DICEN QUE LAS MALAS NOTICIAS DE UNO pueden ser buenas para otro, y en este caso así fue. Cuando en 1981 Warwick Davis, a sus 11 años de edad (vestido como un peludo y simpático ewok) era un extra más de la producción de Star Wars: The return of the Jedi, jamás imaginó que su manera juguetona de moverse en el set atraparía la mirada del productor George Lucas, quien lo invitó a sustituir al actor Kenny Baker (famoso por estar dentro del armazón de R2-D2), que no había podido asistir ese día de rodaje por haber amanecido enfermo: había cenado un chili hot dog descompuesto.
En cuestión de minutos, Davis estaba frente a Carrie Fisher, quien volvía a interpretar a la princesa Leia, ahora cobijados por troncos y raíces de las secoyas del norte de California. Su talento era nato, Warwick recordó el comportamiento de su propio perro cada vez que se