Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Las Malas Mujeres Tienen Mejor Sexo
Las Malas Mujeres Tienen Mejor Sexo
Las Malas Mujeres Tienen Mejor Sexo
Libro electrónico117 páginas1 hora

Las Malas Mujeres Tienen Mejor Sexo

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

El sexo y el erotismo son una parte importante de nuestras vidas. Todas las mujeres quieren una vida sexual satisfactoria.

Las buenas mujeres tienen buen sexo, las malas tienen sexo duro. El sexo, ya que la mayoría de las mujeres viven sus fantasías. Erótico, como la mayoría de los hombres desean. Juntos, los personajes de estas historias de sexo experimentan la más desagradable de las aventuras.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 feb 2019
ISBN9780463838709
Las Malas Mujeres Tienen Mejor Sexo

Relacionado con Las Malas Mujeres Tienen Mejor Sexo

Libros electrónicos relacionados

Erótica para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Las Malas Mujeres Tienen Mejor Sexo

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Las Malas Mujeres Tienen Mejor Sexo - Cristina Cortes

    Chapter / Capítulo - Noche en Venecia

    Daban las 10 de la noche. Las callejuelas y canales de Venecia aun eran concurridas a esta hora. La época de carnaval engalanaba a la ciudad y le daba una mística especial. Saliste de la tina después de una hora esplendida de baño de burbujas. Abriste la puerta del vestidor amplio. De madera fina con un toque clásico. Tomaste unas medias negras con ligero y te observaste en el espejo de cuerpo completo mientras te las colocabas. Te encantaba tu figura. Sabias lo que tenias. Tomaste unas bragas de seda negra que hacían conjunto con el ligero. Te las colocaste. Diste media vuelta para ver como se veían por detrás.tus nalgas firmes se levantaban un poco más de lo normal por lo ajustado de las patines. Eran a media pompa. Volteaste al frente. La acomodaste un poco y te acariciaste sobre la tela para que se marcaran tus labios. Después te colocaste el bra strapless del conjunto. Diste una última mirada para ver que todo estuviera en su sitio. Saliste a la habitación y abriste la caja que estaba en la cama. Era un vestido negro largo. Muy elegante. Dentro también había un collar de varios diamantes y una máscara negra. Todo coordinaba a la perfección. Una tarjeta con mi nombre. La volviste a leer. El verte usar este conjunto será mi regalo esta noche.

    Terminaste de vestirte. Te colocaste el collar y la máscara que cubría la parte superior de tu rostro. Saliste de la habitación y tomaste una góndola. Palazzo Vechio per piachere..

    En el transcurso del viaje comenzaste a imaginar cómo sería la noche. Como vestiría yo. Y te deleitaste soñando como terminaría este día. Mientras el barquero canta al son del Oh Sole Mio. Te percataste que te habías comenzado a tocar sobre el vestido. Y te sentías ya húmeda. Te recompusiste al divisar a lo lejos el palazzete donde se daba la fiesta privada más importante de la época.

    Desembarcaste y entraste para encontrar un mundo tan extraño. La arquitectura clásica del gran salón se fusionaba con adecuaciones modernas. Lo que un día fueron balcones ahora tenían una protección de cristal.

    Las hostess te condujo escalera abajo. Donde una gran parte de los invitados bailaban al ritmo de música de la época de oro de la ciudad. Te sentías en una película sobre el renacimiento.

    Yo desde las alturas ya te observaba. Figura deliciosa. Te vi incorporarte al baile por varios minutos. Tome el teléfono y solicite que te subieran a mi privado.

    Dos damas se acercaron a ti. Il Prefecto quiere verte dijeron en una extraña combinación de italiano y español ibérico. Volteaste a buscarme en los balcones. Pudiste observar mi silueta vestida en traje sastre y una máscara similar a la tuya. Asentiste y seguiste a las damas.

    El privado estaba con luz tenue. No podías encontrarme. Te acercaste al gran ventanal y las damas que ahora caminaban detrás de ti tomaron tus manos y las amarraron con unas cadenas cubiertas de terciopelo que colgaban del techo de manera que estuvieras siempre viendo hacia el gran salón y no pudieras girar. Retrocedieron y antes de salir de la habitación presionaron un botón que hacia opaco el cristal del ventanal, de manera que tu podías ver al salón, pero en el salón no podían verte. Esto no lo sabías tú, para ti la sensación era que cualquier invitado te pudiera ver en las alturas.

    Me acerque por detrás y sin preguntar use solo mis labios para dar una especie de beso coqueto chupetón en la base de tu cuello. Sabias que era yo…. Mientras besaba tu cuello y comenzaba a pasearme por el lóbulo de tu oreja, desabroche el vestido y lo deje caer al suelo… encontrándome con una hermosa postal de tu cuerpo en seda negra. mi mano se acerco a tus nalgas y comenzaron a frotarlas y acariciarlas… mientras la otra compañera busco mallugar tus senos… primero por arriba de la tela después por debajo de ella.

    Mi boca regreso a tu espalda…y ese beso juguetón comenzó un descenso despacio. Besando cada vertebra de tu cuerpo… mi manos jugaban ya con la tela de tu panti que cubre tu fruta prohibida. Estabas húmeda. no sabías que juego sería el de hoy… pero el sentirte observada te elevaba la adrenalina… y la sensación de placer era mayor…

    Al llegar mi boca a tu panti sin preguntar la comencé a bajar, exponiendo el fruto anhelado separe un poco tus piernas, facilitando mi acceso para lamer por detrás de ti. Mis manos separaron un poco tus nalgas… y rose con la punta de mi lengua tu ano expuesto,, haciendo círculos en el. y alternando con sorber de tu clítoris mientras mis manos retozaban por delante de ti…

    Te sabia húmeda… te quería chorreando… tome de una mesa cercana una especie de látigo de varias cuerdas finas… y te di un par de nalgadas con el. Suaves dóciles. excitantes… gemiste de placer. Repetí la dosis un par de veces…. Intercalando con usar mi dedo como termómetro en tu vagina… tu ya te mordías los labios. había un rush de emociones en ti…

    Sabía que estabas lista…

    Sin decir palabras, me despoje de mi pantalón, me acerque por detrás y de una sola embestida te clave la espada en lo más profundo de tu ser. Lloraste de placer… era lo que tenias tiempo esperando. Desde que comenzaron nuestras charlas.

    Continúe con mis embestidas…subiendo el tono de los besos, las caricias y la velocidad con la que te metía mi miembro…llenábamos la habitación con el olor de nuestros cuerpos, y el sonido de tu gemir y de mis muslos golpeando contra tus nalgas. Y abajo sin embargo. la gente bailaba. Sin percatarse de la extraordinaria faena que nos deleitaba…

    Pare un momento y tome de la mesa un plug anal, pegue la ventosa arriba de mi miembro y comencé de nuevo a penetrarte… despacio nuevamente. Para que tu ano fuera dilatando y permitiera que el nuevo amigo también fuera parte de tu delirio.

    Toda la escena recorría tu cuerpo… y te llevo a tu primer clímax… explotaste en grande y yo explote contigo. Llenando tus entrañas con mi leche… te quite las esposas… te bese largamente y te dije. ahora soy todo tuyo.

    Chapter / Capítulo - Las aventuras de Valentina

    A Valentina la había invitado varias veces su vecino Don Mario para darle lecciones de historia. Valentina pasó la primera vez por curiosidad, no esperaba que le invitara ese caballero elegante, siempre con traje y corbata, con bigote cuidadosamente recortado y corte de pelo militar...Le atraía que tuviera casi todo el pelo gris, y le daba morbo estar cerca de alguien que podía ser su padre. Por su madre sabía que Don Mario tenía cuarenta y tantos años...y fue su madre quien le dijo que siguiera yendo a las lecciones, eran gratis y nunca estaba de más completar con algo de cultura la mierda de educación secundaria que había recibido, y que no mejoraba con el bachillerato. Cuando Valentina salió del cuarto de su madre, oyó un zumbido eléctrico, el consolador: la vieja iba a masturbarse por tercera vez en la mañana del sábado. Quizá su madre soñaba con pasarse por la piedra al vecino.

    Aquella tarde, Valentina pasó en chandal. La goma del pantalón estaba vieja, y se le resbalaba por las caderas, pero no le importaba, estaba feliz de mostrar su vientre plano y su piercing en el ombligo, con un cascabel colgando. Bajo la chaqueta abierta se había puesto un top de cuello cerrado que dejaba los hombros y buena parte de la espalda al descubierto; también coquerería, para enseñar el tatuaje en el hombro izquierdo, un trébol negro. Cuando juntase algo más de dinero, se haría otro igual en el culo o en el pubis...mmm...el tío de la tienda de tattoos le ponía a cien, y la tatuadora de chicas llevaba los brazos tatuados de arriba abajo, y le había enseñado las flores que su novio le había tatuado en el pubis...y lo llevaba afeitado del todo. Pensar en la rajita monda y floreada de esa chica también le ponía.

    Se quedó algo cortada cuando esa vez Don Mario le recibió en albornoz, un albornoz bastante largo y con un escudo inglés en el bolsillo. Don Mario hablaba hoy del Imperio Romano. Y empezó a dar detalles de las locuras de Calígula...se casó con su hermana...¿le parecía fuerte aquello? Pues Mesalina, la mujer del emperador Claudio, hizo un concurso con la puta más famosa de Roma, para ver cual de las dos podía follar con más hombres en una noche...las dos pasaron de cien, y ganó Mesalina ¿un gang-bang, no? A Valentina le sorprendió, más que el tema (que a lo tonto la estaba poniendo mojada, orgías romanas), que Don Mario empleara la palabra follar...y que supiera lo que era un gang-bang. Ella veía porno por internet, tenía un perfil e.xHamster.com. Pero...¿Don Mario? Y con malicia le preguntó: --¿qué es un gang-bang?--. Don Mario sonrió, y le dijo --Lo sabes perfectamente, niña. Ella desvió la vista un momento, y vió que el albornoz estaba abierto como al descuido..y se le veía una polla morcillona no pequeña, precisamente.¿Se atrevería a decir algo? Pensó en que el vecino parecía tener dinero, y en que probablemente le gustaba a su madre...Don Mario siguió hablando, pero ahora sus mano se posó en el muslo de Valentina...algo que ya había hecho en un par de ocasiones como si fuera algo inocente...pero las dos veces el contacto había sido un poco demasiado largo...ahora la

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1