Destinada Para El Lobo
Por Kayla Gabriel
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A Ivy Dorset se le acaba el tiempo, lentamente pero a paso seguro. Su más grande deseo es tener una familia — casa, hijos, todo el paquete. Por desgracia para Ivy, sólo le quedan unos años para cumplir sus metas. Aunque tiene dinero y una hermosa granja en Montana, le falta el ingrediente principal — el hombre perfecto para ayudarla a concebir. Sin desorden, ni escándalo, y definitivamente sin cabos sueltos.
Elijah Buchanan entiende la necesidad de Ivy por la velocidad. Con su padre Alfa respirando en su nuca, el reconocimiento de su familia en juego, y una herencia de millones de dólares sobre la mesa, Elijah necesita echar raíces y comenzar su familia en semanas, no años. Cuando escucha sobre la situación de Ivy, ve la oportunidad de su vida.
Aunque compartan las mismas metas y no puedan resistir la pasión que florece entre ellos, sus profundos secretos no pueden permanecer ocultos para siempre… Con todas las cartas sobre la mesa, ¿Elijah e Ivy podrían estar juntos, o terminarán separados?”
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Destinada Para El Lobo - Kayla Gabriel
Autor
1
Agosto
Elijah Buchanan observó la nueva pareja de su mejor amigo, tratando de decidir si fruncir el ceño o reírse por sus disparates. Kiley era pequeña, apenas llegándole a los hombros, pero quién hubiera imaginado que con su estatura sería capaz de regañarlo de la forma en que lo hacía. Ella se cruzó de brazos y movió a un lado sus largos y oscuros rizos mientras daba un exasperado suspiro y meneaba su cabeza.
Estás siendo muy rudo con él,
dijo. Ella se paró entre Elijah y el él en cuestión, un cachorro de lobo de ocho semanas de edad. Kiley y Garrett habían salvado una pequeña camada de cachorros de lobo recientemente, y los habían adoptado por unos meses hasta que las crías crecieran lo bastante para correr libres por la nueva reserva de vida salvaje de Montana que Garrett y su hermano Lucas habían creado.
Elijah había terminado una misión con la empresa de seguridad que tenía junto con Garrett. Ahora estaba pasando unas bien merecidas semanas de descanso en la granja de Garrett y Kiley en Montana, localizada en medio de su nuevo santuario para lobos. Elijah había seguido a Kiley fuera del establo recién reconstruido, intentando ayudarla alimentar a los cachorros, pero terminó forcejeando con el más revoltoso de la camada mientras que Kiley hizo todo el trabajo.
¡Él es el que se la pasa mordiendo!
protestó Elijah, levantándose y quitándose el polvo de encima. Se rió al ver el rostro de Kiley. Ella no había entendido lo que decía, y por una buena razón. Su acento escocés era tan pesado como el alquitrán, y a veces lo americanos tenían problemas para entenderle cuando ni se preocupaba en gesticular cada palabra.
Es su culpa,
aclaró Elijah, hablando en voz baja para asegurarse de que Kiley entendiera.
El cachorro demostró el punto de Elijah al instante, lanzándose sobre el pie de Elijah y dándole a su gruesa bota de cuero una mordida juguetona. Elijah le dio un gruñido de broma y el cachorro saltó, escondiéndose detrás de Kiley buscando protección. Cuando el cachorro miró entre las piernas de Kiley, Elijah se echó a reír. Se agachó de nuevo y le hizo señas al cachorro, quien corrió y empujó su cabeza bajo una de las manos de Elijah, sacudiendo su pata cuando Elijah le rascó detrás de las orejas.
El rostro de Kiley se enterneció con una sonrisa al verlos.
Serías un buen padre, ¿sabías?
dijo, luciendo pensativa.
El estómago de Elijah dio un vuelco por sus palabras, y se separó del cachorro.
Lo he escuchado mucho últimamente,
dijo, moviendo sus hombros en un intento de soltar la tensión que se había acumulado.
Casi podía escuchar la voz de su padre, con su acento más grueso que el de Elijah.
Me darás un bebé antes de que termine el año, o no tendrás nada. Ni una moneda, ni siquiera un legado. Te juro que ni siquiera tendrás el derecho al apellido Buchanan.
Adam Buchanan le había dejado esa bomba a Elijah hace tres días, y desde entonces había tenido dificultades para pensar en otra cosa. Él tenía treinta y cuatro años, cierto, pero era el único heredero al linaje de Alfas de la familia Buchanan. En la mente de Adam, Elijah había estado perdiendo el tiempo todos estos años, y ya era tiempo de que él creara un grupo fuerte de herederos y regresara a Escocia para reclamar su lugar.
O algo así. Elijah dejó de escuchar luego de cinco minutos del sermón de Adam sobre linajes, herencias y deberes. Sólo cuando Adam mencionó las palabras toda mi fortuna, el Castillo Buchanan… Elijah prestó atención de nuevo. Aparentemente si Elijah no creaba un heredero, y pronto, el castillo que había sido hogar de incontables generaciones de lobos Buchanan sería entregado a un distante y poco conocido primo.
Elijah no le importaba el dinero o la desaprobación de su padre, pero no podía dejarle el castillo a cualquier primo.
Tierra a Elijah,
dijo Kiley, agitando una mano frente a su rostro.
Ella apuntó al cachorro en sus pies, pero ya era tarde. Elijah miró abajo justo a tiempo para sentir una cálida y húmeda sensación en su tobillo mientras el pequeño lobo levantaba una pata y orinaba.
¡Maldición!
gritó, saltando.
Creo que le gustas,
dijo Kiley entre carcajadas, levantando al agotado cachorro y regresándolo al establo antes de cerrar la puerta.
Ella se dio la vuelta y regresó a la casa, con Elijah soltando una lista de groserías inventadas mientras la seguía. Su ojo estaba fijo en una mancha en movimiento por el horizonte, algo acercándose y muy rápido. Entrecerró los ojos, identificando la mancha como una figura a caballo.
Kiley se detuvo en el patio de su granja blanca de dos pisos. Observando al jinete aproximarse, Kiley se sentó en las amplias y limpias escaleras de madera del pórtico.
¿Algún conocido?
preguntó Elijah, recostándose en el pasamano del pórtico, pero permaneciendo de pie. Garrett se había ido al pueblo en la mañana, y Elijah sentía que era su trabajo cuidar a Kiley en la ausencia de su amigo, sin importar lo fuerte que