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La compañera del lobo: Mordiscos desnudos, #2
La compañera del lobo: Mordiscos desnudos, #2
La compañera del lobo: Mordiscos desnudos, #2
Libro electrónico65 páginas1 hora

La compañera del lobo: Mordiscos desnudos, #2

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Como miembro leal de la Manada de la Montaña Desnuda, Derek Wolfe es un lobo cambiante, contento con su vida y de cuidar a su familia. Sin embargo, año tras año, está teniendo una profunda sensación de que algo le falta. Aún así, nunca esperaba encontrar a ese algo perdido mientras corría con sus compañeros de manada a lo largo del territorio de la Montaña Desnuda un día.

Cuando Mia Barry salió a correr para escapar de su padre Gavin, un oso alfa cambiante, dominante y gruñón, nunca soñó que se toparía de frente con la pieza perdida que había estado buscando, una que le quitará el aliento y la sacudirá hasta la médula.

Pero como Derek es un lobo cambiante de la misma manada que abandonó a su madre hace casi veinte años, deberá demostrar que su amor por Mia es verdadero y profundo antes de que su padre le permita irse con él, incluso si Derek es su compañero.

Advertencia: cuando un lobo de la Manada de la Montaña Desnuda encuentra a su única compañera, está destinado a servirla y a protegerla de por vida. Pónganse cómodos porque esta es una historia de compañeros predestinados que nos enganchará desde la primera página: ¡disfruten!

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 jun 2020
ISBN9781071543474
La compañera del lobo: Mordiscos desnudos, #2

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    5/5
    Estoy fascinada con estas lecturas, las considero hasta didácticas, se las he recomendado a mis amigas para que instruyan a su esposo en cuanto a su vida sexual y dicen que están muy complacidas.....
    Gracias Aria por compartir tu talento.

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La compañera del lobo - Aria Cole

CAPÍTULO UNO

Mia

—Voy a salir a correr. No lo puedo soportar más —grité a mi padre al ponerme los zapatos.

—No puedes huir, Mia. Aún no hemos terminado —dijo, abalanzándose sobre mí, tratando de usar su enorme cuerpo como una forma de intimidación.

—Esto no funcionará conmigo. Te olvidas de que soy tu cría. Preferirías morir antes que herirme o quebrar mi espíritu. No soy uno de tus malditos lugartenientes.

Miré fijamente a mi padre, algo que solo recibía de mi madre y de mí. Todos los demás en la comunidad no se atreverían a hablar en su contra por miedo a las consecuencias.

Mi padre se frotó la cara y sus hombros se movieron sucesivamente.

—Mia, vete a correr, cariño. —Mi madre se volvió hacia mi padre—. Gavin, démosle tiempo a todo para que se enfríe antes de que las cosas se salgan de control —dijo colocando su mano en la espalda de mi padre y frotando suavemente.

Ver a mis padres juntos solidificó el poder de un vínculo de unión. Nada en el mundo entero podía domar al oso de mi padre como el toque de mi madre. Sonreí a mi madre, agradecida por su intervención. Antes de que mi padre tuviera la oportunidad de decir algo más, salí corriendo por la puerta, dando un portazo detrás de mí.

Ser la hija de un dominante oso alfa no era fácil. Desde el momento en que entré al mundo, fui pupila del líder más feroz que el Clan de la Montaña Desnuda había tenido.

Mi padre era demasiado controlador. Sabía que no lo hacía para volverme loca, sino porque me quería con locura. Esa era la naturaleza del oso, proteger a sus seres queridos a cualquier precio, pero lo que mi padre no entendía era que su protección se sentía como una soga alrededor de mi cuello.

Dejar la casa para ir a la universidad no era la peor cosa del mundo. Quería estar en una ciudad más grande y necesitaba conocer cosas más allá de estas vastas montañas.

Mi padre me había entrenado bien y yo lo tenía todo bajo control. Estaba segura de que no iba a cambiar de forma de repente, de esta manera exponiendo a los nuestros al mundo exterior.

No era estúpida y nunca habría arriesgado el modo de vida de otros como nosotros.

Seguí corriendo, la tierra yacía blanda bajo mis pies y dejaba atrás mi drama familiar y el de mi clan. Ser una cambiaforma había arruinado toda mi vida. Odiaba estar encadenada a mi biología sin poder liberarme. Lo único que me gustaba de ser una cambiaforma era que podía correr durante horas sin cansarme. Correr era la única libertad que había conocido.

Estaba tan ensimismada y no prestaba atención a lo que me rodeaba, algo por lo que mi padre me habría castigado. Siempre necesito estar alerta, me advertía implacablemente. Aunque este área era territorio del Clan de la Montaña Desnuda, también bordeaba con el territorio de una manada de lobos y de una manada de leones de montaña, que podían herir gravemente a un oso si deambulaba solo.

Cuando el olor me llegó por primera vez, debería haberme asustado. Debí haberme dado la vuelta y correr hacia el otro lado, pero había algo que me retenía allí, inmóvil y sin moverme.

Lobos.

Pero este olor no era el olor normal que desprendían. Normalmente algo rancio flotaba en el aire cuando un lobo estaba cerca, tan pútrido que causaba una sensación de ardor en mi garganta. El único lobo que había olido dulce para mis sentidos era mi madre, pero era normal que un cachorro experimentara eso con sus padres. El olor de mi padre era el mismo para mí. Eran el aroma de la seguridad, la comodidad y el amor.

Esta vez, los olores se mezclaban, un toque agrio bailando entre las notas de chocolate y azúcar.

De entre los árboles del bosque salieron tres lobos, con los ojos fijos en los míos mientras me acechaban lentamente, cada movimiento era metódico.

Eran hermosos, gráciles y, sobre todo, mortales.

Dos

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