Les di la libertad y volaron solas
Por Frank Spoiler
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Este es un poemario de letras que se abrazan y forman palabras, frases que
danzan y aun mismo tiempo bailan y se transforman en versos, y a su vez estos en poemas,
que fluyen tempestuosos y ardientes directamente de la pluma y el alma del autor.
No os preguntéis a quién se las escribió o dedicó... Preguntaros mejor… si le sirvieron a él o si os servirán a vosotros para ser más humanos y mejores personas.
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Les di la libertad y volaron solas - Frank Spoiler
Agradecimientos
Libro de poemas dedicado a mis dos hijos, Élida y Óliver, pues ellos son al fin y al cabo mi única y verdadera razón de vivir. Hijos míos ¡os amo!!
Mención especial para mi pareja actual, Marta Barral, una excelente amiga e inestimable compañera a la que quiero y además admiro.
Soledad
A pesar de esta soledad... y estas tristes horas sin ti,
me puede la sensación de que aún sigues ahí.
Por esta razón incito a mis pensamientos, a que vuelen alejándose... y dándote la espalda para ser de nuevo feliz.
Podría ser miedo... olvido o languidez qué se yo...
solo sé que en medio de la tempestad, surgió la calma y ella...
se marchó. ¿Dónde? eso solo lo sabe... Dios.
Que tristes son mis horas sin ella... falta de fe o de ilusión por crecer, caminan a rastras mis pies... mi cuerpo sin obedecer, tremola al caer. ¡Que se lo lleven los vientos, Dios mío!
que no los dejes volver, a esos desastrosos pensamientos
que me matan cobardes y a traición.
"Si pudiera aún... desandar lo andado... dormir y...
¿volver a soñar?
Callé a la tarde por no oírme... y le grité al silencio...
¡por no escucharme!
Soy como las mañanas grises y días fríos e invernales...
solo les gusta... a los inmortales.
Y hasta a los dioses les da la risa... solo de verme solo,
triste... hincado de rodillas... ¡llorándole a la tarde...!
Si el sol pudiera en un beso...
Si el sol pudiera en un beso...
llevarte la eternidad de mis brazos...
Si al dejar mis pensamientos flotar,
entre la leve bruma del universo,
Estos fueran hacia ti... directos,
hasta engancharse dentro de tu pecho... ¡bien adentro!
Si estas letras que escribo... como un lamento...
o un dolorosos rezo
.
Ante el altar mas perfecto
y querido; ¡tus besos !
Nubes de la alta pasión mía...
por ti... por quien rezo... ¡noche y día!
Por no perder lo que más quiero...
en un amargo nudo... de agonía.
Eres tú... amor, lo que más deseo y quiero.
Pensarte y adorarte a un tiempo para quedarme
bien profundo en el abismo de tu pecho.
Y si ese sol me languidece y muero,
que sepas que... no es tu amor quien me mata...
si no ¡mis sueños que nunca se cumplieron!
Si te olvidas de mi
Si te olvidas de mí, no dejes que mi alma...
se quiebre al morir, déjame un resquicio de luz...
por donde pueda ver una nueva blanca luna llena...
Y que pueda estar orgullosa de esperar...
La calidez y dulzura de mi amor. Nunca, no obstante,
mis recuerdos te alejarán de mi pensamiento
ni podrán sacarte de mi corazón...
Orgullosa entonces tú izarás la bandera del destino
pues fue él quien me arrastró y llevó hasta ti.
La ternura y la dulce expresión de tus ojos...
hicieron que naciera en mí ser el amor.
Ahora no te alejes ni me dejes...
No abandones esos sentimientos que
se aposentaron en ti, ven, agárrame de la mano...
desandemos el cautivo y dolorido desamor.
"Alma sufridora... herida desgarrada,
deshace y desdice tu sumisión pues, ya eres
sangre de mi carne que, fundida a mis entrañas,
me vencerán sin compasión".
Hoy mi alma grita liberada de ausencia
y me dice, sin mirarme a los ojos... que fácil fue amarte,
y que doloroso el perderte a la vez.
Mi esperado final
Como agujas en sal... clavadas en mi carne
siento su avinagrada sed... embeberse en mis entrañas.
Caricias que fueron de evidente avaricia...
por saciar su venganza.
Mi cuerpo decrépito, cobijo de este espíritu... torturado,
le ofrece amparo sin negar su pecado ni culpa.
Desentrañada la venenosa e inhóspita aguja,
siento su veneno recorrer el foso insano
de mi desconsuelo. Soy tan solo pasto
amarillo y mugriento, casi sin vida...
que me corroe la carne de mi rostro putrefacto.
Tuve mucha culpa y siento esa culpabilidad
que es mi quebranto y, al igual que asiente el infierno
su postrado mandamiento a su dueño... el diablo.
Sangre que recorre mis venas fluyendo dolorosa,
hacia la herida envenenada, fruto ineludible de mi mal.
Solo y vencido, no detengo su camino,
la dejo abierta y esperando solo mi esperado final.
Y cuanta razón llevan...
Y cuánta razón llevan... en ese antiguo lugar,
donde sentí el desbordamiento de mis penas.
Se mezclaron sabores, resecos, ácidos y añejos,
fruto amargo de mis lejanos recuerdos...
Son salobres, mustios y agridulces, apenas entran en mi mente se rezagan, huyen como si los persiguiera
el mismísimo diablo.
Y cuánta razón llevan... son las lindes tenebrosas, temibles,
escondidas en sus miserables sombras.
Quieren hundirme en su lodo hediondo, se abrazan y aprietan a mi alma, por unas simples y cochinas monedas...
Quiero huir... esconderme de esa usura,
Perderme en el ilusorio mundo de los locos,
y evadirme de este miedo, que me agarrota y esculpe el alma.
Se quiebran, ¡ay...! mis sentidos, haciéndose dueños de mí...
¡de mis horas... y de mis ansías enloquecidas!
Crece la revoltosa zarza, por entre las lindes
desordenadas de mis ideas, agarradas y ahogando a mi desencanto y a mi mucha falta de cordura... tallos embebidos en mis venas, se nutren de mí sangre
y de mis dolorosas penas...
Corazón de tristezas tardías
Dejaste a mi corazón como un desierto
mas no fue tu culpa si no mía.
oscuro, desosegado y prisionero,
de un páramo yermo,
sin siquiera un cactus u osadía
que lo acompañara en el tiempo.
Herida y desamparada quedó
el alma mía, desangelada, mustia y fría.
corazón de tristeza tardía que, errante y ciega,
camina, perdida el rumbo tras su poesía.
Amor, no perdí el tiempo en amarte;
solo la dejé ir para no volver a perderte.
En mis entrañas te idolatro, te amo,
te guardo y guardaré ¡siempre!
Desde las brasas del olvido
Regresaré de las brasas del olvido
dividiendo y venciendo
la coraza invisible, de tu cariño...
y seré al fin dueño y señor ¡de tu castillo!
Errante serán mis pasos,
y el latir de un corazón cansado:
serán la duda indisoluble...
del coleo
de una cólera absurda.
Mas, me toca esperar y no batirme en retirada.
Seré fiel a mi signo inquieto, pausado, obcecado,
¡temerario! y a deshoras también... ¡un enamorado!
Caeré pues en las fauces del amor,
y viviré en sus falsos dominios,