome con

    cariño a participar en diversos y distintos concursos y

    antologías.

    Frank Spoiler

    11

    EL ADIVINO

    Peter paseaba como un tigre enjaulado por la

    estancia, no se creía lo que le había dicho su amigo

    Josep, que estaba mejor muerto ¿qué se había creído

    ese fantoche estirado?

    ―¡No puedes decirme eso, sabes que tengo

    razones de sobra para vivir y no me lo vas a

    impedir!―gritaba desaforadamente Peter,

    empujándole y escupiéndole a la cara a Josep con rabia.

    Éste se recompuso rápidamente, se limpió con

    parsimonia los restos de saliva del rostro y sonrió,

    antes de sacar del interior de su chaqueta de

    gentleman su 9 x 19 parabellun y dispararle un tiro en

    la boca.

    ― Mira que te lo dije... ¡Por bocazas y baboso!

    12

    Frank Spoiler

    MI PRECIOSA CHICA

    Lenny detuvo finalmente el coche soltando un

    profundo suspiro, estaba muy nervioso y ni se atrevía a

    girarse para mirar a su chica... le sonaba raro incluso el

    pensarlo, su chica, pero sí, Ellene se lo había

    confirmado esa misma mañana cuando él, muy

    tímidamente, la había pedido esa cita.

    –Oye, yo... la miraba donde permanecía sentada,

    con sus hermosas y sedosas piernas, la izquierda

    encima de la derecha, enseñando parte importante de

    sus muslos, Lenny se mantenía quieto, embobado, sin

    poder acabar la frase. Mientras Ellene sonreía

    abiertamente, su sonrisa era franca, abierta, sin

    sombras, era una niña muy hermosa, su ondulada

    cabellera pelirroja y esas pecas que se dibujaban sobre

    sus delicados carrillos, le daban un aspecto infantil y

    travieso, además su mirada era del todo cristalina.

    Imposible esconder nada oscuro en su mirada azul—

    pensaba Lenny sin parar de suspirar.

    Nerviosamente Lenny llevó su dedo índice hacia

    la desnuda tripita de la pelirroja, como si temiera su

    13

    rechazo pero no, su sonrisa no cambió, al contrario,

    nada más sentir su ligera presión Ellene habló con su

    autómata voz; «Lenny es mi chico y Ellene es la chica

    de Lenny».

    Sí, Lenny al fin tenía a su chica.

    14

    Frank Spoiler

    ¡GOZANDO HASTA

    LA MUERTE!

    Marcus, era un experto, nadie podía enseñarle

    más sobre modos de ligar y de cómo llevarse uno a la

    cama a una mujer. Claro, que era normal, con un rostro

    favorecido por los dioses, cabellos largos y rubios, piel

    morena, ojos grandes y verdes y con una sonrisa

    traviesa y golfa que a las mujeres llevaba al cielo... Y

    cómo no, sus nada despreciables 185 centímetros de

    altura, sin un gramo de grasa de más (ni de menos) y

    pura fibra en cada molécula de su cuerpo, bronceado

    por las horas intensas que dedicaba a su hobby

    preferido; El surf.

    La mala suerte para él fue que, Fannia, no era una

    mujer cualquiera. Nadie supo nunca de dónde vino ni

    de dónde era. Apareció una noche de Abril de un día

    cualquiera cuando, junto a unas amigas «siempre

    estaba rodeado de ellas», tomaba unas copas en el

    Waikiki Beach Walk lugar de moda en Honolulu

    (Hawái). Marcus era norteamericano. De una familia

    media americana de Florida (Jacksonville). Pero su

    15

    excesiva afición al surf y a las chicas. Y su

    temperamento aventurero, le hizo marchar a Hawái

    colocándose de monitor de surf para los turistas en las

    playas de Waikiki (Honolulu). Dónde consiguió hacerse

    hueco por su buen hacer y carácter arriesgado,

    haciendo lo que solo unos pocos podían hacer por

    encima o por debajo de las olas de casi nueve metros de

    altura.

    Fannia, fue directa a él, ni dudó y sin siquiera

    presentarse, lo agarró de la mano y lo sacó, de entre los

    brazos de sus amigas qué, mudas de la sorpresa, no

    supieron qué hacer ni cómo evitar que se lo llevara.

    Fannia, siguió tirando de Marcus, sin hacer caso

    de las miradas ofuscadas y enrabiadas de las amigas de

    Marcus, qué, viéndose sorprendido, no supo «o no

    quiso» reaccionar, dejándose llevar con una sonrisa

    divertida y no menos sorprendida.

    No lo llevó muy lejos. Sabía de sobras que

    Marcus disponía de un departamento justo encima de la

    disco pues esta, estaba situada en la planta baja del

    hotel. Lo llevó sin mucha oposición por parte de

    Marcus, que, todo sea dicho, parecía embobado ante la

    belleza salvaje de la chica. Su cabello era largo y

    rizado, además en ese momento, lo tenía húmedo,

    como si acabara de salir de un baño.

    Su color rojo fuerte, casi tirando a lava hirviente,

    y sus labios de igual color, tenían a Marcus, totalmente

    hechizado. Otras partes de su anatomía, cómo sus

    senos, altos, redondos y de un tamaño que no eran ni

    excesivo ni demasiado poco, En su justa medida. Y con

    unos pezones que se marcaban como cerezas en Mayo,

    debajo de su top de color azul. Le causaban una honda

    16

    Frank Spoiler

    excitación a Marcus, que ya no podía esconder, con su

    short ajustado de color chillón, floreado y ridículo.

    Mostrando sin disimular y a todo el que lo quisiera ver,

    el enorme bulto de su miembro «admiración de todos

    sus ligues», que pareciera querer escapársele de los

    short. Su camisa abierta y a juego con el short,

    enseñando sus tabletas de chocolate bronceadas y

    duras como piedra que sin embargo, a Fannia, no

    parecía impresionar lo más mínimo, en su insistencia

    por arrastrarlo hasta el propio departamento de Marcus.

    Marcus, no sabía cómo pero, la chica en cuestión,

    sabía muy bien dónde guardaba las llaves y no dudó en

    meter la mano en su bolsillo derecho y sacar la tarjeta

    (llave) con la que abrió la puerta. Seguidamente y sin

    soltar la mano de Marcus, entraron en el departamento

    cerrando seguidamente la puerta tras de sí.

    Hasta entonces, ni Marcus ni la susodicha Fannia,

    habían abierto la boca.

    «Ni falta que les hacía».

    Fannia, no le dio tiempo a preguntar ni a decir ni

    esta boca es mía, se lanzó sobre él derribándolo sobre

    la moqueta del salón y sacándole la camisa, el short y

    su minúsculo Slip blanco, a zarpazos y apropiándose

    del miembro erecto de Marcus, empezó un una sinfonía

    de chupa, muerde y vuelta a chupar que hacía poner los

    ojos en blanco y jadear como un poseso a Marcus, que

    se dejaba hacer sin oponer resistencia alguna.

    Desde la primera chupada, Fannia, que pareciera

    tener en su saliva y en su lengua como una ligera

    electricidad que daba pequeñas descargas, cuando le

    pasaba su lengua por el glande y que hacía gritar de

    17

    placer a Marcus, tanto era su placer.

    Mientras, Fannia, como un músico experto,

    maneja su instrumento musical; con su mano izquierda,

    apretujaba y sobaba los testículos, y con el dedo

    índice de la mano derecha, le introducía un dedo en el

    ano. Era imparable, Marcus lo sabía, y si no hacía nada

    por evitarlo, se correría de inmediato en la boca voraz

    de la chica. Y nunca le gustó acabar antes que ellas.

    No tuvo que pensar ni aguantar demasiado,

    Fannia, viendo la cara de placer de Marcus, por el

    rabillo del ojo, se apartó y saltó

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