Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Puertas que se abren y se cierran solas. Testimonios de hechos reales terroríficos
Puertas que se abren y se cierran solas. Testimonios de hechos reales terroríficos
Puertas que se abren y se cierran solas. Testimonios de hechos reales terroríficos
Libro electrónico70 páginas57 minutos

Puertas que se abren y se cierran solas. Testimonios de hechos reales terroríficos

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Todos alguna vez nos hemos preguntado si hay vida después de la muerte y si los difuntos pueden burlar el cerco del más allá para venir a trastornar la existencia de los vivos. Aquí te enterarás de historias en que las leyes de la ciencia han sido alteradas. También se abordan casos de desdoblamiento, en uno de los cuales estuvo implicado en un papel principal el mismísimo escritor alemán Johann Goethe. El libro finaliza con la espeluznante historia del exorcismo de Anneliese Michel, que ha sido llevada al cine en varias ocasiones.
Esta obra es el producto de muchos años de investigación por parte del autor y quienes aportaron su testimonio son personas comunes que no tienen el deseo de lucrar con él, sino simplemente dar fe de lo que ocurre más allá del entendimiento humano y contra toda lógica. Una vez más, el lector comprobará que la ciencia no tiene todas las respuestas.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 mar 2022
ISBN9781005359799
Puertas que se abren y se cierran solas. Testimonios de hechos reales terroríficos
Autor

Sergio Gaspar Mosqueda

Nací en la Ciudad de México en 1967 y estudié la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México, en donde obtuve la medalla Gabino Barreda. En el año 2000, creé y dirigí el proyecto de revista cultural El Perfil de la Raza, en cuyo consejo editorial figuraba Miguel León Portilla, entonces presidente de la Academia Mexicana de la Historia. Trabajo para diversas editoriales y he publicado 31 obras en papel con varias editoriales y 46 en Amazon, entre las que se hallan dos novelas, varios volúmenes de cuentos, leyendas, un poemario, biografías de músicos de rock, diversos libros sobre historia de México y cuadernos de trabajo de varias materias.Mi primer libro, la novela Una generación perdida, se publicó en la colección Voces de México, en la que figuraron autores mexicanos destacados, como Vicente Leñero, Emilio Carballido, Alejandro Licona, Luisa Josefina Hernández, Víctor Hugo Rascón Banda y Eusebio Ruvalcaba. El reconocido autor Juan Sánchez Andraka afirma en el prólogo de la primera edición: “Yo leí este libro. Más bien debo decir: Yo viví este libro. Debo agregar: Lo viví intensamente".Uno de mis libros más vendidos es Cuentos mexicanos de horror y misterio. Próximamente aparecerán en papel mis libros sobre 50 figuras del rock clásico, 50 importantes músicos del metal gótico y 50 figuras del K-pop.

Lee más de Sergio Gaspar Mosqueda

Autores relacionados

Relacionado con Puertas que se abren y se cierran solas. Testimonios de hechos reales terroríficos

Libros electrónicos relacionados

Fantasmas para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Puertas que se abren y se cierran solas. Testimonios de hechos reales terroríficos

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Puertas que se abren y se cierran solas. Testimonios de hechos reales terroríficos - Sergio Gaspar Mosqueda

    Sergio Gaspar Mosqueda

    Puertas que se abren y se cierran solas

    Testimonios de hechos reales terroríficos

    Copyright 2022 Sergio Gaspar Mosqueda

    Edición de Smashwords

    Recuerda dejar una reseña de mi libro en tu tienda preferida.

    Este libro está disponible en forma impresa en la mayoría de los minoristas en línea.

    Diseño de portada: Sergio Gaspar Mosqueda

    México, marzo del 2022

    Este libro electrónico tiene licencia para su disfrute personal únicamente. Este libro electrónico no se puede revender ni regalar a otras personas. Si desea compartir este libro con otra persona, compre una copia adicional para cada destinatario. Si está leyendo este libro y no lo compró, o no lo compró para su uso exclusivo, vuelva a su distribuidor de libros electrónicos favorito y compre su propia copia. Gracias por respetar el arduo trabajo de este autor.

    Tabla de contenido

    El Monte de las Brujas

    El espectro de la piedra

    E-mails de ultratumba

    La extraña mujer de negro de la carretera

    Los avisos de ultratumba

    Las cargas de los muertos

    La ouija, el juego maldito

    Puertas que se abren y se cierran solas

    Voces del más allá

    El enorme perro negro

    Desdoblamientos

    El exorcismo de Anneliese Michel

    Sobre el autor

    Obras de Sergio Gaspar Mosqueda

    Conectar con Sergio Gaspar Mosqueda

    El Monte de las Brujas

    –¡Las brujas! ¿Quién cree en ellas? –dijo Estanislao Mendieta, terrateniente del norte del país, removiendo las brasas con una vara. La fogata, debilitada, alumbraba apenas su rostro arrugado.

    Aullaron los lobos y las serpientes hicieron sentir su presencia al arrastrarse entre la hierba seca.

    Doña Eulalia le sirvió al débil Rubén más café en la taza de latón. Éste bebió hasta ver el fondo de sarro con manos temblorosas y ensuciándose la chamarra de mezclilla. Rubén estaba a las órdenes de esta mujer recia, que manejaba los negocios de su marido Estanislao, a quien siempre se imponía, si bien era cierto que él se esforzaba por creer que era quien decía la última palabra en su matrimonio.

    –¡’Tanislao!, no hables ahorita de brujas, que ya se acerca la hora –dijo una voz cascada desde el fondo de la carreta en que recorrían las amplias tierras de los Mendieta.

    A la luz de la fogata todos vieron asomarse a la abuela encorvada, y a su vez ella descubrió que Rubén estaba herido, manchando de sangre los vendajes que le cubrían la frente y el brazo derecho.

    –Ay, suegrita, ¿pues no estoy diciendo que no crean en eso? Pa’ mí que este muchacho se puso a tomar y se cayó sólo allá por la cañada, donde lo encontramos.

    –Idiota –murmuró entre dientes el herido.

    El patrón se hizo el desentendido. Prefería no seguir enfrentando a este trabajador suyo, que era el único dispuesto a cuidar sus tierras del monte, que algunos llamaban De las Brujas; además, el joven parecía conocer todos los caminos de la zona.

    Entonces empezó a llorar el bebé que Rubén arropaba en sus brazos.

    –Voy a mostrarles la prueba clara de que lo que digo es verdad.

    –Dios mío –dijo la anciana desde la carreta–, y ¿qué hacías con tu niño por la cañada a estas horas, hombre sin corazón?

    –¿Saben? La Mariana me dejó. Se fue con un cabo que pasó por aquí con el regimiento que buscaba pistas de Pancho Villa. Pues, bueno, me dejó en el jacal a este angelito. Y ya sin ella yo no quería vivir allá en lo alto del monte que dicen que es de las brujas. Saben que me fui allá pa’ estar ora sí que en medio de las tierras que debo cuidar y recorrer todos los días. Bajar y subir pa’ este lado y pa’ los otros de ese monte así se me facilitaba, pero siempre tuvimos cuidado de rodear al niño con amuletos contra las brujas. Pues bien, así que llegué anoche y vi a mi angelito solo, y que la mujer ni recado dejó, porque no sabía escribir, sino que un arriero me dijo que se fue con el soldado ese, que reviso pronto al niño, pa’ ver si no se lo había chupado la bruja mientras estuvo solito.

    –¡Qué brujas ni qué ocho cuartos! –gruñó don Estanislao entre dientes, escupiendo hacia el fuego.

    La anciana había conseguido bajar de la carreta con ayuda de su hija Eulalia.

    –Pero, ¿qué, Rubencito? –dijo la vieja mujer–, ¿hallaste bueno al niño?

    –Yo creí que sí, pues a la luz de las velas se veía todo sano.

    Las mujeres clavaron las miradas en las heridas de Rubén, esperando que al fin les dijera lo que le había pasado. Lo habían hallado tirado en la cañada, junto a su caballo tendido por haberse quebrado una pata.

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1