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Poemas
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Libro electrónico158 páginas1 hora

Poemas

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En este volumen se reúnen por primera vez todos los poemas de Hannah Arendt y se muestra que su obra, sin una estrecha relación con la poesía, sería inconcebible.
Hannah Arendt es reconocida como una de las pensadoras más importantes del siglo XX. Sin embargo, muy pocos saben que durante décadas escribió poesía.
Los poemas de Hannah Arendt son una expresión del sufrimiento causado por la pérdida: ya sea la pérdida de la "edad dorada" que es la infancia, la añoranza de la patria desde el exilio o el dolor por la muerte de los seres queridos.
Pero si la pérdida causa sufrimiento es porque, a pesar de la ruptura, el amor persiste. Es cierto que Arendt a veces expresa el anhelo de aplacar el dolor a través del desvanecimiento de la conciencia (el sueño, la noche) o una evasión mental (el baile), pero sabiendo que son lapsos, pausas o descansos provisionales de los que luego se regresa. Es posible insensibilizar al dolor mitigando el amor, pero es más irrenunciable el amor que insoportable el sufrimiento.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento26 oct 2017
ISBN9788425439810
Poemas
Autor

Hannah Arendt

Nace en 1906 en Hannover (Alemania) de padres judíos procedentes de Prusia Oriental. Arendt se referirá a su familia como «un típico entorno de judíos alemanes asimilados». Entre 1924 y 1928 cursa estudios de filosofía, teología protestante y filología griega, siendo alumna, entre otros, de M. Heidegger, E. Husserl, K. Jaspers y R. Bultmann. En 1928 se doctora con Jaspers presentando una tesis sobre el concepto de amor en Agustín. En 1933 decide emigrar y, tras permanecer en París hasta 1940, fija desde 1941 su residencia en Estados Unidos, obteniendo en 1951 la nacionalidad estadounidense. Ahí trabajará primero en actividades docentes y de periodismo político, luego como investigadora independiente, conferenciante y profesora visitante en numerosas universidades. En 1959 recibe el premio Lessing de la ciudad de Hamburgo; en 1967, el premio Sigmund Freud de prosa científica. En 1961 asiste como reportera al juicio de Eichmann en Jerusalén. Entre 1967 y 1975 es profesora en la New School for Social Research. En 1975 viaja por última vez a Europa, donde visita a Heidegger. Muere en Nueva York ese mismo año. De Hannah Arendt han sido publicados en esta misma Editorial «Lo que quiero es comprender. Sobre mi vida y mi obra» (2010), «Más allá de la filosofía. Escritos sobre cultura, arte y literatura» (2014) y «Las crisis de la República» (nueva edición en 2023), así como su relación epistolar con Gershom Scholem, «Tradición y política. Correspondencia» (1939-1964) (2018).

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    Fantástica aventura por la poesía de Arendt, gracias por hacer posible este deleite poético.

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Poemas - Hannah Arendt

Hannah Arendt

Poemas

TRADUCCIÓN DE:

Alberto Ciria

CON LA COLABORACIÓN DE:

Felicia Brembeck «Fee»

Xavier Escribano

Josef Sedlmeir

Herder

Título original: Ich selbst, auch ich tanze. Die Gedichte

Traducción: Alberto Ciria

Diseño de la cubierta: Antidot Gràfic

Edición digital: José Toribio Barba

© 2015, Hannah Arendt Bluecher Literary Trust, c/o Georges Borchardt Inc., Nueva York

© 2015, Piper Verlag, Múnich/Berlín

© 2017, Herder Editorial, S.L., Barcelona

ISBN DIGITAL: 978-84-254-3981-0

1.ª edición digital, 2017

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com)

Herder

www.herdereditorial.com

Índice

Poemas 1923-1926

Poemas 1942-1961

Sobre los poemas de Hannah Arendt

Notas a la edición

Ediciones anteriores

Historia de la transmisión y la edición de los poemas sueltos

Poemas 1923-1926

[1] [SIN TÍTULO]

No hay palabras que irrumpan en la oscuridad

ni dioses que alcen la mano.

Adonde quiera que mire…

tierra amontonándose.

No hay formas que se desprendan

ni sombras que se ciernan.

Y sigo oyendo todavía:

«Demasiado tarde, demasiado tarde».

[2] EN TONO DE COPLA POPULAR

Cuando volvamos a vernos

florecerá la blanca lila

y yo te envolveré en almohadas

para alejar de ti las nostalgias.

Alegrémonos entonces

de que el vino seco

y los fragantes tilos

nos encuentren todavía juntos.

Pero cuando caigan las hojas,

entonces separémonos.

¿Exasperarse para qué?

Habrá que arrostrar ese sufrimiento.

[3] CONSUELO

Llegarán las horas

en que las viejas heridas,

esas que olvidamos hace tiempo,

amenazarán con consumirnos.

Llegarán los días

en que ninguna balanza

de la vida y los pesares

podrá inclinarse hacia uno u otro plato.

Trascurrirán las horas

y pasarán los días.

Pero una ganancia sí nos quedará:

la mera persistencia.

[4] SUEÑO

Pies levitando con patético fulgor.

Yo misma,

también yo bailo

liberada de la gravedad

hacia la oscuridad y el vacío.

Espacios comprimidos y proscritos de tiempos pasados,

lejanías recorridas,

soledades perdidas

comienzan a bailar, a bailar.

Yo misma,

también yo bailo.

Con irónica temeridad

nada he olvidado:

conozco el vacío

y conozco la gravedad.

Con irónico fulgor

bailo y bailo.

[5] CANSANCIO

Crepúsculo vespertino:

quedamente quejumbrosa

suena aún la llamada de los pájaros

que yo creé.

Grises paredes

se derrumban

mientras mis manos

se reencuentran.

Lo que llegué a amar

no puedo asirlo.

Lo que me rodea

no puedo dejarlo.

Todo se hunde.

El crepúsculo se cierne.

Nada puede someterme:

así viene a ser el curso de la vida.

[6] SUBURBANO

Emergiendo de la oscuridad

y serpenteando hacia la claridad,

veloz y altanera,

esbelta y frenéticamente rebosante

de fuerzas humanas,

urdiendo atenta

caminos ya trazados,

por encima de las prisas

con olímpica indolencia,

veloz, esbelta y frenéticamente henchida

de unas fuerzas humanas

de las que se desentiende,

escurriéndose hacia la oscuridad,

sabedora de las cosas de arriba:

así vuela sinuosa

una bestia amarilla.

[7] DESPEDIDA

Dejad que ahora os estreche la mano, días etéreos.

No huiréis de mí: no hay escapatoria

a lo vacío y atemporal.

Pero el signo más arcano de un viento ardiente

me rodea con su soplo: no quiero escabullirme

al vacío de tiempos de cohibición.

Ay, conocisteis la sonrisa con la que me entregaba.

Sabíais cuántas cosas ocultaba yo en silencio

para yacer tendida en prados y hacerme vuestra.

Pero ahora la sangre, que nunca ha reprimido,

me llama para que acuda a barcos que jamás mariné.

La muerte está en la vida. Lo sé, lo sé.

Por eso dejadme que os estreche la mano, días etéreos.

No me perderéis. Como señal os dejo aquí

esta hoja y la llama.

[8] [SIN TÍTULO]

Paso los días desorientada.

Pronuncio palabras sin peso.

Vivo en una oscuridad sin visión.

Carezco de timón en la vida.

Sobre mí se cierne monstruoso,

como un nuevo pájaro enorme y negro,

el rostro de la noche.

[9] A…

Toma la pesada carga de mis deseos.

La vida es amplia y no tiene prisa.

Restan aún muchos países en el mundo

y abundantes noches al descampado.

¿Pues quién conoce la balanza

de la vida y los pesares?

Quizá en los días de senectud

todo esto se dirima.

[10] [SIN TÍTULO]

La dicha no es esto,

como se figuran

quienes mendigan y lloran

y acuden a los templos

para asistir desde el atrio a misa

y a una consagración que no comprenden,

mirándola con malos ojos, para luego darse la vuelta

y lamentar una vida malograda.

¿Qué es la dicha para aquel

que está avenido consigo mismo,

cuyo pie solo huella

lo que está destinado para él,

para aquel que no conoce otra frontera ni otro derecho que el conocerse,

ni otro signo que lo marque en su estirpe que el nombrarse?

[11] CREPÚSCULO

Crepúsculo que te hundes,

que aguardas, que haces señas:

Gris es la marea.

Crepúsculo que guardas silencio,

que sin hacer ruido declinas,

que exhortas y te lamentas,

que dices cosas silentes:

Gris es la marea.

Crepúsculo que consuelas,

que mitigas y sanas,

que señalas lo oscuro

y rondas lo nuevo:

Gris es la marea.

[12] ENSIMISMAMIENTO

Cuando contemplo mi mano

—una cosa ajena pero emparentada conmigo—

de pronto no estoy en ningún país,

no quedo sujeta a ningún aquí ni a ningún ahora,

ni quedo ligada a ningún qué.

Entonces me siento como si tuviera que despreciar el mundo:

pues bien, por mí que transcurra el tiempo

con tal de que no sucedan más señales.

Contemplo mi mano,

que guarda un parentesco conmigo inquietantemente cercano,

siendo no obstante una cosa distinta.

¿Es más de lo que yo soy?

¿Tendrá un sentido superior?

[13] CANCIÓN ESTIVAL

Dejo que mis manos se deslicen

por la dorada plenitud del verano,

mientras mis miembros se estiran dolorosamente

hasta la oscura y pesada tierra.

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