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Saga de la ascensión: 5
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Saga de la ascensión: 5
Libro electrónico121 páginas1 hora

Saga de la ascensión: 5

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Thordin Jax siempre consigue lo que quiere. Es rico y el hermoso heredero de una de las familias más poderosas del planeta. Sin embargo, luego de que su cuerpo cobre vida al ver a Faith Jones, necesitará cada gramo de seducción y habilidad para lograr meterse en su cama.



Sin embargo, hay un traidor bajo su techo. Un adversario muy peligroso. Y su nueva y encantadora compañera misteriosa lo está cazando... sola.



¡Descárgalo ahora mientras la aventura de Faith y Thor continúa!

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 ene 2022
Saga de la ascensión: 5

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    Saga de la ascensión - Goodwin Grace

    Saga de la ascensión: 5

    SAGA DE LA ASCENSIÓN: 5

    PROGRAMA DE NOVIAS INTERESTELARES: SAGA DE LA ASCENSIÓN

    GRACE GOODWIN

    Programa de Novias Interestelares: Saga de la ascensión 5 Copyright © 2022 por Grace Goodwin


    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de ninguna forma ni por ningún medio, ya sea eléctrico, digital o mecánico, incluidas, entre otras, fotocopias, grabaciones, escaneos o cualquier tipo de sistema de almacenamiento y de recuperación de datos sin el permiso expreso y por escrito del autor.


    Publicado por Grace Goodwin con KSA Publishing Consultants, Inc.

    Goodwin, Grace

    Saga de la ascensión: 5

    Diseño de portada por KSA Publishers 2021

    Imágenes de Period Images; Deposit Photos: AY_PHOTO, Angela_Harburn

    Este libro está destinado únicamente a adultos. Azotes y cualquier otra actividad sexual que haya sido representada en este libro son fantasías dirigidas hacia adultos solamente.

    ÍNDICE

    Boletín de noticias en español

    Prólogo

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Contenido extra

    Español – Libros de Grace Goodwin

    Also by Grace Goodwin

    Boletín de noticias en español

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    PRÓLOGO

    Reina Celene de Alera, Sede de la Unidad Optimus, confinamiento en solitario


    Si hubiera sabido adónde me transportarían cuando me sacaron de la nave de Caracortada, tal vez hubiera luchado un poco más.

    Aunque por otra parte, probablemente no lo hubiera hecho, porque ya estaba consiguiendo lo que deseaba. Hasta donde sabía, mis hijas estaban a salvo y me buscaban. Probablemente mi captor luciría mucho más feliz si algo les hubiera sucedido.

    Finalmente conocía el nombre de, al menos, una de las personas que me habían traicionado a mí y a mi amado compañero tantos años atrás.

    Lord Wyse, el inspector Optimi de la unidad Optimus, estaba parado frente a mí, con sus mejillas sonrojadas y sus ojos brillando con una intensidad que yo reconocía como fanatismo. Aparentemente, él me odiaba.

    Nosotros habíamos crecido juntos y solo era unos años mayor que yo. Siempre lo había considerado un hermano mayor, a pesar de que él no era un hermano de sangre, sino uno de mis primos.

    ¿Cuándo había decidido intentar asesinarme y por qué? No tenía idea. ¿Qué tan lejos llegaba su odio? Yo lo averiguaría.

    Caracortada permanecía de espaldas a la puerta. Aún no me había golpeado. No desde que me enviaron aquí y me apresaron en las salas privadas donde realizaban los interrogatorios, que estaban reservadas para los prisioneros más desafiantes y peligrosos.

    ¿Desafiante, yo? Sí.

    ¿Peligrosa? Más de lo que él podría imaginar, pero no por las razones habituales. No había forma de que pudiera defenderme o contraatacar. Por un momento pensé con orgullo en Destiny, quien sería capaz de patearle el trasero; sin embargo, había otras maneras de ser despiadada.

    —Veo que tu falta de éxito te ha obligado a mostrar tu cara, primo —le dije—¡Qué valiente de tu parte! —Me aseguré de sonar divertida, como si su presencia no fuera una amenaza mayor que la de un gusano debajo de mi zapato. Por supuesto, estaba descalza, me moría de hambre, hacía mucho frío y estaba bastante segura de que me estaba enfermando. Pero él no necesitaba saber nada de eso. Yo lo había provocado e incitado y había actuado como si nada me afectara desde que fui transportada desde la Tierra. Yo tenía que cumplir con mi rol hasta que lo lograra, como dirían las chicas.

    Después de todo, era una reina. Incluso haber estado en la Tierra durante todos esos años, no cambiaba quién o qué era. Yo podría manejar cualquier cosa. Y si no pudiera hacerlo... Lord Wyse tendría que lidiar con mis hijas, y ellas eran mucho más fuertes, mental y físicamente, que yo.

    —No es por valentía, querida —él respondió. Sus oscuros ojos ardían, pero mantuvo la calma—. Sino por la seguridad de que pronto estarás bien muerta para hablar.

    Yo misma había llegado a esa conclusión, pero ahora que él estaba aquí, también sabía algo más: no era quien estaba a cargo. Él era un peón. Un peón más poderoso que el hombre con las cicatrices, pero un peón, a fin de cuentas. Un eslabón muy necesario para controlarme ya que él tenía sangre real fluyendo por sus venas. No me interesaban los jugadores menores de este juego; estaba en la búsqueda de su amo. Su presencia solo probaba que yo estaba un paso más cerca. Si los sucesos no se hubieran complicado para él, no estaría aquí, simplemente enviaría a sus subordinados para que me vigilaran. ¿Se desmoronaban sus planes? ¿Mi silencio afectaba su planificación? ¿Los planes de mis hijas eran más efectivos que los de ellos? Escondí la pequeña sonrisa que tenía a punto de curvar mis labios cuando pensé que ellos serían derrotados por un grupo de mujeres nacidas en la Tierra. Sin embargo, Trinity, Faith y Destiny no estarían a salvo hasta que yo encontrara al autor intelectual y planease una forma de destruirlo.

    O de «destruirla». Supuse que su amo también podría ser una mujer, pero una mujer, según mi experiencia, no hubiese optado por una agresión frontal y hubiera sido mucho más astuta, en vez de efectuar el ataque contra mí y contra el rey veintisiete años atrás. Para ellos, la muerte de mi compañero simplemente fue un daño colateral. Era a mí a quien querían, y fui quien logró escapar.

    Una mujer habría sido más astuta en su ataque, con menos puños y más delicadeza. Me habría quitado las joyas del cuello y se hubiera subido al trono en el debido orden. Tuve mucho tiempo para pensar, para preguntarme quién podría ser. Si era un hombre o una mujer.

    No. Esta era la venganza personal de un hombre, estaba segura de que era así. Nunca hubo un rey gobernante en Alera y alguien quería ser el primero. Mi compañero, obviamente, había sido rey antes de que lo asesinaran, pero solo por título, no por el poder. No era que la ley le prohibiera a un hombre liderar el planeta, sino que la familia real, aquellos en la línea directa de sucesión, por casualidad o por designios del destino, no daban a luz hijos varones. Mis tres hijas eran prueba de ello. Yo tenía la sospecha de que la inteligencia dentro de la ciudadela, la cual nos dotó de nuestros dones, también tenía algo que ver al respecto. Era solo una sospecha, pues no tenía ninguna prueba, aparte del hecho de que, a lo largo de toda la historia, un heredero real nunca había dado a luz a un hijo.

    Una hija llevaba consigo el poder de gobernar dentro de ella. Un hijo necesitaría las joyas desesperadamente para tener alguna esperanza de reclamar el trono, ya que proporcionaban un tipo diferente de poder, pero suficiente como para gobernar. El chapitel no se iluminaría por la presencia de un rey, pero con las piedras sagradas, él sería capaz de controlar el planeta entero. Sin duda, la llegada de mis hijas y la iluminación de sus chapiteles solo complicó los planes de la mente maestra, los cuales consistían en conseguir las joyas, asesinarme y gobernar el planeta. Bastante simple, pero no había considerado que yo tenía hijas. Herederas y futuras gobernantes.

    Quienquiera que fuera, era despiadado. Le faltaba conciencia. Tenía las agallas más grandes de la historia. Solo un hombre muy agresivo o desesperado nos atacaría a mi compañero y a mí con todo un escuadrón de soldados a plena vista de toda la ciudad.

    Lord Wyse

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