La marca de un iluso de la pluma
Por Frank Spoiler
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La recreación de una mente en busca continúa de un escape medianamente ficticio. Relatos ávidos de sustancia gris y carente de una realidad meridiana. Puedes leerlos a cualquier hora, mañana, tarde o noche o, si quieres, en una tarde fría, triste y gris o en un día de radiante sol y cielo azul y claro. La elección siempre será tuya.
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La marca de un iluso de la pluma - Frank Spoiler
FDM
(¿Fin Del Mundo?)
— VEN, MARTA — LE OFRECIÓ Javier, su mano que, ella, aceptó de buen grado — . Mira — extendió su mano con el dedo índice extendido hacia el frente, donde Marta pudo admirar un paisaje muy hermoso poblado de cerezos en flor, a escasos días del comienzo de la primavera que, al parecer, y debido a las cálidas temperaturas de esos días, había decidido empezar antes de tiempo, (muy normal por aquella bella tierra, Valle del Jerte, Cáceres, de la sin par provincia extremeña).
— Ves aquella montaña de allí — Javier señaló
un punto concreto del horizonte ligeramente a la izquierda — pues es La Garganta de la Puria
, una preciosa garganta con unas no menos impresionantes chorreras y cascadas, también te puedes encontrar unas construcciones agrícolas y ganaderas y...
— Javier no pudo continuar contando, tanto él como Marta, se quedaron embobados observando cómo en el cielo una enorme bola de fuego se iba aproximando a una velocidad de vértigo hacia lo que él llamó Garganta de la Puria
. Parecía enorme e iba seguida de una larga cola de humo negro. Vieron, sin poder moverse de la impresión, cómo chocaba contra la arbolada de la garganta perdiéndose de vista entre su espesa arboleda y cómo sus pies captaban una enorme vibración que casi los hizo caer, aunque lograron finalmente mantener el equilibrio.
(20 de febrero del 2015)
LA TIERRA ESTABA DEVASTADA, con más de mil cien millones de muertos en todo el mundo. Una década ya desde aquel fatídico día en que apareció el primer ser humano contagiado por el FDM
siglas por la que era conocida aquella ¿enfermedad? (Fin Del Mundo) como la habían bautizado
o empezado a llamar los primeros investigadores que investigaron en sus laboratorios tan temible y mortal virus, por su poderosa fuerza viral, «nadie que hubiera desarrollado la enfermedad había logrado sobrevivir más de diez días». Nadie sabía aún cómo se produjo la primera infección, pese a los miles y miles de investigadores que habían intentado averiguarlo investigando las posibles causas, «donde muchos murieron en su empeño por encontrar la solución al estar en contacto con la beta maliciosa y, pese a los billones (con
B
) de euros gastados entre todos los países del mundo intentando hallar una cura».
Misión hasta el momento imposible, no fue hasta que empezaron a aparecer los primeros
Diez años de locura, de devastación, pero no del mundo vegetal o animal, no, ¡DE SERES HUMANOS! el virus solo afectaba a los seres humanos, por lo demás, ni afectaba a animales, plantas u cosas. Era verdaderamente curioso. Ya había quien decía que se estaba ante una maldición de Dios (Yahvé ) o cualquier otro dios y hablaban de plagas bíblicas. Cada ciudadano no se fiaba de su vecino, por temor a sufrir el contagio, vivían enemistados unos con otros, sin querer socializar. Apenas salían de sus casas para ir, eso sí, cada cual, a sus trabajos respectivos. Vestidos con aquellos trajes horribles, pesados de amianto y que, pese a todo, parecían no ser todo lo fiables ni eficaces como deberían ser pues, los contagios, se seguían produciendo uno tras otros. Solo parecía haber menguado o casi desaparecido, (sin que hubiera ninguna base científica ni explicación lógica), en algunas pequeñas aldeas o pequeños pueblos de menos de cien habitantes. ¿Milagro? No se sabía a ciencia cierta pero lo cierto era que parecían haber desaparecido todos los brotes de FDM
, sin que se llegara averiguar aún su posible o verdadera causa.
BARCELONA, 20 DE FEBRERO del 2015, las 17:39 horas.
— ¿DIGA? — PREGUNTÓ Marta al otro lado de la línea.
— Marta, soy yo, Javier, tenemos que vernos y
— Sí — fue la escueta respuesta de Javier, antes de colgar.
— Marta no había cambiado mucho, como pudo comprobar por sí mismo Javier al verla entrar tímidamente en el bar, vestía un conjunto de blusa y pantalón, los dos en tonos grises (siempre fue muy clásica), y eso que habían pasado nada más y nada menos que diez años desde la última vez que la vio en la casa de su tío Carlos, en Plasencia, después de... un frío estremecimiento interrumpió los pensamientos de Javier.
—