Historias para Almas Sensibles
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Dolor, empatía y emociones son los temas centrales en esta colección de ocho relatos, cuyas tramas nos llevarán a valorar cada momento de nuestra vida como una oportunidad para el descubrimiento de nuestra verdadera identidad y el cuestionamiento de nuestras decisiones. Cuando hemos alcanzado un estado de consciencia para evaluar los traumas personales, la religión, la pérdida, el machismo y la muerte como elementos comunes en nuestra comunidad, podremos sentirnos identificados al sumergirnos en los mundos y personajes descritos en estas dramáticas narraciones que, con contundentes y aleccionadores finales, nos inspirarán para reevaluar el significado de sensibilidad en una sociedad que la considera debilidad.
Yury J. Sandoval Rosas
Autora de origen colombiano. Licenciada en inglés, egresada de la Universidad Industrial de Santander.Escritora de versos y relatos desde su adolescencia. Creadora de contenido idiomático en Youtube.Amante del cine, la literatura y la tecnología educativa, lo cual le ha permitido ejercer labores en el área de la educación de idiomas y la traducción. Coautora en antologías de cuentos y poemas, destacándose en el género dramático.
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Historias para Almas Sensibles - Yury J. Sandoval Rosas
PRÓLOGO
La primera vez que leí el término PAS (Persona Altamente Sensible) imaginé que se limitaba a individuos, cuya gran falta de carácter los hacía débiles por sufrir demasiado en todas sus experiencias, desconociendo yo la diferencia entre sentir dolor y sufrir como estilo de vida. Empecé a preguntarme cuáles eran las verdaderas implicaciones de tener dicho rasgo de personalidad, así que mi latente curiosidad me llevó a una etapa de mayor autoconocimiento.
Después de una serie de eventos traumáticos mundiales ocasionados por la pandemia de 2020 y hechos en mi vida personal, me di el permiso de preguntarme el porqué de mi forma de actuar hasta esos días. Como resultado, me sentí motivada a expresarme más a menudo por medio de la escritura, cuando un suceso relevante tocaba fibras en mi nueva faceta de indagación y gradual desapego hacia variados asuntos y personas. Especialistas como Carl Jung, Elaine N. Aaron y Omar Rueda me acompañaron —y lo siguen haciendo— en la búsqueda de sentido.
La comprensión de las personas altamente sensibles me llevó a aceptar que estamos dotadas de capacidades por explorar y desarrollar, a las cuales no pude seguir resistiéndome. De ese modo, me reconcilié con mi esencia; lo que comenzó como una catarsis existencial se moldeó seriamente de la mano de profesionales en literatura, hasta convertirse en lo que llamé Historias para Almas Sensibles; una colección de relatos con temas y personajes que ilustran la sensibilidad desde el punto de vista personal y social. Todos ellos, a pesar de su carácter ficticio, contienen algunos extractos con evidente realidad. En suma, son un esfuerzo por recordarnos que, sin importar nuestro género, parte de la sensibilidad humana consiste en ser capaces de reconocer las emociones como mensajeras importantes, cuestionar la realidad social con un ojo más compasivo y atreverse a ser diferente, a veces en contra de las expectativas ajenas. Actos que, en una PAS, se experimentan de manera más incisiva de lo normalmente aceptado.
La autora
HISTORIAS
PARA ALMAS SENSIBLES
Yury J. Sandoval Rosas
Literatura
CAMINO A UN NUEVO HOGAR
Desde el destartalado Jeep Willys, Luz observaba el río donde solía bañarse en compañía de sus hermanas cuando eran niñas. Sentía la nostalgia de abandonar los pocos lugares conocidos a sus 27 años: notables paisajes, cuyos extraordinarios tonos verdes capturaban su atención, así como el sonido del agua corriente que solía refrescarla una vez terminaba los quehaceres de la finca, exigidos por sus padres. Descubrirse junto a Alberto en un prófugo vehículo acentuaba la mezcla de emociones y la adrenalina de la huida.
—¿Está segura de lo que está haciendo? —preguntó Alberto—.No quiero que se arrepienta cuando lleguemos a la casa.
Ella sabía que su decisión sería escandalosa y cuán duramente juzgados resultarían ambos por tal determinación.
—Siga conduciendo —replicó Luz—, no me voy a arrepentir. Pero deme el tiempo de aceptar que nunca más estaré aquí. Los niños no me verán mañana cuando despierten.
—Yo espero que algún día entiendan las razones de la huida —continuó Alberto—. Y que ellos no son culpables de nada.
—Tardarán años —contestó Luz—. En especial, la niña; ella está apegada a mí. Les pienso escribir una carta cuando lleguemos.
Alberto aceleró, como tratando de impedir que la baja velocidad le diera más opción a Luz de arrepentirse o de bajarse del viejo vehículo. Pero, ni siquiera la lentitud con la cual se habían estado moviendo impidió que ella expresara las quejas sobre su hogar, donde vivía con su legítimo esposo, sus tres hijos y Carmen (su hermana mayor).
—Los niños se están comportando igual que Fermín; hay que ver la manera de hablarle a la niña. Le dan órdenes y se enojan si ella no les obedece. El otro día vi cómo le iban a pegar porque no les prestaba un juguete.
—¡No me extraña! —respondió Alberto—. El patrón Fermín tiene un genio de los mil demonios. ¡No pasa ni una! Menos mal nos vamos. Ya no tendremos que aguantar semejantes gritos ni esos correazos tan duros.
Las palabras de Alberto la animaron a proseguir con su queja sin el temor a los gritos y los golpes que él acababa de mencionar.
—Espero al menos que los niños no se vuelvan mujeriegos cuando crezcan; que sus esposas no sean testigos del mismo tipo de actos que yo veía en mi propia cama.
Alberto guardó silencio. Luz continuaba prestando atención al paisaje por la ventana de su asiento. Transcurrieron unos minutos hasta pasar por la finca donde vivía Marlene, su hermana menor. Al ver el enorme portón