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Por Siempre Con El Lobo
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Libro electrónico67 páginas1 hora

Por Siempre Con El Lobo

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Información de este libro electrónico

El rebelde exsoldado Garrett Kiern tiene un gran problema: la mujer que ama se ha comprometido con otro hombre lobo, y es un acuerdo del que no puede escapar sin graves consecuencias.


Cuando Kiley aparece en su puerta meses después, buscando otra oportunidad, Garrett no lo toma muy bien. De hecho, le grita y luego desaparece. Él podrá quererla, pero no cabe duda de que tampoco confía en ella.


Kiley sabe que si quiere a Garrett como su pareja, tendrá que arriesgarlo todo y hacer mucho más que solo mostrar algo de piel. ¿Podrá hacer lo que se necesita para capturar su «felices por siempre»?

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 sept 2020
Por Siempre Con El Lobo

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    Por Siempre Con El Lobo - Kayla Gabriel

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    Garett Kiern se tomó un quinto shot de tequila e hizo una mueca al sentir que le quemaba de camino al estómago. Golpeó el pequeño vaso en la barra de madera rústica, boca abajo. Dio la vuelta desde el bar y se recostó sobre sus codos en la barra para mirar el lugar. Era un antro oscuro y sin estilo, con una simple barra por un lado y unas pocas mesas por el otro.

    El bar se encontraba al oeste de San Juan, lo cual atraía a clientes de toda la capital costarricense por solo una razón: la pista de baile. Había una banda en vivo en el escenario tocando merengue, y las parejas colmaban la pista de baile de abajo.

    Sin embargo, no era el lugar de Garrett. Prefería las tabernas irlandesas, la clase de lugares en los que un hombre estaría solo con sus ideas y el whisky. Aun así, miraba al público, expectante. Era sábado por la noche, todos estaban bien vestidos. Los hombres llevaban ropa simple pero limpia, con mocasines negros y camisas blancas. Las mujeres lucían coloridas flores, vestidas en los tonos más brillantes, y sus labios y ojos se destacaban con buen maquillaje. Las parejas se movían con la música, bailando juntos y meneando las caderas contra los cuerpos de sus compañeros.

    Garrett inhaló profundamente. Allí. En medio de la multitud. Vio un destello de cabello castaño y el simple vestido lila que lucía.

    Kiley Russell se movía con perfecto ritmo, mirando atentamente a su apuesto prometido de cabello oscuro. Brad Hurst, el gilipollas con más suerte que conocía, aunque Garrett estaba seguro de que Brad no lo sabía. Mientras tanto Garrett miraba cómo Brad le hizo dar un giro a Kiley en un movimiento espontáneo demasiado rápido, no la cogió lo bastante fuerte y ella tambaleó. Kiley bajó el ritmo y meneó la cabeza, perdonándole el error, pero Brad le contestó con dureza y ella palideció.

    Apartándose de la sujeción de su pareja, Kiley salió de la pista de baile y caminó en línea recta hacia Garrett. Y, joder, ver que se acercaba a él casi le provocó un vuelco a su traicionero corazón. No podía evitarlo. Así eran las cosas entre ellos, así habían sido desde que Kiley y Brad habían ingresado a Luna Security hacía casi un año.

    La miró acercarse, incapaz de dejar de admirarla. Medía solo metro setenta de alto y tenía largos y oscuros rizos sueltos que le llegaban hasta la cadera, la tez clara, unos enormes ojos verdes, labios de un perfecto rosado pálido y una sonrisa que podría derribar a cualquier hombre durante semanas. Siempre llevaba vestidos, usualmente de color pastel y hasta la rodilla, adheridos a sus curvas de una forma embriagadora.

    Aunque era delgada y aparentemente delicada, de hecho, estaba en sus mejores momentos cuando se enfadaba. La chica podía enfurecerse y lanzar insultos como nadie; su lengua era tan filosa como para desollar a un enemigo vivo. Era solo una de tantas pequeñas sorpresas, una de las tantas cosas asombrosas de Kiley que provocaba que el estómago de Garrett se revolviera cuando la miraba.

    Por docenas de misiones, el equipo de ocho integrantes estuvo repleto de trabajo; permaneció en cuartos pequeños, rescató víctimas secuestradas, bloqueó tráficos ilegales de armas y resolvió situaciones de rehenes. Habían trabajado en Tailandia, Nueva Zelanda, dos veces en Irán, dos veces más en Costa Rica y una vez en Brasil… Joder, hasta habían tenido una misión en Dakota del Sur trabajando a favor de un grupo de nativos americanos forzados a entregar la tierra en la que habían vivido por doscientos años.

    Garrett y su compañero de negocios Elijah habían tomado una variedad de trabajos paramilitares que requerían ser manejados delicadamente por un equipo de operativos altamente preparados. Kiley se había unido al equipo por insistencia de Brad. Ellos necesitaban el conocimiento médico y la experiencia como piloto de Brad para una misión específica. Kiley había entrado para ser su persona al mando en la base y encargarse de todo lo relacionado con comunicación, investigación y tecnología.

    Kiley era más que alguien que solo contestara teléfonos. Su verdadero valor eran sus contactos, pues había estado en la CIA por años reclutando y entrenando asesores de inteligencia de todo el mundo. Para Kiley, era tan simple como hacer nuevos amigos. A donde fuera que iba, hablaba con la gente, aprendía sus historias y preguntaba

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