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Pactos Con El Diablo Y Otras Aterradoras Leyendas Del México Colonial
Pactos Con El Diablo Y Otras Aterradoras Leyendas Del México Colonial
Pactos Con El Diablo Y Otras Aterradoras Leyendas Del México Colonial
Libro electrónico90 páginas1 hora

Pactos Con El Diablo Y Otras Aterradoras Leyendas Del México Colonial

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La época posterior a la Conquista española podría llamarse la del oscurantismo de América, por comparación con la Edad Media u oscurantismo europeo que concluía en el Viejo Continente cuando arribó Cristóbal Colón a estas tierras que creyó que eran las Indias.
A los virreinatos establecidos por la Corona española en el Nuevo Mundo se trasladó el Santo Oficio o la Inquisición, con toda su carga de prejuicios, equivocadas interpretaciones de la Biblia, torturas y abusos, y ello, sobre todo en la Nueva España, territorio del México antiguo, hizo que se dispararan las supersticiones y el terror a ser acechado por brujas, demonios o por la misma Muerte.
En efecto, en el México colonial, de calles poco iluminadas y casonas con sótanos y pasadizos secretos, así como minas ricas en oro y plata que enloquecían de ambición a los hombres, se suscitaron infinidad de historias que rayan en la leyenda, muchas de las cuales hablaban de pactos con el Diablo.
Aunque se podría pensar, por lo hasta aquí dicho, que se trataba sólo de creencias absurdas de la gente, en varios casos quedaron evidencias que parecen confirmar que lo sobrenatural y maléfico se adueñó de aquella época. Lo invitamos a adentrarse en las 19 historias que hemos recogido para usted de ese México siniestro y perturbador de la Colonia. Entre otras, aquí se nos habla de la leyenda del Charro Negro y de la China Hilaria.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 ene 2023
ISBN9798215373057
Pactos Con El Diablo Y Otras Aterradoras Leyendas Del México Colonial
Autor

Sergio Gaspar Mosqueda

Nací en la Ciudad de México en 1967 y estudié la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México, en donde obtuve la medalla Gabino Barreda. En el año 2000, creé y dirigí el proyecto de revista cultural El Perfil de la Raza, en cuyo consejo editorial figuraba Miguel León Portilla, entonces presidente de la Academia Mexicana de la Historia. Trabajo para diversas editoriales y he publicado 31 obras en papel con varias editoriales y 46 en Amazon, entre las que se hallan dos novelas, varios volúmenes de cuentos, leyendas, un poemario, biografías de músicos de rock, diversos libros sobre historia de México y cuadernos de trabajo de varias materias.Mi primer libro, la novela Una generación perdida, se publicó en la colección Voces de México, en la que figuraron autores mexicanos destacados, como Vicente Leñero, Emilio Carballido, Alejandro Licona, Luisa Josefina Hernández, Víctor Hugo Rascón Banda y Eusebio Ruvalcaba. El reconocido autor Juan Sánchez Andraka afirma en el prólogo de la primera edición: “Yo leí este libro. Más bien debo decir: Yo viví este libro. Debo agregar: Lo viví intensamente".Uno de mis libros más vendidos es Cuentos mexicanos de horror y misterio. Próximamente aparecerán en papel mis libros sobre 50 figuras del rock clásico, 50 importantes músicos del metal gótico y 50 figuras del K-pop.

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    Pactos Con El Diablo Y Otras Aterradoras Leyendas Del México Colonial - Sergio Gaspar Mosqueda

    Sergio Gaspar Mosqueda

    Pactos Con El Diablo

    Y Otras Aterradoras Leyendas

    Del México Colonial

    Copyright 2022 Sergio Gaspar Mosqueda

    Edición de Smashwords

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    Este libro está disponible en forma impresa con algunos minoristas en línea.

    Diseño de portada: Sergio Gaspar Mosqueda

    México, enero del 2023

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    Tabla de contenido

    Pacto con el Diablo (Ciudad de México)

    La cabeza rodante (Ciudad de México)

    Las almas en pena (Ciudad de México)

    La calle de las Tres Cruces (Zacatecas)

    El Callejón de la Danza (Ciudad de México)

    La muerta arrepentida (Ciudad de México)

    La esposa fiel (Michoacán)

    El reloj acusador (Ciudad de México)

    El amuleto maldito (Veracruz)

    La gran cocinera (Hidalgo)

    El hermano Sebastián (Campeche)

    La china Hilaria y el Diablo (Aguascalientes)

    La esquina del perro (Campeche)

    El origen del Charro Negro (Hidalgo)

    El maíz de Pablo (Coahuila)

    Para Dios o el Diablo (Ciudad de México)

    El traspatio maldito (Ciudad de México)

    El espectro de La Soledad (Jalisco)

    Los encadenados de Monclova (Coahuila)

    Sobre el autor

    Otras obras del autor

    Conectar con Sergio Gaspar Mosqueda

    Pacto con el Diablo (Ciudad de México)

    En el siglo XVII, don Tomás Treviño Sobremonte, judío ortodoxo, llegó a la capital de la Nueva España para establecer su negocio, pero, pese a que en aquella época no era bien visto profesar alguna otra religión que no fuera la católica, deseaba continuar con la tradición familiar judaica. Por ello, don Tomás fue aprehendido por el Santo Oficio, y después de un proceso bastante difícil, simuló arrepentimiento. Así pudo recuperar su libertad.

    Tiempo después contrajo nupcias con una mujer de nombre María, con quien engendró dos hijos: Rafael y Leonor. Cuando sus hijos crecieron, los aleccionó para que mintieran ante las autoridades eclesiásticas acerca de la religión que verdaderamente practicaban, y les pidió que de vez en cuando, junto con su madre, se dejaran ver en misa. A él de ningún modo pudieron convencerlo de que los acompañara, a pesar de que ello redundaba en mayor seguridad para la familia. Y, en efecto, el no verlo en la iglesia junto con su familia despertó sospechas en los representantes de la Santa Inquisición.

    Varias veces Tomás Treviño fue acusado de cometer actos contra la fe. Actualmente, los cargos que se le hicieron resultarían ridículos. Por ejemplo, fue acusado de dar azotes todas las noches a un Niño Dios de madera, de almorzar buñuelos cubiertos con miel y de degollar gallinas en misas negras. Pero una y otra vez fingió arrepentimiento, y sólo Dios sabe cómo pudo ser perdonado tantas veces. Pero finalmente la Iglesia decidió castigarlo. Se le incautaron sus bienes y se le mantuvo en prisión.

    Se le realizó un proceso penal en el que fue condenado a la hoguera, ya que aparte de los cargos antes mencionados, se le acusaba de estar circuncidado, de no asistir a misa católica, de maldecir a la Santa Inquisición y de obligar a su esposa e hijos a mentir ante el Santo Oficio.

    Llegó el momento en el cual don Tomás pagaría sus faltas ante la hoguera. Fue llevado casi a rastras y, debido a que se puso a maldecir a gritos a los representantes de la autoridad católica, se le tuvo que amordazar.

    Ya en el sitio en que ardería en la hoguera, cerca de la Alameda, lo amarraron con una cuerda y se dispusieron a prenderle fuego. Cuando la hoguera estaba al máximo, en lugar de gritar de dolor o quejarse, Tomás Treviño continuaba gritando:

    –¡Anden, echen más leña, que así arderé en las llamas del infierno, y a todos los que me han traído hasta aquí he de hacerles una visita esta misma noche!

    Y entonces rio de un modo tan atroz que sus mismos familiares quedaron asombrados. Lo que no sabía ninguno de ellos era que, en efecto, mientras ellos escuchaban misa, el jefe de la familia ofrecía su alma al Diablo a cambio de librarse de la persecución de la Santa Inquisición, trato que no había tenido un resultado favorable, pues es bien sabido que el Diablo es el maestro de la mentira y del engaño.

    La cabeza rodante (Ciudad de México)

    Don Bernardo Alvar y Fuentes, conde de Lafragua y Loreto, era un apuesto caballero arrogante como el que más por tener en encomienda muchos pueblos y una renta incalculable en ducados de oro. Pero no sólo por ello se había rodeado de enemigos, sino por su mala costumbre de hablar de vos incluso a las personas más encumbradas de la sociedad novohispana, lo cual ellas tomaban como una gran ofensa.

    –¿Quién es ese petulante? –dijo don Lucas Aldama y Rivas, un visitador del rey luego de tener la mala fortuna de hallarse con don Bernardo en la Plaza Mayor, con motivo de la ejecución a garrote vil de varios sospechosos de sedición y de algunos herejes reincidentes, que por ello vestían el sambenito negro, en que estaban pintadas las llamas del Infierno y demonios que las alimentaban.

    Al oído, un clérigo le dijo a don Lucas cuanto sabía del aludido.

    –Y ni siquiera se ha quitado la gorra al verme –se quejó el visitador–. Habrá que mantenerlo muy vigilado, pues no dudo que con esos antecedentes que usted me da, quiera acaudillar una rebelión contra su majestad Carlos V.

    Al terminar el evento, el carruaje de don Lucas ganó el paso al caballo ricamente enjaezado de don Bernardo, y a partir de entonces nació una terrible rivalidad entre ellos. El segundo ocultó su malestar bajo una tenue sonrisa mientras se acomodaba la gorra aderezada con oro y plumas de faisán, pero por dentro juró hacer sentir miserable a aquel visitador impertinente.

    No mucho después, la tarde del miércoles de Tinieblas de Semana Santa, se dio un segundo y decisivo encuentro entre aquellos caballeros, luego de que los pífanos de la guardia de alabarderos

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