Saga de la ascensión: 1

Por Grace Goodwin

Leoron de Alera regresa a casa tras las guerras contra la Colmena decidido a proteger de la guerra civil la ciudad capital, último bastión del reino de una monarca desaparecida. Leal hasta los huesos, Leo responde al llamado del Prime Nial y jura custodiar a cualquier precio a tres mujeres desconocidas que llegan desde la Tierra.

Sin embargo, el noble soldado no está preparado para soportar la descarga de deseo que lo pone contra las cuerdas cuando ve por primera vez a Trinity Jones. Mientras Leo lucha contra aliados y enemigos por igual, nada tiene sentido y descubre que la mujer que esta robándole el corazón tiene un destino que va mucho más allá de lo que podría haber imaginado.

Bienvenidos a Novias Interestelares y a la nueva Saga de la ascensión en el planeta Alera, donde las mujeres de la Tierra no solo encuentran a sus parejas, sino que luchan para gobernar el mundo.

¡Descárgalo ahora y deja que la aventura comience!

• Idioma: Español
• Editorial: KSA Publishing Consultants, Inc.
• Fecha de lanzamiento: 10 nov 2021

Grace Goodwin

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Saga de la ascensión: 1

Saga de la ascensión: 1

Programa de Novias Interestelares: Saga de la ascensión

Grace Goodwin

Programa de Novias Interestelares: Saga de la ascensión 1

Copyright © 2021 por Grace Goodwin

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Publicado por Grace Goodwin con KSA Publishing Consultants, Inc.

Goodwin, Grace

Saga de la ascensión: 1

Diseño de portada por KSA Publishers 2021

Imágenes de Period Images; Deposit Photos: Angela_Harburn, EdwardDerule

Este libro está destinado únicamente a adultos. Azotes y cualquier otra actividad sexual que haya sido representada en este libro son fantasías dirigidas hacia adultos solamente.

Índice

Boletín de noticias en español

Precuela de Ascensión

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Contenido extra

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Precuela de Ascensión

Reina Celene, Planeta Alera, hace veintisiete años

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La oscuridad nos rodeaba como una manta, pero la noche no era cálida. Hacía frío. Un frío mortal. Yo tropezaba a través de los callejones y las sombras como si estuviera herido mortalmente.

Y así me sentía. Mi corazón latía y yo no estaba herido, pero no sentía más que dolor. Pérdida. Y rabia. Una rabia tan terrible que sabía que si soltaba, aunque solo fuera el sonido más pequeño, gritaría durante horas.

—Ven, mi reina. Ya casi llegamos. El brazo del guardia que me rodeaba la cintura era suave pero firme. No, no conocía su nombre. El escudo de su uniforme era de una familia que conocía y en la que confiaba, y por ahora, eso era suficiente. Este joven me había salvado la vida incluso cuando mi amor, mi rey, yacía muerto. Con cada paso que dábamos, me alejaba más de mi pareja, de la vida que conocía como la Reina Celene, de la vida que compartimos gobernando Alera. Todo había cambiado ahora. El planeta estaba en crisis, y yo sabía lo que debía hacer. No permitiría que un golpe derrocara el gobierno pacífico que se había establecido miles de años antes. No permitiría que los que me querían muerta tomaran el control.

—Habrá guerreros no leales a ti que custodian la ciudadela. No te permitirán simplemente caminar hacia el interior, al único lugar seguro para ti en el planeta. Ellos te matarán apenas te vean o te llevarán directamente con los bastardos que mataron al rey, los cuales también te quieren ver muerta. Y por poco lo logran. El segundo guardia era más viejo, un querido amigo de muchos años, y sus duras palabras me hicieron estremecer. Por supuesto que él tenía razón.

Los traidores que me querían muerta tomarían las gemas sagradas, usadas durante eones por el actual gobernante del planeta, y tratarían de usarlas para sus propios fines. Las piedras negras alrededor de mi cuello eran un signo de mi reinado y debían transmitirse a mi heredero, como se había hecho generación tras generación, durante más tiempo que nuestra historia registrada.

Por primera vez en mi vida, temí que la sangre real que llevaba se enfrentaría realmente a su fin. Todos mis primos vivos habían sido probados y no habían sido lo suficientemente fuertes para llevar uno de los regalos sagrados. Me casé con mi pareja y los traidores pensaron atacar ahora, antes de que pudiera nacer un heredero. Sin una futura reina que guiara a la gente, se verían obligados a romper la tradición, a elegir un gobernante débil, no un descendiente directo de los ancestros.

Esta noche, por poco habían tenido éxito. Enfrentábamos tiempos sombríos en Alera, y estaba claro que el intento de derrocar al imperio de eones de mi línea familiar, y los regalos sagrados que llevábamos, finalmente estaba a la mano. Mis enemigos por fin se habían revelado. Habían asesinado a mi rey, a mi amor. Intentaron asesinarme.

Ellos querían el trono.

Eso no lo podía permitir. Aparte del intento de golpe de estado esta noche, Alera estaba en paz. Permanecería así mientras yo estuviera viva. Pero en manos del mal ... Me estremecí al pensar en lo que podría pasarle a mi mundo natal, en lo que el corazón equivocado podría hacer con la tecnología escondida en la ciudadela.

Escuchando el paso pesado, tiré de mis dos guardias más profundamente en las sombras cuando un grupo de combatientes armados nos asaltó en la calle abierta. Ellos estaban buscándome, sin duda, para llevarme a los que lideraban el alzamiento. Mi fuerza vital era todo lo que los separaba de lo que ellos querían.

Era tarde y la mayoría de mi pueblo dormía profundamente en sus camas, creyendo que mañana sería solo un día más. Felices. A salvo. Ellos estaban equivocados y se enterarían de la muerte de mi compañero al amanecer. —Debemos ir por la entrada más lejana —murmuré, bajando la voz —. Cerca del agua.

—No hay entrada en ese lado, mi reina. El joven que me ofrecía apoyo habló con la seguridad de la juventud, tal vez pensando que yo estaba realmente herida, que podría haberme golpeado la cabeza durante el ataque. Pero él estaba equivocado.

—Sí, hay —le contesté—. Confía en mí.

Sabía de la entrada porque mi madre me lo había dicho, el conocimiento se transmitía de reina a reina, de madre a hija, desde que se había construido la ciudadela. Edades y eones atrás. Nadie sabía la fecha exacta en que los ancestros habían erigido la poderosa torre, ni de dónde se originaba la energía sagrada que daba a los herederos reales su poder. Pero una cosa era ampliamente conocida: la ciudadela se protegía a sí misma y permitía que solo los de sangre real entraran al edificio.

Muchos otros habían intentado cruzar el umbral. Todos se habían encontrado con una muerte instantánea.

Yo no había usado la entrada oculta desde el día en que mi madre me la mostró; no la había necesitado. Hasta ahora.

—La llevaremos allí, mi reina.

Mi viejo amigo me miró, con el rostro serio y medio cubierto por las sombras. Yo estaba agradecida con la oscuridad por no tener que mirarlo. No podía mirarlo. Él estaba cubierto de sangre. La sangre del rey y la suya se mezclaron en un cóctel oscuro que tiñó su espalda y su costado. Él necesitaría una varita ReGen para sobrevivir a la noche.

Si la ciudadela estaba bien protegida, y no por los leales a mí, como sospechaba, tal vez ninguno de nosotros lo haría.

Pero yo debía sobrevivir. Había más que mi vida en juego.

Asentí con la cabeza y me puse de pie, encogiéndome de hombros ante la ayuda del joven guardia. La conmoción de ver a mi compañero asesinado frente a mí se desvaneció y fue reemplazada por una determinación. Yo no fallaría. No en esto. Yo debía vivir para que Alera no fuera derrocada.

Bajé mi mano hasta mi abdomen, a la nueva vida que allí se agitaba, y cubrí a nuestra hija, la futura reina, con el calor de mi palma. Ella era pequeña, pero su latido era fuerte. Ella tendría un espíritu fuerte. Una voluntad de hierro. Ella no se quebraría, y tampoco yo.

Yo la mantendría a salvo a toda costa.

—Vámonos. Llévame al rio. Yo me encargaré del resto.

—Sí mi reina. Por aquí.

Lo seguí en silencio mientras mi viejo amigo se movía como un fantasma de sombra en sombra. El joven guardia detrás de mí quedó casi olvidado cuando aparecieron los brillantes chapiteles plateadas de la ciudadela. La antigua estructura fue construida por una raza de inmortales que hacía tiempo que había desaparecido en la nada más que un mito, sus secretos eran transmitidos de forma segura de generación en generación por la familia real. De forma oculta. Protegida.

La línea de sucesión se había adelgazado en los últimos años. Un accidente había matado a mi primo hermano un año atrás. Su hija había muerto unos meses después. Un suicidio. Pero ahora, después del atentado contra mi vida y el fallecimiento de mi compañero, comencé a preguntarme si realmente ella se había suicidado. Esa idea tan pesada hizo que me doliera el corazón, yo ahora sabía, sin lugar a dudas, que alguien estaba tratando de terminar la línea real por completo.

Esta noche, ellos por poco habían tenido éxito, pero nadie sabía de la hija que yo llevaba. Del sucesor al trono. Una línea directa pasaría a mi hija. Yo podía sentir su espíritu en el interior, viva con una chispa tan feroz y brillante que yo haría cualquier cosa para protegerla, incluso huir del único planeta que había conocido. Mi hogar. Un pueblo orgulloso al que tuve el honor de gobernar. Ella era la luz que salvaría este mundo y a estos tontos de su propia estupidez.

Cuando fuera el momento adecuado, regresaríamos juntas. Yo la dirigiría y la prepararía para que me sucediera. Y a su hija después de ella. Yo tenía fe en ella, en el amor que la había concebido.

¿Y si algo me pasara? Ella viviría y volvería a Alera para gobernar. Ella no solo regresaría y gobernaría, sino que buscaría venganza por lo que sucedió hoy. Por todos los que habían muerto, incluido su padre. Yo me aseguraría de ello.

Las paredes plateadas de la ciudadela brillaban desde el interior, ya fuera de día o de noche, como si el edificio estuviera vivo. En el frente, cerca de las escaleras principales y de la entrada, un gran jardín se extendía por varias cuadras, como un abanico de hierba verde, árboles y flores de seda. Esta noche, la luna brillaba sobre él jardín más cercano a la entrada, los brillantes y translucidos pétalos de las flores de Alera eran muy hermosos y pacíficos, incluso cuando la noche estallaba en violencia en el resto de la ciudad.

Mi compañero estaba muerto. Otros familiares cercanos. La guardia real. Todos habían muerto. Y, sin embargo, la ciudadela estaba en pie, un bastión de fuerza y promesa. Todo lo que tenía que hacer era ocultar el collar real que tenía tanto poder y llevar a mi bebé a un lugar muy, muy lejano. En algún lugar ella podría crecer fuerte. Poderosa.

Tuve que huir a un planeta tan pequeño e insignificante que nadie pensaría en buscarnos allí. Ellos buscarían ... y sabrían que yo estaba viva. Sabrían que la reina todavía reinaba, incluso escondida, debido al faro de luz de la ciudadela. El brillo constante de la torre le diría a Alera que su reina aún vivía.

Me tropecé con el dobladillo de mi vestido enjoyado y mi querido amigo me atrapó mientras caía, apoyándome suavemente contra la fría pared plateada.

—Estamos aquí, mi reina, pero no hay entrada.

Asentí con la cabeza y finalmente lo miré a los ojos, con la fuerza suficiente ahora como para darle el honor que merecía.

—Me has servido bien, has servido a tu rey con honor. Eres un buen guerrero y me enorgullece llamarte amigo.

Sus ojos oscuros se volvieron serios y él parpadeó con fuerza, apartándose de mí para que yo no pudiera ver sus lágrimas. —Le he fallado. Le fallé al rey.

—No —tomando su mano, puse su palma sobre la pequeña inflamación de mi abdomen—. No. Él vive. Nuestra hija crece fuerte dentro de mí. La familia no caerá esta noche. Mientras la luz de la torre arda, quiero que sepas que vivimos y que volveremos.

—¿Qué puedo hacer por usted, mi reina? —él cayó de rodillas, balanceándose allí mientras la sangre fresca seguía cubriéndole el costado. Junto a él, el joven guardia también