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Mis compañeros gemelos Alfa 1: Alfas Poderosos
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Mis compañeros gemelos Alfa 1: Alfas Poderosos
Libro electrónico364 páginas6 horas

Mis compañeros gemelos Alfa 1: Alfas Poderosos

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Información de este libro electrónico

Yo era una Omega y para tener libertad, tenía que dar a luz a un heredero para los altos mandos. 


En mi cumpleaños de 18 años, anhelaba poder sentir a mi pareja y dejar esta manada malvada con él.


Pero antes de que percibiera a mi media naranja, me llamaron los gemelos demonios Alfa. Desde ese día, empezó la pesadilla mía. No me dejaron salir de la habitación y me impusieron la obligación de satisfacer sus necesidades.


Recé a la Diosa Luna para que me hicera libre, pero resultaba que los gemelos Alfa eran mis COMPAÑEROS. ¡Qué irónico! Pero no sometí al destino.


Ya que no pude escapar, ¿por qué no me quedé con ellos para vengarme de ellos?

IdiomaEspañol
EditorialPublishdrive
Fecha de lanzamiento25 jul 2022
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    Vista previa del libro

    Mis compañeros gemelos Alfa 1 - Kathrine Kayz

    Chapter 1

    Desde el punto de vista de Mía 

    A decir verdad, durante todo este tiempo, siempre me he preguntado cómo sería la vida si nuestro destino no fuera decidido por la diosa Luna. De hecho, para mí, todo sería muy diferente si uno mismo tuviera la oportunidad de decidir qué camino tomar; sobre todo, el poder elegir a quién amar.

    Lamentablemente, ese no fue mi caso, mi destino ya estaba sellado desde el primer día en que nací como hombre lobo; específicamente, como omega. 

    Un omega estaba por debajo de los altos mandos, nunca se atrevía a mirarlos directamente a los ojos y, tampoco les respondía a menos que se lo ordenaran; es más, su único propósito, era poder servirles y complacerlos como ellos quisieran. 

    Además, un omega también tenía el deber de estar a disposición de un alfa en cualquier momento, de dejar que ellos la tomaran como mejor les pareciera y, de tener la cantidad de cachorros que el alfa les pedía; luego, solo después de eso, se podía obtener la libertad que tanto se anhelaba.

    En realidad, ese era el verdadero destino de un omega en nuestra manada; así que, ese también sería mi destino al nacer como omega.    

    De hecho, esa estúpida regla fue creada por nuestros antepasados desde hace mucho tiempo atrás; ya que, según la leyenda, uno de los miembros de la manada se dio cuenta que, como los omegas eran sumisos y fértiles, atraían y volvían más tranquilos a los alfas. Por ello, aquel miembro pensó firmemente que, el alfa junto a un omega era mucho más próspero que uno sin él; así que, teniendo en cuenta ello y, con el fin de que la manada floreciera constante y rápidamente, se estableció la regla de que el omega debía servir al alfa hasta dar a luz a un heredero.

    Para seguir con esa regla, cada vez que un alfa renunciaba a su puesto y dejaba que su hijo se hiciera cargo de la manada, los mayores le daban al nuevo alfa la oportunidad de elegir un omega, la cual podría ser su Luna y que estaría a su lado incondicionalmente; no obstante, eso no significaba que la elegida fuera necesariamente una pareja destinada. 

    De hecho, a pesar que teníamos que tener una pareja destinada, eso no aplicaba directamente para un alfa y omega; ya que, en su momento, el alfa siempre debía elegir a un omega como pareja. Es más, tanto alfa como omega estaban destinados a rechazar a sus parejas originales; pues, de alguna manera, debían cumplir con las reglas de la manada. 

    Después de que el alfa elegía a un omega que complacía su corazón, el beta finalmente tenía la oportunidad de elegir a su pareja; sin embargo, con una regla completamente distinta y, a diferencia de un alfa, a un beta sí se le permitía elegir o rechazar a un omega. 

    Luego, después de que terminaba la noche de la elección, el alfa llevaba a su cámara a la omega elegida que debía tener en su poder y, de hecho, la tenía ahí hasta que quedara embarazada o, hasta que el alfa le permitiera salir de la habitación. 

    En realidad, el omega debía vivir sus días sirviendo incondicionalmente al alfa; es más, esto lo hacía hasta que terminara su uso y, se le concediera su libertad después de dar a luz a tanto cachorros como el alfa quisiera. 

    A decir verdad, esta regla pasó de generación en generación hasta el incidente que ocurrió hace cinco años, donde nuestra manada fue emboscada por los alfas gemelos, Brandon y Landon. 

    De hecho, no había manada que no hubiera oído hablar de ellos dos; pues, aunque sus nombres sonaran tan falsos, ambos eran considerados como los mayores torturadores y asesinos de millones de vidas. 

    Aquellos dos hombres mataron sin piedad a nuestros alfas, betas, guerreros y a la mayoría de nuestros hombres que tenían más de veinte años; luego, cuando acabaron con todo eso, no exigieron arrodillarnos ante ellos y prometerles nuestra lealtad. 

    Después de ver cómo mataron a todos sin ningún remordimiento ni piedad y, al ver que ya no éramos tan fuertes como para tratar de luchar contra ellos, nosotros simplemente obedecimos todas sus órdenes; es más, cualquiera en su sano juicio hubiera hecho lo mismo. Sin dudar ni un solo segundo, todos nos arrodillamos y les juramos lealtad eterna; no obstante, aunque yo solo tenía doce años en ese entonces, mi corazón ya estaba lleno de ira y rabia hacia ellos. 

    En realidad, no podía evitar sentir este inmenso odio hacia ellos; pues, entre los miembros de la manada que mataron, estaba mi padre, a quien amaba y apreciaba con todo mi corazón. La verdad es que, mi madre murió mientras me daba a luz; así que, me quedé únicamente con mi padre y, fue él quien me mostró cómo se sentía el amor y me dio todo lo que podía pedir. 

    De hecho, aunque él era todo lo tenía, yo era muy feliz a su lado y, nunca en mi vida había pensado en huir o atentar contra mi vida; sin embargo, desde la vez que los gemelos alfa se hicieron cargo de la manada, yo intenté suicidarme más de una vez. 

    Después de que me descubrieron intentando hacer ello, fui severamente castigada durante una semana, estuve encerrada en un lugar oscuro sin comida ni agua; además, estaba encadenada a una cadena de plata que era realmente muy dolorosa para cualquier hombre lobo. 

    Tras esa experiencia cercana a la muerte, dejé de intentar lastimarme y, elegí vivir en el infierno que todos en mi manada llamaban hogar; pero, sabía perfectamente que, en el fondo, no todos eran tan felices como aparentaban.  

    En realidad, los gemelos eran los alfas de los que más se hablaba en todas partes y, quienes a la edad de quince años se ganaron su primer apodo como los gemelos Lucifer; sin embargo, algunos ancianos que quedaban en la manada, decían que ellos no siempre fueron así.

    No obstante, no se atrevieron a hablar mucho de ello por temor a lo que pudieran hacerles; pero, lo poco que dijeron fue que, hubo un incidente que sucedió hace años y, que los convirtió en los peores alfas en toda la historia de los hombres lobo. 

    Por otra parte, a pesar de que eran fríos y peligrosos, hubo algunas cuantas lobas que intentaron seducirlos; lamentablemente, siempre terminaron muy mal, ya sea muertas o heridas. 

    De hecho, tras ver su actitud, muchos pensaron que eran homosexuales y, yo también comencé a pensar que tenían razón; después de todo, habían pasado cinco años y todavía no tenían ni una Luna, reproductora o pareja. Es más, durante esos años, nadie le había visto nunca ni una sola mujer, ni en la cama ni en su oficina. 

    A decir verdad, no podía negarse que, los gemelos eran los hombres más guapos, tranquilos, trabajadores e inteligentes de toda nuestra manada; pero, también eran muy despiadados, peligrosos y, actuaban sin piedad.  

    En realidad, hice lo mejor que pude para mantenerme alejada de ellos y de cualquier alto mando; pero, se estaba poniendo difícil porque hace una semana atrás, los alfas gemelos ordenaron a nuestros mayores que retomaran las reglas originales, la cultura y la vida de nuestra manada. 

    De hecho, que se retomara ello significaba que la elección de un omega se llevaría a cabo tarde o temprano; así que, sabiendo eso, millones de preguntas se vinieron a mi mente: ¿Por qué ahora estaban reanudando nuestra cultura y la regla de la manada después de años? ¿Fue porque querían tener un cachorro o, estaban cansados de los rumores que circulaban? ¿Qué es lo que desean?

    La verdad es que, nadie sabía porque hacían eso y, todo lo que yo sabía era que mi decimoctavo cumpleaños era solo en una semana; por ello, tenía en claro que, si encontraba a una pareja, le suplicaría sin pensar que se escapara conmigo. 

    En realidad, debido al vínculo de pareja que compartiríamos, estaba segura de que él estaría de acuerdo con mi pedido; después de todo, cualquier pareja trataría de proteger a su amada sin importar las consecuencias. 

    Tras pensar en ello, me levanté de mi pequeña cama y, me acerqué ligeramente a la ventana con un suave suspiro; no obstante, no podía dejar de pensar que, mi deseo de cumpleaños era unirme a un guerrero. 

    De hecho, no quería que fuera un delta o beta, porque ya había visto la forma en que actuaban alrededor de su pareja y, la verdad es que, no todo era color de rosas; es más, en su mayoría, vivían una vida miserable. 

    Chapter 2

    Desde el punto de vista de Mia. 

    Mia, ya deja de holgazanear, ¿acaso quieres que te castigue?, preguntó furiosamente Margret, la jefa omega de nuestra manada. 

    No, para nada. Lo siento mucho, señora, murmuré delicadamente y, continué mi trabajo limpiando con total cuidado todo el piso de la empacadora. 

    A decir verdad, no tenía la intención de holgazanear y, mucho menos, de actuar como toda una perezosa; es solo que, en ese momento, mi mente estaba tan desconcentrada y no dejaba de pensar en el próximo evento. En realidad, yo no quería asistir a la reunión que se realizaría; después de todo, aparte de odiar el hecho de que los omegas debían vestirse bien, también me molestaba el tener que hacer lo posible para complacer incansablemente a los alfas. 

    Vamos, apresúrense, agreguen más presión a sus manos. Todo debe quedar impecable, ordenó la jefa omega y, tras decir ello, salió con total firmeza del lugar.  

    En realidad, para mí, algunos de mis principales temores era el ser rechazado por mi pareja o, lo que es peor, recibir mi primer celo sin siquiera encontrarlo; ya que, la mayoría de las omegas de nuestra manada, fueron rechazadas por sus parejas por el simple temor de tener que enfrentarse al alfa si terminaban eligiendo a la misma omega. 

    Además, las omegas que entraban en celo antes de encontrar a sus parejas, terminaban siendo entregadas como medio de recompensa o liberación a los altos mandos; no obstante, como toda esa situación se ponía mucho más complicada y horrible, la mayoría de las omegas terminaban embarazadas. 

    De hecho, si la persona que las había embarazado era lo suficiente amable, podía permitir que la omega se quedara con el cachorro; sin embargo, si de plano no tenía corazón, él podía lograr que la omega fuera expulsada de la manada y, sobre todo, hacer que aborte a la fuerza. 

    A decir verdad, yo sabía perfectamente que, tras el aborto o el exilio, muchos de las omegas terminaron enloqueciendo complemente y, hasta traumados por lo que vivieron; por ello, yo no quería que eso me pasara a mí. 

    Trabaja... trabaja... concéntrate en tu trabajo y no piense más en eso. Sí, eso es, debo dejar de pensar en ello, murmuré para mí misma; aunque, no pude evitar sentirme un poco inquieta, cuando tuve el presentimiento de que alguien me estaba mirando fijamente. 

    De hecho, durante los últimos dos años, yo había sentido que más de una persona me observaba desde lejos; pero, no había descubierto absolutamente a nadie y, como en ese momento tampoco vi nada alrededor, simplemente gemí molesta y, continué limpiando el piso. 

    En realidad, no puedo negar que, al principio solo sentí que era una persona la que me observaba; pero, conforme el paso del tiempo, ese sentimiento se transformó en dos. La verdad es que, al sentir ello, intenté e hice lo mejor que pude para inhalar el olor de esa persona; pero, por más que traté, no pude captar ni uno solo e, incluso me pareció que su olor estaba perfectamente enmascarado. 

    En realidad, parecía que me estaba volviendo un poco loca, pues no solo no veía a nadie a mi alrededor; sino que también, porque solo sentía ese sentimiento cuando no había gente cerca de mí. 

    De hecho, era normal que los betas, los deltas y los guerreros se fijaran en la hermosas omegas y empezaran a espiarlas para saber de ellas; sin embargo, yo no era hermosa o, al menos, así era como me consideraba. 

    Al no encontrar sentido a eso, dejé de pensar en esas cosas y, empecé a tararear mi canción favorita para seguir con mi trabajo; de hecho, no debía haber ningún problema para cumplir con nuestros trabajos, pues cada omega ya sabía su deber y el papel que debían cumplir. 

    En realidad, mi trabajo principal era limpiar los pisos de la empaquetadora todas las mañanas; puesto que, las habitaciones de los altos mandos estaban fuera de mi alcance y, además, solo permitían ingresar a una persona mayor que ya había experimentado su celo. 

    No obstante, tras terminar con mi trabajo, se suponía que debía ayudar con el lavado a los alrededores y, solo si tenía suerte después de acabar, podía comer algo; pero, si definitivamente mi suerte era tan mala, tal vez ni siquiera encontraba nada que comer. 

    ¡Mia! ¡Mia! ¡No estás emocionada!, entró gritando Megan con total entusiasmo y, provocando que me sobresaltara un poco; es más, sin poder evitarlo, le grité muy furiosa: ¡Meg!

    ¡Ups! Lo siento, ¿te asusté?, me preguntó Meg de manera sarcástica y, con una amplia sonrisa en el rostro. 

    Sí, lo hiciste, respondí con total firmeza; sin embargo, al sentir que la extraña mirada sobre mí se detuvo, giré rápidamente para intentar notar algo. 

    Bueno, en serio, lo siento, volvió a disculparse Meg; pero, esta vez, se sintió más su arrepentimiento. 

    Ya no hay problema, está bien. Oye, cuando ingresaste aquí, ¿no tuviste la sensación de que alguien te estaba mirando?, le pregunté con gran curiosidad e inquietud. 

    Después de que le pregunté eso, Meg miró fijamente a su alrededor, se arrodilló a mi lado y, me susurró: Sí... lo sentí

    ¿En serio? ¿De verdad?, pregunté con gran inquietud, pues finalmente alguien había sentido lo mismo que yo. 

    Sí, claro, y también se quién fue, me respondió Meg en un susurro; así que, sin dudar ni un solo segundo, dejé rápidamente de fregar y, me acerqué a ella.

    ¿Quién?, pregunté rápidamente y, con gran curiosidad por escuchar su respuesta; sin embargo, jugándose nuevamente, Meg simplemente respondió: Mi miedo y mi conciencia

    De hecho, me enojó tanto su respuesta que, no pude evitar verla furiosamente mientras ella se reía a carcajadas; es más, sin dudarlo, le susurré llena de ira: Psicópata.

    Mía, por favor, ya deberías acostumbrarte a ese sentimiento. Mira, en primer lugar, esta es una manada llena de machos dominantes; en segundo lugar, eres una omega muy hermosa que atrae fácilmente la atención de todos y, por último, tú..., me empezó a explicar Meg con total firmeza. 

    No obstante, yo estaba tan aturdida y confundida por la situación que, la interrumpí inmediatamente y, le dije: Bueno, ya, es suficiente

    Pero, ¿qué?, exclamó Meg un poco confundida; no obstante, con la mirada imponente en ella, le respondí con seriedad: Ya has dejado en claro tu punto

    Mia, ¿cuándo te aceptarás tal y como eres? La verdad es que, creo que el día que te aceptes como una verdadera omega, ese día llegarás a amarte a ti misma y, sobre todo, comprenderás que has sido muy bendecida para nacer tan hermosa, me dijo Meg, quien luego se levantó apresuradamente. 

    Meg, yo no soy como tú. De hecho, tú ya tuviste tu primer celo y ahora te sientes más libre; incluso, aunque todavía no hayas conocido a tu pareja, tuviste suerte de que el hombre que te cuidara no fuera otro que Christopher, respondí con total firmeza. 

    En realidad, debido a que Christopher era la mano derecha de los gemelos, todos en nuestra manada sabíamos quién era él; no obstante, aunque era muy parecido a ellos, también era completamente diferente. De hecho, él era muy bueno en el combate cuerpo a cuerpo, su lobo era uno de los más grandes y el más fuerte de la manada; es más, cuando hablaba con total seriedad, se volvía tan aterrador y, mataba y torturaba a todos los que faltaran el respeto. 

    Sin embargo, cuando se trataba de mujeres, aquel hombre parecía otra persona, era amable, amistoso, comprensivo y, a pesar de que muchas mujeres quisieron estar con él, Christopher finalmente tomó la decisión de con quién pasar la noche; incluso, aunque no entendía exactamente el por qué, él prefería y se sentía mucho más atraído por las mujeres que tenían baja autoestima y poca confianza. 

    A decir verdad, antes de su primer celo, Meg siempre se apartaba de todos, rara vez me hablaba y, por lo general, lloraba cuando la molestaban; es más, estaba tan triste y desconsolada que, cuando tuvo su primer celo, ella trató de suicidarse. 

    En realidad, se suponía que ese día Meg debía estar con uno de los guerreros líderes, pero Christopher intervino rápidamente y la reclamó para pasar la noche con ella; así que, como él era de sangre beta, nadie se atrevió a oponerse a él y, terminaron por aceptar su pedido.

     Al día siguiente, Meg salió con una versión diferente a ella, estaba realmente muy feliz y, más segura de lo que yo podría sentirme; no obstante, como no quería preguntarle qué había pasado durante su celo, simplemente me quedé callada y, sin la intención de volver a mencionar ello. 

    Bueno, ¿qué puedo decir? La verdad es que, tuve mucha suerte, respondió Meg muy segura; mientras que, yo solo me puse de pie y, me reí suavemente. 

    Claro, tuviste suerte, respondí con delicadeza y, me agaché ligeramente para tomar el balde de agua y la fregona; sin embargo, cuando regresé la mirada hacia arriba, noté que Meg estaba haciendo una educada reverencia. 

    Vaya, deja de hacerte la loca, exclamé sarcásticamente, mientras me reía a carcajadas y le tiraba el trapeador que tenía en mi mano; es más, sin dudar ni un segundo más, me giré inmediatamente y, choqué contra el pecho de alguien frente a mí. 

    En ese momento, mi corazón se aceleró instantáneamente y, mi miedo creció tanto que, ni siquiera podía levantar la mirada para saber de quién se trataba; sin embargo, tenía muy en claro que, aquella persona debía de ser un alto mando, pues Meg le hizo reverencia para mostrar su respeto y sumisión.  

    La próxima vez, tenga más cuidado y miré por dónde va, bella dama, escuché la voz de Christopher frente a mí; así que, miré inmediatamente hacia arriba y, finalmente pude respirar aliviada cuando lo vi sonreír. 

    De hecho, no podía negar que se veía realmente guapo y amable; así que, con una ligera y agradable sonrisa en mi rostro, le respondí: Lo siento, señor, no volverá a pasar.

    Sin embargo, mi sonrisa se desvaneció instantáneamente cuando vi a los gemelos bajar las escaleras; es más, muy nerviosa por aquel encuentro, simplemente añadí con ligereza: Hasta luego, señor

    Después de decir eso, giré rápidamente y, me alejé apresuradamente de aquellas personas; mientras que, al verme salir, Meg también corrió detrás de mí. 

    Cuando finalmente estuvimos un poco lejos de ellos, Meg me preguntó rápidamente y, de manera sarcástica: Por favor, Mia, 'hasta luego señor', ¿quién le dice eso a un alto mando?

    Bueno, me asusté cuando vi que los gemelos se acercaban; no pude evitar entrar en pánico, le respondí con total honestidad; pues, tenía mucho miedo por aquel encuentro. 

    ¿Por qué? No te harían nada a menos que hagas algo malo, ¿no crees? De todos modos, ¿viste cómo se veían?, me preguntó Meg con gran curiosidad. 

    No, ni siquiera quería tener la intención de verlos. Meg, nuestra regla es nunca mirar a los ojos a los altos mandos; pero, hoy la rompí cuando miré a Christopher. Por suerte, no miré por mucho tiempo a los gemelos; así que, espero no meterme en problemas, le respondí con honestidad y, muy nerviosa por la situación. 

    Sí, tienes razón, yo también espero eso, dijo Meg, quien luego caminó hacia mi lado para finalmente dirigirnos a nuestras habitaciones. 

    De hecho, en ese momento, no pude evitar suspirar nerviosamente y, rezar para que los gemelos alfa no me hicieran nada; pues, en definitiva, yo no quería tener nada que ver con ellos. 

    Chapter 3

    Desde el punto de vista de Mia.

    Mia, Mia, despierta, me llamó Meg suavemente, mientras me sacudía del brazo con ligereza. 

    ¡Hmm! ¿Qué pasa?, murmuré con total delicadeza; luego, me giré cuidadosamente y, miré confundida al otro lado.

    Meg, hay una pelea afuera e, involucra a nuestros alfas. Vamos, echemos un vistazo, respondió Meg con ligereza. 

    Al escuchar ello y, sin dudar ni un solo segundo, me levanté apresuradamente, me puse de pie y, pregunté con delicadeza: ¿En serio?

    Mia, ya, apresúrate, vámonos rápido, ordenó Meg de inmediato y, con muchas ganas de averiguar lo que pasaba; es más, sin demorar ni un segundo más, tomó apresuradamente mi mano y, me sacó corriendo de la habitación. 

    No obstante, como yo no estaba del todo despierta, no pude evitar parpadear un par de veces para quitarme el sueño que tenía; sobre todo, para poder igualar el ritmo de Meg e, intentar seguirle el paso. 

    De hecho, sin saber exactamente el porqué, yo tampoco podía resistirme más las ganas de ver lo que estaba sucediendo afuera; después de todo, eran realmente muy temprano para que se armara un escándalo.  

    ¿Qué? A mí no me miren así; porque, no me asustan. Ustedes, solo son unos maricones de m*erda, gritó Emmanuel con total fiereza y, completamente descontrolado; mientras que, sin poder evitarlo, las personas alrededor empezaron a murmurar y temblar de miedo. 

    Al oír aquellas palabras, no dudé ni un segundo más y, aceleré rápidamente el paso; luego, cuando finalmente salí de la empacadora, vi a varios miembros de la manada parados firmemente observando la escena.

    Por su parte, Emmanuel estaba completamente borracho como de costumbre e, incluso, parecía que ni siquiera tenía idea de lo que hacía; ya que, se paró frente a los gemelos alfas que estaban parados tranquilamente en su puerta. 

    No obstante, a pesar de que mantenían un carácter tranquilo frente a todos, en el fondo, nosotros sabíamos que ellos estaban realmente furiosos; después de todo, nadie nunca antes se había atrevido a llamarlos abiertamente homosexuales. De hecho, era claro que, con toda esa escena que hizo, Emmanuel estaba literalmente cavando su propia tumba.

    Es más, riéndose a carcajadas y, señalándolos arrogantemente con el dedo, el hombre borracho les preguntó sarcásticamente: Bueno, díganme, ¿cómo lo hacen? .

    Al escuchar todo lo que se decía, rápidamente traté de abrirme paso con total cuidado y, me acerqué un poco más hacia ellos; después de todo, quería poder ver claramente la reacción de los gemelos al oír las palabras de Emmanuel. 

    Entre tanto, sin estar plenamente consciente de lo que hacía, Emmanuel miró fijamente a su alrededor durante nos minutos y, luego volvió a mirar a los gemelos alfa con una amplia sonrisa en el rostro. 

    A decir verdad, no pude evitar sentirme un poco mal por él, pues Emmanuel era uno de los mejores guerreros de nuestra manada y, también era muy amable y servicial con todos; sin embargo, una vez que bebía, se convertía definitivamente en otra persona, insultaba a cualquiera que se le cruzara y, acosaba agresivamente a las lobas, ya sea que estén apareadas o no. 

    No obstante, tampoco podíamos negar que, era muy difícil para los hombres lobos poder emborracharse solo bebiendo alcohol; sin embargo, una vez que se mezclaba con unas gotas de acónito, el sistema inmunológico se debilitaba completamente y, provocaba que se emborracharan con facilidad. 

    De hecho, para un hombre lobo, una sobredosis de acónito se volvía totalmente letal y, podía provocar la muerte en el acto; es más, actuaba como cualquier veneno para los hombres lobo, ya sea la plata o la oitis roja. 

    En realidad, la oitis roja era una flor que rara vez se encontraba en las montañas y, su jugo servía como un verdadero veneno tóxico que descomponía cualquier ser sobrenatural; es más, era realmente eficaz, actuaba en solo cinco minutos y, no tenía cura. 

    Por su parte, al ver la actitud de Emmanuel, Christopher no dudó en intervenir de inmediato; es más, con los brazos cruzados y, aún de pie junto a los gemelos, el hombre lo miró fijamente y le aconsejó con seriedad: Emmanuel, ¿qué tal si vas a descansar un poco? .

    Oye, beta, ¿y tú qué? ¿por qué estás interesado en hablar en su nombre? Dime, ¿acaso no tienen boca o, tú eres su z*rra en turno? , preguntó a Emmanuel sarcásticamente; mientras que, las personas a su alrededor, no pudieron evitar sorprenderse por sus palabras. 

    Tras oír sus palabras, Christopher gruñó a modo de advertencia e, quiso

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