Buscando la luz: Poemas al alba, con alma
Por Frank Spoiler
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Frank Spoiler, el hombre de los mil rostros,
el escritor de mil géneros distintos,
de sentimientos y esbozos,
borradores inmensos,
afines a cuantos deseos,
sueños y vivencias destructivas,
alguna vez todos hemos tenido.
Sus letras son savia nueva,
vieja en sus atributos,
lozana en sus desatinos.
En este, su “penúltimo”
libro de poemas, nos muestra,
una vez más,
que su fuerte son las emociones
y su pesar…
los sueños que nunca ha vivido o vivirá.
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Buscando la luz - Frank Spoiler
DEDICATORIA
Dedicado a mis dos grandes amores y
mis dos mayores orgullos
mis dos hijos: Élida Ángela
Y Óliver Alejandro Sánchez Oyarce
Los dos seres a los que más amo en este mundo.
Ellos son mi fuerza y por ellos lucho y vivo
Sería muy desagradecido si no diera las gracias
a todas las mujeres que han sabido
inspirarme para escribir todas estas poesías.
¡Muchas gracias a todas!
MANANTIAL
Vertí en mis sueños las vanas esperanzas de una ilusión efímera, como acuífero, fui vertiendo mi caudal hasta agotarme, después... volví a cerrar los ojos y a dormirme, deseando nunca jamás despertarme.
En vano mantuve mis ojos apretados, con rabia, mis manos, en forma de tenazas apretadas. Reflejo inútil, por más que apretaba mis parpados, el sueño no llegaba. Lloré... como el diluvio que vivió una vez Noe, sin animales, sin Dios, sin la fe.
Hoy ni siquiera me sale una sonrisa, una mueca o tal vez, un rictus de fe. Mis uñas, gastadas de tanto querer arañar un poco de felicidad, se muestran sucias, negras, agrietadas, sin color y sin sangre que recorra sus venas.
Manantial que de alegría fluía de mis ansias por comerme el mundo... hoy es tan solo un caudal seco, agreste, agrietado y muerto.
NO HAY ESPERANZAS... MI BARCO YA SE FUE
Tengo raíces en los pies de estar tanto tiempo varado
en esta orilla del río, no sé cuándo mi barco partió,
solo sé que me quedé solo y perdido.
Maldita mis ansias de fe, aquellas que me llevé conmigo,
y que tristemente olvidé, que no flotaban...
y en el agua se han hundido.
Vivo angustiado mirando al horizonte, apenas sin tener ningún sentido, pues no soy de atender a razones
y estoy siempre roncando y dormido.
Sé que me aqueja el mismo mal de la abeja,
recojo mi miel y la guardo...
queriendo tener contenta
a esa que todos dicen ser la abeja reina.
SÍ, ANOCHE... VOLVÍ A MIRAR A LAS ESTRELLAS
Anoche, mirando a las estrellas,
volví a recordar lo que te amé,
ingrato fue mi corazón fingiendo una sonrisa
para luego rompérseme en cien mil pedazos,
al recordar que tú ya no estabas conmigo.
Que desapareciste para siempre...
dejándome a mí en el olvido,
pesaroso, quebradizo y perdido.
Anoche, mirando a las estrellas...
sentí de nuevo la brisa de tu aliento,
al besarme tus labios, los míos.
Y morí de dolor y angustia,
sabiendo que te había perdido
y que ni en mil de mis sueños...
volverías a sentir lo que alguna vez habías sentido.
Sí, anoche volví a mirar a las estrellas,
y volví a revivir lo mucho que te he querido,
pese a saber que tu recuerdo...
me dejó roto, desasosegado, cansado y vencido.
TE BUSQUÉ, TE BUSQUÉ DESESPERADAMENTE
Te busqué, te busqué desesperadamente,
entre manzanos y perales,
entre encinares y olivos milenarios;
hasta en el follaje amarillo de los pastizales.
Miré cada sendero de hormigas,
que caminaban solícitas llevando su comida,
en madrigueras de conejos
y hasta observé los guiños que me hacían las estrellas.
Levanté piedras y atravesé ríos,
trepé como un imberbe cualquiera,
árboles orgullosos de ser cipreses
o álamos espigados y frondosos.
Cavé profundamente en tierra roja
o me deshice de las horas...
todo para encontrarte a ti, la dulce...
oh, amorosa e imperturbable... demencia.
ME TRAGUÉ EL ORGULLO Y HABLÓ EL SILENCIO
No me miraste al despedirme,
tampoco al regresar una y otra vez.
Fui para ti solo una imagen hueca,
un punto donde apoyarte, donde emerger.
No, no fue todo culpa tuya ni mía... no lo sé,
tal vez nos engañamos mutuamente sin quererlo,
o silenciamos nuestras bocas sellándolas con hiel.
Me tragué el orgullo y habló el silencio,
mis miedos afloraron y levité,
sin alas, sin derechos, todo te lo condoné.
Ardiente en mis entrañas, la hiel,
hirviendo de desazón y angustia la tragué...
haciendo que burbujeara el daño en mi mente,
germinando la semilla del fracaso en el ayer.
YA NO PERCIBO LAS MISMAS SENSACIONES
Me puede la ansiedad,
el vacío tan inmenso
que se postula en mis sienes
y me obliga a dejar de soñar.
Ya no percibo las mismas sensaciones,
las emociones se me diluyen
entre las hebras de plata
de esta insuficiencia mental.
Carezco de fuerza para evadirme
o querer batirme en duelo con la adversidad
y pensar en vencer o morir... eso a mí,
¡ya me dará igual!
Me aterroriza tanto vivir...
casi tanto como me dolería morir.
Aunque, ni siquiera sé si alguna vez
he revivido o si estuve alguna vez vivo.
UNA ISLA, APACIGUADORA DE VOCES HUECAS
Quise deshacerme del peso, como piedras,
aquellas que llevé durante mucho tiempo
cargadas a la espalda,
sin creerme,
de lo absurdo de esa imagen aletargada,
que fuera penitencia y el internamiento del alma.
Vacíos ilusorios de pensamientos veniales,
opacos sentidos en una frente hirsuta,
carente de lógica y de vanidades.
Lo logré, cayeron al suelo
desprendidas de mi cuerpo a modo de racimos
y