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El Sicario de Poetas
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Libro electrónico217 páginas3 horas

El Sicario de Poetas

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Este relato se desarrolla de manera trepidante, como un susurro antes de doblar la esquina; es de los que comienzan mal, para continuar mejorando de una forma mágica y surrealista.
En ella el autor nos relata los últimos momentos y el principio de la vida de Dylan, nuestro protagonista, que al verse superado por sus problemas personales, decide quitarse la vida, sin pensar que está acción iniciara una cadena de casualidades que lo llevarán a un espacio entre realidades, el mundo que existe entre la mente y el alma.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 nov 2021
ISBN9781005592479
El Sicario de Poetas
Autor

Daniel Saferez

Daniel Saferez (Maximiliano Daniel Ramírez )es un escritor argentino nacido en la provincia de Corrientes, Capital. Desde muy joven se inclinó por la música, la poesía y el teatro. En la actualidad vive en la provincia de Tucumán, donde ejerce todo tipo de producciones audiovisuales que van desde música urbana hasta audiolibros. Aunque desde niño se vio atrapado por la literatura fue recién que en el año 2019, gracias al impulso de un escritor tucumano, que decidió publicar su primera obra.

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    El Sicario de Poetas - Daniel Saferez

    El Sicario de Poetas

    DANIEL SAFEREZ

    Distribuido por Smashwords Edition

    Copyright 2021 DANIEL SAFEREZ

    Todos los derechos reservados.

    ISBN: 9781005592479

    DEDICATORIA

    Quiero dedicar esta linda historia a todas aquellas personas que depositaron su confianza en mí. Mi corazón agradece su amistad: Alfredo Correa y Flia, Flia Soraire, Flia Martínez, Sergio Molina y Flia, Exequiel Iñiguez, Mario Molina y Flia, Josías Ruiz y Flia, Flia Manquez, Juan Castillo y esposa, María Eugenia Pedraza y Flia, José Cortez y Flia, Iglesia de Cristo La Florida, Ave Nocturna, Juan Pablo Romano, Ismael Romano, Gonzalo Varela, Romeo Tello, Maxi Chávez, Gabriel Fernández y Flia, a mis hijos, a mi familia y amigos.

    PRÓLOGO

    Este Relato se desarrolla de manera trepidante, como un susurro antes de doblar la esquina; es de los que comienzan mal, para continuar mejorando de una forma mágica y surrealista.

    En ella el autor nos relata los últimos momentos y el principio de la vida de Dylan, nuestro protagonista, que al verse superado por sus problemas personales, decide quitarse la vida, sin pensar que esta acción iniciara una cadena de casualidades que lo llevarían a un espacio entre realidades, el mundo que existe entre la mente y el alma.

    En estos parajes se encontraría con diversos seres que habitan este espacio y en particular con uno de ellos llamado El Escritor. Quien le permitiría tener una segunda oportunidad de vivir, pero para lograrlo deberán emprender un difícil viaje a través del puente de las horas contadas que une ambos mundos y para ello también deberán ir en busca de un ser muy pocas veces visto, conocido como El Poeta, aquel cuyos ojos pueden ver más allá de todas las cosas y quien es el único que puede ayudarlo a completar su travesía con éxito, y así regresar al mundo físico donde pertenece.

    En esta historia encontraras que todo puede cambiar de la noche a la mañana, y que cada cambio, por más minúsculo que parezca, proviene de lo más profundo de nuestro ser.

    GABRIEL FERNANDO FERNANDEZ-TOLABA

    CONTENIDO

    1 El Encuentro N.º pág. 6

    2 El viaje N.º pág. 12

    3 Los caminos del olvido N.º pág. 23

    4 El Poeta N.º pág. 34

    5 La esencia N.º pág. 39

    6 El Puente de las Horas Contadas N.º pág. 54

    7 El Cerrajero N.º pág. 71

    8 El Mundo Espiritual N.º pág. 88

    9 El Granjero N.º pág. 98

    10 La Reunión de los conceptos N.º pág. 135

    11 La Realidad N.º pág. 147

    12 El Despertar N.º pág. 156

    CAPÍTULO 1

    EL ENCUENTRO

    Ese día había llovido y las pequeñas gotas de agua castigaban su cara, él solo las ignoraba. Muy dentro sabía que había algo que le dolía más, quiso respirar profundo y por un momento se detuvo, como para dejar sentir la lluvia en su rostro, pero eso no apagaba su pena, le dolía aún más. La desesperación lo consumió tanto, que en ese instante Dylan vio por primera vez morir a la esperanza. Ya que sabía que había dejado ir a la persona que más amaba, aun sabiendo que ella no volvería.

    Por el camino experimentaba distintas emociones, ira, dolor, locura, impotencia, y otras tantas más. Por eso sentía que la maldad debía despertar de lo más profundo de su carácter y reclamar por justicia. Tal vez la violencia descargaría un poco su dolor, sin embargo mientras su cabeza experimentaba todo tipos de fantasías, su cuerpo se alejaba aún más de ese lugar.

    Al llegar a casa por un momento su cabeza se desvío de sus pensamientos, y problemas secundarios lo entretenían por un rato. Las facturas sin pagar, las deudas, el alquiler que llevaba más de tres meses atrasado, aunque eran una carga más, también eran una dulce ironía que lo aliviaba de su dolor. El amor siempre va por sobre lo material -pensaba-. Se sentó a un costado de la cama, la oscuridad que en ese instante perfumaba su habitación con ápices de nostalgia, retumbaba en quejas que lo acechaban continuamente. Por otro lado, la soledad, esta, se ubicó en una de sus almohadas, como apoderándose para dar por ganada la partida. Pronto lo desalojarían, solo hacía falta que la lluvia cese un poco para que lo vinieran a buscar y pedirle que se retirara. Habían sido pacientes con él, y por entretenerse con la pasión, Dylan abusó de sus oportunidades. Dejó todo para más tarde, y ese más tarde llegó, para que en un día perdiera todo lo que le consumió años conseguir. Ya no tenía nada que perder, pensó, mientras caminaba de lado a lado por los perímetros de su habitación. Decidido se dirigió hasta el baño y sin dudarlo tomó un frasco que contenía unos calmantes, calmantes que consumía en sus noches de insomnio. Y así como si fueran caramelos, con la misma desesperación que un niño los come, Dylan sin respeto alguno así mismo, comenzó con ese ritual que algunos llaman suicidio. Después de todo él solo quería dormir sin tener que sentir la preocupación de levantarse, y enfrentar nuevamente su realidad.

    Por un momento el joven experimentó emociones que antes nunca había sentido. Había perdido la noción por lo que ya no podía distinguir entre la realidad, y las alucinaciones que le provocaban el abuso de sustancias. Esa noche el muchacho fue testigo de cómo todas y cada una de las realidades de su vida se mezclaban, ya no tenía idea de donde empezaba él, ni donde terminaban los personajes que creyó ser. Pero de algo estaba seguro, a lo lejos una sombra oscura lo acechaba, y cada vez que un recuerdo moría en Dylan, la sombra se aproximaba más a él. Recostado en la pared del baño, con el adorno de una espuma blanca en sus morados labios, el joven vio acercarse de manera más directa a aquella sombra, mientras todo alrededor de él se apagaba.

    Podría decirse que así termina está historia, no obstante este es solo el comienzo. Como lo habría predicho el muchacho la lluvia paro, y no falto mucho para que vinieran a desalojarlo. No se tomaron la molestia de tocar a la puerta, de manera en que solo ingresaron y comenzaron a sacar sus pertenencias, una por una, poco a poco. Ninguno al principio se percató de nada, pensaban que él no estaba y que luego volvería por sus cosas. Pero no fue solo hasta que uno de ellos sintió la necesidad de dirigirse hasta el baño, que comprendieron el contexto de la escena. Tendido en el piso lo encontró, y rápidamente olvidando sus necesidades lo levantó del suelo. Impulsado por la adrenalina pudo dirigirse hasta sus compañeros pidiendo ayuda. Después de todo era un ser humano y el ser deudor no justificaba que en ese instante no lo ayuden, el trabajo podía esperar.

    Así el cuerpo de Dylan deambuló y recorrió los brazos de personas desesperadas por ayudarlo. Ahora tenía la atención que él tanto había anhelado, pero no la noción como para poder disfrutarla. Su recorrido que podría describirse como una aventura apagada terminó cuando llegó hasta un hospital de clase pública, donde rápidamente lo atendieron con la esperanza de que vuelva a despertar, haciendo todo lo que estaba al alcance de sus manos.

    Entre sábanas blancas y aparatos nuestro personaje comienza su historia, una historia que va mucho más allá de su piel y de su cuerpo, de todo lo que conocía, o de todo lo que estaba a punto de conocer.

    No falto mucho para que Dylan despertara, y se diera cuenta de que se encontraba en el mismo lugar en donde todo había empezado. La sensación de la humedad del baño le causó frio y una fuerte migraña lo sorprendió, por lo que solo atinó a poner su cabeza en la ducha para dejar que el agua fría relaje sus nervios. Por un momento se sentó en el suelo para reflexionar de que tal vez, todo no estaba perdido, y esta era la prueba de una nueva oportunidad. Podría volver a empezar con el cuidado de no volver a cometer los mismos errores. De este modo se sintió tan feliz que dé un salto se levantó del suelo para reclamar la nueva oportunidad que él afirmaba que tenía.

    Abrió la puerta del baño y con temor en sus ojos contempló que nada de lo que él había pensado era real, -¡seguramente sigo dormido!- razono el muchacho mientras sus ojos eran testigos del paisaje más bello que ahora habitaba en donde estuvo su sala. Con inseguridad dejó el baño para dirigirse hacia el desconocido paisaje. Cautivado por la suavidad del césped y por la hermosura de ese lugar, el joven no se dio cuenta de que la puerta del tocador se desvaneció. Por otro lado, a lo lejos, vio la silueta de alguien que estaba parado junto a un árbol. Dando una mirada hacia atrás se percató de que la puerta ya no estaba, por ese motivo decidió acercarse lentamente a esa silueta. Tal vez allí encontraría una respuesta.

    Pero mientras más se acercaba más confusa se volvía la imagen. Y no fue solo hasta que estuvo lo bastante cerca que pudo distinguir a un raro ser. Su estatura baja y una piel llena de marcas extrañas, fue lo primero que distinguió Dylan cuando miró con asombro al ser que llevaba un cuaderno rojo en sus manos, y una pluma blanca en su cuello. Su cabeza llena de pelos blancos alborotados y con una especie de anteojos caseros, giro lentamente hasta que su mirada quedó fija en el muchacho. Con una sonrisa el extraño ser expresó:

    -Mi señor, ha llegado.

    Dylan no entendía nada en ese momento. Aquel ser fantástico no le causaba temor, porque no era el miedo lo que no le permitía hablar, sino el asombro de lo que estaba presenciando delante de él.

    -¿Quién eres? preguntó el joven sin poder salir del asombro.

    -Yo, ¡soy un Escritor mi señor! -respondió carismáticamente aquel extraño-.

    -¡Un Escritor! -replicó el muchacho-, que quedó aún más sorprendido por la respuesta de ese raro ser.

    -Creo que esto no tiene mucho sentido. -Pensó el joven-, mientras caía en un estado de confusión que enredaba mucho más su memoria.

    -Permítame explicarle mi señor; yo soy su Escritor y usted es mi protagonista. Mi función es asentar todos sus hechos y acciones en mi cuaderno. Cada decisión, cada vivencia, cada detalle de su vida, queda grabada aquí. Por lo que toda página representa un día vivido, que luego será archivado en el Libro de la Cuarta Esperanza, para su futuro juicio.

    Dylan sonrío y con un intento de ataque de risa expresó:

    -¡Malditas sustancias!, se sentó como esperando a que el efecto de la sobredosis de calmantes llegue a su fin, pero el Escritor con paciencia en sus ojos se dirigió a él una vez más.

    -Mi señor, ¿Tiene usted idea de donde se encuentra?

    -¡Yo!, ¡Claro! como no lo voy a saber, estoy en un tipo de transe producto de una sobredosis de calmantes que consumí, y tú seguro eres solo una alucinación como todo lo demás, ¡nada de esto es real!, -respondió Dylan-.

    El Escritor recogió una flor del árbol, y mientras arrancaba sus pétalos de uno en uno, trató de explicarle que se encontraban en un lugar especial; en un espacio que se constituía entre el alma y la mente. Por lo que ellos se encontraban en esa delicada línea, en un rincón en donde nadie más que él había podido llegar. Sin embargo todo eso era difícil de creer para el muchacho.

    -¿Qué es lo real para ti? -le preguntó el Escritor-.

    -¡Real! para mí es todo aquello que puedo ver y tocar con mis propias manos, -se justificó Dylan-.

    -¡Mira esta flor! dijo el Escritor mientras se la entregaba. Arranca sus pétalos, ¿sientes su perfume?, ¿puedes ver tus manos manchadas por los pétalos?, ¿Su textura es suave?, ¿Lo sientes?

    Dylan jugó con la flor en sus manos y no pudo contradecir al diminuto ser. Luego de esto el Escritor le pidió que tirara los pétalos al aire. El muchacho sin dudarlo libero cada uno de ellos y para su sorpresa estos quedaron flotando en el aire, sin intenciones algunas de querer conocer el suelo.

    -Lo pudiste tocar, sentir, ver, pero aun con el hecho de que estos ahora están flotando en el aire, ¿dejan de ser reales? ¿No lo crees? -expresó el Escritor con una dulce sonrisa-.

    Dylan se quedó sin argumentos para confrontarlo, así que por un momento permaneció callado.

    -Supongamos que tienes razón, y que me encuentro en esta delicada línea entre la mente y el alma, ¿Cuál es el propósito?, ¿Por qué motivo me involucraste en tal situación? -Se expresó el joven de manera confusa-.

    El Escritor nunca dejó de sonreír, ni de dirigirse a su protagonista con paciencia.

    -Todos merecen una segunda oportunidad, ¿No lo crees? La vida es algo tan bello cuando le encontramos el sentido, y no la podemos apagar así como así, todo tiene su ciclo, -dijo el Escritor- mientras abrazaba su cuaderno.

    Dylan lo miró, y con ira en sus ojos expresó:

    -¡Pero mi vida completó su ciclo!

    -¡Completó!, -dijo el Escritor- que no pudo contener la risa. Muchacho mírate tienes toda una vida por delante y te atreves a decirme que completó su ciclo.

    El joven volvió a quedarse callado porque sabía muy dentro de que el Escritor tenía razón. Pero por otro lado tenía miedo de abrirse a la verdad.

    -¡No Tengas Miedo de Vivir! le dijo el raro ser mientras le extendía su mano. Yo podría ayudarte si tu realmente lo deseas, porque si tú te lo propones podrías salir de este estado para volver a la realidad a la que perteneces.

    No obstante el muchacho todavía reflejaba dudas en su rostro, pero dentro de él algo se llenaba de felicidad. Aun así era su ego lo que le impedía expresar que realmente anhelaba volver a vivir.

    Dylan tomó la mano del Escritor y se declaró en confianza con él.

    –Antes de empezar voy a necesitar que seas honesto conmigo y también voy hacerte honesto, -dijo el Escritor- que por primera vez reflejaba preocupación dentro de su carismático rostro.

    -El acto que cometiste al intentar quitarte la vida va en contra de los códigos del Libro de la Cuarta Esperanza. Al hacerlo de esta manera tu alma no conoce a la Muerte, solo se desvanece y se desintegra en la oscuridad. Sin embargo por motivos extraordinarios, ya que nadie ha sido capaz de llegar a este lugar excepto tú, tenemos la posibilidad, hasta donde yo sé, de cumplir ciertos requisitos con el fin de devolverte a tu realidad. No sin antes advertirte que hay seres que regulan estos mundos, seres que detectan y borran cualquier irregularidad con el fin de no perder su equilibrio. Si alguno de estos seres nos encuentra antes de cumplir con los requisitos, serás expulsado de este mundo y por consecuencia tu alma será consumida por la oscuridad. Pero si cumplimos con las normas cuando seas expulsado podrás ser devuelto a tu mundo. De esta manera el Escritor levantó su cuaderno rojo y mientras miraba los ojos de su protagonista le dijo seriamente:

    -Tú eres el responsable de tus acciones y de tus decisiones, eres quien decide cada instante de tu vida y nadie más que tú la escribe, ¿Qué piensas acerca de escribir las más grandiosas e increíbles páginas de tu vida?

    Dylan miró al Escritor y con un brillo en sus ojos aceptó la propuesta. Por dentro él estaba emocionado, pero por fuera su rostro aún expresaba dudas. El miedo a que todo fuera una fantasía merodeaba por su cabeza, un miedo que lo llevaría de nuevo a la decepción, a la cual él ya estaba acostumbrado.

    CAPÍTULO 2

    EL VIAJE

    Así fue como Dylan y El Escritor comenzaron su viaje. El extraño ser lo guio hasta un sendero el cual parecía que no tenía final, ni destino. En el camino, el ser le explicó parte del proceso, y de cómo necesitarían pasar por tres etapas para concluir su viaje.

    Comenzarían en el Mundo Interno, que yace y representa ese espacio en su subconsciente en donde se anidan las partes características de su ser. Como por ejemplo su personalidad, sus recuerdos, sus sueños, sus sentimientos, todo lo relacionado a ello abarcaría ese espacio. En ese lugar también encontrarían las herramientas y la ayuda necesaria para poder llegar al Puente de las Horas Contadas. El cual está custodiado en su entrada y salida por guardianes realmente estrictos, que no le admiten el paso a cualquiera que no tengan su permiso. Solo así llegarían hasta el Mundo Espiritual, en el cual concluirían su viaje. Dylan comenzaba a tomarse en serio cada palabra del Escritor, así que no perdió detalle de todo lo que decía. Aún tenía dudas, pero no se animaba a preguntar nada más.

    -¿Tú conoces todo acerca de mí? ¿No es cierto? -dijo Dylan- mientras rompía esa pausa silenciosa.

    -Ese es mi trabajo, así que podría decirse que sí, conozco todo lo relacionado a usted, desde el primer día de su vida, hasta hoy, -dijo el Escritor- mientras sonreía.

    -Entonces, ¿Estaría mal si te pido que me hables de ti?, tú conoces todo acerca de mi vida, pero yo no sé nada acerca de ti -expresó el joven- mientras contemplaba el sendero.

    -De mí, no hay mucho que contar, recuerda que tú eres el protagonista, no yo. Lo que tengas que saber de tu servidor lo aprenderás en el viaje, ya tendrás tiempo para conocerme.

    Así de esta manera el Escritor con su sonrisa volvía a dejar cierta duda en el muchacho, que cada vez confiaba más en él.

    Mientras recorrían el sendero Dylan comenzó a reconocer esos paisajes, porque cada uno de ellos despertaba recuerdos en él. No tardó tiempo para darse cuenta de que él había estado en cada uno de ellos, y poco a poco empezó a recordarlos todos. Luego, de una manera extraordinaria todos esos recuerdos que estaban suprimidos en su memoria volvieron. Ahora él era capaz de recordar cada día de su vida, desde su niñez hasta ese preciso momento. Cada detalle, de cada recuerdo no se mezquinaba y se representaba a su disposición, porque ahora su memoria le había devuelto esas

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