Saga de la ascensión: 3

Por Grace Goodwin

A pesar de que Trinity fue criada en la Tierra, su planeta natal es Alera. Es una elegida por la inteligencia artificial, la que otorga dones especiales a aquellos considerados dignos. Es una elegida  para gobernar, liderar el planeta y detener las convulsiones crecientes de la guerra.
Leo le pertenece. Trinity siente esa realidad cada vez que él la toca. Sin embargo, los enemigos están al acecho. Sus hermanas salieron a cumplir peligrosas misiones, la reina aún permanece desaparecida y, en la corte real, nada es lo que parece...
¡Descárgalo ahora para vivir la emocionante conclusión de la historia de Trinity!

• Idioma: Español
• Editorial: KSA Publishing Consultants, Inc.
• Fecha de lanzamiento: 11 nov 2021

Grace Goodwin

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Saga de la ascensión: 3

SAGA DE LA ASCENSIÓN: 3

PROGRAMA DE NOVIAS INTERESTELARES: SAGA DE LA ASCENSIÓN

GRACE GOODWIN

Programa de Novias Interestelares: Saga de la ascensión 3

Copyright © 2021 por Grace Goodwin

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Publicado por Grace Goodwin con KSA Publishing Consultants, Inc.

Goodwin, Grace

Saga de la ascensión: 3

Diseño de portada por KSA Publishers 2021

Imágenes de Period Images; Deposit Photos: Angela_Harburn, EdwardDerule

Este libro está destinado únicamente a adultos. Azotes y cualquier otra actividad sexual que haya sido representada en este libro son fantasías dirigidas hacia adultos solamente.

ÍNDICE

Boletín de noticias en español

Prólogo

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Contenido extra

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PRÓLOGO

Reina Celene Herakles, ubicación desconocida

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No me engañarían. Ni siquiera con el festín que descansaba encima de la larga mesa delante de mí, ni con la falsa sonrisa en el rostro del hombre que se atiborraba la boca con comida, como si no le importara nada en el mundo. Yo sabía la verdad. Ni la ropa abrigada, ni las zapatillas que él me había proporcionado unas horas antes de que me escoltaran hasta este comedor aumentarían mis ganas de hablar. No con él. Ni con nadie en esta maldita nave espacial. También me habían ofrecido una varita ReGen y acceso a una ducha. Me sentía bien... por ahora.

Esta era una prueba de paciencia, una prueba de voluntades. ¿Quién resistiría más? Era una prueba de fe, confianza y paciencia, no por nada ya habían transcurrido veintisiete años desde que me había marchado de casa, en Alera. Escapé de las conspiraciones durante todos esos largos años, hasta que finalmente me encontraron.

No tenía nada de qué arrepentirme. No tenía dudas de que, en la Tierra, mi amado Adam estaría preocupado. Sin embargo, él me conocía, conocía a nuestras hijas. Él había elegido amarme a pesar de quién era yo y del futuro que ambos sabíamos que vendría por nosotros.

Imaginé a Adam, de vuelta en la Tierra, impaciente, confiando en sus hijas. No sería fácil, pero sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que él viniera por nosotras. Era de la marina y había ido a la universidad, a la facultad de derecho. Se había ganado el respeto de sus colegas y se convirtió en juez. Era incuestionable. Mi ancla y mi amor. Cuando Adam llegara, lucharía por nuestras hijas con cada fibra de su ser: las de soldado y las de juez. Los idiotas que me secuestraron no lo habían incluido en su ecuación. Y tampoco habían contado con Trinity, Faith y Destiny. Dudaron de mi fuerza, al igual que dudaban de mis hijas. La postura podía ser algo más típica de la Tierra, pero para los de Alera era algo bastante sorprendente, pues las mujeres gobernaban el mundo. Literalmente. Y siempre lo habían hecho.

Si bien estos mercenarios, y su amo, habían capturado a esta reina, no habían logrado nada con mi cautiverio. Si mi chapitel se apagaba, Trinity ascendería al trono. Mi captura, los interrogatorios y esta comida, todo, habría sido en vano. Veintisiete años de espera, veintisiete años de planificación, de organización, de preparar a mis hijas para tomar el lugar que les correspondía, no se verían arruinados por un cabeza hueca y un enemigo con miedo de mostrar su rostro.

A pesar de que era la reina y tenía el mayor rango de poder sobre Alera, ahora mis tres princesas lo compartían. Solo sería cuestión de tiempo antes de que ellos se dieran cuenta de eso. Por lo tanto, continuaría siendo paciente, seguiría aguantando, y mantendría la fe de que mis hijas se convertirían en las poderosas gobernantes que estaban destinadas a ser.

Me llevé un pedazo de carne bien cocida a los labios, no porque tuviera hambre, sino porque necesitaba fuerzas para sobrevivir, por mis hijas. No quería morir. Por supuesto que no, aunque ahora podría morir sin preocuparme por mi gente, que estaría en buenas manos con Trinity; y con Faith y Destiny a su lado. Esperaba vivir para poder verlas gobernar, para verlas sentadas a mi lado en el trono.

Este idiota no tenía idea de con quién se estaba metiendo. Como Destiny solía decir, nadie se metía con las mujeres Jones. Incluyéndome. Yo le enseñé a mis hijas todo lo que sabía, y lo mismo hizo su padre.

Escondí mi sonrisa ante ese pensamiento y miré a mi captor, quien tras haberse atiborrado de comida, levantó una jarra de vino. Sirvió el líquido oscuro llenando mi vaso hasta casi el tope, tragó y luego eructó. 

—Bebe. Come. Luego hablaremos.

¿Hablar? Como dirían mis hijas: no iba a suceder.

Ignoré el vino y en su lugar busqué agua. Necesitaba mantener mi cabeza despejada. 

La comida era bastante buena; había una gran variedad de deliciosas carnes, quesos y frutas que no había comido desde que era niña, y sus sabores explotaron en mi lengua en forma de mil recuerdos olvidados.

—¿Dónde están tus hijas, Celene? Asumo que las tres son tuyas —él habló mientras seguía masticando y sus dientes destrozaban la carne. Pequeños trozos salían volando de su boca hasta aterrizar en la mesa. Era asqueroso.

—Pensé que comeríamos primero y hablaríamos luego —repliqué y, a continuación, metí una baya en mi boca.

 No dejaría que él se quedara con lo mejor, así que le hice caso, cerré los ojos y mordí la jugosa pulpa. Esperaba que levantara la mano, que tal vez me abofeteara por mi réplica, pero el golpe nunca llegó. Evidentemente, me quería en una sola pieza, limpia, contenta. ¿Por qué? No lo sabía.

Por el momento, solo saboreé la dulce fruta. Yo solía ​​recoger bayas en las montañas junto a mi abuela, riendo y jugando en los pastizales altos, persiguiendo mariposas mientras ella me seguía con una canasta de plata tejida. La ciudadela le había dado el don de la naturaleza, el don de poder cultivar plantas y hacerlas crecer, de curar el suelo negro y quemado. El poder de salvar a un árbol con tan solo un toque de su mano.

Masticando lentamente, me pregunté qué dones les habría dado la ciudadela a mis hijas. Los chapiteles estaban encendidos. Mis captores me lo habían revelado; me mostraron los vídeos. Mis chicas habían sido elegidas, tal como sabía que pasaría, y además fueron bendecidas por la antigua inteligencia alojada en los muros de la ciudadela. ¿Pero bendecidas con qué? Me sentía desesperadamente curiosa. Cuando escuché por primera vez de su éxito, solo esperaba que mi Destiny recibiera un don que la ayudara a rastrearme hasta mi prisión, pues aún guardaba la esperanza de que ellas me encontrarían, y podría darle a este imbécil un saludo con el dedo medio de mi mano. Podría haberles enseñado algunas cosas a mis hijas, pero ellas