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Libro electrónico340 páginas5 horas

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FIN DE LA SERIE


Soy Tanya, hija de la gestación subrogada, una Omega sin loba ni olor.
El día de mi 18 cumpleaños, cuando planeé sorprender a mi novio, descubrí que él y mi hermana me estaban engañando.
Fui al bar para emborracharme y pasé inadvertidamente la noche con un guapo extraño.
Pensé que era solo un hombre lobo ordinario, pero dijeron que era Marco, el hombre lobo más poderoso de nuestro reino y el Príncipe Alfa.
Cuando me vi obligado a casarme con un anciano gordo, Marco vino a salvarme.
Se arrodilló sobre una rodilla, sacó un anillo y dijo que se casaría conmigo.
Pensé que él quería casarse conmigo porque me amaba, pero luego descubrí que esto no era cierto...

IdiomaEspañol
EditorialPublishdrive
Fecha de lanzamiento12 ene 2023
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    Me perteneces Omega 2 - PopNovel

    ÍNDICE

    Chapter 1  Asesinato

    Chapter 2  Amnesia

    Chapter 3  ¡Papi!

    Chapter 4  Un nuevo encuentro

    Chapter 5  El vecino

    Chapter 6  El padre de Claire

    Chapter 7  ¿Por qué no llevas puesto tu anillo de bodas?

    Chapter 8  ¡Mi Papá Es El Mejor!

    Chapter 9  Apuesta Tu Única Noche

    Chapter 10  ¿Nos Conocemos?

    Chapter 11  Enlace Mental

    Chapter 12  Sonámbula

    Chapter 13  La Mascarada

    Chapter 14  Te amo

    Chapter 15  Agua envenenada

    Chapter 16  El libro de Margaret

    Chapter 17  La ayuda de Barlow

    Chapter 18  ¿Podrías tener la amabilidad de ser mi novio por un día?

    Chapter 19  La marca en el cuello de Tanya

    Chapter 20  Boda

    Chapter 21  Marco recupera la memoria

    Chapter 22  Otro contacto de matrimonio

    Chapter 23  El plan para salvar el árbol de la luna azul

    Chapter 24  Beso

    Chapter 25  La loba de Tanya

    Chapter 26  Él se casa conmigo porque ese es su deseo

    Chapter 27  ¡La princesa Peyton acaba de desmayarse!

    Chapter 28  Peyton bebió el veneno voluntariamente

    Chapter 29  Isabella me dijo que no tenía un pasatiempo especial, Marco

    Chapter 30  Escucho la voz de mi loba

    Chapter 31  Marco está ebrio

    Chapter 32  Otro día de San Valentín

    Chapter 33  ¿Dónde está tu collar de rubíes?

    Chapter 34  Debo robar el collar de rubíes

    Chapter 35  Cambio

    Chapter 36  Joseph fue envenenado con magia negra

    Chapter 37  Lily escapa

    Chapter 38  Joseph despierta

    Chapter 39  Tanya está ebria

    Chapter 40  Un beso embriagador

    Chapter 41  El sueño de Dorian

    Chapter 42  Llega Marco

    Chapter 43  Te Amo, Marco

    Chapter 44  Fingir Estar Enfermo

    Chapter 45  Dulce Noche

    Chapter 46  Cathy Desaparece

    Chapter 47  Pelea Entre Marco Y Eric

    Chapter 48  Error Fatal

    Chapter 49  DORIAN CAE EN UNA ILUSIÓN

    Chapter 50  EL PRIMER ENCUENTRO DE DORIAN Y BARLOW

    Chapter 51  SACRIFICIO

    Chapter 52  EPÍLOGO

    Chapter 53  LUNA DE MIEL, MARCA  AMPLIFICADA; NUEVO BEBÉ

    Chapter 1  Asesinato

    Punto de vista de Tanya

    No pude reprimir un grito; de inmediato me aparté para evitar ser lastimada por aquella garra extendida. Busqué frenéticamente la manija hasta que finalmente logré asirla. Salí del auto dando tumbos y en cuanto recuperé el equilibrio me alejé de allí a toda velocidad para salvar mi vida.

    La lluvia caía con furia mientras corría a ciegas, pidiendo ayuda a gritos. Pero nadie me escuchaba, pues el terrible ruido del viento y el retumbo de los truenos ahogaban mis gritos.

    Lamentablemente, al no poder transformarme en loba ni poder avanzar a la velocidad vertiginosa con la que lo haría si pudiese adoptar tal forma, y con el feto apenas protegido por mi frágil cuerpo, no conseguía alejarme mucho. Al mirar hacia atrás distinguí, en medio de la lluvia torrencial, un par de ojos blancos que brillaban intensamente en la oscuridad y una gigantesca sombra amenazante que parecía ser un lobo enorme.

    Se trataba de una visión sobrecogedora.

    Manteniendo la vista al frente aceleré el paso, pero podía escuchar su furioso galope detrás de mí; el ruido que sus patas producían al hacer contacto con el suelo resonaba en mi cabeza; al parecer mi muerte era inminente. Presa del pánico no advertí que en mi camino había una rama que el viento había arrancado. Tropecé con ella y caí; ahora aquel estruendo estaba muy cerca y yo me había lastimado las palmas de las manos y las rodillas.

    Respiraba agitadamente mientras rodaba sobre mi espalda, tratando de retroceder. Ahora aquel lobo infernal estaba plantado frente a mí. Su pelaje era tan blanco como la nieve, de una palidez espeluznante, con los extremos de color plateado, como la hoja de una espada. Me quedé petrificada mientras lanzaba un gruñido intimidante y luego recobraba la apariencia humana del conductor.

    En sus labios se dibujaba una sonrisa diabólica; lo único que recordaba su forma de lobo era el cabello gris, carente de brillo debido a la lluvia torrencial. Me parecía estar viendo a la parca, decidida a llevar mi alma al mundo de ultratumba. Avanzó hacia mí pavoneándose, pues sabía muy bien que estaba a su merced.

    ¿Por qué?, fue lo único que acerté a decir.

    Se encogió de hombros, indiferente al pánico que se había apoderado de mí. De veras eres muy hermosa, dijo.  Su tono juguetón me repugnaba. Es una pena que lleves en tus entrañas al hijo de Marco y Lily quiera que mueras, comentó.

    ¿Cómo es posible que Lily lo sepa?, me pregunté sorprendida al oír tales palabras. Incapaz de alejarme, observé aterrorizada cómo se acercaba a mí cada vez más.

    Rio y de repente se agachó tan cerca de mí que pude sentir su aliento en mi cara mientras arqueaba una ceja y me decía: Verás, debo retribuirle un favor. Puede que seas más bella que ella, pero jamás... falto a mis promesas.

    Pero justo antes de que pudiera arremeter contra mí para asesinarme actué rápidamente y rocié una botella de perfume que había sacado lentamente y en silencio de mi bolsillo. Traté de hacer que avanzara con lentitud hacia mí, dejándolo hablar durante largo rato para que yo tuviera tiempo suficiente para poder utilizar el perfume.

    Se trataba de una de mis creaciones y también cumplía una función especial. Contenía ingredientes alucinógenos que inducían a quienes lo inhalaban a un estado de trance que los hacía alucinar durante treinta minutos.

    Lo rocié con una cantidad suficiente de aquella fragancia, obligándolo a cerrar los ojos debido a la sensación de ardor que le produjo. Noté que estaba muy sorprendido al ver que me había defendido.

    Pero no podía perder tiempo regocijándome con mi poco importante victoria. Al ver que tenía una oportunidad de escapar, me puse de pie rápidamente y una vez más emprendí la huida. Estaba segura de que me atraparía en aquel camino abierto, así que, a pesar de que no poseía los agudos sentidos de una loba, mi confundido cerebro determinó que mi única posibilidad de sobrevivir era internarme en la espesura del bosque. 

    De modo que corrí a través de la carretera hasta alcanzar la vegetación arbórea. Mi cabello se agitaba frenéticamente, sacudido por el viento, y sentía un gran dolor en las plantas de mis pies, pero a pesar de ello seguía avanzando, moviéndome sin rumbo fijo a través de aquel paisaje boscoso.

    Constantemente tenía que levantar el dobladillo de mi vestido con estampado floral para evitar arrastrarlo por el suelo; ahora estaba empapado por la lluvia y el estampado estaba manchado y desteñido debido al lodo y la suciedad. Mis brazos estaban cubiertos de hojas mojadas y musgo, y constantemente las ramas y cortezas me arañaban la piel, amenazando con derribarme.

    Varias veces estuve a punto de tropezar. Puesto que no veía al conductor por ninguna parte pensé que por fin había logrado evadirlo, pero entonces sucedió algo que me hizo detenerme y darme cuenta de que mi ansiado escape era tan solo una ilusión.

    No podía dar crédito a mis ojos.

    Mis ojos horrorizados se posaron en lo que parecía ser el extremo del mundo. Estaba de pie en el borde del bosque y ante mí podía ver lo que parecía ser un acantilado sin fondo. El viento aullaba furiosamente mientras retrocedía, alejándome del borde. Me di la vuelta, ansiosa por hallar otra ruta de escape, pero entonces vi que el conductor salía sigilosamente del bosque con una sonrisa demencial.

    No puedo creer que esto me esté sucediendo, susurré.

    Se encogió de hombros. Veo que eres muy lista, pero por desgracia para ti..., dijo en un tono siniestro al tiempo que chasqueaba los dedos, haciendo brotar una llama de la palma de su mano. La llama ardía mientras mi corazón latía aceleradamente, arrojando un humo negro y espeso que se elevaba hacia el cielo.

    Me gustaría presentarme. Soy Dorian, y no soy un hombre lobo ordinario, indicó inclinando la cabeza con aire malicioso mientras me escrutaba con una mirada experta. Me desagrada mucho hacer esto, pero no tengo alternativa… a decir verdad es una pena que hayamos estado juntos duante un tiempo tan breve…, añadió.

    De golpe sus manos se metaforsearon en afiladas y peligrosas garras mientras avanzaba hacia mí con aire amenazante, forzándome a retroceder cada vez más hacia el borde del acantilado. Tenía que pensar rápidamente; decidí que la única forma de evitar que mi vida terminara trágicamente a manos de aquel despiadado asesino era saltar al agua desde el risco. Si al hacerlo acababa muriendo, al menos mi mente no tendría tiempo de registrar nada, así que moriría sin experimentar ningún sufrimiento. 

    Apoyé una mano en mi vientre, en el que llevaba a mi futuro hijo. Entrecerré los ojos, como si quisiera proteger a mi hijo con aquel gesto, y luego me volví y corrí a toda velocidad hacia el borde del acantilado. Al llegar a ese punto hice acopio de todo mi valor y me arrojé al vacío, precipitándome al agua a una velocidad vertiginosa, y de pronto me vi sumergida en las turbulentas olas que se agitaban al pie del risco. Pronto el mundo a mi alrededor se desvaneció.

    _______________________

    Punto de vista de Joseph

    Había pasado aquella noche inmerso en el trabajo. Escribía con la agilidad requerida, plasmando mis pensamientos en palabras acordes con mi alto rango de nobleza. La tarea que me ocupaba en aquellos momentos era la redacción de un decreto real que declaraba a Marco heredero de mi Reino. Muy pronto Lily habría de proporcionarle la poción que desharía la maldición lanzada sobre él, lo que permitiría que dentro de muy poco tiempo mi hijo fuera capaz de llevar una vida normal y pudiera ascender al trono, tal y como estaba previsto.

    El poder y la fortaleza eran cualidades que él poseía en grado sumo y que hacían de él un hombre idóneo para regir los destinos del Reino de Mador. Si bien la madre de Eric y yo somos Alfas, este carecía del temple que caracterizaba a Marco. La firmeza de carácter era una condición sine qua non para gobernar el reino; no había lugar para los débiles en la civilización licana y de hombres lobo. Solo un gobernante que rigiera el reino con puño de hierro podría asegurar nuestro futuro y prosperidad.

    Estaba tan absorto en mi labor que apenas sí alcé la mirada para ver cómo Eric entraba silencioso en mi oficina llevando una taza en las manos. Supongo que tu preocupación por el sufrimiento de Marco ha hecho mella en tu salud y energía, así que pensé que sería prudente que el médico te recetara un tónico capaz de restablecer tu vigor, declaró.

    Siempre se había comportado como todo un caballero, mostrándose cortés conmigo a pesar de que yo no era un padre cuyo comportamiento fuera digno de emular. Gracias, le dije. Aprecio mucho tu gesto. Luego, bebí un largo sorbo del líquido que contenía la taza. Sentí cómo se deslizaba por mi garganta, ejerciendo un efecto sedante sobre mí.

    Dejé la taza y me dispuse a continuar redactando el decreto, pero de repente noté que la lectura del mismo me resultaba imposible. Confuso, fruncí las cejas al ver el papel borroso. De repente sentí que mi cuerpo ardía; una oleada de calor pareció inundar mi cabeza mientras todo se balanceaba a mi alrededor. Me agarré al borde de la mesa para no caer, pero por desgracia no lograba controlar mis extremidades. Por último, mi cabeza chocó violentamente contra la mesa mientras perdía mi visión periférica, sumiéndome en la oscuridad.

    Apenas consciente, observé cómo se acercaba a mí, sacaba de debajo de mi cuerpo el decreto, lo doblaba y lo guardaba en su bolsillo. Durante mucho tiempo has sido muy puntilloso en el cumplimiento de tus deberes como rey, así que te mereces un descanso, señaló con su habitual sonrisa, como si no se percatara de que no me estaba sintiendo bien; o tal vez simplemente no le preocupaba que me encontrara mal. Ya deja de preocuparte por el próximo rey de Mador; yo seré tu sucesor.

    Luego, cerré los ojos y el mundo se desvaneció.

    Chapter 2  Amnesia

    Punto de vista de Caspian

    Dylan y yo nos desplazamos como sombras a través del bosque con aspecto de lobos. El lobo de Dylan era marrón moca, mientras que el pelaje de mis patas era de un color marfil más claro. Seguimos nuestra ruta habitual, la cual ha sido vigilada por unidades de patrullaje durante siglos. Transitábamos por un camino que formaba una delgada línea que corría a través de la hierba. Aquel sendero había adquirido una consistencia lodosa debido a la constante presión que ejercían sobre él las patas de los lobos que caminaban por allí día tras día.

    El hecho de ser un Alfa no me eximía de las tareas de las que mis lobos debían encargarse cotidianamente, y además me agradaban las labores de patrullaje. Estamos íntimamente ligados al bosque, pues es el lugar en el que nacimos y esperamos morir, así que para mí nunca ha habido nada mejor que disfrutar de las maravillas del bosque con la apariencia de un lobo. Jamás me he hastiado de contemplar el verdor de los campos ni de inhalar el delicado perfume de las flores, de manera que marchaba muy contento al frente.

    De repente escuché un fuerte chapoteo proveniente del oeste, así que detuve abruptamente la marcha y moví las orejas para identificar la fuente de aquel ruido. Sentí entonces la presencia de Dylan; presionaba mi costado con su enorme cabeza y su hocico, lo cual indicaba que también había oído aquel sonido.

    Diría que es un chapoteo proveniente del lago, conjeturó mi Beta a través de nuestro enlace telepático.

    Asentí y lancé un gruñido típico de un cánido para indicar que debíamos ir a investigar. Luego, me aparté de aquel trillado camino y galopé en dirección al lugar del que provenía el ruido.

    Alcanzamos la orilla del lago sin haber escuchado ningún otro sonido. Deambulamos por la orilla y luego nos separamos. Dylan trotó río arriba mientras yo me dirigía río abajo, saltando y galopando sobre rocas y escombros, escudriñando el agua, alerta al menor movimiento.

    Transcurridos cinco minutos se reunió conmigo, sacudiendo la cabeza para indicar que no había advertido nada inusual. Apunté al cielo con mi hocico; mis fosas nasales se dilataban mientras aspiraba los aromas frescos del lago. Nada parecía perturbar la tranquilidad habitual de aquel lugar.

    Tal vez estamos explorando el sitio equivocado. Quizás el sonido se originó en un lugar del río situado más abajo, indicó bajando la cabeza hasta tocar el suelo y olfateando la orilla en busca de aquello que había producido aquel inquietante ruido.

    Me temo que no es así; estoy seguro de que fue algo situado aquí lo que produjo ese sonido, aseveré.

    Pero en todo caso no habíamos encontrado nada que demostrara que yo tenía razón. Volví la cabeza en la dirección que Dylan había sugerido y entonces mi visión periférica captó una débil luz. Me apresuré a mirar; una enorme roca obstruía mi visión, pero una mano sobresalía de ella; en uno de los dedos un anillo de plata reflejaba la luz del intenso sol matutino.

    Corrí frenéticamente hacia esa roca mientras Dylan avanzaba detrás de mí, pisándome los talones. Cuando estuve muy cerca revertí a mi forma humana y rodeé la enorme roca; una mujer yacía inconsciente a su sombra. La reconocí de inmediato: era Tanya, la esposa del Licano.

    Sin perder un segundo, alcé en mis brazos su cuerpo flácido, frío y húmedo. Luego, emprendimos el regreso a casa para ponerla a salvo cuanto antes.

    _______________________

    Punto de vista de Lily

    Me hallaba en mis aposentos privados, ajena a las vicisitudes de palacio. Había cerrado la puerta para poder concentrarme en la preparación de la poción que ansiaba desesperadamente crear. Trabajaba de manera meticulosa y metódica, empleando las dosis justas de cada uno de los ingredientes que la compondrían. Tres gotas de cierta sustancia, un tanto de otra cortada con un cuchillo, un giro sutil de la perilla de mi dispositivo de filtrado que dejaba caer algunas gotitas en aquel brebaje que habría de ser mi obra maestra.

    Llevaba el cabello recogido en un moño hecho cuidadosamente y fruncía el ceño mientras me concentraba intensamente. Un ligero vapor de aquella poción que estaba preparando envolvía mi entorno. Rocié otro componente en la mezcla y observé cómo la solución se agitaba, adquiriendo un rico color violeta oscuro, señal inequívoca de que por fin había conseguido la poción que liberaría a Marco de su maldición.

    Yo sería la heroína que salvaría su vida. Imaginaba la expresión estupefacta de todos los nobles, asombrados por aquel maravilloso logro mío, agradeciéndome por haber conseguido evitar que la vida de su amado príncipe llegara a su fin prematuramente. Sin duda aquel noble gesto me reivindicaría y todos volverían a tenerme en alta estima a pesar de la actitud mezquina de Tanya, quien me había hecho caer en desgracia.

    Mientras me secaba suavemente el sudor del cuello con mi tela bordada, sentí la presencia de otro ser. Dorian apareció ante mí, despertando mi ansiedad.

    ¿Lo has hecho? ¿Ya está muerta Tanya?, le pregunté con agitación. Pronuncié la palabra muerta con un susurro inquieto, pues era esencial que habláramos sobre ese asunto al abrigo de oídos indiscretos y temía que alguien estuviera escuchando nuestra conversación.

    Pese a mi tono insistente, Dorian me ignoró descaradamente y guardó silencio, esquivando mi mirada. Tenía un aire ausente mientras jugueteaba con su encendedor, haciendo brotar del mismo repetidamente una débil llama.

    Su silencio me irritaba. Dorian, dije con firmeza; quería gritar pero no podía arriesgarme a atraer atención no deseada. No me dirás que las cosas no salieron como lo habíamos planeado... ¿Acaso dejaste escapar a Tanya?, dije.

    Parpadeó por un momento y luego una sonrisa juguetona se dibujó en sus labios. Sin embargo, ese gesto no calmaba mis sospechas . Veo que dudas del éxito de tu plan, declaró en tono de arrogancia. ¿Acaso no crees que sea un asesino consumado?

    Dejé su pregunta sin respuesta. Le lancé una mirada severa que indicaba que no podía engañarme. Percibió de inmediato que yo era un hueso duro de roer. Por supuesto que está muerta; me aseguré de que no estuviera respirando, añadió.

    Lancé entonces un suspiro de alivio. Aunque su expresión juguetona me inquietaba, confiaba en que hubiera cumplido su cometido. Usando un cucharón, revolví la mezcla de la poción y luego la vertí en un frasco de vidrio que le entregué.

    Ahora añade tu magia a esto. ¿Tienes la certeza de que esto borrará de la mente de Marco todos sus recuerdos de Tanya?

    Asintió levemente con una amplia sonrisa mientras jugueteaba imprudentemente con el frasco. Lo hizo girar entre su dedos, observando cómo el líquido que contenía se precipitaba al fondo cuando inclinaba el recipiente. Parecía disfrutar mi expresión de angustia mientras me acercaba a él, temerosa de que algo malo le sucediera a aquella poción curativa, tan importante para mí.

    Al parecer has aprendido a mentir. Has sido muy astuta al decirles a todos que hallaste la cura en un texto antiguo, cuando bien sabes que no es así, dijo en un tono burlón. Su risa no hacía más que aumentar mi agitación.

    Date prisa, no hay tiempo que perder, lo insté.

    Sin embargo, mi molestia no pareció importarle; solo me miró arqueando una ceja, y luego volvió a centrar su atención en la poción, sosteniendo la botella con una mano, mientras curvaba lentamente los dedos de la otra, como si estuviera sosteniendo una pelota. De la palma de su mano surgió lentamente una negra espiral de humo, la cual se agitó suavemente en el aire para luego introducirse en la botella y mezclarse con la solución. Ello hizo que mi pócima curativa hiciera un sonido de efervescencia durante un par de minutos, al cabo de los cuales la solución dejó de agitarse y los efectos de la magia de Dorian finalmente cesaron, como si jamás la hubiese empleado.

    Me intriga mucho que quieras que Marco padezca de amnesia, pues ello jamás te había interesado, observó con sutil curiosidad. 

    Lo que sucede es que no sabía que Tanya estaba embarazada. Si Marco pensaba que lo había abandonado por dinero cuando más la necesitaba, nunca la perdonaría. Pero ahora que sé que está encinta la situación ha tomado otro cariz; si da a luz, el vínculo entre ambos será perenne. Y tengo que impedirlo a toda costa. Si Marco se percata de su desaparición la buscará frenéticamente. A mi modo de ver la mejor manera de evitar que vaya tras ella es hacer que olvide todos los momentos que pasaron juntos, expliqué.

    Se encogió de hombros, aburrido, y luego me arrojó el frasco con aire desenfadado. Nerviosa, lo atrapé en el aire y lo sostuve contra mi pecho en ademán protector. Con actitud juguetona saltó de la mesa en la que estaba sentado. No vuelvas a recurrir a mí. Ya le he retribuido a tu madre su bondad hacia mí. Pero si insistes en que te preste mis servicios deberemos hacer un trato, me advirtió.

    Se dirigió hacia la puerta y al llegar a ella se burló de mí una última vez. Te has mostrado despiadada con la criatura con la que cambiaste de lugar… primero la privas de su familia y de su privilegiada condición social, y ahora la despojas de su pareja predestinada. Vaya, vaya, eres verdaderamente despreciable.

    Abrí los ojos desmesuradamente cuando me sonrió maliciosamente. No me dijiste que Tanya era la niña con la que cambiaste de lugar ese año, me dijo.

    Traté de mantener la compostura, pero no pude evitar parecer sorprendida y un poco nerviosa. ¿Como te enteraste de eso?, le pregunté.

    Ladeó la cabeza. Sé bien como arreglármelas para conseguir averiguar lo que me interesa, flor Lily, repuso con una sonrisa misteriosa. Luego, se dio vuelta y salió de la habitación antes de que tuviera la oportunidad de indagar al respecto.

    _______________________

    Punto de vista de Tanya

    8 meses después de aquello

    Estaba reorganizando uno de los estantes de perfumes, clasificándolos en silencio de acuerdo con sus aromas mientras pensaba en el vuelco que había dado mi vida. Caspian me había salvado la vida y me había permitido formar parte de la manada Blue Moon. Me permitió incluso abrir una pequeña tienda de perfumes para ganar algo de dinero. He permanecido allí desde entonces y entretanto mi bebé ha crecido en mi vientre, el cual ha alcanzado un tamaño considerable.

    La puerta de la perfumería emitió un sonido que me avisaba de la llegada de un cliente. Sonriente, me volví para encararlo, pero la sonrisa en mis labios se desvaneció de golpe cuando sentí un dolor agudo en la entrañas. Tropecé y observé sorprendida cómo un líquido tibio escurría por mi pierna. Súbitamente me di cuenta de que había roto la fuente. ¡Estaba a punto de dar a luz!

    Chapter 3  ¡Papi!

    Punto de vista de Tanya

    Con muy buena disposición, los clientes me llevaron en automóvil al hospital; estaba muy agradecida por su generosidad. El dolor era atroz; aferraba mi vientre, tratando de calmarlo. Cada sacudida inesperada del automóvil me provocaba un gran dolor en todo mi cuerpo, y trataba desesperadamente de reprimir el llanto.

    Finalmente, llegamos al hospital. Los clientes me sostenían mientras avanzábamos por el pasillo. Al ver el tamaño de mi vientre el personal comprendió de inmediato por qué estaba allí. Me acostaron en una camilla y me llevaron a una de las habitaciones, en la cual me acomodaron en una cama. A pesar de la suavidad de la misma, aquellos terribles calambres seguían atormentándome y se hacían cada vez más intensos.

    El personal del hospital entraba y salía constantemente de la habitación, preparándose para atender el parto, como si fueran abejas trabajadoras. Una enfermera llevaba toallas y otra mantas suaves. Alguien más ajustaba la posición de mi cama para que mi espalda quedara ligeramente levantada, mientras que otra persona insertaba una aguja en la parte superior de una de mis muñecas para poder inyectarme los fluidos que mi cuerpo requería en ese momento.

    Una de las enfermeras se dispuso a realizarme una prueba de ultrasonido, frotando silenciosamente un gel frío sobre mi vientre, para luego deslizar un instrumento médico sobre él. Frunció las cejas levemente, pero antes de que tuviera tiempo de hacer alguna pregunta, ya había terminado el examen, guardado todos los implementos y salido de prisa de la habitación.

    Luego, escuché a las enfermeras hablando entre ellas; decían que la posición de mi bebé no era la correcta para el momento del parto. Tal declaración hizo que mi respiración se agitara, pues temía por la vida de mi hijo. Comencé a entrar en pánico; quería que mi bebé estuviera a salvo.

    Entonces la doctora se situó en mi campo de visión. Me lanzó una cálida sonrisa y apoyó una mano sobre la mía, tratando de calmarme.

    No te preocupes; nos aseguraremos de que todo marche bien. Solo debes seguir haciendo esto, me tranquilizó.

    Aunque tenía la frente perlada de sudor, asentí con vacilación; aún así, no podía evitar aquella sensación de angustia. En todo caso volví a pujar. El dolor había alcanzado una intensidad indescriptible, haciendo que lanzara un grito; experimenté una sucesión de calambres de duración variable.

    Aquel tormento parecía no tener fin; el cuerpo de mi bebé aún no asomaba. Me sentía cada vez más débil; ya no podía pujar con la fuerza con la que lo había hecho al comienzo del trabajo de parto. Mi cuerpo estaba

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