Toda Janis Joplin. Una apasionante y reveladora biografía

Por Sergio Gaspar Mosqueda

Día a día crecen los fans de la cantante de blues-rock Janis Joplin, conocida también como “La Perla” o “La Bruja Cósmica”, y por ello tanto sus discos como los libros y películas acerca de ella tienen una gran demanda en la actualidad. Por nuestra parte, con este libro queremos contribuir a que sus antiguos y nuevos seguidores la conozcan mejor. Aquella gran vocalista norteamericana supo transmitir la belleza de su alma y hacer sentir más vivos a sus escuchas al compartirles su dolor, así que lo menos que podemos hacer es darle nueva vida en estas páginas para escrutar su alma y comprender mejor su vida y sus letras.

• Idioma: Español
• Editorial: Sergio Gaspar Mosqueda
• Fecha de lanzamiento: 24 feb 2021
• ISBN: 9781005772857

Sergio Gaspar Mosqueda

Nací en la Ciudad de México en 1967 y estudié la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México, en donde obtuve la medalla Gabino Barreda. En el año 2000, creé y dirigí el proyecto de revista cultural El Perfil de la Raza, en cuyo consejo editorial figuraba Miguel León Portilla, entonces presidente de la Academia Mexicana de la Historia. Trabajo para diversas editoriales y he publicado 31 obras en papel con varias editoriales y 46 en Amazon, entre las que se hallan dos novelas, varios volúmenes de cuentos, leyendas, un poemario, biografías de músicos de rock, diversos libros sobre historia de México y cuadernos de trabajo de varias materias.Mi primer libro, la novela Una generación perdida, se publicó en la colección Voces de México, en la que figuraron autores mexicanos destacados, como Vicente Leñero, Emilio Carballido, Alejandro Licona, Luisa Josefina Hernández, Víctor Hugo Rascón Banda y Eusebio Ruvalcaba. El reconocido autor Juan Sánchez Andraka afirma en el prólogo de la primera edición: “Yo leí este libro. Más bien debo decir: Yo viví este libro. Debo agregar: Lo viví intensamente".Uno de mis libros más vendidos es Cuentos mexicanos de horror y misterio. Próximamente aparecerán en papel mis libros sobre 50 figuras del rock clásico, 50 importantes músicos del metal gótico y 50 figuras del K-pop.

Vista previa del libro

El 4 de octubre de 1970 marca el fin de la vida de Janis Lyn Joplin, apenas dieciséis días después del deceso de otro icono del rock de los sesenta: Jimi Hendrix.

Janis toda su vida estuvo atormentada por los complejos de inferioridad debido a su fealdad. Nació en Texas, Estados Unidos, en 1943 y, desde que tuvo uso de razón, se enfrentó a los maltratos. No fue fácil para ella sobrevivir en el colegio, donde debía soportar burlas y desprecios, así que decidió rehuir las aulas escolares durante un tiempo. Pero, sintiéndose obligada a asistir, decidió hacerlo bajo protesta: se unió a una pandilla y lució un chillante tinte naranja en su pelo, que escandalizó a las buenas conciencias de la sociedad escolar.

Su posición económica no era del todo mala, por ello se podía permitir ciertas distracciones vedadas a los pobres. Por ejemplo, durante un tiempo, la pintura le sirvió para desahogar sus penas, pero en casa las cosas no marchaban bien, de modo que Janis no podía conservar mucho tiempo la calma que le proporcionaban el lienzo y los pinceles. Como en su familia no se respiraba amor y comprensión, dejó su casa, también por algún tiempo.

Siendo una quinceañera se lanzó por primera vez a recorrer los caminos del sur de Estados Unidos, al lado de un cantante de country, y poco después se integró a un grupo de rock llamado The Waller Creek Boys, etapa que pasó sin pena ni gloria. Lo mejor vino cuando fue invitada a ser la vocalista de la banda Big Brother and the Holding Company, que contaba con excelentes músicos. Con ellos grabó el súper disco Cheap Thrills. Lo que más alabaron los críticos fue, por supuesto, la voz de la cantante, pues con ella, de lo más hondo del alma, Joplin hacía surgir el dolor de no sentirse aceptada o de pensar que su reino no era de este mundo. Fue ese dolor lo que la hizo una verdadera artista, ya que no puede haber arte sin sinceridad. Así que abrió su alma ante un público compuesto en su mayoría de jóvenes que deseaban abandonar el seno paterno para buscar su propia identidad lejos del autoritarismo imperante en la sociedad de los Estados Unidos en las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo veinte.

Siendo blanca, Janis llamó poderosamente la atención de músicos y público negro. De hecho, al oírla cantar, los amantes del blues llegaron a pensar que se trataba de una cantante negra, pues esta música nació en el delta del Misisipi, entre descendientes de los esclavos traídos de África tiempo atrás para que trabajaran en los cultivos de algodón.

Rápidamente, Janis Joplin se ganó un lugar entre las estrellas fulgurantes (y fugaces) del rock sesentero, como Jimi Hendrix o Jim Morrison, con quienes compartió la J de sus nombres y el dudoso honor de morir en la plenitud de su carrera, todos a los 27 años. Por cierto, otra casualidad que vale la pena anotar es que los nombres de los tres tienen 11 letras. ¿Qué significado oculto habrá en ello?

El sentimiento que era capaz de imprimirle Janis a su voz con ese tono bronco de angustia existencial, llegó a su esplendor con piezas clásicas como Move Over, Peace In My Heart o Down On Me, entre muchas más.

Entre sus frases memorables están las siguientes: Hago el amor con veinticinco mil personas en el escenario y luego vuelvo a casa sola... y Sé que la mujer lo único que necesita es un buen hombre. Los hombres fueron su obsesión y su destrucción. Desde muy joven se entregó a la promiscuidad, para suplir la falta de amor con sexo, mucho sexo, y no faltaban los que aprovechaban su oferta de caricias. Por esto, llegó a volverse famosa en su vecindario por la facilidad con que podían llevársela a la cama chicos más o menos atractivos.

Ya dentro del ambiente del rock, uno de los artistas que la dejó maravillada fue el efebo Jim Morrison, cantante de Los Doors, grupo de melenudos inmersos en el rock ácido californiano. Para desgracia de Janis, lo único que se ganó en una de las borracheras con ese joven y apuesto roquero fue ser arrastrada por los cabellos mientras su verdugo reía; Jim primero había intentado acercar la boca de Joplin a sus genitales, por supuesto, jugando, pero los cambios bruscos de humor que tenía el llamado Rey Lagarto lo llevaron a enfurecerse contra ella por presentarle oposición y terminó lastimándola, añadiendo así una gran injuria a las humillaciones que había recibido de niña por su aspecto poco agraciado.

Janis trató esta vez de vengarse, golpeando a Morrison con una botella, pero él huyó en su carro, carcajeándose. La rabieta de Joplin fue enorme.

Para soportar todo tipo de emociones violentas que la cimbraban, Janis se mantenía continuamente drogada o alcoholizada. Probó, como Jim, casi todo tipo de drogas, pues le gustaba experimentar sus variados efectos. En ese estado, poco era lo que podía aportar artísticamente a su grupo Big Brother. Se mantenía siempre fuera de control y distraída en los ensayos o en el estudio de grabación, de modo que se volvió difícil trabajar con ella, pero, como era la estrella (muy a pesar de los miembros fundadores del grupo), todo se le permitía.

Finalmente, en 1968, el manager de la banda le sugirió a Janis iniciar su carrera como solista. Entonces ella formó la Kozmic Blues Band y después la Full Tilt Boogie Band, con las que grabó varias buenas piezas de blues y rock; con esta última dio un buen concierto que se grabó y se lanzó al mercado pocos años después.

Varias de las canciones llevadas al estudio con estas dos agrupaciones se aprovecharon para armar el memorable álbum Pearl, que fue lanzado al mercado tras la muerte de Joplin y se colocó pronto entre los favoritos del público. Curiosamente, una de las canciones de este álbum póstumo consiguió lo que ninguna otra en vida de Janis: llegar a estar en el primer lugar en la lista de éxitos de Estados Unidos; nos referimos a la pieza Me and Bobby McGee, que todo fan de Janis conoce o debe conocer.

Tras su muerte, cada vez hay más admiradores de la Bruja Cósmica, como también se le conocía, pero, para desgracia de todos los que saben apreciar su arte, no existe un lugar para rendirle tributo a sus restos, como sí lo hay para homenajear a Jimi Hendrix, cuyo cuerpo reposa en el cementerio Greenwood Memorial Park, en Renton, Washington, o a Jim Morrison, a quien se puede visitar en la tumba número cinco de la zona barata del cementerio Père Lachaise, en la