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Cautiva del Alfa
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Libro electrónico445 páginas6 horas

Cautiva del Alfa

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Eva es una sirvienta de 17 años, que ha sido maltratada por el alfa y el beta de su manada durante bastante tiempo.
Tras la muerte de ambos, un nuevo alfa se hace cargo de la manada y Eva intenta huir para empezar una nueva vida.
Sin embargo, el destino no le permite escapar al mundo humano. Cuando la atrapan y la llevan de vuelta a la manada para ser castigada por su huida.
El alfa Klaus se siente incómodo al castigar a una chica de 17 años, que obviamente estaba huyendo de algo terrible o de alguien malo.
Sin embargo, necesita tomarla como ejemplo para demostrar que su mando es inviolable.
Pero por compasión, Klaus siempre la ofrece favores secretos, aunque la pobre chica se muestra muy hostil hacia él.
¿Y para Eva, será capaz de volver a confiar en otro alfa?

IdiomaEspañol
EditorialPublishdrive
Fecha de lanzamiento29 ene 2023
Cautiva del Alfa

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    Cautiva del Alfa - PopNovel

    Chapter 1  ¿Quién soy?

    Desde el punto de vista de Eva

    Antes de pasar a la historia de mi vida, permítanme contarles primero quién soy. Mi nombre es Eva, tengo 17 años, pero en un mes y medio voy a cumplir 18. Tengo ojos marrones, que son un poco más anchos que los de la mayoría, lo que me da algunos puntos en cuanto a la belleza, lo que compensa tener un color de ojos común y un poco aburrido. Mi piel es blanca como la nieve, mi cuerpo es mayormente piel y hueso; eso quiere decir que soy muy pequeña y delgada. Lo que más amo acerca de mí, es decir, lo más hermoso que tengo es mi cabello. Es dorado, rizado y muy voluminoso, me hace destacar, pero siempre lo llevo en una coleta y lo aseguro con un gorro; porque sobresalir es una de las cosas que me menos me gustan. ¿Otra pregunta? Bueno…

    Supongo que ya no puedo demorarme más, es tiempo de sumergirnos en mi miserable historia.

    Permítanme comenzar contándoles algunos detalles acerca de mis padres. Mi madre murió al darme a luz hace 17 años, así que realmente no supe nada sobre ella a excepción de su nombre, Sara, eso y el hecho de que era humana. No supe cómo era porque no tenía fotos de ella, así que ignoraba si nos parecíamos.

    Crecer sin mamá dificultó mucho las cosas, pero no me di cuenta de eso hasta hace 10 meses cuando murió el único progenitor que me quedaba, mi padre. Él era un hombre lobo mestizo; lo que significa que sus padres eran una mezcla de una madre humana y un padre hombre lobo. Los mestizos pueden tener algunas o todas las características de un hombre lobo de sangre pura, cada caso es distinto. Algunos mestizos pueden tener su propio lobo y transformarse a su antojo, como cualquier sangre pura. Otros solo pueden hacerlo durante la luna llena y solo pueden mantener la transformación hasta que ésta desaparece. Algunos solo son portadores del gen del hombre lobo que les permite curarse rápidamente cuando sufren una lesión, pero no tienen su propio lobo.

    Mi padre tenía su propio lobo, pero solo podía transformarse una vez al mes, durante la luna llena. Mi caso es aún peor, el único vestigio de mi gen de hombre lobo es mi capacidad de curación, solo que es bastante deficiente. Mientras que a un sangre pura o a un mestizo les puede llevar algunas horas recuperarse de un brazo roto, a mí me toma un día entero. Como dije al principio, mi caso es el peor hablando de genes de hombre lobo.

    Como pueden suponer, ser un mestizo en una manada no te pone exactamente en lo más alto de la jerarquía, al contrario, los mestizos casi nunca llegan al rango de beta. Se les asignan trabajos triviales que ningún sangre pura aceptaría, como proteger el perímetro, luchar en batallas y ser parte de la servidumbre en la casa de la manada.

    Mis padres vivían en el mundo humano antes de tenerme. Dado que mi padre solo se transformaba una vez al mes, por algunas horas, no corría exactamente el riesgo de exponerse. Hasta que yo nací, mi padre y mi madre se hacían pasar por seres humanos. Él trabajaba como chef en un pequeño restaurante.

    Cuando mi madre murió, mi padre, al quedarse solo con una bebé, decidió comenzar a buscar una manada, ya que no quería estar solo. Encontró una llamada ‘Manada Grey', llamada así por su alfa 'Grey'. Al ser un mestizo, solo le daban los peores trabajos, es decir, los que nadie quería.  Era parte de la servidumbre en la casa de la manada, donde vivían el alfa y el beta; y donde se llevan a cabo todas las reuniones y ceremonias.

    Él, junto con otros sirvientes que también vivían en la misma casa, era responsable de cocinar, limpiar, lavar los platos y cualquier otra cosa que el alfa o el beta le pidieran. Yo, siendo su hija, sin mi propio lobo, y con habilidades curativas limitadas, no tenía esperanzas de hacer algo distinto de lo que hacía mi padre, sería una sirviente. Me crie en la casa de la manada, y me eduqué en la escuela de la manada hasta los 10 años. Fue entonces cuando el alfa, Grey, decretó una nueva norma, según la cual todos los hijos de la servidumbre debían convertirse en sirvientes de tiempo completo tan pronto como cumplieran diez años, y además les quedaba prohibido continuar su educación con el resto de la manada. Él creía que los sirvientes no merecían más que lo básico: leer, escribir y realizar operaciones matemáticas simples.

    Ese día, me di cuenta de cuánto lo odiaba. Después de eso, pasé los siguientes 7 años de mi vida siendo nada más que una sirvienta, soñando con el día en que cumpliera 18 años y escaparía de este infierno. Siempre me mantuve reservada, incluso entre los sirvientes. Quise pasar desapercibida, de esa manera nadie se percataría de tu ausencia cuando escaparas, al menos no por un período de tiempo.

    Mi padre no estaba incluido en mis planes de escape, hasta que descubrí que él iba a morir después de que yo cumpliera 17 años. La idea era también escapar de él. No lo odiaba ni nada, en ese momento, pero no era amor lo que sentía por él exactamente, él no me daba razones para hacerlo. No sé si fue la pérdida de mi madre, o si él siempre fue así, pero tenía una forma de ser bastante fría. Nunca lo vi expresar ninguna emoción semejante al amor, al cariño o a la ternura hacia mí. Ni una sola vez me abrazó cuando estuve enferma, solo frustración por el destino que me fue impuesto. Apenas me dirigió la palabra en tantos diecisiete años. Incluso cuando se fue a hacer un trabajo que el alfa Grey le había encargado, no me explicó a dónde iba o por cuánto tiempo. Solo dijo que el alfa le había dado una orden y que no regresaría hasta que la cumpliera.

    Esa fue la última vez que lo vi antes de recibir la noticia de su muerte, tres semanas después. ¿Como murió? ¿Donde estaba su cadáver? No me dijeron nada más, solo que estaba muerto. Como probablemente ya ustedes saben, no me sentí demasiado desconsolada por su deceso, así que realmente no me pregunté cómo había muerto exactamente. Bueno, sí supe cómo murió seis meses después, pero eso era lo que sucedió después...

    Chapter 2  Alfa Grey y Beta Sam

    Desde el punto de vista de Eva

    Ahora que les hablé de mí y de mis padres, permítanme contarles sobre el alfa y beta de la manada. De hecho, puedo describirlos a ambos en una sola oración: Bast*rdos idiotas que merecían morir de la forma más horrible y espantosa posible. Sí, eran muy malos. Al principio, mi opinión de ellos era solo que eran unos infames imbéciles, pero después de que los conocí en persona, recé todos los días a todos los dioses habidos y por haber, que les dieran una muerte llena de dolor y agonía durante días antes de morir. Nunca había odiado a alguien de la forma en que los odié a ellos.

    Alfa Grey tenía 50 y tantos años. Era muy voluminoso y grande, con ojos grises y cabello gris oscuro que siempre llevaba en una cola de caballo. Se cambió en el alfa de la manada desde que cumplió 18 años, cuando mató al antiguo alfa, su padre. El mero hecho de mencionar que asesinó a su propio padre para convertirse en alfa debería ser motivo suficiente para odiarlo, pero hay más. Después de reclamar el título de alfa, asesinó a todos aquellos que apoyaban a su padre y no se sometieron a él. Entre los castigos había azotes y lapidaciones en público, que eran los más comunes durante esos días, todavía se usaban hasta el día de hoy, pero no tan a menudo. En realidad, nunca asistí a un castigo público, ya que es algo que no me gustaría recordar. El punto es que era muy cruel y su corazón era más frío que un témpano de hielo. Nunca encontró pareja, así que creo que eso se suma a su crueldad e inhumanidad. Su beta, Sam, fue designado inmediatamente después de que el alfa Grey asumiera el cargo, también tenía 18 años. Eran un dúo perfecto cuando se trataba de hacer cumplir las leyes y asegurarse de que nadie se pasara de la raya.

    Durante sus años de gobierno, libró muchas guerras con otras manadas. Siempre tenía hambre de poder y no le gustaba que nadie lo desafiara. Cada vez que derribaba a otro alfa, obligaba a su manada a unirse a él, de lo contrario, enfrentarían la muerte. Era lo uno o lo otro, nunca les daba la opción de irse a otro lugar.

    La primera vez que Alfa Grey se fijó en mí fue justo después de la muerte de mi padre. Le estaba sirviendo la cena a él y a su beta, Sam, cuando accidentalmente tiré su copa de vino mientras levantaba su plato de sopa vacío. Se hizo añicos en el suelo. Me congelé en el lugar incapaz de creer mi torpeza. Después de unos segundos, murmuré una disculpa en voz baja mientras volvía a colocar el tazón vacío sobre la mesa, estaba a punto de arrodillarme para recoger los pedazos de vidrio. Fue entonces cuando Alfa Grey me agarró del brazo con fiereza y me giró hacia él. No tuve tiempo de prepararme para lo que sucedió a continuación, me abofeteó muy fuerte en la mejilla. Si no fuera porque su otra mano sostenía mi brazo para mantenerme quieta, habría caído al suelo por la fuerza de la bofetada. Antes de que tuviera tiempo de sentir el dolor, me abofeteó de nuevo en la otra mejilla. Me puse a resoplar de manera involuntaria, mientras mis mejillas gritaban de dolor. Mis ojos estaban llorosos y mi corazón latía como loco.

    Era la primera vez que alguien me ponía una mano encima, pero ciertamente no fue la última. En ese entonces pensaba que sus bofetadas eran lo más doloroso que sentiría en mi vida, pero estaba muy equivocada. En ese momento, me miraba como si fuera a asesinarme. Mis labios temblaban mientras trataba de encontrar mi voz y suplicar por mi vida.

    P.… por favor alfa p.… p.… perdóneme yo...

    Me quitó el gorro de la cabeza de repente, eso hizo que se me soltara el pelo. Siguió mirándome durante varios segundos hasta que Beta Sam se aclaró la garganta.

    Vienes conmigo, sirvienta, dijo Grey con un tono de voz bajo y amenazador.

    Me llevó a rastras. En esencia, yo tenía que correr para seguir sus largas zancadas. Mi corazón iba a explotar del miedo. Un millón de pensamientos pasaron por mi mente, no dejaba de preguntarme a dónde me estaba llevando o qué me iba a hacer. ¿Me iba a encerrar en una celda por romper una copa de vino? ¿Iba a quemarme el brazo? ¿Cortarlo? ¿Romperlo? No estaba ni cerca de adivinar, era algo mucho, mucho peor.

    Chapter 3  El comienzo de mi pesadilla

    Desde el punto de vista de Eva

    Me llevó a su dormitorio. Soltó mi mano, fue a su armario y comenzó a buscar algo. No tenía idea de lo que estaba haciendo. Era el último lugar al que pensé que me llevaría. Estaba de pie en medio de la habitación con los brazos cruzados a modo de abrazo para protegerme, mientras miraba con nerviosismo a mi alrededor. Era una habitación enorme con la cama más grande que he visto en mi vida. Tenía cuatro pilares altos, uno en cada esquina.

    ¿Cómo te llamas sirvienta?, preguntó Alfa Grey

    Había terminado la búsqueda en su armario, estaba de pie frente a mí sosteniendo unas cadenas.

    Eva, susurré.

    ¿Cuántos años tienes, Eva?

    D... diecisiete

    ¿Tus padres también trabajan aquí?

    Mi papá solía ser sirviente, pero murió… su nombre era Bill.

    El reconocimiento le llenó los ojos ante la mención del nombre de mi padre.

    Fue a pararse frente a su cama y puso las cadenas encima. Luego comenzó a conectarlas a los ganchos que estaban instalados en la parte superior e inferior de los dos pilares al final de la cama. Cuando terminó, se volvió hacia mí y comenzó a acercarse. Algo en las cadenas que colgaban de los pilares hizo que las cosas hicieran clic en mi mente, estuve a punto de huir de allí. Pero antes de que pudiera al menos dar dos pasos hacia atrás, me arrastró hasta la cama y me obligó a mirarla mientras comenzaba a encadenarme las manos y los pies. Era inútil pelear con él, era mil veces más fuerte que yo.

    Después de que terminó, rompió mi camisa y mi sostén de un solo tirón e hizo lo mismo con mis pantalones y ropa interior. Estaba totalmente desnuda e indefensa. Temblaba de la cabeza a los pies y mi corazón latía muy fuerte, las personas dos pisos más abajo probablemente habrían podido escucharlo. Volvió a su armario y sacó un largo látigo negro.

    ¿Sabías que el vino que derramaste en el suelo era muy caro, Eva?, Alfa Grey dijo desde detrás de mí en voz baja y fría.

    Lo siento mucho, fue un accidente, tendré mucho cuidado la próxima vez, lo juro, dije con voz baja y temblorosa.

    Harás eso la próxima vez, pero tienes que ser castigada por lo que acabas de hacer, no me gusta dejar ningún error impune. Te azotaré 15 veces y tú contarás cada una en voz alta. Si dejas de contar, tendré que empezar de nuevo, ¿entendido?

    Mi corazón se desmoronó, «¡cómo di*blos voy a soportar 15 latigazos!»

    Él estaba esperando una respuesta, y yo, tenía miedo de que, si tardaba mucho en responderle, aumentara el número, así que lo hice sin pensar. ¡Sí!

    ¡LÁTIGAZO!

    Tan pronto como esas palabras salieron de mi boca, me azotó en la espalda con tanta fuerza que grité. Era un nivel completamente diferente de dolor que recibir una bofetada en la cara.

    ¿Sí qué?, gritó Alpha Grey

    Sí, alfa.

    Buena sirvienta, ahora empieza a contar en voz alta.

    ¡LÁTIGAZO!

    Uno.

    ¡LÁTIGAZO!

    Dos.

    Cerré mi mente para no sentir nada, solo me concentré en seguir el conteo, ya que estaba absolutamente segura de que, si fallaba, él comenzaría de nuevo.

    ¡LÁTIGAZO!

    Quince, grité el último número con voz temblorosa. Mi cara estaba contorsionada por el dolor, mi rostro cubierto de lágrimas. Podía sentir cada uno de los quince latigazos en mi espalda a la vez, me ardía cada centímetro. Di gracias a Dios que había terminado, se sentía como si hubieran pasado muchas horas antes de llegar el a quince.

    Alfa Grey respiraba con dificultad detrás de mí. Por supuesto que estaba sin aliento, pensé. Estaba poniendo toda su fuerza en cada latigazo que dirigía a mi espalda. ¡Todo por una estúpida copa de vino!

    ¿Eres virgen, sirvienta?, preguntó alfa Grey detrás de mí.

    «No, no, esto no me está pasando, por favor, Dios, sálvame de este monstruo».

    ¡LÁTIGAZO!

    Cuando te haga una pregunta me responderás de inmediato, ¿entiendes?, gritó Alpha Grey.

    Sí, alfa, todavía soy virgen, le respondí de inmediato, el pánico llenaba mi voz al sentir el rumbo que iban tomando las cosas.

    Bueno, entonces tendremos que solucionar eso de inmediato, dijo Alfa Grey con un tono manipulador.

    Esa noche fue en la que perdí mi virginidad, fui viol*da por Alfa Grey.

    Esa noche, en la que Alfa Grey me notó, fue el comienzo de mi pesadilla, nunca pensé que iba a terminar hasta que muriera, bien fuera por sus manos o por las mías.

    Chapter 4  La verdad de la muerte de mi padre

    Desde el punto de vista de Eva

    Pasé todas las noches durante 10 meses recibiendo azotes en todo el cuerpo, para luego ser viol*da en repetidas ocasiones hasta que el alfa se desmayaba. Algunas noches eran más duras que otras. A veces; dependiendo del estado de ánimo del alfa y de cuánto hubiera bebido esa noche, marcaría cada centímetro de mi cuerpo con su látigo hasta el punto de hacerme desmayar del dolor. Perdía el conocimiento antes de terminar el conteo. En ese momento, me daba de beber solo una gota de su sangre, lo suficiente como para que recobrara el sentido, pero no tanto como para que me pudiera sanar; luego me hacía continuar contando desde donde lo habíamos dejado.

    Algunas noches, atraía su ira sobre mí al insultarlo. Simplemente no podía ser siempre la esclava obediente que se sometía a ese bast*rdo. A veces peleaba con él y me negaba a que me viol*ra tan fácilmente. En esas noches, se aseguraba de que me arrepintiera de cada cosa que le hubiera dicho y de cada desafío que le hubiera dado, por pequeño que fuera.

    Otras noches, se emborrachaba tanto que simplemente se salía con la suya un par de veces y luego se cansaba a mitad de la noche, sin azotarme. Pero, esas ocasiones eran muy, muy raras, eran como un regalo de navidad en comparación con lo que normalmente tenía que soportar.

    Hubo una noche en la que estaba demasiado borracho como para viol*rme, tan pronto como me abrió la puerta, cayó al piso. Lo llevé a su cama, estaba a punto de irme cuando tomó mi mano y me obligó a sentarme a su lado en el borde de la cama.

    ¿Alguna vez te conté cómo murió tu padre, Eva?, dijo con voz arrastrada. Apenas y podía entender sus palabras.

    No, no lo hiciste, Alfa.

    Bueno, déjame contarte, lo maté, se rio a carcajadas.

    Bueno, primero me aseguré de que hiciera lo que le había pedido, y después de que tuvo éxito, lo maté para que no le contara a nadie que estaba cumpliendo mis órdenes. Verás, había una manada que llevaba un tiempo tratando de derrotar, pero tenía un alfa muy fuerte, nunca pude derrotarlo. Así que esperé hasta que convirtiera a su hijo en alfa, y luego hice mi jugada. Envié a tu padre de incógnito allá a que fingiera ser un sirviente en su casa de manada. Le ordené que pusiera una dosis concentrada letal de 'perdición de lobo' en la comida que servía. Mis instrucciones fueron muy claras, quería que matara a la pareja del nuevo alfa y a su padre, de esa manera estaría demasiado débil, demasiado abatido como para defenderse cuando yo tratara de arrebatarle el control de su manada.

    A medida que escuchaba lo que decía, mi sangre empezó a hervir dentro de mis venas. Estaba completamente asqueada de que mi padre hubiera aceptado hacer el trabajo sucio del alfa. Quitarle la vida a alguien más no significaba nada para el alfa o para mi padre, para ellos era como respirar, ¡así de fácil era m*tar a quien ellos quisieran!

    ¿Por qué no envenenaste también al nuevo alfa?, de esa manera no habrías necesitado luchar, le pregunté sin siquiera tratar de ocultar el desprecio en mi tono. De todas maneras, estaba demasiado ebrio como para recordar esa conversación.

    ¿Y eso qué tiene de divertido? Pues vivo por la emoción de la persecución.

    ¿Conseguiste asesinarlo y hacerte cargo de su manada?, le pregunté.

    No, aún no. Quiero que madure un poco más mi victoria, que sienta lo que es perderlo todo poco a poco.

    Sus ojos se estaban cerrando, no podía desaprovechar esta rara oportunidad sin aprovecharla.

    ¿Hay más secretos ocultos que te gustaría contarme, Alfa Grey?, le pregunte fingiendo un tono suave y tierno.

    Oh, tengo muchos secretos, ¿cuál quieres saber primero?, preguntó somnoliento

    El más importante, por supuesto, respondí mientras acariciaba su cabello ligeramente.

    Esa manada, de la que te hablé, a la que envié a tu padre, quería vengarme de su viejo alfa, porque me robó algo hace muchos años, respondió con los ojos cerrados.

    Antes de que pudiera preguntar qué fue lo que le había robado, continuó.

    Así que, hace mucho tiempo, también les robé algo a ellos...

    Se durmió después de eso y no pude sacarle más información.

    Otras noches, cuando Alfa Grey no me usaba como su esclava sex*al; bien fuera porque no estaba de humor o porque estaba pasando la noche fuera de la casa de la manada; su beta, Sam, lo reemplazaba a veces. Le gustaba probar lo que tenía su alfa.

    Por supuesto, Alfa Grey no lo sabía porque Beta Sam me cortaría en pedacitos antes de que siquiera intentara abrir la boca para contarlo a Grey. Tenía hombres en todas partes vigilando. Era tan creativo a la hora de infligir dolor como lo era su alfa.

    Una cosa que ambos tenían en común era que les gustaba que su esclava no tuviera cicatrices antes de comenzar con sus sesiones de flagelación/viol*ción, les gustaba observar su trabajo cuando terminaban. Por eso, al final de cada noche, siempre me dejaban beber una cantidad considerable de su sangre, de esa manera, a la noche siguiente, será como si nada me hubiera pasado. Eran sangre pura, por lo que beber de ellos aceleraba el proceso de curación diez veces, ya que mis habilidades de curación eran más lentas que las de la mayoría de los mestizos.

    En la noche en que Alfa Grey sabía que se iría por la mañana para llevar a cabo sus asuntos o a hacer la guerra en algún lugar y que no regresaría por un par de días, me hacía beber una pequeña taza de 'perdición de lobo' y se abstenía de darme nada de su sangre cuando terminaba conmigo. De esa manera, no estaría completamente curada hasta que él regresara. Era su forma enfermiza de reclamarme y marcarme como suya; aunque no estuviera presente, me causaba dolor de manera indirecta. Esos días eran una completa tortura para mí. Aunque mi tormento a manos del alfa solo duraba un par de horas, me obligaba a pasar días sin sanarme, eso me hacía sufrir de dolor cada segundo hasta su regreso.

    En esas noches, nunca podía conciliar el sueño por el dolor que sentía en todo el cuerpo. En esos momentos, es cuando consideré seriamente quitarme la vida de una buena vez. A la m*erda de esperar la oportunidad de escapar, y de esperar a que alguien lo matara. Pero cada vez que pensaba en rendirme, soñaba con el día en que finalmente escapara de este lugar y comenzara una nueva vida. Una vida feliz. «Un día, tendré mi final feliz… o moriré en el intento», me prometí.

    Chapter 5  No me hagas esperar

    Desde el punto de vista de Eva

    Una vez terminé de lavar el último plato de la cena, me sequé las manos lo más rápido que pude, y prácticamente corrí hacia la habitación del Alfa. Llegué 10 minutos tarde, estaba segura de que me haría pagar con rabia. No llegué tarde a propósito, él y su círculo íntimo habían comenzado a cenar tarde porque estaban preparando sus últimos planes para encargarse de otra pobre manada al día siguiente. Yo era la responsable de lavar los platos esa noche, no podía delegarle el trabajo a otra persona y decirle que tenía que reunirme con el alfa en su habitación para tener una noche romántica.

    Esa noche se cumplía el décimo aniversario de mi pesadilla. Suspiré profundamente. «¿Esto terminará alguna vez? Dios, eso espero, porque si no es así, estoy segura de que llegaré al punto en el que lo mataré yo misma». Si eso hubiera pasado, me habría hecho merecedora de una ejecución pública, sin lugar a dudas. Bueno, para ser realistas ni siquiera estaba viva. Eso no era vida, no, eso era muerte lenta en sus formas más crueles.

    Llegué a su puerta, cerré los ojos. «Por favor, Dios, déjame soportar otra noche de tortura y salir con vida». Toqué dos veces mientras me preparaba para un par de horas de agonía. Podría pensarse que al pasar casi todas las noches sufriendo lo mismo una y otra vez, uno se acostumbraría, pero cada noche era diferente con Alfa Grey. Cada vez había una nueva forma de lastimarme y escucharme gritar de dolor. Abrió la puerta y con impaciencia y me hala hacia dentro, luego cerró la puerta.

    ¡Eres una sirvienta incumplida!, Alfa Grey declaró con ira.

    Tenía que terminar de lavar los platos, alfa, la cena comenzó tarde, hice todo lo posible por llegar a tiempo, ¡perdóname! Prácticamente le rogué con lágrimas en los ojos. Era solo un acto para tratar de disminuir la severidad del castigo por llegar tarde. A veces, humillarme funcionaba, pero no siempre.

    Me miró juguetonamente con una sonrisa astuta en sus labios y dijo: Lo siento, pero hoy no estoy de humor para perdonar. Mañana tengo una guerra que librar y necesito estar en mi mejor forma, comenzando contigo, señaló el conjunto de cadenas que colgaban de los pilares de su cama. Suspiré y me quité todo lo que tenía puesto, luego levanté las manos para que pudiera encadenarme.

    Bueno, llegaste 10 minutos tarde y sabes que odio cuando me haces esperar. Eres tú quién debería haber estado esperando, sirvienta. Entonces, ¿qué debo hacer contigo? Empezó a frotar sus manos por todo mi cuerpo. Me aferré a las cadenas y tiré de ellas luchando contra las ganas de arrancarle la cabeza.

    Bueno, lo primero..., se acercó a la mesita de noche y sostuvo una pequeña taza de 'perdición de lobo', mientras se me acercaba.

    Involuntariamente traté de alejarme de él, pero no pude porque las cadenas no me lo permitieron.

    Como ya sabes, mañana me iré por un par de días, y ya conoces la rutina. Perdición de lobo y sin sangre esta noche, de esa manera siempre me tendrás en mente, bébelo, dijo sonriendo con malicia mientras acercaba la copa a mis labios.

    Pensé en mantener el líquido en mi boca y escupirlo en su cara, apuesto a que le hubiera ardido, pero hacer eso habría sido como firmar mi propia sentencia de muerte. Abrí la boca obedientemente y lo bebí. Se sentía como beber un ácido hirviendo que quemaba todo en su recorrido hasta el estómago. Tuve arcadas y tosí durante unos segundos.

    Ahora, ¿qué decimos cuando te doy algo, sirvienta?

    Gracias, alfa, me arreglé para responder con un tono ronco.

    Entonces, comencemos la noche, ¿de acuerdo?, él aplaudió con emoción.

    Caminó hasta la mesita de noche para volver a colocar la taza vacía, luego abrió el primer cajón y sacó diferentes tipos de látigos. Los puso todos en la cama y comenzó a contemplar cuál usar primero. Me esforcé para tragarme y sujetar las cadenas con más fuerza mientras me preparaba para la agonía.

    Finalmente eligió el látigo de cuero de toro, el que más dolía, claro.

    Por llegar tarde te castigo con 20 latigazos, ponte a contar, sirvienta.

    Sí, alfa, dije con voz temblorosa

    ¡LÁTIGAZO!

    Uno, grité y sentí un corte inmediato en mi espalda. Ese látigo no era poca cosa, 20 latigazos significan 20 cortes en la espalda que no iban a sanar durante días.

    ¡LÁTIGAZO!

    Veinte, apenas susurré mientras el último hacía un corte profundo en mi piel. Todo mi cuerpo temblaba por la violencia. Ni siquiera iba la mitad de la noche y yo ya había llegado al límite de mi tolerancia.

    Alfa, me duele por favor, no azotes más te lo ruego, grité de dolor y desesperación.

    Apenas te estoy dando tu merecido castigo por llegar tarde. Ni siquiera he empezado, Eva.

    Me agarró del pelo y tiró de mi cabeza hacia atrás para poder susurrarme al oído.

    Al final de la noche, cada centímetro de este delicioso cuerpo estará marcado por mis látigos, y vas a estar así hasta que nos volvamos a encontrar en unos días.

    Soltó mi cabello, luego regresó al lado de la cama donde tenía los otros látigos para empezar a elegir el próximo.

    Ahora dime, ¿has aprendido la lección? Debes esperar a tu alfa, no al revés ¿o debería dejarlo más claro?

    Aprendí mi lección, alfa, nunca volveré a llegar tarde lo juro, dije temblorosa.

    Continuemos con nuestra noche entonces, dijo Alfa Grey con una sonrisa diabólica.

    Chapter 6  Papá, ¿por qué ella y no tú?

    Desde el punto de vista de Eva

    Al final de la noche, cada centímetro de mi cuerpo gritaba de dolor. Alfa Grey cumplió su promesa. Siguió torturándome durante dos horas con diferentes látigos. Mi espalda, frente, trasero y muslos estaban todos marcados. Dejó heridas rojas de enojo por todas partes. Los peores eran los 20 cortes en la espalda, eran mi castigo por llegar tarde. Mi v*gina también estaba sangrando. Sus embestidas violentas causaban irritación en mis paredes.

    Me levanté de su cama llena de dolor, él roncaba sin nada de qué preocuparse. Me puse la ropa mientras mordía el interior de mis mejillas ya que cada movimiento me hacía querer gritar, pero necesitaba mantener la boca cerrada para no despertarlo. Le di una última mirada antes de irme. Estaba durmiendo como un mald*to bebé que acaba de saciarse después de beber la leche de su madre. Recé en silencio para que alguien le sacara las entrañas al día siguiente, durante la batalla.

    Fui a la cocina ya que el dolor no me iba a dejar dormir. Aprendí algunos trucos gracias a las ocasiones en las que a propósito me dejaba ir sin beber su sangre, como hervir algunas hierbas en agua para prevenir infecciones y aliviar el dolor de los cortes. Esperé a que el agua se calentara y luego me llevé un tazón. Mi habitación era muy pequeña, estaba en los niveles más bajos de la casa de la manada, justo encima de las mazmorras donde a veces encerraban a los prisioneros.

    Por supuesto, no tenía cama, solo dos catres uno encima del otro empotrados contra la pared. Uno de ellos había pertenecido a mi padre cuando compartíamos la habitación. Desde que murió, tomé el suyo y lo puse encima del mío, que estaba bastante deteriorado por haber dormido en él durante un tiempo, nada menos que diecisiete años.

    No tenía muchas cosas en mi habitación. Había una pequeña mesa de madera en la pared opuesta a los catres, donde guardaba todos los libros que me habían dado en la escuela de la manada hasta los diez años. Seguía leyéndolos una y otra vez para no olvidar lo aprendido durante ese tiempo, también me servían para pasar el aburrimiento. No podía ver televisión como la gente normal, nunca tuve una. La mayoría de los libros estaban demasiado viejos. Había un pequeño armario de madera sin puertas al lado de la mesa, donde doblaba la poca ropa que tenía.

    Dejé el té con agua tibia de hierbas en el suelo junto a mi catre, comencé a quitarme la camisa con una mueca de dolor en el proceso. Saqué del armario una camiseta vieja y gastada, que ya no usaba, y luego la enjuagué con agua tibia. Escurrí el exceso y luego la puse en mi espalda. suspiré de alivio instantáneamente cuando sentí que un poco del escozor disminuía. Me acosté boca abajo, empapaba la camiseta de vez en cuando. Todavía tenía dolor, pero ya era soportable, «es eso o mi tolerancia está mejorando», pensé con amargura. «Dios, lo que no daría por desmayarme de dolor y despertar en un lugar diferente donde todo sea hermoso y los hombres no sean unos bast*rdos». Así es, hombres, en plural, ya había tenido suficientes malos ejemplos de hombres en mi vida como para juzgarlos con el mismo criterio, todos cerdos vengativos y punto.

    Cerré los ojos, dejé que mi mente me distrajera del constante dolor en mi espalda. Soñé con una hermosa casa de madera y un jardín lleno de flores de todos los colores. Soñé con risas y alegrías. Soñé con seguridad y calidez. Soñé con un abrazo maternal que hizo que todas las cosas malas desaparecieran de repente. Mis lágrimas caían sobre el catre mientras trataba de imaginar su rostro, su olor, incluso su tacto. Empecé a temblar mientras mis sollozos se intensificaban. Si ella hubiera estado ahí conmigo, no habría dejado que nadie me tocara o me pusiera una mano encima. ¿Por qué tuvo que ser ella la que muriera? Siempre soñé cómo hubiera sido mi vida si mi padre hubiera muerto antes de que yo naciera y mi madre hubiera sobrevivido al parto. Viviríamos en el mundo humano. La vida habría sido dura, probablemente habríamos sido pobres, pero nos habríamos tenido la una a la otra, y, mientras estuviéramos juntas, nada más nos habría importado. Me quedé dormida soñando que mi cuerpo se calmaba con su toque mientras me tarareaba una canción de cuna para aliviar mi soledad y anhelaba por pensar constantemente en ella.

    Chapter 7  Final de mi pesadilla

    El punto de vista de Eva

    Tuve una pesadilla. Bueno, no fue exactamente llamarla pesadilla, sino más bien un recuerdo. Todas las mañanas, antes de despertarme, recordaba mis sesiones individuales con el Alfa Grey. A veces, incluso las que tenía con el Beta Sam. Creí que

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