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Mi cariño, eres tan encantadora
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Libro electrónico211 páginas2 horas

Mi cariño, eres tan encantadora

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Información de este libro electrónico

Arianna Reid pensó que tenía mucha suerte, casada con Hendrix Roberts, el hombre que más amaba.
Sin embargo, nunca pensó que su esposo la odiaría tan profundamente. Dentro del matrimonio de dos años, solo durmió con ella una vez y nunca se quedó con ella durante toda la noche. Toda su ternura se la entregó a otra mujer, Andrea.
Cuando decidió renunciar a este matrimonio, de repente descubrió que estaba embarazada. No quería perder a su bebé, optó por ocultar su existencia.
Pero cuando preparó el acuerdo de divorcio, Hendrix se negó a firmar con su nombre...

IdiomaEspañol
EditorialPublishdrive
Fecha de lanzamiento6 jun 2022
Mi cariño, eres tan encantadora

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    Mi cariño, eres tan encantadora - PopNovel

    Chapter 1  Quedé embarazada

    Seis semanas de embarazo.

    Quedé atónita cuando leí estas palabras en el informe del ultrasonido. De todos modos, solo lo hicimos una vez, ¿cómo fue posible quedar embarazada tan fácilmente?

    ¿Qué debería hacer ahora?

    Si compartiera el resultado con Hendrix, ¿detendría el proceso de divorcio al enterarse? No, definitivamente no; al contrario, pensaría que soy despreciable y que trato de usar al niño para amenazarlo.

    Desechando la preocupación, guardé el informe de ultrasonido en mi bolso y salí del hospital.

    Había un brillante automóvil Maybach negro estacionado afuera, con las ventanas parcialmente abiertas. Desde el exterior, se podía entrever la mirada fría y distante de un hombre en el asiento del conductor.

    Obviamente, muchos transeúntes, se sintieron atraídos por esta escena: un hombre tan guapo conduciendo ese automóvil de lujo.

    Hendrix Roberts siempre había sido conocido como una persona rica y atractiva; sin embargo, después de tantos años, ya me había acostumbrado a su apariencia. Sin entorpecer la notoria atención de las personas hacia el auto, me acomodé en el asiento del pasajero.

    El hombre al volante, que inicialmente estaba descansando con los ojos cerrados, notó un movimiento, frunció levemente el ceño y preguntó en voz baja, sin siquiera molestarse en abrir los ojos: ¿Listo?

    ¡Sí! asentí, le alcancé la ecografía, y dije:¡Richard Hammer te envía saludos! Richard conocía el contenido del ultrasonido y, aun cuando la información no estaba destinada para mí, por alguna razón, él me la entregó directamente. Circunstancialmente, sin embargo, me encontré con Hendrix.

    ¡Estarás completamente a cargo de esto!, dijo Hendrix, que no era muy comunicativo. Luego de su tajante comentario, puso en marcha el vehículo, sin siquiera dignarse aceptar él. Asentí y me quedé callada.

    Después de un largo período de silencio, habiendo obedecido sus órdenes, no sabía qué más hacer.

    Nos dirigíamos al centro y ya era de noche. Si no deseaba volver a casa, ¿a dónde planeaba dirigirse? Aun cuando tenía mucha curiosidad, permanecí callada durante todo el viaje, ya que nunca me inmiscuí en su vida.

    El informe de la ecografía era lo único en lo que podía pensar, pero no sabía cómo contárselo. Lo miré con el rabillo del ojo, y observé que estaba pendiente del camino. Como de costumbre sus ojos eran incisivos y fríos.

    ¡Hendrix!, dije; la mano, que sostenía mi bolso, estaba algo húmeda de traspiración, seguramente por mi nerviosismo.

    ¿Qué quieres? Las dos palabras que salieron de sus labios eran frías sin denotar emoción alguna.

    Como siempre me había tratado de esta manera, empecé a aceptarlo después de un tiempo.  Reprimí la inquietud en mi corazón, tomé un respiro y dije: Yo ...  

    Solo debía pronunciar tres palabras, sin embargo, en ese momento sonó su celular, así que me vi obligada a tragarme mi osadía.

    Andrea, ¿qué te pasa?, dijo Hendrix En algunos casos, la gentileza de uno esta, aparentemente, enfocada solo a una persona, ya sea debido a un afecto profundo o a una emoción especial. 

    Como era obvio por la conversación entre ambos, la gentileza de Hendrix estaba orientada solamente hacia Andrea Burton.

    Era un misterio lo que Andrea había dicho al otro lado del teléfono, sin embargo, hizo que Hendrix frenase repentinamente. Está bien, la consoló, llegaré pronto. Quédate allí.

    Concluida la llamada, su semblante nuevamente se tornó frío y severo. Mientras me miraba, dijo,  ¡Bájate del auto! Era una orden tajante, que no admitía réplica.

    No era la primera vez que se comportaba así conmigo. Asentí con la cabeza y me tragué todas las palabras que había querido decir; abrí la puerta y salí del auto.

    El matrimonio entre Hendrix y yo fue un accidente, más que un destino; no hubo amor de por medio. En el corazón de Hendrix solo estaba Andrea, mientras que yo era un adorno o peor aún, un obstáculo.

    Hace dos años, el abuelo de Hendrix sufrió un infarto y tuvo que hospitalizarse; desde su cama de hospital, insistió en que su nieto se casara conmigo. Aunque Hendrix se mostró reacio, aceptó para agradar a su abuelo. Mientras el viejo maestro siguió con vida, Hendrix ignoró totalmente mi existencia; ahora que había fallecido, estaba ansioso por contratar un abogado y divorciarse.

    Cuando regresé a la casa, ya había oscurecido. La mansión estaba tan vacía, que lucía siniestra. Probablemente debido al embarazo, no tenía apetito, así que enfilé a la habitación y tomé una ducha antes de acostarme.

    Casi al momento de quedarme profundamente dormida, escuché débilmente, proveniente del patio, el sonido de un motor que se apaga.

    ¿Era Hendrix?

    ¿Estaba acompañado por Andrea?

    Chapter 2  Por favor, no te marches

    Antes de que pudiera llegar a una conclusión, la puerta del dormitorio se abrió. Él estaba empapado y fue directo al baño, sin mirarme siquiera; luego, escuché el sonido de la ducha.

    Una vez que Hendrix regresó, no pude seguir durmiendo; me levanté, me puse la bata, saqué su pijama del armario y lo acerqué a la puerta del baño, antes de salir al balcón.

    Era la estación del monzón y lloviznaba. A medida que el cielo se oscurecía, se oía el débil sonido de las gotas de lluvia que golpeaban el techo.

    Al escuchar un ruido detrás mío, volteé y vi a Hendrix salir del baño; tenía solamente una toalla de la cintura para abajo. Su musculoso cuerpo estaba cubierto de gotas de agua, que le caían desde su cabello mojado. A esta escena la llamaré el encanto de un hombre.

    Probablemente, se dio cuenta de que lo estaba mirando, frunció el ceño levemente y empleando un tono carente de emoción exclamó: ¡ven aquí! 

    Como de costumbre, obedecí; al acercarme, me arrojó la otra toalla que tenía en la mano y me ordenó en voz baja: sécame.

    Estaba ya acostumbrada a su forma de tratarme. Al verlo sentado en el borde de la cama, me subí, arrodillándome detrás de él, mientras le secaba el cabello.

    Mañana es el funeral del abuelo. Tenemos que ir a la vieja mansión lo antes posible, dije, sin intención de iniciar una conversación. Al pensar solamente en Andrea, podría olvidarse, si no se lo mencionaba. ¡Bien! respondió él, tajante.

    Recordando cómo reusó hablarme antes, no deseaba comentar nada más. Finalmente, después de secarle el cabello, me recosté en la cama nuevamente, acomodándome para dormir.

    Quizás por estar embarazada, me dormí rápidamente. Después de su baño, Hendrix solía quedarse en el estudio hasta la medianoche. Sin embargo, en esta ocasión, se recostó sobre la cama después de ponerse el pijama.

    Aun cuando su comportamiento era diferente, no deseaba hacer más preguntas. De repente, me rodeó con sus brazos, me atrajo hacia su pecho, y me besó suavemente.

    Cuando me desnudó, quedé atónita por un momento. Me aferré a sus brazos que exploraban todo mi cuerpo y levanté la barbilla para mirarlo, ya que no sabía que hacer. Hendrix, yo ...

    ¿No lo deseas? preguntó. Sus ojos negros, tan negros como la noche, estaban fríos y salvajes.

    Bajé la mirada... él tenía razón, no lo deseaba, sin embargo, la situación estaba fuera de mi control.

    Preocupada por el bebé de seis semanas, le pedí, ¿Puedes ser un poco más amable? Sería peligroso si Hendrix no tuviera el cuidado necesario.

    Frunció el ceño sin decir nada. Simplemente se dio la vuelta y actuó salvajemente. Me acurruqué de dolor e hice lo posible para proteger al bebé, tanto como la ocasión lo permitía..

    La lluvia arreció a la par que su desenfreno. De repente, un relámpago marcó nítidamente las sombras. Pasado un buen rato, se levantó y fue al baño.

    La interacción fue tan dolorosa, que estaba empapada en mi propio sudor frío. Al principio pensé tomar calmantes, pero decidí no hacerlo por la salud del bebé.

    Ring ... sonó el celular de Hendrix que estaba sobre la mesita de noche. Miré el reloj en la pared y me di cuenta que ya eran las once. La única persona que llamaría a Hendrix tan tarde, era Andrea.

    El sonido de la ducha se detuvo y Hendrix salió con una toalla envuelta alrededor de su cuerpo; se secó las manos y contestó. A decir verdad, no tenía idea de quien llamaba.

    Hendrix frunció levemente el ceño y dijo: ¡Andrea, no hagas un escándalo!..

    Acto seguido, colgó y se cambió de ropa para salir. En el pasado, ante una situación así, hubiera fingido que no me importaba. Pero esta vez, de repente, me aferré a él y le rogué en voz baja: Por favor, quédate conmigo esta noche.

    Hendrix frunció el ceño, me dio la espalda y respondió con estas palabras frías e hirientes ¿Ahora pides más?

    Me quedé atónita, y sin poder evitarlo, encontré divertido el comentario. Lo miré y le dije: Mañana es el funeral del abuelo. Aunque te preocupes por ella, deberías saber cuál es tu obligación, ¿no?

    ¿Me estás amenazando? replicó, entrecerrando los ojos y, de repente, tomó mi mandíbula, pronunciando con voz profunda y fría: Arianna Reid, eres más valiente ahora, ¿eh?

    Chapter 3  De acuerdo, nos divorciaremos.

    Sabía claramente que era imposible evitar que se fuera, pero nunca lo comprobaría si no intentaba detenerlo. Levanté la vista y lo increpé: Estoy de acuerdo con el divorcio, pero con una condición. Debes quedarte aquí esta noche y acompañarme al funeral del abuelo. Firmaré los papeles inmediatamente después de eso.

    Sus ojos negros como boca de lobo se entrecerraron como si se burlaran de lo que acababa de decir. Entonces, hazme un favor contestó, sonriendo ligeramente, suavizando el apretado agarre de su mano alrededor de mi brazo y cerrando los ojos, antes de acercarse a mi oído. Arianna, todo depende de ti; no puedes solamente hablar sin hacer nada al respecto.

    Su voz era ronca y profunda; de alguna manera, supe exactamente lo que quería decir. deslicé mis manos hasta su cintura y levanté la cabeza para alcanzar sus labios. La diferencia de altura entre nosotros era tan grande, que me hacía parecer caricaturesca.

    No sabía mucho sobre los escarceos amorosos entre hombre y mujer, pero actué por instinto, extendiendo la mano para quitarle la toalla de baño alrededor de su cintura. Al escuchar su respiración agitada, supe que estaba logrando mi propósito. No podría explicar lo que estaba sintiendo; aplicar ese método para evitar que alguien que me gustaba se fuera, era realmente ... patético.

    Cuando la toalla de baño cayó al piso, moví lentamente las yemas de mis dedos hacia abajo. De repente, él tomó fuertemente mi mano. Miré hacia arriba y vi en sus ojos oscuros una pizca de imperturbabilidad. ¡Es suficiente!, sentenció.

    Esas frías palabras me dejaron aturdida por un momento; no entendía su significado. Se vistió nuevamente con el pijama gris informal, pero elegante, que usara anteriormente.

    Me congelé por un momento, y luego me di cuenta: ¿Finalmente, ¿… eligió quedarse? Pensé.

    Sin siquiera tener tiempo para alegrarme por lo que vi, escuché la voz débil de una mujer que venía del exterior de la ventana. Hendrix ..., llamó.

    Me sorprendí. Antes de que pudiera reaccionar, vi a Hendrix correr al balcón, recoger luego su abrigo y salir con el rostro sombrío.

    Mas allá del balcón, afuera, Andrea estaba de pie, en su delgado vestido, mojándose.Su belleza de aspecto frágil se veía aún más conmovedora bajo la lluvia.

    Hendrix la cubrió con su abrigo y antes de que pudiera interrogarla, Andrea lo abrazó con fuerza y sollozó en sus brazos.

    Al presenciar esta escena, comprendí de repente el por qué los dos años que estuve con Hendrix no significaron nada, comparados con una llamada telefónica de Andrea.

    Hendrix pretendió llevarla al primer piso de la mansión; estando ambos empapados. Desde la parte alta de las escaleras, me les puse al frente.

    ¡Retírate! Gritó Hendrix cruelmente, mientras me miraba enfadado.

    ¿Dolió? Pensé …No podía definirlo, pero estaba segura de que los ojos me dolían más que el corazón; fui testigo de como el hombre que amaba, estaba enamorado de otra mujer, y me humillaba.

    Hendrix, al momento de casarnos, le prometiste al abuelo que mientras yo permaneciera en esta casa, no la traerías, dije. Este era el lugar donde Hendrix y yo vivíamos. Consideré que había sido lo suficientemente permisiva como para aceptar que Andrea pasara innumerables noches con él. ¿Por qué ella no respetaba sus límites, cruzando la línea, entrometiéndose en mi territorio?

    ¡Ah!, exclamó Hendrix de repente, y riéndose con frialdad me empujó, exclamando severamente: Arianna, piensas demasiado en ti misma.

    Qué comentario más satírico, pensé. Me hice a un lado, observando, y los vi ingresar al cuarto de huéspedes. En ese momento, supe que iba a ser una noche miserable.

    Andrea siempre había sido débil y enfermiza; ahora, a causa de la lluvia, estaba con mucha fiebre. Hendrix la atendió con esmero y le ayudó a cambiarse de ropa mientras aplicaba una toalla para reducir su temperatura.

    Hendrix me miró con frialdad y dijo: ¡Tú, vuelve a la casa vieja! Probablemente, considerando que los incomodaba, remarcando: Andrea no volverá a su casa en estas condiciones.

    ¿Me estaba pidiendo que vuelva a la casa vieja por mi cuenta, a esta hora de la noche? Que ridículo... pensé. Lo sabía, yo era la que estaba fuera de lugar.

    Lo miré fijamente durante mucho tiempo y quise recordarle cuán lejos estaba esa casa y lo peligroso que sería para una mujer sola ir hasta allá tan tarde ... pero no hallaba cómo expresarme.

    Sin embargo, estos temas no le importaban; solamente le preocupaba que mi presencia no molestara a Andrea.

    Aguantando mi descontento, dije con calma: Regresaré a mi habitación. ¡No sería correcto que vaya allá ahora! Sabía que eso a él no le interesaba, pero al menos no le permitiría ignorarme.

    Justo cuando salía del cuarto de huéspedes, me encontré con Josiah Saunders, que entró corriendo, vistiendo un pijama negro sobre su delgado cuerpo, probablemente porque tenía prisa. No se había

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