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El Atraco Al Alfa: Romance Paranormal Con Cambiaformas
El Atraco Al Alfa: Romance Paranormal Con Cambiaformas
El Atraco Al Alfa: Romance Paranormal Con Cambiaformas
Libro electrónico107 páginas1 hora

El Atraco Al Alfa: Romance Paranormal Con Cambiaformas

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Un alfa, un ladrón y una aventura de toda una vida.

El alfa mantiene lo que es suyo...
Nadie roba a Luke Torres. Su fortaleza es legendaria y su manada de leones es mortífera, lista para enfrentarse a cualquier amenaza. Cuando Luke conoce a Mel, ella lo deja impresionado con un beso abrasador, pero cuando se vuelven a encontrar, son captor y cautiva en un enfrentamiento mortal de gato contra gato.
El ladrón está a la altura...
Desde el momento en que Mel acepta el encargo, sabe que podría ser imposible. Pero para la principal ladrona del mundo sobrenatural, hace que lo imposible sea un reto irresistible. Especialmente cuando el pago por este trabajo la acercará a la venganza.
Cuando el trabajo se va a la mierda, se encuentra en la boca del lobo y se enfrenta al hombre más seductor que jamás haya conocido.
¿Podrá terminar el trabajo antes de que algo más resulte mal?
IdiomaEspañol
EditorialTektime
Fecha de lanzamiento22 jul 2021
ISBN9788835426554
El Atraco Al Alfa: Romance Paranormal Con Cambiaformas
Autor

Kate Rudolph

Kate Rudolph never knows when to stop. Whether it’s riding her bike down the busy streets of Austin, Texas, fixing computers, or shooting off answers to trivia quizzes, she is doing something. She began writing at a young age and now has a stack of projects as tall as her. When she was a child, she visited a wolf sanctuary and became fascinated by the animals. She is concerned with animal conservation and protection. Kate has published one complete series, Stealing the Alpha, and several stand alones. Want to know when she releases a new book? Sign up to her mailing list to receive notifications of new releases and deals. The link can be found here: http://katerudolph.net/index.php/subscribe You can also find her on Facebook: https://www.facebook.com/katerudolphauthor Her website is www.KateRudolph.net

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    El Atraco Al Alfa - Kate Rudolph

    1

    Capítulo Uno

    El trabajo se fue a la mierda instantes después de que Mel tomó la unidad flash de la bóveda. Y bóveda era un término muy sobrevalorado para esa lamentable excusa de caja fuerte. Todo esto debería haber sido mucho más complicado. Por lo que podía decir, la empresa estaba dirigida por un grupo de científicos que no tenían ni idea acerca de seguridad real.

    Tanto mejor para ella.

    Aún mejor, la ridícula seguridad lo convertía en un trabajo de un solo hombre, o mujer. Más dinero para ella y menos personas propensas a estropear algo. Tal como a ella le gustaba. Mientras corría por el último pasillo del edificio, no se permitió pensar acerca de cómo Krista y Bob podrían haberle puesto las cosas un poco más fáciles. Era perfectamente capaz de trabajar sola, y lo había hecho durante un tiempo.

    Los ladridos de los perros precedieron a las pisadas de los guardias de seguridad. Sin problemas, Mel podía dejar atrás a los guardias. Los perros eran otro asunto. Esperaba que no la alcanzaran. Ella tenía colmillos más afilados y garras mucho más desagradables, pero la violencia contra los inocentes nunca había sido una opción. Lo haría si fuera necesario, pero los animales no se lo merecían.

    ¿Qué diablos había activado esa maldita alarma?

    Atravesó de golpe las puertas dobles, apenas sintiendo el impacto antes de correr a toda velocidad por el estacionamiento, con la única luz proveniente de las débiles farolas. Mel se habría estado pateando ella misma si hubiera podido ahorrar energía. Su auto estaba a casi medio kilómetro de distancia. No había motivo alguno por el que debería haber tenido que correr esa distancia. Estaba segura de que ella no había disparado ninguna alarma.

    Y, sin embargo, aquí estaba, corriendo como loca para huir de la escena.

    Pero, bueno, lo haría. La otra única posibilidad era ser capturada por idiotas humanos y sus mascotas. O, matarlos a todos. Ninguna opción la atraía, así que sería correr endemoniadamente. Dejó atrás el estacionamiento y llegó a la hierba del pequeño bosque que bordeaba la oficina. Este campo se integraba a la perfección con la naturaleza para proporcionar un hábitat más saludable a los empleados. Mel aún no había visto que un edificio corporativo lograra integrarse con éxito con la naturaleza, y esta instalación de investigación no era diferente.

    Los grillos chirriaron y las criaturas nocturnas se ocultaron cuando pasó junto a ellos. Igual lo habrían hecho si ella fuera una persona normal, pero su olor se sumaba a su confusión, lo que debió haberlos asustado aún más. La media luna estaba en lo alto, brindándole una moteada luz, más que suficiente para atravesar el bosque.

    Aunque ella podía ver con claridad, los guardias de seguridad no. Seguía escuchándolos, pero había desacelerado su carrera. Así también los perros. Muy bien.

    Después de correr unos pocos metros más, el silencio la envolvió. El bosque tenía el mismo aspecto, pero todo el sonido se desvaneció. Mel miró detrás de ella y vio el más tenue resplandor del aire. Levantó la mano lentamente y empujó hacia adelante. El aire se resistió.

    Una protección.

    Podría haber empujado más; esto no estaba destinado a mantenerla prisionera. Pero su curiosidad la superó. «Muéstrate, bruja». Dejó que la amenaza se mostrara en su voz. No era un gruñido.

    Una mujer salió de entre las sombras. «¿Realmente así te vas a dirigir a mí, Mellie?». Parecía tener unos cuarenta años, aunque Mel nunca se había enterado de su edad exacta. Cualquiera con magia podía lanzar un hechizo y parecer tan viejo como quisiera. Las apariencias no significaban nada cuando una persona podía tener treinta o trescientos años. La mujer vestía pantalones negros y una blusa gris oscuro, mucho mejor para adaptarse tan tarde en la noche. Su única joya era un par de sencillos aretes de diamantes casi oscurecidos por el cabello castaño que le caía por los hombros.

    Algunas cosas encajaban mejor ahora. «Hola, Tina. ¿Tú activaste la alarma?». Estaba sorprendida de su propio desprecio, hacía mucho que estaba acostumbrada a las payasadas de Tina.

    Tina reía, con una carcajada que habría resonado en el bosque si no fuera por la protección. «Quizás te estás volviendo descuidada».

    Mel se tragó la respuesta que desesperadamente quería darle. «Si soy descuidada, ¿por qué me ofreces un trabajo?».

    Tina se llevó una mano al pecho y se quedó boquiabierta: parecía la imagen de la inocencia. «Estoy dolida, querida. Tal vez solo quería hablar».

    «¿En medio de un bosque con guardias persiguiéndome?». Mel se apoyó contra uno de los robustos robles, accediendo. «Bien, hablemos».

    Tina se echó el cabello hacia atrás de los hombros y puso sus manos en su cintura. «La Esmeralda Escarlata».

    Si Mel hubiera estado sosteniendo algo, lo habría dejado caer. Tal como estaba, apenas mantuvo su expresión neutral. «¿Qué te hace pensar que no me insulta esa sugerencia?». La Esmeralda Escarlata era legendaria entre las criaturas con forma cambiante, los cambiaformas.

    Tina se burló. «Por favor, harías cualquier cosa si el precio fuera el correcto».

    Ese pequeño comentario hizo que Mel quisiera rechazar por completo todo. ¿Quién diablos se creía Tina que era? Algún ladrón de poca monta que no podía ser una bruja. No una poderosa, de todos modos. Pero Mel no estaba lista para quemar ese puente. No ahora. «Quizás haya, quizás, tres personas que podrían lograrlo. Y esto es todo lo que se me ocurre». Ella levantó un dedo, «Hace dos años, Cyn fue cazada por vampiros, ella está fuera de combate. La Reina de Hielo ni siquiera lo intentaría. Eso me deja a mí. Y una vez que me descubran, habrá una recompensa por mi cabeza lo suficientemente grande como para comprar Kansas. No estoy interesada».

    «¿Le tienes miedo a ese gatito?». El desdén brotaba de la voz de la mujer mayor. «Torres, a pesar de su castillo, no podría mantenerte fuera si lo intentara».

    Luke Torres, el alfa de un pequeño clan de gatos, era el actual propietario de la Esmeralda Escarlata. Todos lo sabían. Sin investigación, Mel no sabría mucho más. Obviamente, podía soportar cualquier cosa en una pelea, y su seguridad tenía que ser de primera categoría. Pero ella podía vencerlo.

    Aunque no iba a hacerlo, ya que eso incluía una sentencia de muerte.

    «¿Ni siquiera quieres conocer el precio?», Tina arqueó una ceja. Con un destello de sus manos, colgó un diamante puro suspendido en un colgante de platino. «Por las molestias».

    Inconscientemente y con el corazón acelerado, Mel lo alcanzó. Pero Tina se lo arrebató de nuevo. «¿Es de Ava?», preguntó Mel. El odio burbujeaba en su garganta y podía sentir cómo sus garras arañaban debajo de su piel, listas para arrancarla en el momento adecuado.

    Tina sonrió, «Sí. Digno de un presagio».

    Aceptar el trabajo sería un suicidio. Haría que la mataran, y ​​probablemente también a su equipo. «¿Cuál es el límite de tiempo?». Ella solo quería contar con más información, sin comprometerse.

    «Tres semanas».

    Doble suicidio. No tendría tiempo para prepararse antes de tener que llevarlo a cabo. «Déjame sostener la gema por un minuto».

    Tina la arrojó y Mel la atrapó fácilmente en el aire. Era un diamante largo y delgado, engastado en platino que se retorcía en la parte superior. La cadena era lo suficientemente larga como para llevarla entre los senos de una mujer y la gema era casi transparente. Mel la rodeó con la mano. Podía imaginarse a Ava usándolo, con una gota de sangre adherida a la punta.

    El diamante opuso un poco de resistencia a su mano. Mel lo soltó y lo devolvió a Tina, quien dijo «dile a Krista que le mando

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