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Saga de la ascensión: 2
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Saga de la ascensión: 2
Libro electrónico129 páginas1 hora

Saga de la ascensión: 2

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Leoron de Alera finalmente se ha enterado de cuál es la verdadera identidad de su nueva compañera, pero es capturado por sus enemigos. El tiempo de guardar secretos ha terminado...


Bienvenido a Novias Interestelares®, la nueva Saga de la Ascensión, y al planeta Alera, un lugar donde las mujeres del planeta Tierra no solo encuentran a sus compañeros, sino que luchan por gobernar al mundo.


¡Descárgalo ahora mientras la aventura continúa!

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 nov 2021
Saga de la ascensión: 2
Autor

Grace Goodwin

Sign up for Grace's VIP Reader list at http://freescifiromance.comYOUR mate is out there! Take the test today and discover your match (or two):http://InterstellarBridesProgram.comInterested in joining my not-so-secret Facebook Sci-Fi Squad? Get excerpts, cover reveals and sneak peeks before anyone else. Be part of a closed Facebook group that shares pictures and fun news. JOIN Here: http://bit.ly/SciFiSquadAll of Grace's books can be read as sexy, "stand-alone" adventures.About Grace:Grace Goodwin is a USA Today and international bestselling author of Sci-Fi and Paranormal romance with nearly one million books sold. Grace's titles are available worldwide in multiple languages in ebook, print and audio formats. Two best friends, one left-brained, the other right-brained, make up the award-winning writing duo that is Grace Goodwin. They are both mothers, escape room enthusiasts, avid readers and intrepid defenders of their preferred beverages. (There may or may not be an ongoing tea vs. coffee war occurring during their daily communications.) Grace loves to hear from readers.

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    Saga de la ascensión - Grace Goodwin

    1

    Capitán Leoron Turaya de Alera, compañero de la princesa Trinity, edificio de clérigos, sala de interrogatorios, subnivel tres


    Los golpes y patadas que cayeron sobre mí habían dejado de dolerme desde hacía horas. Estaba entumecido. No sentía dolor, solo podía escuchar el sonido de la piel golpeando la piel, una bota dura contra mis costillas ya rotas y el silbido del aire mientras luchaba por respirar a través de lo que tenía que ser un pulmón perforado.

    —¿Dónde están las mujeres? ¿Dónde están las hijas de la reina? —La voz no pertenecía a mi torturador, sino a uno de los clérigos de más alto rango de Alera—Tres mujeres entraron. Ninguna de ellas salió del edificio. ¿Dónde están?

    —Aún siguen adentro, supongo. —No tenía idea de dónde estaban, todavía seguía impresionado por la revelación de que la mujer, cuyo ardor calmé, la elegida, mi compañera, era la futura reina.

    —La ciudadela está vacía. El santuario fue registrado por la familia real.

    —No hay ningún miembro de familia real en Alera. —Era la verdad en lo que a mí concernía. O, al menos, lo había sido hasta que llegaron Trinity y sus hermanas. Los primos de la reina Celene, aquellos considerados indignos por la ciudadela e incapaces de encender un solo chapitel, no se habían ganado el derecho de llamarse a sí mismos miembros de la realeza. La mayoría de la gente en el planeta estaba de acuerdo. Si no fuera así, habríamos tenido una nueva reina hace años.

    —La familia real registró la ciudadela. Estaba vacía. ¿A dónde fueron las hembras? ¿Cómo escaparon?

    ¿No encontraron a Trinity y a sus hermanas dentro de la ciudadela? ¿Dónde estaban?

    El enorme hombre que hacía todo el trabajo sucio era uno que nunca había visto antes, pero las marcas entintadas que cubrían su cuerpo indicaban que era miembro del ejército privado del clérigo. Un ejército cuya existencia fue sistemáticamente negada en los últimos años, mientras lucharon por el poder después de la desaparición de la reina. Nadie había reclamado el trono en los veintisiete largos años desde entonces. Y ahora, nadie más lo haría, excepto mi compañera. Tres décadas de tramas y conspiraciones terminaron abruptamente con el encendido de unos pocos chapiteles.

    Traté de reír, pero el sonido salió como un jadeo.

    —¿Les preocupa que... sus malvados planes de apoderarse de Alera... se hayan arruinado?

    El clérigo no estaba de buen humor. Asintió con la cabeza al bruto que me golpeaba para que continuara. Yo aún sonreía cuando el primer golpe aterrizó sobre mis costillas ya rotas, apreté los dientes y aguanté, enfocándome en el borde de la larga y elaborada capa que envolvía el cuerpo del clérigo sentado a unos pasos de distancia de mí. La celda estaba helada, pero sabía que su suave y negra envestidura, e incluso su capa plateada, lo mantendrían caliente en condiciones mucho peores.

    Debajo, él vestía como todos los clérigos, con un uniforme de guerrero y una daga ceremonial en la cadera. Sabía que había sido entrenado para manejar la espada mejor que cualquier guerrero estándar de la Coalición. La tela del uniforme era una serie de diseños angulares en color plata y negro, mientras que una extensión de blanco cruzaba su pecho y una capa plateada y brillante adornaba sus brazos. El color plateado era tradición, una muestra de su eterna labor y del respeto por el linaje real.

    Y aparentemente, una completa mentira. Al menos en lo relativo a este hombre. Él era un clérigo de nivel avanzado, un experto en el combate cuerpo a cuerpo, a pesar de que se negó a ensuciarse las manos conmigo, y yo había notado los eslabones plateados de la cadena alrededor de su cuello que reivindicaban su estado ante el mundo.

    A pesar de su figura juvenil, calculé que tendría casi sesenta años debido a profundas líneas de expresión alrededor de sus ojos y su boca, no por reír, sino por fruncir el ceño… justo como lo estaba haciendo en este momento.

    Más de mí estaba roto que entero. El sabor de la sangre llenaba mi boca y tuve que preguntarme si tal vez la escupía debido a una hemorragia interna o si mi boca se había llenado con el espeso líquido oscuro debido a que mis labios y mejillas tenían heridas abiertas.

    No me concentré en nada de eso, ni en las preguntas que me hacía. Todo lo que ocupaba mi mente era la voz esa mujer. Su aroma. Su sabor. La sensación de su coño, de cómo se había contraído y había ordeñado mi polla. La suave sensación de su pelo rozando mi pecho a medida que besaba todo el camino para darle placer a mi miembro con su boca. Fue una experiencia que había deseado cumplir durante toda una vida.

    Solo pensaba en Trinity. Mi compañera. La elegida.

    No había forma de que yo muriera a manos de los clérigos. Tal vez ellos podrían ser brutales y despiadados, pero sobreviviría. Por ella. Mi polla acababa de despertarse y no había nada que me impidiera regresar con Trinity y hundirme entre sus muslos nuevamente. No había nada que me impidiera aliviar su ardor, el cual aún no se había resuelto.

    Trinity estaría sufriendo, dolorida por la necesidad de que el ardor regresara en busca de venganza. Sabía que ella no buscaría un consorte. Ella me necesitaría, necesitaría mi polla para calmarse.

    Me liberaría de estas cadenas, saldría de esta habitación estéril, fría y malvada para satisfacerla de cualquier forma que necesitara.

    Yo ya no era un sirviente de la Coalición. Era un sirviente de mi compañera.

    El hecho de que Trinity fuera de la realeza de Alera solo duplicó mi lealtad.

    Los puños arreciaban sobre mí mientras permanecía atado a una silla, con los tobillos amarrados a las patas delanteras y con mis brazos asegurados en mi espalda. No tenía forma de protegerme contra ellos.

    Otro golpe hizo que mi cabeza volara hacia atrás.

    No me molesté en levantarla. Sabía lo que vendría después, el dolor indescriptible de los dispositivos de neuroestimulación. Esa tecnología que fue diseñada para sanar lesiones fue modificada para estimular los receptores de dolor en el cuerpo... y nada más que eso. Sin moretones. Sin daño físico. Eran horas de tortura. La práctica había sido prohibida hacía décadas por volver loca a la gente.

    El clérigo se aclaró la garganta y el hombre salvaje detuvo sus ataques, lo cual fue casi peor que el asalto continuo, porque me dio tiempo para sentir todo lo que ya me había hecho.

    —La princesa Trinity se anunció ante todos. ¿Pero quiénes eran las otras dos? ¿Sus hermanas? Necesito que nos des sus nombres y sus descripciones, Leoron. De una forma u otra, las encontraré.

    —Púdrete. —Estaba orgulloso de las hermanas y de mi compañera. Ellas habían estado un paso delante de todo, Destiny y Faith se cubrieron la una a la otra, permaneciendo ocultas de las cámaras mientras entraban a la ciudadela. Me pareció extraño en ese momento. Pero entonces, asumí que las hermanas saldrían de la misma forma en la que entraron. Por la puerta principal.

    En cambio, las tres se desvanecieron en el aire.

    Al igual que su madre lo había hecho veintisiete años atrás.

    El clérigo suspiró.

    —Utiliza el estimulador.

    Me encogí antes de que el pequeño dispositivo tocara mi piel. En el momento en que lo hizo, rugí de rabia y dolor. El aparato era imposible de vencer. Enviaba una explosión de energía a través de cada receptor nervioso de mi cuerpo.

    Mi cuerpo se levantó y se arqueó fuera de la silla como si tuviera una convulsión y no pudiera controlar el movimiento. Cuando apartaron el dispositivo, me desplomé como una bolsa llena de arena, como un peso muerto. Mis extremidades y mi cabeza eran demasiado pesadas como para sostenerlas por otro momento.

    Luego hubo silencio. Tranquilo y frío silencio.

    —Ya no responde —dijo el hombre con tono soso. Era como si él hubiera hecho esto antes, como si yo fuera una persona más en una larga fila de muchos que habían sido torturados en esta habitación. Y asesinados. Habló como si ya se hubiera aburrido.

    —Entonces detente. Quiero que sufra, no me es de utilidad si muere. —La orden del clérigo fue apenas un murmullo, pero la molestia fue claramente audible en su tono.

    —No nos ha suministrado nada. Ni una palabra sobre los chapiteles ni sobre quiénes son

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