experiencia liberadora
Paz y amor, la síntesis del estado ideal del ser humano para mantener balance consigo mismo y la convivencia con los demás, pero también el eslogan generacional con el cual se pretendía experimentar con intensidad utópica los años sesenta dentro de esa esfera moldeada por una clara apuesta contracultural.
Poco antes de finalizar aquella década, surgió la idea de emprender uno de los festivales de música más ambiciosos hasta entonces. Simplemente se trataba de un sueño convertido en realidad el hecho de ver en un solo fin de semana a Janis Joplin, Jimi Hendrix, Santana, Grateful Dead y The Who, entre muchos otros, dentro de un concepto que conjugaba naturaleza y sentimientos de unidad.
A manera de contrapeso al entorno bélico, en el aire se respiraba el rechazo al sistema junto con las intenciones de ampliar el espectro de los derechos civiles, así como de un estilo de vida comunitario (sexo libre, drogas y anti-consumismo incluidos). Propósitos encarnados por una multitud que en su mayoría lució largas cabelleras, amuletos y vestimentas en el más puro estilo , entre otros característicos accesorios mientras portaban banderas con arcoíris
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