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Dime que me deseas: Relatos eróticos para leer con una sola mano
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Dime que me deseas: Relatos eróticos para leer con una sola mano
Libro electrónico93 páginas1 hora

Dime que me deseas: Relatos eróticos para leer con una sola mano

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Relatos eróticos para leer con una sola mano.

Por sus descripciones sexuales, Dime que me deseas, relatos eróticos para leer con una sola mano, es un libro de cuentos para adultos. No son relatos con final necesariamente feliz; no es una novela rosa, ni se maquillan las escenas de sexo en pos de un romanticismo azucarado. Son historias de seres deseantes y, como tales, la frustración, la carencia y la insatisfacción permanente los define y constituye. Pero también los motiva y moviliza. En definitiva, son historias de gente corriente.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento30 ago 2017
ISBN9788491125006
Dime que me deseas: Relatos eróticos para leer con una sola mano

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    Dime que me deseas - LETICIA Conti Falcone

    Agradecimientos

    A Bea, Cris, Mariano, Charly, César, a mis hijos, Germán y a mi madre, por estimularme, ayudarme y acompañarme en este viaje increiblemente divertido.

    A todos los amigos, de aquí y de allí.

    A mis musas, imaginarias y reales.

    Introducción

    Aunque en mi inconsciente sé (y deseo) que todos los relatos que componen este libro – más que nada por sus descripciones sexuales – son cuentos para leer con una sola mano, espero que el lector pueda percibir, además, el lugar desde donde se construyen los personajes y las historias.

    Es el deseo de desear y ser deseado el hilo conductor que origina, atraviesa y enlaza estos once cuentos eróticos. Menester es, entonces, que definamos la naturaleza del deseo que se desprende de su prosa.

    Carmen, Juan, Beltrán, Carla, Susana y todos los personajes que desfilan por esta obra, son seres deseantes; no en el sentido de necesidad o instinto de supervivencia (quiero algo y lo obtengo), sino en el psicoanalítico, el deseo inconsciente.

    El deseo es aquí origen del placer, pero también del miedo. Es carencia, insatisfacción permanente y eterna. Y desde ahí, nos impulsa, dirige e invita a actuar. Nos llena de angustias y dudas, pero también de fe, ilusión y esperanza.

    Y la carencia, que es el motor del deseo, es la que los hace ir en busca del objeto deseado.

    Como magistralmente explica Muriel Barbery en La elegancia del erizo,

    No podemos dejar de desear, y ello nos magnifica y nos mata. El deseo nos empuja y nos crucifica, llevándonos cada día al campo de batalla donde, la víspera, fuimos derrotados, pero que, al alba, de nuevo se nos antoja terreno de conquistas. Nos hace construir, aunque hayamos de morir mañana, imperios abocados a convertirse en polvo, como si el conocimiento que de su caída próxima tenemos no alterara en nada la sed de edificarlos ahora. Nos insufla el recurso de seguir queriendo lo que no podemos poseer y, al llegar la aurora, nos arroja sobre la hierba cubierta de cadáveres, proporcionándonos hasta la hora de nuestra muerte proyectos al instante cumplidos y que al instante se renuevan. Pero es tan extenuante desear sin tregua…

    "Lo que seduce nunca suele

    estar donde se piensa"

    (Gustavo Cerati)

    Carmen y el juego

    Demasiado nivel dijo

    ¡Qué va!, pura suerte se apresuró a responder ella. Es broma – agregó.

    Carmen quería más. De no ser así, habría desoído su halago y cortado ahí mismo el juego.

    – ¿Qué es broma?, ¿el nivel, o la suerte?

    – Lo segundo, por supuesto. Tengo un nivelazo. ¿Acaso tengo que demostrártelo una vez más?

    – Si, por favor

    – Vale, a por la décima.

    Llevaba nueve partidas perdidas con aquella morena. Habitualmente, Juan se retiraba a la segunda si su rival era muy bueno, pero a esta mujer de mirada desafiante y escote de escándalo, estaba a punto de retarla otra vez. Aunque en su móvil había más rivales, desde hacía una semana, sólo jugaba con ella. A todas horas. Hasta se había atrevido a utilizar el chat del juego para conocerla un poco más.

    El Apalabrados es un juego on line similar al Scrabble que se juega de a dos. El rival puede ser un amigo o alguien aleatorio que selecciona el propio sistema. El azar había querido que Juan y la morena se encontraran en la red.

    Ella le había contado que era escritora, que estaba casada, que tenía un hijo y poco más. A Juan le divertía el hermetismo y la hostilidad con las que respondía a las preguntas de tipo personal. La que podía hacer más de 100 puntos con una sola palabra, se volvía monosilábica y hasta corta cuando se trataba de hablar de sí misma. Podía sentir su fastidio, oler su incomodidad y hasta en alguna ocasión, llegó a percibir odio. No lo transmitía con palabras, lo hacía ganándole, partida tras

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